Queremos tanto a Marisol

La orden fue tan brusca, que chirriaron todos los metales. De la discusión de la “colaboración eficaz” y los procuradores contra ministros, que parecía el paso previo a la estocada final sobre el gobierno, hubo que pasar de un momento a otro a una fórmula de emergencia (“se nos pasó la mano en politizar el caso”), y sacar de cualquier lado otro escándalo como el de los chuponeos, que ahora sería el verdadero tema de la corrupción.

Efectivamente un recurso tan forzado como el que se estrenó esta semana, llevaba fácilmente a cualquier parte. Por ejemplo a magnificar el papel de Jorge del Castillo, que sería el objetivo de los seguimientos e intercepciones, en sus negocios privados con el general Hidalgo, que si alguien sabe de chuponeos es él. O, denunciar que entre los reglados estarían los de MOVADEF o mineros informarles, como si alguien pudiera creer que no lo estaban. Y así sucesivamente.

Era como cuando se saca demasiado a prisa un plan B y se quiere que todos salten al nuevo tema en un solo tiempo. Por eso quizás, el domingo se selectivizó mucho más a las víctimas del servicio de inteligencia y se puso énfasis en gente un poco más simpática y gratuita en el maltrato. De ahí que la vicepresidenta Marisol Espinoza se convirtió en la chuponeada estrella, que guarda silencio hace meses y que da la impresión de estar descontenta pero no lo dice.  ¿Quién va a estar de acuerdo en que persigan a Marisol, pero quién podría entender porqué esto se volvió importante de un momento a otro?

Obviamente en el gobierno están pasando una crisis sobre otra. La elección de la última mesa directiva trajo una ruptura crucial con parlamentarios que ya hacía tiempo querían cambiar las reglas de juego, cada vez más opresivas dictadas desde Palacio. De Marisol se sospecha que no está de acuerdo con esas cosas, pero siente el enorme peso de enfrentarse al presidente. Por lo menos es lo que se ve. Humala, y tal vez con mayor razón, Nadine, deben tener un ojo puesto sobre su ahora distante colaboradora. Eso está hasta dentro de la lógica más elemental, lo que es tonto es pensar que este es el centro de la coyuntura que por ahora todavía no lo es.

Potencialmente el alejamiento de la vicepresidenta y su acercamiento a la izquierda, puede darle un vuelco a muchas cosas. Pero la crisis de julio, que creó Dignidad y Democracia es la marca de que esta posibilidad está rodeada de contradicciones. Pero eso no niega, que sin querer, la derecha y su aparatosidad mediática, la esté forzando a salir al fresco y a definirse ante muchas cosas. Por de pronto ya fue la estrella del fin de semana sin habérselo propuesto.

21.01.15

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