Si ustedes creían que los únicos operadores
que funcionaban en el país como herencia no reconocida del fujimorismo eran los
llamados delfines de Montesinos, que se hacen poner guardias desmedidas en sus
viviendas para que los medios se acuerden de ellos y hacen tertulias con
generales y coroneles de la Policía y del
Ejército, como si fueran amigos de toda la vida, están equivocados. Aquí
les va una nota sobre la otra metástasis que sufre el Estado peruano, con
consecuencias igualmente nefastas para la democracia y los derechos de los
peruanos.
Si adivinaron, nos estamos refiriendo a la
inmensa red de supuestos expertos que han ido invadiendo cada vez más espacios
de la administración pública, una vez que la pareja presidencial se dejó
deslumbrar por la habilidad económica del bachiller en economía Miguel
Castilla, que en cuestión de horas les volteó el programa que habían pregonado
por todo el país durante más de seis años y les aseguró crecimiento,
estabilidad y buen puntaje en las encuestas si le entregaban todas las llaves
de la economía. El punto es que “la economía” (en su sentido burocrático) fue
creciendo imparable y a la concesión inicial de ceder la presidencia del BCR y
entregar el MEF, le siguieron cada vez más ministerios “económicos”: Vivienda,
Transportes, Energía y Minas, Agricultura, Comercio Exterior, donde se han
entronizado los ministros más durables de este gobierno, respaldados por el del
mechoncito, una de cuyas curiosidades es que tiene a sus hijas en el mismo colegio
que las del presidente.
Pero el MEF castillista ha ido más lejos en
sus proyecciones. En su apetito insaciable puso por un tiempo al ministro de
Trabajo, Jorge Villena, que sólo se tuvo que ir, para ser reemplazado por la
invisible doctora Laos, cuando no pudo resistir el embate del escándalo que él
mismo armó cuando agarró a empellones a una trabajadora del aeropuerto de
Arequipa a la voz de “soy el ministro y hago lo que me da la gana” (quizás
debió decir soy un ministro de Castilla…, para que lo distinguieran de los más
desechables del presidente Humala). Pero, como para que sepamos cómo es la
cosa, el ministro Villena, dejó el fajín y volvió a sus funciones del MEF, que
como ya ustedes deben haberse dado cuenta destaca a sus alfiles a cargos ministeriales
cada vez más diversificados, y luego los devuelve a un coto que consideran de
su absoluta propiedad.
También en la formación del ministerio de
Inclusión Social, concebido originalmente para “equilibrar” el poder del MEF,
se impuso la línea Castilla de modo que los viceministerios quedaron en manos
de sus peones, algunos de los cuales ahora se han trasladado a Educación,
mientras que la joven ministra actual que se sorprende de la vestimenta de las
mujeres en Huancavelica, es otra de las engreídas del capo di tuti capi del Jr.
Junín. El avance del MEF sobre el área
social debe tener mucho que ver con que las carteras de MIDIS, Educación y
Salud, estén ahora en manos de economistas con carteles internacionales y aval
del ministro en referencia, y que el discurso de la reforma en cada uno de
estos sectores lo realice el propio Castilla aludiendo a asuntos como
presupuestos por resultados, remuneraciones progresivas y sobre todo
asociaciones públicas privadas donde el que pone el costo es el sector público
y el que gana el sector privado.
Todopoderoso
Hace pocos días un Decreto Supremo, cuya
autoría es evidente, dispone que los directorios de Petroperú, la empresa más
importante del país, todavía de propiedad del Estado, podrán ser nombrados y
removidos a discresión por los “accionistas principales”, es decir los
ministros de Economía y Energía, más claramemte Castilla y Merino, que
probablmente se consideren inamovibles en sus propios cargos. La finalidad
inmediata parace ser echar a Germán Alarco que se quedó del período de
Campodónico, amparado en el estatuto que señalaba que los directores duraban
cinco años y solo eran removidos por falta grave. Ahora es cuándo le dé la gana
a Castilla, lo que indica que ya se vienen los operadores castillistas a la
empresa petrolera, junto con la entrega del 49% de acciones a los privados y la
resistencia a la participación en la explotación directa de los campos
petroleros.
Ah, pero no es el único caso. En el Banco
de la Nación, el del mechoncito puso su ficha apenas juramentado como ministro.
Y ahí está, hasta ahora, el economista Carlos Díaz Mariños, cuyo baldón
hitórico siempre será haber sido el que firmó el cheque de los 15 millones de
dólares para la “indemnización” de Montesinos. Algo así como un puente entre
montesinismo y castillismo. A este tipo le dieron refugio en el MEF, como
personal destacado, hasta este gobierno, cuando Humala le dijo a su ministro: has
lo que quieras. Así que ahora tenemos un presidente del Banco de la Nación
dedicado a tercerizar agencias y servicios de la entidad financiera más
extendida del pais que va caminando a privatizarse.
Seguro Social
Algo similar, o peor, está ocurriendo en
Essalud, donde el operador de ocasión es José Velarde Salazar, secretario
general de la institución, que ya ocupó ese cargo hasta el 2007, cuando en
estilo Barrios Ipenza, se declaró “despedido”, pero en realidad se estaba
trasladando a la ONP con un nuevo contrato dentro del Estado, recibiendo una
indemnización total de 253 mil soles, y que decidió volver del brazo de la
señora Bafiglio, cuando Jorge Villena logró sacar al Dr. Vidal de la jefatura
del Seguro, por encargo de Miguel Castilla.
Velarde Salazar guarda todo el perfil del
operador castillista: es relativamente joven (47 años); pero ha estado un largo
tiempo en cargos públicos (promedio 20 años); estuvo en el MEF en la época de
Fujimori (los yupies de la privatización); ha ocupado altos cargos en varias
instituciones; está muy relacionado con el sector privado y proveedores externos;
etc. Por supuesto que estas joyitas se las han colocado a Humala en nombre de
la “meritocracia”, que es nada más la coartada de un grupo sobrepagado que
maneja las decisiones de mayor envergadura del Estado.
Gracias a Velarde, las clínicas privadas
han avanzado imparables en la captación de pacientes pagados por el Seguro
Social, al valor de los servicios que esas empresas cobran a cualquier
particular o a las grandes compañías de seguros. Tenemos a la vista un listado
de pagos realizados por la Red Almenara de Essalud, a la Cínica San Pablo, por
cerca de 300 atenciones, que representaron pagos de 4 millones de soles. Sólo
una clínica y de una sóla red, ¿imagínense lo que debe ser el cuadro completo?
Lo mejor es que nadie sabe por qué se manda a la gente a clínicas privadas que
tienen menos servicios que el Seguro Social. Nadie sabe pero la cosa va para
adelante. Y el gran Velarde, en realidad un pequeño Castilla, sigue haciendo lo
que quiere con la institución más grande y con mas dinero del país.
Y Miguel Castilla sigue ampliando el número
de sus operadores, sin que nadie diga nada.
16.12.13
Publicado en
Hildebrandt en sus Tresce
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