Mi querido Alexandro, creo que exageras cuando utilizas el plural y la expresión “limeños”, para considerar las responsabilidades en el lamentable destino que ha seguido lo que era la esperanzadora victoria de Fuerza Social en Lima. La historia no va admitir balances condescendientes con algunos hechos evidentes:
(a) Villarán cambió el discurso y el sistema de alianzas para intervenir en las municipales y recuperar el espacio perdido en las presidenciales del 2006, y luego de conseguido su objetivo, se movió nuevamente al “centro” y marcó las mayores distancias con el resto de la izquierda y el nacionalismo.
(b) Villarán ordenó no movilizarse para defender el triunfo en las elecciones frente a las maniobras del JNE y la ONPE, y con esto eliminó a las masas y las bases de su propio partido como actores del proceso. La consecuencia de esta decisión ha sido el vacío en que se produjo el reconocimiento final del resultado, la juramentación y la asunción del cargo, que contrasta dramáticamente con la fiesta de la izquierda de 1983, que no se debió a que Barrantes fuera un “radical” sino que sabía a quién representaba.
(c) Villarán dejó correr la negociación de los dirigentes de su partido con el MNI y Tierra y Libertad, con la que, en palabras de Guerra García, se buscaba “aislar a Humala”, y luego torpedeó la alianza recién lograda hasta hacerla estallar, dejando en la peor posición a sus ex aliados que eran los mismos que la ayudaron a ganar en Lima.
(d) Villarán ha avalado la candidatura de Manuel Rodríguez Cuadros, que no es sino una confesión de la carencia de alternativas propias de este partido y que en su origen era una propuesta del MNI. Así Rodríguez y Villarán armaron a las carreras una fórmula sin acuerdos ideológicos y políticos claros, en la búsqueda de contraponerse a Humala y en directa traición al MNI.
(e) Villarán ha abandonado a su suerte a su propio partido, después de liquidar la alianza con el MNI y Tierra y Libertad, con el cuento de la “neutralidad” de su cargo, en una campaña electoral que sabe que va a perder, probablemente en forma ignominiosa (si antes no retiran la fórmula) mientras que en privado reconoce que su apuesta es por Toledo, con el que aspira a cogobernar desde la Municipalidad de Lima.
No se necesita ser de centro izquierda, centro derecha, o cualquier otra notación ideológica, para un comportamiento político como el que describo, y nada de esto tiene que ver con “profundizar la democracia”, propugnar “el equilibrio entre Estado y mercado”; o un “reformismo limitado”. Tampoco se puede aceptar una trayectoria de este tipo en nombre del derecho de cada quién a apostar al crecimiento de su propio partido. Y mucho menos justificar todos estos desarreglos en nombre de una década trabajando para este resultado.
Nadie, menos yo que estuve convencido que había que apoyar a fondo la campaña de Susana a la alcaldía limeña, podría negar la “envergadura” de una victoria en este escenario. Pero si alguien la ha empequeñecido es la propia ganadora. Si se quiere ha sido ella misma la primera enemiga de su propio triunfo. Y la única explicación para eso no está en la teoría política, sino en la falta de coraje para ponerse frente a un sistema de poder que trató de apabullarla y al que intentó contestarle aparentando buenas maneras. El mensaje de Villarán ha sido en todo momento que no deben temerle. Y por eso se dejó aplastar en el debate, en vez de confrontar a su adversaria con sus responsabilidades en todo lo que el Perú ha sido hasta hoy y debe cambiar. Los “limeños”, es decir los que votan en Lima, querían abrirse una esperanza, pero su candidata quería quitarles esa esperanza, para que sólo esperaran de ella una buena administración.
Comparar la “necesidad de la unidad para vencer al neoliberalismo”, y de hacer del resultado del 2006 (47% en segunda vuelta) un punto de partida para aspirar a la victoria, que he sostenido varias veces ante las “dudas” de mi amigo Alexandro sobre la unidad de las izquierdas y el nacionalismo; con el argumento de Aldo M. respecto a que Paniagua y Lay debían renunciar para que gane Lourdes, no sólo es forzado, sino malicioso. En primer lugar porque hay que distinguir la etapa en las que se articulan las alianzas y lo que ocurre cuando la campaña está en marcha. Alexandro debería preguntarse cómo se habría tomado en el pueblo una alianza del nacionalismo, Fuerza Social, la izquierda y los movimientos regionales, para ganar las elecciones. Pero Villarán descartó de plano la posibilidad con argumentos del calibre de que lo que a ellos les interesaba era el 2016, o que la izquierda no está madura para una unidad para las elecciones presidenciales y que si pudiera haber una alianza sería con Toledo.
Estoy muy cerca de creer que la negativa a movilizarse contra el germen de fraude y las maniobras contra su propio triunfo, apuntaban a mantener separado a Fuerza Social del resto de la izquierda con la que ganó las elecciones, y por supuesto del nacionalismo. Era desmovilización consciente, porque la unidad en la acción presionaba por una unidad superior para las siguientes elecciones. Esto no tiene nada que ver con “el derecho” de los partidos de presentar sus opciones (que es un perfecto razonamiento de la democracia burguesa), sino con la lectura justa de los reclama el pueblo. Y eso del “candidato más posicionado” no es una bagatela. ¿O acaso el reposicionamiento de Villarán durante las municipales no movió al apoyo de partidos y medios como LA PRIMERA que no estaban comprometidos inicialmente con ella? ¿Qué hubiera significado abstenerse en la disputa con Lourdes Flores?, ¿cuánto pesaban las diferencias entre izquierda y centro izquierda en esta decisión? Pero no olvidemos que Villarán sí llamó al voto en blanco en la segunda vuelta del 2006.
Por otra parte que yo y otros, hayamos pensado en la importancia y conveniencia de una unidad de todos para asegurar completar el proceso del 2006 y que hayamos creído que las municipales abrían el camino, no significa que el Partido Nacionalista, que es algo bien distinto, tuviera este punto como su prioridad. No he oído a muchos nacionalistas buscando la alianza unitaria aún con Ollanta como candidato. He visto más bien tendencias aislarse e imaginar que mejor solos, para tener menos que repartir. El problema, por tanto, se presentaba en todos los flancos y es verdad lo que dice el MNI que le demoraron innecesariamente el acuerdo. Pero al final, para efectos de los significados políticos los que rompieron fueron el MNI y Fuerza Social (estos últimos por partida doble). Y es así porque en todo rige la lógica: quiénes alardearon de su vocación de aislarse y aislar a los demás, y de no poner en primer plano la disputa del poder, fueron los de Villarán; y los que se llenaron la boca de unidad, pero inventaron otro candidato (con el que los acuchillarían), y los que dijeron que se iban de Ollanta para no ser engañados como la otra vez y fueron engañados por Susana Villarán y Rodríguez Cuadros, fueron los del MNI.
Concluyo con aquello de que la unidad si era necesaria para las municipales y no para el país. No hay nada que sustente esta idea, salvo que Villarán requería aliados para inscribir su candidatura y organizar su campaña en las municipales, y que después de noviembre ya tenía la alcaldía en el bolsillo. Cierto que la ciudad implica asuntos más concretos y tangibles, pero eso nada tiene que ver con que en la ciudad hay que ir con Patria Roja y en las presidenciales ni a la esquina. Lo único de diferente que vio la señora alcaldesa es que ya no podría soportar otra campaña de ataques como la vez anterior y que siempre respondió pésimamente. Una política que usa pretextos: no es alianza sino “confluencia”; el MNI no es lo mismo que Patria Roja; la campaña municipal permite alianzas con partidos muy rojos, pero las presidenciales no; la verdad es que sólo merece que le tengamos pena.
Mucho me temo, finalmente, que mi buen amigo Alexandro se está equivocando otra vez cuando cree que el proyecto de su bienamada ha sido quedar colocada en la equidistancia entre Humala y Toledo; y que la vida va a demostrarle a qué juego se ha prestado la falsa “centro izquierda”. Y de veras no hay necesidad de calma ni de entierros prematuros. Fuerza Social ya no genera mayor debate, ni tiene mayor importancia, y si he contestado esta nota es porque estimo a Alexandro Saco y no podía dejar pasar algunas afirmaciones que me interpelan.
07.01.11
Defensa de FS
Alexandro Saco
Como buenos limeños, nos las hemos arreglado para convertir un triunfo histórico en una derrota política y hasta epitafio de un partido como Fuerza Social. Ningún análisis ha podido aceptar que más allá de las complicaciones emanadas de la resistencia a reconocer la victoria o de las posteriores relacionadas al manejo de las alianzas, lo que tenemos al frente es la emergencia de un partido político más orgánico que la mayoría de los que se llaman tales. Todos han jalado agua para su molino, algunos sustentaron justificar a FS como furgón de cola de Toledo, otros de Humala. La aspiración primordial de un partido, llegar al poder, expresada en la candidatura propia, ha sido ninguneada o satanizada; síntoma de los tiempos.
Otros hemos visto en la campaña de Susana, de FS, de los demás grupos de la confluencia y de otros que apoyaron a la candidata, un triunfo resonante, ahí donde más de duele al conservadurismo y a la derecha. Los vaivenes para administrar de mejor o peor manera esa victoria, no opacan ni deben llevar a desconocer la envergadura de la campaña de Lima. Hoy FS y la confluencia tienen la posibilidad de lograr un gobierno municipal que refleje las posibilidades de una izquierda para lograr el poder nacional. Los demás grupos de este espectro político están en toda la libertad de observar a FS como les parezca, pero ponerse en plan de víctimas o jueces es poco serio.
Trinchera nacionalista
Desde el nacionalismo se le acusa a Susana y FS de no haber tenido la madurez para entender el momento histórico, que en buena cuenta significaba que todo el progresismo debía ir detrás de Ollanta. No haber asumido ese mandato del campo popular según algunos, equivale a avalar las injusticias en el país, rendirse ante el neoliberalismo y forjar la izquierda que la derecha quiere tener, inútil y encasillada.
Es más, la lógica detrás de ello es que toda división del centro hacia la izquierda significa restar votos al candidato mejor posicionado, es decir a Humala. Indicativo razonamiento, algo incoherente, ya que es el mismo que ha venido utilizando el vocero de la caverna, Aldo M, para acusar en el 2006 a Paniagua de la derrota de Lourdes, y en el 2010 a Lay por los votos que le quitó también a Lourdes.
Ese asunto es clave, porque es necesario entender que nadie es dueño de los votos en una sociedad abierta; nuestras aspiraciones y entelequias no deben llevar a buscar anular expresiones políticas para favorecer a determinado candidato desde un supuesto mandato o momento histórico. Así como unos tienen todo el derecho de fundar un partido y defender desde la derecha o desde la izquierda lo indefendible o hacer propuestas atendibles, otros tienen la libertad para trabajar un partido o una candidatura sin tener que reparar en el de al lado. La Izquierda Unida de los 70 o inicios de los 80, y todas las analogías que se han querido establecer sobre ello con la izquierda de 2010, obvian que han pasado más de 30 años entre una y otra realidad y que los motivos del voto son diferentes. Hoy nada garantiza que la suma de candidatos o partidos se materialice en más votos, y ello no se quiere reconocer.
A la derecha le conviene presentar a FS como aventurera y al nacionalismo como un grupo de derecha encubierto pro neoliberalismo. Entonces, si para el nacionalismo y para otras izquierdas FS es un partido que se dice de izquierda pero realmente o es de derecha o juega para la derecha, ¿por qué la insistencia en que se sume al campo de la izquierda?, ¿por qué se tuvo tanto interés en que FS termine en una alianza amplia o detrás de Humala? Es claro que ahí se veía un caudal de votos y la posibilidad de dotar de más tecnocracia a la izquierda o al toledismo.
FS no es el desbarajuste que sus desavenencias internas y sus apresuramientos en estas semanas han puesto en vitrina. Es un grupo de orientación de centro izquierda que como tal propone la profundización de la democracia, el equilibrio entre Estado y mercado; un reformismo que a algunos nos puede parecer limitado para las demandas del país, pero que expresa una opción que viene siendo trabajada desde hace más de una década, antes que varios de los que ahora quieren ganar la presidencia.
Elección y desenlaces
Los grupos políticos tienen la libertad de elegir con quien se alían y sus estrategias. Así la carta de Susana o el texto de Guerra García hayan expresado rechazo a Patria Roja o a Humala, no se puede dejar de reconocer que en la campaña de Lima FS y Susana pese a todo defendieron con razones la alianza para Lima. Porque de eso se olvidan algunos, de que se trató de una alianza para la ciudad y no para el país, que son dos cosas algo distintas. La ciudad implica asuntos más concretos y tangibles, de hecho desde una orientación y visión ideológica, mientras que el país contiene una visión sobre el mundo y sus procesos.
Así las cosas, es indicativo que análisis y partidos de derecha y de izquierda, hayan puesto una lápida a FS para el 2011 y todos los malos augurios para Lima, por no ser furgón de cola de Toledo ni de Humala y haber roto con Patria Roja en lo nacional. Un poco de calma sería mejor ahora que recién se inicia la competencia presidencial, ya que si bien Humala es el candidato que aparece distinto, todavía hay una ventana abierta para desenlaces distintos.
4.1.2011
1 comentario:
Sería un ejercicio interesante, a estas alturas del partido, especular sobre la conducta que tomarán "izquierdistas" de escritorio, como el señor Saco, o la mujer de la bufanda, cuando Humala pase a segunda vuelta. Si el enfrentamiento es con Toledo, más que fijo que apoyarán al juerguero de Punta Sal, invocando el "mal menor". ¿Y si la segunda vuelta es Humala contra Fujimori? Ahí quiero verlos. Seguramente le pedirán consejo a Zavalita, quien tampoco sabrá qué camino tomar.
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