domingo, febrero 05, 2012

El dictador vuelve a la escena

Al general Morales Bermúdez algunos periodistas lo tratan como “presidente”, a pesar de su condición de doble golpista (primero echó a Belaúnde y luego a Velasco). Y la DBA ha ocultado cuidadosamente su pasado de jefe económico de la primera fase del gobierno militar, a pesar que según la versión predominante (incluido la del premier Valdés) ahí se hicieron los “peores experimentos” en la economía como la reforma agraria “confiscatoria” que entregó la tierra a los campesinos y la nacionalización de empresas extranjeras que se convirtieron en públicas, a los que se les culpa de la crisis posterior y el fujishock de inicios de los 90.

Hay además quién ha definido la orden del juez argentino para extraditar al viejo dictador por el secuestro de 13 personas y su entrega al sanguinario régimen de Videla en 1978, como una “venganza de los rojos”, que seguramente deberían olvidar el grave riesgo de muerte al que estuvieron expuestos. Entre los “rojos” estaban dos almirantes que habían sido parte del gobierno de la primera fase junto con Morales Bermúdez que traicionó a la casi totalidad de sus compañeros de armas, dos sindicalistas y un periodista de derecha. Todos fueron secuestrados, privados de sus documentos y enviados en marrocas hacia una provincia del interior y entregados a un Ejército sobre el que pesan más de 30 mil muertos y desaparecidos.

Varios hechos apuntalan la relación Lima-Buenos Aires de finales de los 70, entre ellos el secuestro, tortura, desaparición y muerte de montoneros detectados en el Perú y llevados de regreso a su país en una cadena de colaboración de militares peruanos, bolivianos y argentinos. Hace dos años la justicia italiana demandó a Morales Bermúez por la muerte de la señora Molfino, detenida en Lima y que apareció muerta en Madrid unas semanas después, pero Alan García se interpuso en el proceso de extradición afirmando que Morales era un demócrata de edad avanzada que no debía ser molestado. Con lo que además quedó desecho el argumento del acusado de que él se somete a la justicia, cuando lo que busca es que los presidentes de turno lo saquen de sus problemas.

El juez federal argentino Norberto Oyarbide que investiga las ramificaciones del llamado Plan Cóndor (articulación de las dictaduras del cono sur de Suramérica, bajo el paraguas de los Estados Unidos, para combatir internacionalmente a sus opositores), tenía que llegar por supuesto al punto del secuestro de los peruanos para finalmente a establecer el modus operandi de la dictadura de su país. Aquí los rojos resentidos pueden hacer casi nada. Como tampoco es un problema de la CIDH, que una senderista violada por la policía y torturada vaya en queja a los organismos de derechos humanos por los hechos bárbaros que ocurrieron durante la guerra interna.

En realidad los periódicos de la DBA podrán escribir lo que quieran para justificar la violencia del Estado aún en tiempos de “paz” como era 1978, o de conflicto interno, pero el mundo ya no está para tragarse las justificaciones militaristas. Y así como Pinochet pasó la humillación de ser detenido en Londres, Morales Bermúdez está viviendo ya dos requisitorias por crímenes inolvidables. Y eso que nadie está recordando los muertos del estado de emergencia 1976-1977 y de los paros nacionales.

05.02.12

www.rwiener.blogspot.com

No hay comentarios.: