Al principio era como si se tratara de una posición defensiva conservada con el apoyo discreto de la CONFIEP que decía que era la condición para continuar con el crecimiento y las inversiones (es decir para no ser boicoteado económicamente) y la presión exaltada de los medios de derecha que aseguraban el caos si el equipo económico original de Ollanta se hacía cargo de los puestos claves de ministro de Economía y presidencia de la Banco Central de Reserva.
Así se dio la paradoja que el primer anuncio esclarecedor del presidente sobre lo que se vendría a partir del 28 de julio del 2011 se refirió al nombramiento del viceministro neoliberal de economía de Alan García Pérez como nuevo ministro de economía del gobierno nacionalista de Ollanta Humala Tasso y la ratificación del pepecista Julio Velarde en el Banco Central de Reserva, el que ya había llegado en el 2006 como garantía de que el APRA en el poder ya no intentaría ninguno de los experimentos económicos entre 1985 y 1990.
Luego, al momento de juramentar el primer gabinete se supo que el nuevo jerarca del MEF había podido influir en el nombramiento del ministro de Vivienda que manejaría el sensible problema del agua. Pero hasta ahí parecía que se apuntaba a una extraña coexistencia de varias orientaciones con un dudoso director de orquesta. La vida, sin embargo, ha mostrado que la concesión de posiciones estratégicas, como en la guerra, conduce a la victoria total del que las recibe. Desde el MEF, Castilla se constituyó en el superministro del dinero (decide a quién le libera recursos y a quién no) y de la provisión de cuadros para renovar los puestos públicos en respuesta a la sequía de nacionalistas y a la creciente ruptura de Humala con la izquierda intelectual y profesional.
El punto fue que a cada cambio de gabinete el superministro ganó nuevos lugares en la mesa con funcionarios vinculados al MEF, especialmente al área de Proinversión (privatizaciones) y su poder se extendió también hacia los ministerios sociales.En tiempos más recientes ha empezado a ocuparse de las grandes entidades públicas como Essalud, con la lógica de que primero hay que eliminar todo rastro progresista en el gobierno y de ser posible pasar la cosa a alguien bajo su control. Castilla es como el cáncer, lo digo con conocimiento de causa, ya que avanza de manera silenciosa, casi sin notarse y se va extendiendo desde el foco inicial a todo el cuerpo estatal, mientras el presidente se jacta de lo que parece su único logro: mantener el crecimiento económicoque venía de atrás y cuyos beneficiarios directos son los grupos de inversión nacionales y extranjeros que actúan en el país.
Ha sido la puesta en marcha de una técnica para copar a un presidente desconcertado que lo que más temía era a las consecuencias del cambio y que se autoengañó con el argumento del pragmatismo y la técnica para ceder cada vez mayor espacio al continuismo. La frase famosa pronunciada en el Ecuador de que aquí la prensa también publica cochinadas muestra cuán prisionero está Humala de sus propias decisiones y concesiones. Él sabe a quién se enfrenta pero su política ha sido cederles cada vez más terreno para evitarse un choque que no cree que ganará. Por esa vía ha cedido el poder a la tecnoburocracia que no va a parar hasta dominarlo todo. O sea, la cochinada está ahí gracias a él.
27.11.12
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