lunes, diciembre 23, 2013

Ollanta en aislamiento perfecto a tiro de conspiración

Fuentes muy cercanas a la presidencia indican que los desacuerdos en la pareja son cada vez más frecuentes y pasan días sin que se dirijan la palabra. Cada uno de los dos tiene todavía su propio círculo de leales que siguen respondiendo a sus directivas, sólo que los íntimos de Ollanta se están reduciendo a un grupo de asistentes, secretarias y mensajeros, con los que no hay espacio para conversar sobre lo que está pasando en el país.

Varias semanas después parece evidente que a Villafuerte realmente lo sacaron a la mala (sin darle las gracias), creyendo que eso ayudaría a apagar el asunto López Meneses (en realidad lo exasperó con la fórmula de que estos debe ser grave si hace renunciar a un ministro y un asesor presidencial). El hecho es que el coronel ha quedado a la deriva y su papel en la conexión entre Palacio y las Fuerzas Armadas se ha quebrado sin nadie que lo reemplace en la tarea.

La relación con Abugattás, que era el congresista de confianza del presidente, está profundamente dañada, por la forma como el oficialismo ha permitido la campaña aprofujimorista para afectar su imagen, tachándolo como “loco” o “desequilibrado”, por ser casi el único que se les enfrenta. El último escándalo sobre el papel de la coordinadora parlamentaria Malka Maya, que hace de correa de trasmisión de las órdenes de Humala (y mucho más, de Castilla y el MEF), a la bancada de Gana Perú, parece relacionarse con eso, por sus continuos choques con Abugattás que en “privado” ha dicho a muchas personas que está harto de esto.

Con el resto de los congresistas Humala casi no habla, y fue visible que en el proceso de nombrar la comisión sobre el caso López Meneses, los representantes de Gana Perú no cabían en su desconcierto ante la falta de orientación del Ejecutivo, lo que los llevaba a un patético intento de interpretar una frase suelta de la primera dama sobre que la investigación debía “ir a la raíz y el origen del problema”. De los ministros no castillistas, mejor ni hablar, porque como todos saben su preocupación se centra en hacer los equilibrios necesario para durar. En el MEF, en cambio, se interpreta la situación como el momento para sacarle cosas al presidente, como que ya le arrancaron el decreto para reiniciar la privatización de Petroperú, que antes parecía imposible, aún para un Ollanta reconvertido al neoliberalismo.

César Villanueva ha conseguido, finalmente, lo que parecía imposible: ser más intrascendente que Juan Jiménez. Hay la versión que señala que ya le rechazaron varias propuestas de cambio gabinete y la que señala que lo desembarcaron del avión que iba a llevarlo al CADE. Humala no conversa con él, tampoco Castilla, y los ministros no le consultan. Será por eso que ha empezado a decir que podría irse, tratando de hacer público su malestar por la deriva en que se mueve el gobierno. En el caso López Meneses, el premier anda tan despistado como los parlamentarios y otros miembros del gobierno, entre ellos el nuevo ministro del Interior que cada vez entiende menos lo que está pasando en la Policía.      

La cuestión militar-policial


La mayor preocupación del presidente está sin embargo concentrada en su rápida pérdida de influencia sobre el Ejército y sus roces más que evidentes con la Marina y la Policía. Cuando Humala asumió el gobierno, estaba convencido que le podían decir que no sabía de economía, de asuntos jurídicos o de tradiciones políticas, pero nadie le iba a discutir en asuntos de Defensa y Seguridad, y para actuar sobre esos campos estableció un asesor puente con las instituciones, impulsó el relevo de mandos privilegiando a sus promocionales, priorizó los frentes del Huallaga y el VRAEM, y se buscó un general que le asegurará éxitos policiales.

Todo esto ha resultado en un sonoro fracaso. Al igual que muchos otros sectores, militares y policías se consideran estafados por el destino de las ofertas que Humala les hizo en campaña en materia de remuneraciones y pensiones. En ningún momento, además, sintieron que este fuera su gobierno. Al contrario, las podas sistemáticas, la negociación de los ascensos, han ido reforzando las camarillas internas y las pugnas entre instituciones y al interior de cada una de ellas. Ni la promoción “Héroes de Pucalá y Marcavalle”, a la que perteneció Ollanta, ha resultado lo suficientemente leal y amistosa, al presidente. No por casualidad de ese mismo grupo han salido varios de los tipos que favorecieron las movidas del llamado operador de Montesinos. 

El operador que se ríe de todos


El caso López Meneses encaja en todo lo dicho como una provocación que ha terminado por desbaratar la ilusión de Humala de que por lo menos tenía el control del factor militar para equilibrar con la serie de debilidades que se iban a acumulando en otros campos. La manera como el personaje se mueve hasta hoy en medios militares y policiales y se hace fotografiar con muchos de ellos, no habla de un tema de espionaje, sino de una grosera exhibición de poder que hace quedar en ridículo al gobierno y los altos mandos.

¿A qué responde todo eso?, ¿quiénes están implicados en armar un escándalo sin pies ni cabeza, en el que se brinda una seguridad aparatosa a un sujeto de malos antecedentes, se le fotografía en locales militares abrazado con un infinidad de oficiales que parecen tenerlo como su engreído, aparece en actos públicos, hasta que una periodista con fuertes vínculos con un sector de la Policía, suelta la “bomba” de lo que estaba a la vista de todo el mundo? Y, ahí, el gobierno queda paralizado, no sabe qué responder, porque fanfarroneaba con tener el control de instituciones que pueden ser infiltradas y manipuladas por cualquier bandido.

La bomba que realmente ha caído en el centro del sistema es que se ha desatado una guerra de todos contra todos, en la que policías chocan con marinos, el Ejército pide la cabeza del jefe del Comando Conjunto y no la consiguen, los policías se espían y se denuncian entre sí, en el Congreso todos se atacan de montesinistas, el primer ministro desaparece y el presidente se deprime y rompe lazos con todo el mundo.

El lobo está al acecho


Pero en esta tole-tole hay alguien que está ganando. A Alan García le interesaba sobre manera que el escenario se desordenase y que la labor de la  Megacomisión y las investigaciones de Arbizu quedasen aplastadas por una escandalera general. Ya lo ha conseguido.

El rumor que corre es sin embargo más peligroso que eso. Se dice que el APRA está metida a fondo en la preparación de una huelga policial con saqueos, que haría recordar lo que pasó en los últimos días de Velasco. Imaginan que Ollanta ya está maduro para una conspiración y un tratamiento fuerte que podría derivar en resultados alternativos: provocar una crisis extrema del gobierno y una intervención militar; generar condiciones para exigir un adelanto de elecciones; arrancar una etapa de desestabilización, con crisis sucesivas.

Que hay señales claras de que algo de esto se prepara es indiscutible. Por eso creo que hay que abrir el tema. A ver que pasa. 

23.12.13
Publicado en

Hildebrandt en sus trece

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