Nuestro presidente no quiso referirse, ni por un momento, a los conflictos sociales que el mismo día de su discurso ante el CADE mantenían en vilo varios departamentos del interior del país. Fue una de las ausencias importantes en medio del optimismo delirante de sus palabras. La otra, la corrupción, que toca directamente al gobierno y al partido aprista, y que llena las páginas de la prensa y los programas de la televisión y la radio casi a diario.
Supongo que habrá pensado que ignorándolos les hacía perder importancia en la atención pública y remarcaba que el punto clave era que en el Perú se podía seguir ganando plata en medio de la crisis internacional, a pesar de las huelgas y bloqueos, y de los petroaudios.
¿Cómo así? Pues confiando. Teniendo la seguridad que aquí no se van a imponer nuevos impuestos, ni se va a pedir contribución de los empresarios para enfrentar la crisis. Tampoco les van a trasladar la presión de las regiones y las poblaciones, como si no tuvieran que ver nada con ellos. Ni los van a perseguir por su contribución concreta a las corrupciones.
García está para hablar de inversiones, ahora sin necesidad de intermediarios. Y Simon para firmar otra tanda de actas que suspendan los bloqueos y las marchas; mientras el general Hernani está en su puesto para no capturar al ex ministro aprista protegido por los propios apristas. Esta es la actual distribución del poder que pocos creen que sobreviva para el próximo año.
Desconectar los problemas es la clave de la gobernabilidad de estos tiempos: que el crecimiento peruano se abstraiga de la crisis mundial; las superutilidades de la principal minera de Moquegua y Tacna, de la distribución del canon en los dos departamentos; y las comisiones y remuneraciones de éxito de la que hablaban Rómulo León y Quimper, de los que pagan ese billete.
García quiere hacernos creer que ese es un país real. Y que su particular mirada de las cosas será capaz de llevarnos a alguna parte. Pero el Perú es una olla hirviendo en la que el premier pacta y las luchas no se levantan. En la que el gobierno aplica control de daños para que las denuncias de corrupción bajen de tono, y estalla otro audio, otro mail y crece la misma sensación de podredumbre que se sentía hace ocho años. Y las noticias de la crisis, siguen llegando.
05.11.08
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