Lo más interesante del congreso aprista es que Mulder, que se propone retener a cualquier precio la secretaria general, es el hombre al que García tiene que agradecerle haber sometido al partido al giro neoliberal, administrado las presiones por el reparto de los cargos públicos para que no se desborden, y lograr que toda disidencia se condene hasta ahora a la marginalidad. Pero el tío George, que disputa el cargo, fue el personaje que le construyó el actual gobierno en sociedad con la gran empresa, pero metiendo dentro de ellas a empresarios piratas y amigos como Canaán con los que es más fácil el entendimiento, y el que empantanó los conflictos sociales todo lo que pudo sin darles solución, esquema que ha seguido funcionando con el premier Simon y ahora con Velásquez Quesquén.
¿Y Quesada? ¿No es acaso el tipo del COFOPRI, condecorado hace unos días al lado de Arana, de Barrios de Essalud, de León de Sedapal y otros, en lo que parecía una galería de funcionarios al gusto del presidente (unos días después se destituyó a León por una investigación por corrupción) y el cuarentón ideal de García para rejuvenecer al partido? Es decir los tres se están sacando los ojos, se acusan de fraude, dan la idea de estar a puertas de romperse en mil pedazos, pero todos afirman ser candidatos del presidente, defienden la derechización del aprismo y tienen sus propias marcas de la corrupción de estos años. En un balcón, sin embargo, García mira y afirma que es normal que esto ocurra en los grandes partidos: que los dirigentes se peleen a muerte sin ninguna diferencia ideológica y política de por medio; y ha insistido en que al final todo llegará a buen puerto y se encontrará la fórmula para mantenerse unidos.
Pero, lo que es obvio, es que los tres en disputa van a salir abollados, aún si la solución es alguna forma de colegiatura. Puede estar garantizado que el APRA no va a romperse, pero también lo está que no hay liderazgo alternativo. Cuánto ha contribuido García para este resultado, es algo que se seguirá discutiendo. Lo que es evidente es que él sabía adónde se estaba yendo que era a cualquier sitio menos a la elección de un secretario general de origen democrático y con algún poder propio. El desorden del primer día lo debe haber hecho sonreír. Y más aún que ninguno de los cabezas, salvo lo que ya fueron esquinados (Salgado y Guzmán Gallardo), se atreva a hacer alguna relación entre los problemas del partido y su presidente, que también es el del país.
Hay que decir algo final. Así como García reina sobre un APRA enfrentada y necesitada de árbitro; proyecta el mismo método sobre el ámbito nacional. Por eso los que creen que con las candidaturas de Lourdes y Castañeda ya la derecha ha resuelto el problema de la sucesión en Lima y el gobierno nacional, se olvidan del gran elector que está en Palacio. No se dan cuenta que lo que busca García es mover el escenario e introducir tanta confusión como sea posible. Declararle admiración a Castañeda y Keiko, fotografiarse con Kouri, ofrecerle consejos de Lourdes Flores, atender a Bayly a media noche para conversar sobre Baruch. Con la tierra bien movida y con varios candidatos propios, el Perú sabrá quién sigue mandando aquí y en Alfonso Ugarte.
07.03.10
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