El proceso por lavado de activos procedentes del narcotráfico contra el llamado clan de los Sánchez Paredes, busca establecer de qué forma se ha hecho su inmensa fortuna y cómo han podido operar durante tantos años sin que los ojos de la Justicia se dirijan hacia ellos.
Por ello Alan García ha saltado como un resorte apenas Alfredo Sánchez Miranda comentó ante la prensa que había ayudado económicamente en la campaña del actual presidente en el 2006 porque le habían dicho que era el “mal menor”. En una escena que recuerda la noche de los petroaudios, la denuncia sobre Cofopri, o el corte de cabeza a Fernando Barrios, el presidente se ha limpiado en un solo acto de toda responsabilidad.
Devuelvo el dinero, ha dicho. No sabía de quién era y se ha metido la mano al bolsillo para que vayan a cancelarle a Sánchez Miranda, agregando algo así como que no se va a ensuciar con una minucia de dinero. Y todos nos quedamos perplejos. Porque si podía pedirle dinero a Abanto, que es el abogado de la familia investigada, para salvar la emergencia, ¿cuántas más veces habrá García recurrido a su inmensa caja por minucias de este tipo, que puede cubrir con dinero de su propia billetera pero prefiere que la paguen amigos que quieren estar bien con el futuro gobierno?
Pero no solo sorprende la velocidad con la que el presidente se limpia de las zonas oscuras de su gobierno, sino la manera como quiere hacernos creer que no se agacha a recoger pequeñeces de dinero. Es como cuando les dice a los inversionistas extranjeros que no le interesa hacer tratos por 100 o 200 millones, porque lo que le interesa son proyectos de miles de millones. Por cierto no es solo asunto de un ego colosal superhinchado en estos años, que no quiere ser acusado de corrupción por cinco mil dólares, sino de un cambio de perspectiva posterior al crecimiento y a las inmensas comisiones cobradas en estos años.
En el 2002-2003, García podía prestarse a la operación de comprar en 18 mil dólares una camioneta nueva que estaba tasada comercialmente en 29 mil, y revenderla nueve meses después en 22 mil, estableciendo lazos con los Sánchez Paredes en todas las fases de la operación, ganándose 4 mil dólares y un tiempo de camioneta gratis, pero en el 2011, esas son cosas insignificantes que llevan al presidente a decir y ustedes creen que me voy a estar prestando para eso.
Ciertamente que en el nexo de García con el clan bajo investigación salten los nombres de Mirtha Cunza, llamando por teléfono al abogado Abanto, asesor de Alfredo Sánchez Miranda, para conseguir los 5 mil dólares para contratar una avioneta en Puno, y de Luis Nava como hombre de contacto con el grupo empresarial; no deja de ser irónico. Porque es la misma pareja palaciega que hacía los nexos con Fortunato Canaán y que llevaba la relación con Rómulo León al que García nunca quiso recibir.
Si tenemos que creer a Alan García vamos a concluir que nunca sabe lo que pasa a su alrededor y que no es más corrupto porque lo que le ofrecen es demasiado poco dinero para él.
16.02.11
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