En el telón de fondo de la violenta crisis de Bagua está la aplastante pobreza de la selva y específicamente de las comunidades nativas; la exclusión en sus diferentes expresiones (económica, social y étnica cultural), que afecta a los amazónicos; el nulo impacto de la bonanza y el crecimiento económico de los últimos años en la vida de los pueblos de la selva; la experiencia negativa de las comunidades con las empresas extractivas y la desconfianza de la palabra oficial que pretende que ya no se repetirán los crímenes contra el ambiente y la vida de la gente de otras oportunidades; la falta de respeto de la autoridad hacia los derechos indígenas reconocidos nacional e internacionalmente.
Asimismo entre los desencadenantes políticos concretos están la ilegitimidad de los decretos legislativos referidos a la selva que no fueron consultados a las comunidades como era la obligación del Estado; la falta de diálogo; las maniobras del congreso sobre el tema de los decretos. Todo esto es admitido punto por punto por la Comisión Especial de Investigación (CEI) de los hechos de Bagua y debería derivar en responsabilidades concretas. Pero no. La CEI constata como si fuera un notario y de ahí no sale nada. Otra cosa es en cambio cuando hace la pregunta que considera la clave de todo: “¿por qué si la protesta fue en toda la amazonía sólo generaron sucesos luctuosos… (en) Bagua? O dicho de otro modo: ¿qué particularidades se dieron en Bagua que originaron las muertes…?” Parecería una interrogante pertinente para llegar a las responsabilidades directas de la matanza. Pero ahí la CEI postula que “a diferencia de otros lugares”, se dio la participación de “otros actores” como: congresistas nacionalistas con “acalorados discursos” ante los nativos anunciando que los decretos servirían para quitarles las tierras; ronderos con poca voluntad de diálogo y demandas políticas; reservistas del ejército, no indígenas e indígenas; Sutep; Frente de Defensa de Bagua; medios de comunicación locales y nacionales que difundieron información distorsionada y falsa; diversidad de Apus que dificultaban los acuerdos.
Así que a una agenda indígena que más o menos se reconoce como justa y dialogable, se le añade una intervención externa que aparentemente sólo habría ocurrido en Bagua. Pero en varios otros puntos las carreteras estuvieron tan bloqueadas como en Amazonas, hubo tomas de instalaciones y movilizaciones. A esos lugares llegaron parlamentarios cumpliendo su responsabilidad, hubo SUTEP, radios, iglesia progresista, etc. Pero no hubo desalojo. ¿Hubiera muerto algún policía o civil si no se produce el ataque del día 5 de junio en la Curva del Diablo, en un punto que fue seleccionado por el gobierno para golpear toda palucha amazónica y hacerla retroceder?, ¿quién demuestra que en otros lugares no hubiera habido resistencia si eran agredidos?
Pero esta comprobación elemental no sólo es obviada por la CEI, sino que se corona con la siguiente conclusión sobre lo que pasó en la curva del diablo: “la policía estuvo a la defensiva y no al ataque como pretendieron mostrar los medios de comunicación y algunos testimonios”. Es decir, los comisionados ordenan los hechos y en ellos se registra una preparación de varios días para tomar el objetivo (aunque se oculten las actas del Consejo de Ministros), con reuniones en el Comando Conjunto para disponer los roles, se ordena traer refuerzos y se cambia al comenzar la operación al jefe de la zona que era el que había llevado el diálogo con los nativos. Se ordena tomar las alturas con un destacamento de 60 hombres, y salir un helicóptero para gasear desde arriba a los nativos y una fuerza principal que se desplazará por la carretera. ¿Eso es defensivo? Otra cosa es que descubiertos los ocupantes de la colina hayan sido rebasados en número y puestos a la defensiva. Eso puede ser mala planeación de la acción y no defensismo.
Respecto a la calidad de la información que disponían los nativos en la Curva del Diablo y la Estación 6, cuando ocurrieron los sucesos, las conclusiones de la CEI insisten en que las remisoras locales exageraron cifras y dieron datos falsos, lo que enardeció a la turba. Pero en el mismo informe se asegura que las únicas señales que llegaban a los puntos críticos eran Radio Programas del Perú, radio Marañón (cobertura regional) y televisoras locales y nacionales. Sin embargo la radio que se clausuró y se culpó de azuzar a la violencia fue la Voz de Bagua. Claro lo que todos vieron en un primer momento fue la gran desproporción de armas y la potencia del ataque policial, lo que informaron como era su tarea. La sensación que se desata en los nativos es que venían a matarlos y por eso reaccionan como lo hicieron. Pero eso no dice la Comisión porque no quiere admitir que el gobierno provocó la violencia.
En el balance víctimas por lesiones uno puede ver lo que realmente pasó sobre el terreno del enfrentamiento: 200 civiles (82 por herida de bala) y 35 policías heridos. Igual sobre los desaparecidos que se reclaman hasta hoy y de los que ya no se habla. Los muertos reconocidos en los choques fueron 10 civiles y 4 policías. Lo que implica que si hubo un número alto de bajas mortales policiales eso se produjo efectivamente contra elementos que estaban retenidos, por la idea que se hicieron sus captores de que lo que se quería era exterminarlos a todos. Esta fue una reacción, que puede parecer absurda a cierta distancia, pero que la CEI debía haber ayudado a entender como parte de los miedos y los mitos de la población nativa, en vez de imaginar que estas son reacciones generadas por discursos incendiarios o informaciones irresponsables.
En realidad la Comisión nos ha hecho una trampa: ha aceptado hasta cierto grado las razones indígenas, ha colocado un diagnóstico que suscribirían muchos críticos, ha recogido testimonios valiosos y ha sacado las conclusiones que le convienen al gobierno. ¿Cómo lo ha hecho? Pasando por encima de la lógica y de la ética. Este documento debe es un monumento a la tramposería del actual gobierno. Pero igual debe ser discutido a fondo para poder rebatirlo.
03.01.10
www.rwiener.blogspot.com
3 comentarios:
Lo que sucede es que el Sr.Wiener querría que el informe santifique a los habitantes de la selva que bloqueron lo carretera por 2 meses, a las congresistas que fueron a mentir y provocar a la población, a las radios locales que mintieron impunemente y agitaron a la población, a las ongs que visitaron la selva urgidos de encontrar nuevos business y recaudar dinero para sus Ernies y Soberones.
Este señor debería poner su nombre en el informe. Responde a todo el esquema mental de sus autores que imaginan que el Perú sería una isla feliz si no hubieran esos agitadores perversos que manipulan a la gente. Por supuesto que los derechos de los nativos a sus territorios que se relacionan con su existencia, son asuntos sin importancia.
La indecencia de los alanistas (como el comentarista "anónimo") y sus cómplices, no tiene medida; han batido todas las marcas. El enfoque de García, mostrado en sus artículos “El Perro del Hortelano" ha dado paso, en la práctica, a masacres como las de Bagua, Puno y otras. Lo indignante e imperdonable, que ese enfoque ha mostrado, es la entraña verdadera del presidente, quien ha evidenciado su enorme codicia, al querer imponer su voluntad para hacer negocios y luego decir a sus socios: "ratas" y al sicario mediático ineficaz de Bayly: "la plata viene sola ...". Y al darse las críticas naturales osa calificar, a quienes las plantean, que son "tristes" o "negativistas" o "anticristos". Esta es la historia que nunca debemos olvidar.
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