miércoles, diciembre 29, 2010

El candidato diferente

Ollanta Humala no debería preocuparse tanto de que sus enemigos le teman. Debería más bien inquietarse si dejan de temerle. En el 2006 hubo una campaña de miedo y esta se repitió en las municipales del 2010. El comandante nacionalista nunca se detuvo a darle explicaciones a la prensa de derecha que lo atacaba día y noche, que recurrió a Montesinos para que dijera desde la cárcel que el levantamiento de Locumba había sido por orden suya, que informaba que soldados de Hugo Chávez ya se encontraban en Iquitos y que un asesor español del candidato tenía predilección por quemar iglesias.

Fue una lucha al todo vale, casa por casa, como la describió uno de sus autoproclamados héroes, y por eso echaron a Hildebrandt de su programa diario de televisión por ser demasiado independiente, y cerraron filas con todos los demás medios escritos, radiales y televisivos, en una sola línea. Por eso alentaron sin pudor la agresión de la Universidad Ricardo Palma y construyeron varias caricaturas de Humala, algunas de las cuales duran hasta hoy. A pesar de todo el cargamontón Ollanta ganó por seis puntos la primera vuelta y agregó 17 puntos adicionales de abril a junio, sin que ninguno de los otros partidos participantes le transfiriera su votación.

La apuesta entre primera y segunda vuelta era que el nacionalismo giraría hacia el centro a buscar nuevos votos y que de todos modos se quedaría muy lejos de su contendor por tener una imagen muy dura. No ocurrió así. Ni hubo cambio de discurso y programa, como se anticipaba, ni la guerra sucia se detuvo, y la candidatura no se estancó y estuvo a punto de ganar. ¿Qué pasó entonces de una vuelta a otra? Parece evidente que la candidatura maduró por etapas en un país que fue polarizando sus opciones; la batalla mediática lo que hizo es ayudar a cristalizar los campos; mientras las resistencia de Humala a aparecer amable con sus adversarios siguió convenciendo a un grueso del país de que no se trataba de un farsante dispuesto a conciliar (recuérdese el debate con García).

Hagamos una comparación con lo que acaba de suceder en la votación de Lima. Se puede ver que aquí también hemos tenido una candidata inesperada atropellando cuando ya había empezado la campaña; una reacción brutal de la prensa ya entrenada en guerra sucia para detener su ascenso; una polarización política y social, que va desde el primer entusiasmo por la “tía bacán”, que era multiclasista, a una concentración de votos en sectores populares; una tendencia de la candidata a responder a los medios, diciendo que no es lo que dicen que es, que sus aliados no son aliados, que sus propiedades no son propiedades, etc. Al final un debate sin punche creyendo que sería aplaudida por no pelear.

El balance del 2010 es que estando a más de doce puntos de ventaja de su contendora, el final se cerró a menos de un punto. Si hubiera habido segunda vuelta Susana hubiera perdido contundentemente. Todos sus esfuerzos por hacer que no le tengan miedo no le ganó nuevos votos, pero si sembró desazones diversas desde los que creían que no quería ganar o los que dudaban si era una candidata popular. En estas dos experiencias hay una serie de claves para la estrategia electoral del 2011. Y la primera de ellas es que entre lo que aspiran las mayorías y la agenda que quieren imponer los grandes medios hay la distancia entre el día y la noche.

29.12.10
www.rwiener.blogspot.com

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