En
el último CADE, los ejecutivos presentes llenaron, como es costumbre, la
encuesta que elabora IPSOS y que abarca los temas coyuntura. El resultado no
podía ser más elocuente: (1) el ministro de Economía, Miguel Castilla alcanza
un impresionante 95% de aprobación; (2) el primer ministro César Villanueva
recibe 73%; (3) el presidente Humala consigue 48%; (4) la primera dama es
apoyada por el 32%.
Se
pueden derivar varias conclusiones. Mientras en la encuesta nacional de IPSOS
de noviembre, el ministro Castilla tiene una aprobación de 22%, la gente de
empresa le da cuatro veces más. Esto plantea fuertes dilemas para el presidente
y el nuevo primer ministro, que según se sabe han estado discutiendo la
continuidad del hombre del mechoncito.
La
cuestión se plantea en que hay muchos sectores, incluidos militares y
policiales, pidiendo la salida del jefe de la economía peruana, pero a la vez
existe un respaldo casi unánime de la clase empresarial hacia su persona, que
no se da con otros ministros, ni siquiera con los más nuevos que no ha sufrido
desgate.
El
48% de Humala es sintomático porque es una aprobación en franca bajada. En el
año 2012 los que lo respaldaban llegaban al 75%. El presidente pierde 27
puntos, lo que significa que se reproduce, aunque de manera un poco más
moderada, la tendencia de descenso que se ve en las encuestas nacionales. IPSOS
de noviembre le otorga 27% de aprobación nacional, curiosamente cinco puntos
por encima de Castilla, que en la consulta a Ejecutivos le saca una ventaja de
casi el doble (47 puntos). Obviamente estamos ante miradas opuestas: para los
empresarios, Castilla debe ser uno de los principales activos del gobierno y
para la población uno de sus lastres.
No
hay que dejar de considerar, finalmente, el 32% de aprobación de la señora
Nadine Heredia, que en el CADE 2012 era de 70%. Pierde 38 puntos, once más que
su marido, que indica que es la persona del gobierno que más ha disminuido en
el favor de los ejecutivos empresariales, muy a pesar de lo que se dice de ella,
que es que representa la correa de trasmisión de los grupos de interés sobre
Ollanta Humala.
En
la encuesta nacional de noviembre, Nadine Heredia se mantiene con 39%, que
equivale a una baja importante respecto al primer trimestre del año cuando
superaba el 60% de aprobación, pero aún este descenso es menor que el que ha
ocurrido en la opinión empresarial. El año 2013, está cerrándose como un mal
año de Humala, pero bastante peor para la primera dama que parece haber dejado
de encandilar, como lo hacía, a los sectores bajos y altos a la vez.
Cómo caminan las cosas
El
CADE de este año ha reafirmado el optimismo empresarial que ya se había
observado el año anterior. Así un 84%, ha visto al Perú progresando y en camino
al desarrollo. En el 2012, esas cifra llegaba a 89%, es decir que en tiempos en
que se ha hablado mucho de la desconfianza que suscitaría el presidente con
iniciativas fallidas (apenas se quedó en pensamiento) de adquirir los activos
de la española Repsol (refinería, grifos, planta de gas), que fue echada abajo
por presión empresarial y de prensa; por hablar supuestamente más de la cuenta
de la crisis internacional, generando inquietudes internas; o por no ser lo
claro que quisiera la derecha para negar la hipotética candidatura de su mujer
el 2016; los ejecutivos más importantes del país siguen creyendo que el modelo
que se instaló en los 90, no va a sufrir mella en los siguientes años.
Uno
podría decir que se ha llegado al divorcio completo de la relación entre
política y economía. En términos de capacidad de entendimiento de las fuerzas
representadas en el Congreso (que son cada vez más, por el ato grado de
fraccionamiento) y de los que aspiran a tener vigencia en el ciclo electoral
que comienza el 2014, registramos un índice cercano a cero, como si todos los
actores quisieran destruirse entre sí. Pero en términos de manejo de la
economía, los mismos partidos que no pueden ponerse de acuerdo para nombrar
miembros del Tribunal Constitucional y Defensor del Pueblo, o que tienen tantas
dificultades para constituir y hacer funcionar una comisión investigadora como
la del caso López Meneses, parecen no tener nada que discutir frente a la
arrogancia y superpoder que hace gala el ministro de Economía Miguel Castilla o
para designar a los miembros del directorio del VCR en un consenso neoliberal,
que ya quisieran para otras cosas.
Y
todo indica que es en la ansiedad por lograr la confianza de los empresarios en
que se encuentra la explicación de este proceso. Después que Humala renegó del
programa con el que llegó a las elecciones y con el que movió al país contra su
clase dirigente (abandono que principalmente se centra en el aspecto
económico), hemos llegado al punto en que desaparece el debate sobre la
dirección del aparato productivo, la vocación exportadora del modelo, la
prioridad del sector privado, etc. Todos los partidos son del modelo, por lo
menos los que figuran en las encuestas y casi la totalidad de la representación
parlamentaria. Pero lo son porque han dejado la economía en manos tecnocráticas
y han identificado los intereses del país con los de los inversionistas.
En
el CADE se podía confirmar fácilmente quién dirige realmente al país.
19.12.13
Publicado
en
Actualidad Económica Nº 2
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