“…si el gobierno continuamente les saca la vuelta a los fallos, tarde o temprano terminará atropellando al ciudadano.” (Fritz Du Bois: “Jugaron bien al offside”; Perú 21; 22/11/12)
Miren ustedes la profundidad del pensamiento DBA: “debemos confesar que estamos gratamente sorprendidos por la rápida maniobra de regresar a Antauro Humala a la base Naval”. O sea estamos felices porque se le sacó la vuelta al fallo judicial, increíblemente comparado con una maniobra futbolística de adelantar las defensas y dejar al delantero sólo frente al arquero para que le anulen el gol.
¿Qué tiene que ver el atropello a los derechos de Antauro Humala (se supone que no está comprendido en la categoría de “ciudadano” y por eso con él si se puede maniobrar), con un encuentro deportivo en el que juegan fuerzas equiparadas y en el que hay un reglamento que los árbitros deben hacer cumplir? Evidentemente nada, ya que Antauro es un jugador solitario con el apoyo de su familia (que es la misma del presidente), sometido a la fuerza del aparato del Estado que ha sido beneficiado por una resolución judicial, que el gobierno se niega a cumplir.
¿A quién le ha hecho offside el señor Pérez Guadalupe, cuando tiene todos los medios del poder a su alcance y una prensa venal que sabe que este autoritarismo en desarrollo puede volverse contra todos pero que por ahora está bien porque se trata de Antauro Humala? Y ahí viene lo mejor de esta historia, porque la trasgresión del principio de que nadie puede oponerse a la decisión jurisdiccional, que tanto alegra a Fritz DBA a pesar de saber que es un atropello, se aplica al hermano del presidente de la república.
Uno puede pensar varias cosas sobre esto: (a) que hay mucha gente, a veces en el entorno más cercano de Ollanta, que está interesada en profundizar la ruptura del presidente con su familia, aparentemente para despejar toda sospecha de influencia de las viejas ideas radicales de los Humala en el actualmente pragmático y modernizado hombre de Estado; (b) que el presidente ya capituló a las presiones sobre este caso (como sobre otras muchas cosas) y prefiere hacer lo menos visible el problema encerrando al hermano donde no le corresponde; (c) que el presidente ha entendido aunque sea a medias que la campaña que se desarrolla contra Antauro va contra él mismo y así lo sacrifica creyendo que por esa vía puede salvarse, aunque sea por un tiempo.
Sorprende que las famosas faltas de disciplina de Antauro, que no se podían haber cometido sin la benevolencia del INPE, en el período pre-Humala y en el actual, y por las cuales no hay nadie sancionado de las instancias penitenciarias, sirvan de pretexto para equiparar a Antauro con Abimael Guzmán y Vladimiro Montesinos, y que a eso se preste su hermano presidente. Es quizás la más cruda expresión de gobierno asustado por los titulares de prensa con la que uno puede encontrarse. Ahí es nítida la diferencia con los Fujimori que por su padre gritan, insultan, cuestionan a la justicia y al gobierno, pero no se doblegan. En cambio Ollanta, que quiere dar lecciones de hombre de familia, permite que Pérez Guadalupe, Jiménez y Fritz DBA traten a su hermano como al peor delincuente y extiende la burla del poder hasta sus padres que siempre quisieron mantener la unidad del núcleo familiar.
Y como dice Fritz, en la parte en la que acierta, si se permite que los atropellos continúen ya nadie podrá estar seguro.
22.11.12
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