A cuatro días del desastre del Cusco, Alan García viajó hasta el aeropuerto Velasco Astete en la capital de la ciudad y sobrevoló el área afectada. Fue su respuesta a las críticas por su súbito silencio y su esfuerzo de un día antes de señalar con su presencia en Tumbes que las prioridades del gobierno, estaban en otra parte. Pero lo que dijo es aún más importante: “no se deben magnificar las cosas, no se debe alarmar”, “se ha perdido apenas un 0.04% de los cultivos”, “ha sido un gran éxito sacar 4 mil turistas en unos cuantos días”, todo lo cual, traducido al idioma oficial peruano de estos tiempos quiere decir más o menos lo siguiente:
- No vamos a afectar las metas de crecimiento (6% para el 2010) porque eso depende de las inversiones que van a seguir viniendo;
- El gobierno tiene que cuidar la imagen en el mundo y que prosigan los negocios internacionales en el Cusco, lo demás es un porcentaje demasiado bajo de la economía;
- Salvados los turistas ya no existe nadie importantes aislado y en riesgo inminente;
- La inversión pública no tiene que reorientarse;
- La emergencia ha acabado y podemos volver donde estábamos, aunque sigan las lluvias y se prevean nuevos problemas para febrero;
- En dos meses todo estará reconstruido como corresponde a un país que es casi del primer mundo, envidiado en todas partes;
Son los mismos reflejos que mostró García cuando dijo que felizmente lo del terremoto de Ica no había sido un desastre y horas después en medio de los escombros habló de una reconstrucción y relanzamiento de la región en un año, y alardeó de un nuevo esquema de gestión de desastres naturales con la conducción del sector privado. También lo que dijo a cada paso sobre la crisis internacional, que a nuestro país no le afectaría y que no había que hacer ningún cambio en la política económica, que es lo que se sigue repitiendo hasta ahora en medio de felicitaciones por el resultado del año 2009, tan cercano al cero por ciento.
Los peruanos ya sabemos que el presidente ha inventado el optimismo como la solución a las angustias; que tiene tan fuertes compromisos con los grupos económicos, que hará lo posible para mover lo mínimo sus recursos económicos y técnicos ante eventos inesperados; que seguirá haciendo declaraciones para la prensa internacional y Lima, sin importarle lo que estén pensando los del territorio afectado; que dará un plazo cualquiera para que volver a la normalidad, sin que después se acuerde de su promesa; y que insistirá en su idea de “modernidad” que entraña una radical indiferencia ante las desgracias de los más pobres, que por supuesto tienen una baja incidencia en los circuitos económicos centrales.
¿Por qué estos conceptos que a estas alturas podrían haber sido anticipados casi por cualquiera, le han tomado tres días de desaparición pública, al presidente que tanto admira a los mudos pero que se pasa el santo día hablando en cuanta ocasión se lo permita y por qué además se equivocó de ruta y se fue al norte cuando debía ir al sur? Simplemente porque calculó que pasara la atención de prensa. Por eso ahora en varios diarios Cusco es una noticia perdida en las páginas interiores.
31.01.10
www.rwienr.blogspot.com
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