Antes de ser propuesto por su amigo Santiago Fujimori, ante
su hermano Alberto Kenyo, que a su vez lo presentaría ante el Congreso para
hacerse cargo de la Contraloría General durante siete años, Víctor Enrique Caso
Lay era un pacífico vendedor de botones en una de las antiguas calles del
centro de Lima. Cuando, la oposición de la época denunció que el propuesto no
tenía experiencia que lo sustentara para un cargo de esta trascendencia, Martha
Chávez dijo que había que darle oportunidad de aprender y de recoger su
experiencia en la empresa privada.
Instalado en el edificio de la Contraloría en la avenida 6
de agosto en Jesús María, Caso Lay nombró como Subcontralor Adjunto al Ing.
Juan Carlos Migone Guzmán; como secretario general al abogado José Manuel
Dulanto D´Carroll; como jefe de la oficina jurídica al abogado Juan Carlos
Morón Urbina; y como director de administración al contador Andrés Casildo
Mariños; todos los cuales figuraron en la investigación del año 2001, cuando el
excontralor de Fujimori usó en su descargo el hecho de que estos funcionarios
fueran los que visaban con carácter retroactivo los gastos de las Fuerzas
Armadas y el SIN, sin revisarlos y menos cuestionarlos, en lo que se suponía un
mecanismo de regularización.
Durante sus testimonios ante la Comisión de Alto Nivel, el
abogado Morón, actualmente miembro del Estudio Echecopar, contaba que las veces
en que quiso negarse a visar lo que consideraba demasiado problemático, Caso
Lay lo emplazó teniendo al lado a jefes militares a los que les indicaba que
ese era “el señor que estaba oponiéndose”. Morón además relata que cuando se
negó firmemente a firmar, ocurrió que en la mañana siguiente manejando muy
temprano en dirección a la Contraloría, una bomba lacrimógena estalló sobre el
parabrisas de su automóvil haciéndole perder el control. Más tarde encontró una
nota sobre su escritorio que le indicaba que ojalá hubiese entendido el
mensaje. Nunca más se negó a la orden superior.
El director de administración, Casildo, ya fallecido, dio
otra explicación para la insólita circunstancia de que un funcionario de
gestión interna de la institución, apareciera en los visados de gastos
militares, indicando que su situación laboral en todos esos años fue sumamente
precaria: “me renovaban el contrato cada mes y me presionaban con la amenaza de
despido”.
Caso Lay no se presentó a la Comisión de Alto Nivel y mandó
varios mensajes para intentar una negociación. Ante los comisionados se identificó
entonces como su apoderado, el ingeniero Paco Toledo Llallico, funcionario de
la Contraloría, que quiso declarar por él. La pretensión no fue aceptada. Caso
Lay salió del país poco después. Paco Toledo es actualmente Gerente Central de Calidad
de la Contraloría y al parecer encabeza una red de funcionarios fujimoristas
que bloquean cualquier esfuerzo anticorrupción que pudiera poner en evidencia
el papel que han venido jugando a través del tiempo.
Para llegar a las primeras conclusiones sobre lo que había
sido la Contraloría fujimontesinista, los comisionados del gobierno transitorio
de Paniagua, tuvieron que abrir las puertas del quinto piso del edificio de 6
de agosto, que permanecía cerrado con varios candados y sobre el cual, la contralora
saliente, Carmen Higaona, recibió una hoja en blanco que intentó transferir a
su sucesor que no lo aceptó. El encargado de las llaves de ese piso era el jefe
de Control Interno de la Contraloría, que nunca había pisado el interior, y que
también se negó a abrírsela a la Comisión de Alto Nivel, entregándoles las
llaves, bajo su responsabilidad. Nótese que era la época de Paniagua, pero los
fantasmas de Fujimori y Montesinos seguían rondando por los pasillos de la
institución.
En el quinto piso había una interminable cantidad de
anaqueles cubiertos de un gran número de archivadores con documentos de las
Fuerzas Armadas y el SIN. Eran los documentos “justificatorios” de todo gasto,
calificados con la mayor soltura como “secretos” para exceptuarlos de
publicidad y control. Los visados de Contraloría eran de fecha posterior al
gasto, o sea primero se usaba el dinero y luego se le autorizaba, y no había ninguna
revisión sobre la calidad y cantidad de lo gastado, ya que los encargados de
los visados lo hacían por orden superior sin revisar los papeles. Ese era el
mundo del fujimorismo, funcionarios acobardados, archivos bajo candado, un
botonero en la Contraloría.
09.12.13
2 comentarios:
Sr. Raúl Wiener
Discúlpeme por utilizar este medio, sé que usted lo entenderá y me ayudará con una información muy personal, es para la enfermedad de mi padre, pues hace tres meses le diagnosticaron cáncer, y usted más que nadie sabe que no se puede pelear solo, por lo mismo le pido su ayuda para contactarme con el médico que le está asesorando. Por favor indíqueme por el email: marcela-mm09@hotmail.com
Estaré agradecida por siempre.
Marcela
"Los visados de Contraloría eran de fecha posterior al gasto, o sea primero se usaba el dinero y luego se le autorizaba..."
Disculpe señor Wiener, pero la contraloría no autoriza gastos; cuanto más, los revisa con posterioridad a su ejecución.
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