martes, noviembre 29, 2011

Gestión de conflictos

El último domingo por la tarde recibí un mail de Carlos Tapia, a mi pedido, para confirmar y aclarar la información que me llegó a comienzos de la semana sobre las reuniones entre el asesor Favre, el jefe de la Oficina de Gestión de Conflictos de la PCM y el gerente de Yanacocha, en horas de la noche en los pasillos dela PCM.

Este es el texto: “yo he visto en la PCM, en el pasadillo central conversando al chato con Cabrera (pareciera en camino a una reunión, eso creo). Yo los he visto, y él no te lo puede negar. También he visto a Cabrera conversando con Favre, en la puerta del pasadizo que va hacia la oficina de Favre”. El “chato” es, por si acaso, el actual jefe de la Oficina de Conflictos y Cabrera el gerente Yanacocha. Y la razón de esta nota era la acusación de “calumnia” que Favre lanzó desde su Twitter y que ha sido interpretada, por algunos medios, como dirigida a mí. Y el rumor que circuló el domingo de que Víctor Caballero estaba enviando una carta de rectificación al diario La Primera desmintiendo mi afirmación.

Esa carta nunca ha sido entregada a sus destinatarios de La Primera, pero si ha circulado entre los amigos del aludido, algunos de los cuales han dado por cierto el desmentido. Y, claro, lo que Favre y Caballero puntualizan es que no se puede probar que estaban juntos los tres, como si yo hubiera querido hacer una imputación de tipo penal y ellos tuvieran su coartada. Pero el tema de fondo es otro.

Puntualmente se trata de lo siguiente: (a) la relación entre el asesor Favre y el jefe de la oficina de conflictos con el gerente de Yanacocha, en pleno desarrollo del conflicto de Cajamarca; (b) la utilización de ambientes estatales del más alto nivel para coordinaciones con la gran empresa, fuera del horario de atención al público; (c) la vinculación Favre-Caballero, en momentos en que el primero hace alarde de su papel en la salida de miembros de la izquierda del gobierno.

¿Está Caballero en condiciones de negar estos puntos precisos? Recuérdese que yo mencioné estos asuntos a partir del alarde del asesor argentino-brasileño de que él sí sabía cómo ganar elecciones y gobernar, y me preguntaba si sus contactos y orientaciones de política (que trascienden por todas partes), eran una prueba de ello. Lo del jefe de la Oficina de Conflictos venía empaquetado en estas reflexiones. Pero, claro, no es cualquier cosa, por el cargo que se ejerce y por de dónde se viene.

Hace cinco años, Caballero me enfrentó en un debate epistolar que él inició (pueden leerse los posiciones en: www.rwiener.blogspot.com), cuando yo apoyaba la primera candidatura de Humala y me calificó de converso y de subirme al carro del nacionalismo a pesar de mi pasado radical. Todo eso se escribió cuando yo coincidía con Ollanta en la necesidad de revisar los contratos de privatización y nacionalizar los recursos naturales, y mi amigo venía de andar subido al carro estatal de Toledo (fue jefe del PRONAA) y volvió a subirse, poco después de ese intercambio, al de García, en la Unidad de Conflictos bajo la autoridad de Jorge del Castillo.

Ahora está nuevamente en el carro estatal. Seguramente pensando que el converso es ahora Ollanta con su hoja de ruta. Por mi lado, me mantengo en lo esencial en mis ideas y en mi rol de fiscalización. Y si esa responsabilidad me hace chocar con antiguos amigos reacomodados, lo voy a sentir. Pero no por eso voy a callarme.

30.11.11
www.rwiener.blogspot.com

Un debate sobre la candidatura de OHT en el 2006

Respuesta a Víctor Caballero

Cuando mi amigo Víctor Caballero se convirtió al toledismo y asumió un alto cargo en una de las instituciones del Estado, preferí guardar silencio y evitar sacar lecciones para los chicos sobre lo que significaba que un viejo y querido revolucionario se dedicase a repartir alimentos entre los pobres y a tratar de negociar conflictos entre el poder y las organizaciones de campesinos que antes asesoraba en relación a las cuotas de producción que serían adquiridas cada año. Y no hubiera hablando nunca en público de este asunto, sino fuese obligado por el hecho de que Víctor se ha creído con la autoridad de imponerme los siguientes calificativos[i]:

- “gente de izquierda que se ha subido al carro de Ollanta Humala..”
- “gente en la izquierda que asumen sin dudas ni murmuraciones su nueva fe ante el poder autoritario”
- “nuevo converso al humalismo”
- “Él que no ha dudado en afirmar que Ollanta tiene un discurso ‘claro y transparente’...”
- “Raúl Wiener que hizo de la discrepancia política en el seno de los diversos partidos políticos de izquierda en los que militó y dividió, su más preciada norma política...”
- “En otras palabras, le está recomendando a Ollanta Humala preparar un golpe militar constitucional al igual que Hugo Chávez en Venezuela”
- “Pobre Raúl. Ni eso lo salvará del calificativo de miserable con el que fácilmente endilga Ollanta Humala a cualquiera que se infiltre en su partido”.

Como se puede ver es bastante para venir de alguien con el que siempre guardé una relación de mutuo respeto y simpatía. Pero, en fin, algo debe haber movido a Víctor a hacer este deslinde conmigo.

Por mi parte trataré de separar el aspecto político del personal para que las diferencias puedan apreciarse:

El artículo que motiva la crítica

Escribí una nota titulada “Ilave Electoral”, a propósito de la pugna desatada en las filas del partido de Humala en relación a la confección de las listas para el Congreso. Y ahí recuerdo que la pelea por los puestos está en todas las listas, sólo que es mucho más notoria en el sector político que encabeza las encuestas, que aparece como un canal de acceso para muchísimas personas que se consideran excluidas en el sistema de partidos tradicionales.

Anoto que hay un reclamo que bordea permanentemente la violencia, como expresión de una crisis muy profunda en las estructuras políticas del país. Vivimos planteándonos dilemas irresolubles que son verdaderos círculos cuadrados, con los que coexistimos sin alarmarnos demasiado. Se pide que las representaciones políticas sean enteramente nuevas pero con experiencia; que abramos las vías de la política al pueblo, pero que este no se manifieste como es, sino como nosotros creemos que debe ser la política; que la democracia prevalezca, pero que no caigan las élites; que el candidato respete los acuerdos de las bases, pero que se haga respetar como árbitro, etc.

El humalismo, como el peruposibilismo y otras variantes aluviónicas son espacios ideales para que se manifiesten estas contradicciones. Y eso genera una tendencia innata al desorden y al caudillismo autoritario. Por supuesto que esto no debería ser fatal. Pero quién convence a los partidos políticos de dar paso a una reforma radical del sistema peruano, que podría jubilarlos. Nadie. Al contrario, inventaron una ley de partidos, vallas y otros artilugios para asegurarse. Y como suele suceder están siendo desbordados por donde menos esperaban. ¿Y la izquierda? Volvió a fracasar en unificarse y en mostrarse como alternativa de poder. No hay mucho que decir aquí, salvo que para algunos la ecuación que debían resolver era candidato-inscripción-plan de gobierno, y todo les caería de maduro. Y ya se ve que era falso.

Hay una enfermedad muy seria en el orden político. Podemos remontarla a la transición de hace 25 años, del gobierno militar hacia un régimen de partidos, que fue una tremenda frustración para las masas; al sistema híbrido forjado entre 1992-1993, que engendró las actuales instituciones; o a la fallida transición del 2000-2001, que se convirtió en un pasaporte para mantener el modelo económico y volver a estafar al país. Lo que yo digo es que ese péndulo de outsiders improvisados y partidos en los que nadie cree se tiene que resolver con algún punto de ruptura. En el 2000, era por ello vehemente en la idea de impulsar una Asamblea Constituyente durante el gobierno provisional, del cierre del congreso tránsfuga y de la postergación de las elecciones. Otros fueron los que se subieron al carro del Pachacútec de esa hora y empujaron una salida que concluyó en un oscuro continuismo.

Hoy sigo pensando lo mismo. Y viendo para adelante efectivamente percibo que los escenarios probables que puede vivir el Perú de aquí a unos meses, son los siguientes:

(a) un gobierno de Unidad Nacional (o el APRA) que surja como parte de una coalición de las fuerzas tradicionales armado para cerrarle el paso a Humala y a la emergencia popular que lo acompaña, lo que podría dar lugar a una resistencia política y social muy fuerte, sobre todo por el tipo de medidas que se deberían tomar para hacerlo viable;

(b) un gobierno de Humala, sin mayoría parlamentaria, con una bancada precaria, y con una gran presión social desde abajo;

En uno u otro caso, las variantes son conflicto, autoritarismo o solución institucional. Cuando digo que hay que plantearse desde ahora el tema de la Asamblea Constituyente estoy pensando en estos dilemas. No sólo Humala, sino otros candidatos, tienen este punto en sus programas. Pero parece que nadie es consciente de sus alcances y su significado de fondo.

Es como asumir esta elección con sus 24 aspirantes a presidentes y 3 mil y pico al Congreso, con su base constitucional ambigua, con los poderes fácticos a la vista, etc., como un paso hacia el cambio, advirtiendo que en un cierto plazo (un año, no sé) se volverán a barajar las cartas y el país se pronunciará por lo que realmente cree. Si estuviera en mis manos yo convencería a mis fuerzas de que las aspiraciones congresales van a chocar con los cambios que tendrán que hacerse. Porque es obvio que el mayor obstáculo a la Constituyente serán otra vez los parlamentarios ya elegidos.

Yo entiendo que aquellos que se compraron la “transición” 2000-2001, al extremo de llegar a ser parte de ella, considerarán que lo que hoy existe es la “democracia”. Y cualquier idea de una reforma política de fondo se les aparece como dictadura y golpe de Estado. Cómo se te ocurre Raúl que el próximo Congreso pueda ser alterado. ¿Y díganme cómo creen que va a llegar la renovación periódica de los mandatos, la despresidencialización, la recomposición del sistema de partidos, si no es a través de un mecanismo de excepcionalidad política? Insisto “para hacer un nuevo país los pasos iniciales tienen que ser dramáticos. O no van a ser en absoluto”.[ii]

Miserabilismo político

Pareciera que en más o menos 10 meses de existencia política, el único concepto que hubiese utilizado Ollanta Humala fuera el de “miserables”. Por lo menos es lo que escribe Víctor Caballero, quién lo presenta como la referencia constante y exclusiva del comandante a la clase política y a los responsables del hambre del pueblo, y más adelante a los que infiltraron su partido creando el escándalo del intento bufo de asesinato esta semana.

Vamos por partes.

1. Hay un asunto de leguaje rudo y cuartelero, que está probando su eficacia en los discursos en escenarios populares, y que a muchos no agrada. Yo definitivamente no lo utilizaría. Pero tampoco me escandalizo demasiado.

2. Ha habido muchas expresiones políticas importantes por parte del candidato: revisión de los contratos con las transnacionales; rechazo a la privatización de los puertos y servicios públicos; nuevo estudio del TLC y posibilidad de no suscribirlo; regalías mineras; integración latinoamericana; Asamblea Constituyente y otras. Varias de estas han sido señaladas como una “mala copia” de planteamientos de Javier Diez Canseco y otros voceros de la izquierda. Pero el hecho es que esos llamado han adquirido fuerza de poder en manos de Humala y no de otro.

3. Cuando el PS y el FAI se aproximaron para estudiar la eventualidad de una alianza por invitación del nacionalista, se advirtió que efectivamente habían algunos puntos comunes. El diálogo hubiese sido ciertamente inconcebible sin una base programática mínima. Es decir si la invitación viniera de Lourdes o García, tendría que haber sido rechazada por principio. Por lo tato, por un momento, la izquierda llegó a pensar que el horizonte de un trato izquierda-Humala, había algo más que la perspectiva de que la izquierda terminase despedida miserablemente. Lo que debería explicar Víctor es si estos temas son pertinentes y marcan la diferencia respecto al país que hemos sido bajo Fujimori y Toledo. O para él sólo cuenta que Humala haya llamado miserables a los partidos tradicionales.

4. Mi relación (y la del Comité Malpica), con el fenómeno de los hermanos Humala viene desde los días del levantamiento de Locumba, que apoyamos abiertamente. Más tarde hemos tenido encuentros y desencuentros diversos. Nunca hemos sido lo mismo. Pero tampoco hemos sido indiferentes y menos nos ha intimidado, el renacimiento de una corriente nacionalista como no se veía en el país desde los 70. Respecto a los acontecimientos de Andahuaylas tuvimos también una posición diferenciada, en particular respecto a la izquierda que se comportó como una virgen democrática. Nosotros creíamos que las elecciones debieron ser abordadas como un terreno de acuerdo entre el nacionalismo y la izquierda. Pero el Frente Amplio sólo entendió una relación pragmática de apoyo mutuo para desarrollar una coyuntura. Y la izquierda en su conjunto fue a la conversación postrera de diciembre sin convicción en l posibilidad de un acuerdo[iii].

5. La izquierda repite errores que cometimos en el período de Velasco. Lo único que parece ocurrírsele a los comentaristas más inteligentes es hacer comparaciones con Fujimori o Toledo, y perderse en disquisiciones sobre la improvisación partidaria y los riesgos de gobernabilidad, eliminando la cuestión del programa

La ironía

Toquemos ahora las partes que aluden a mi conducta política.

a) Subirse al carro. Tengo 37 años de militancia en la izquierda y nunca me subí a nada. Detesto pelearme por los cargos, hacer antesalas, mandar mensajes para que me hagan caso. Jamás le pedí al partido que me hiciera candidato, porque había en exceso. No estoy buscando nada. Y todo lo que se puede decir de mí respecto a Humala, es que no he visto ese proceso con los mismos ojos que otros compañeros. Hasta ahí nomás. Porque no estoy en ningún carro y tampoco van a poder desembarcarme de lo que no me he embarcado.

b) Asumir la nueva fe sin dudas ni murmuraciones. Si no lo hubiera leído, no lo creería. Porque Víctor sabe perfectamente que jamás he sido incondicional de nadie. Y menos voy a abandonar mi propia fe socialista, por algo tan etéreo y precario como el nacionalismo. El propio artículo que Caballero toma como base, es severamente crítico hacia Humala y su partido. Y hay otros anteriores y posteriores en la misma línea.

c) Nuevo converso al humalismo. Vale todo lo anterior.

d) RWF no ha dudado en decir que Ollanta tiene un discurso “claro y transparente”. ¿Dónde digo eso? Por favor que Víctor Caballero cite el lugar y la fecha en que hice una aseveración de este tipo y a qué me refería. Si no lo hace deberíamos consignar que hay aquí una mentira, que es un recurso vedado del debate.

e) RWF hizo de la discrepancia... su más preciada arma política. ¿Cómo?, ¿no era que yo era capaz de ser sumiso y actuar sin dudas ni murmuraciones? Obviamente el arma de la crítica no es mi patrimonio, como lo prueba el propio escrito de Caballero. Pero lo más curioso es que mi buen amigo crea que me contradigo cuando advierto que Humala va a tener que forzar un mínimo de disciplina en sus filas, y le van a clavar una denuncia por autoritario. Ahí donde estoy analizando la circunstancia, Víctor cree que estoy asesorando al comandante. Y allá donde hay una revuelta caótica por curules, el investigador la compara con los debates sobre teoría en los partidos marxistas. Como para felicitarlo.

f) Los diversos partidos políticos de izquierda en los que militó y dividió. Esta ya es una calificación de mi pasado político, absolutamente gratuita e injusta, que jamás Víctor Caballero tuvo la entereza de expresarla en mi cara, las muchas veces que nos vimos y discutimos en el PUM y después de esa experiencia. Sépase muy bien que yo salí en 1993 del PUM con renuncia individual, para impedir que la lucha interna que nos enfrentaba degenerase y produjese heridas irreparables. Otros compañeros renunciaron solidariamente en esos días. Pero ninguno de nosotros pretendió disputar la representación partidaria ni interferir la vida de la organización de la que nos retirábamos. Es verdad que las diferencias en la coyuntura de la primera mitad de los 90 nos dividieron seriamente, pero creo que hicimos lo posible para que esa no fuera una guerra fratricida, por lo que hasta hoy hemos seguido siendo amigos y camaradas, no obstante que todavía existan exabruptos como la crítica de Caballero. Algo más: milité en el MIR y me retiré solitariamente en 1971. Fui parte del POMR y me expulsaron por diferencias políticas junto a un grupo de compañeros. Milité 9 años en el PUM. Y llevo desde 1999 una participación continuada en el Comité Malpica. Y no creo que tenga algo de qué arrepentirme. Hay otros que han participado en muchas más divisiones que las mías, aunque cuenten los hechos como que ellos siempre se quedaron con el partido. La cuestión de la unidad y las excomuniones en la izquierda está en la base de sus fracasos. Estamos asistiendo a un nuevo episodio de ese mal recurrente. Pero es a mí al que acusan de divisionista.

g) Recomendando a Ollanta Humala preparar un golpe militar constitucional al igual que Hugo Chávez en Venezuela. Bueno, sinceramente, no conocía la figura del golpe militar constitucional. Necesitaría que me la presenten. Lo de Chávez no fue un golpe de militares. Fue un movimiento político que pasó por referéndums y otros procedimientos. El golpe militar se lo hicieron a Chávez los supuestos “demócratas” y el pueblo lo respaldó. Por supuesto en la contradicción de Chávez con la derecha, como entre Cuba y Estados Unidos, uno toma posición; independientemente y con derecho de crítica, pero se define. Yo en eso estoy muy claro. Me gustaría saber en qué lugar a quedado Víctor después de todos estos años.

h) RWF no se salvará del calificativo de miserable que endilga Humala a los que se infiltran en su partido. Calma Víctor. Yo no estoy en el partido de Humala. Y no me infiltro en partido ni en gobierno ajeno. Y lo que se vaya a decir de mí de aquí a un tiempo dependerá de los acontecimientos. Uno siempre puede sorprenderse, como me chocó la dureza de las expresiones de Caballero. Pero así es la política y uno no hace las cosas pensando en caer bien, sino porque cree que deben hacerse.

21.01.06

[i] Los miserables y los nuevos conversos, Víctor Caballero 20 de enero de2006[ii] Ilave Electoral, Raúl Wiener 18 de enero 2006.[iii] Ollanta y la izquierda, Raúl Wiener, 11 de enero 2006



Los miserables y los nuevos conversos

Desde hace algunos meses hemos escuchado los conceptuosos calificativos de Ollanta Humala sobre sus contrincantes, la sociedad y política peruana.

- "Esos miserables que se han aprovechado el hambre del pueblo"

- "A los miserables de los partidos políticos tradicionales les decimos.

- "Esa clase política miserable que ha vivido a espaldas del pueblo."

Así ha repetido en discursos en plazas, calles; en entrevistas y conferencias a los medios de prensa. Daba la impresión que así como su papá don Isaac Humala nos divide a los peruanos entre "cobrizos" y no cobrizos; el hijo, don Ollanta, nos divide entre "miserables" y "no miserables": estos últimos son, que duda cabe, los "humalistas"; partidarios del Partido Nacionalista Unión Por el Perú. En los primeros en cambio están todos juntos: derecha, izquierda, centro, y todos aquellos que simplemente no estén con él, o comulguen con sus ideas

Pero ahora, ante el escándalo por el descubrimiento de la lumpenización de su partido y de sus fieles seguidores Ollanta Humala se ha dado cuenta que el diablo lo tenía adentro.

Por supuesto no ha tenido empacho en calificarlos de:

- "Esos miserables que se han infiltrado en el partido"

No ha sido claro en decir quienes son esos "miserables" infiltrados en el partido, pero sus seguidores más fieles han dado algunas señas:

Un enardecido militante "humalista" se las emprendió contra izquierdistas infiltrados, claro que tuvo la delicadeza de precisar que se refiere a la "izquierda caviar". Lo hizo en un tumulto donde los precandidatos peleaban un puesto en las listas parlamentarias.

Pero quien ha avanzado en mayores precisiones ha sido su segundo vicepresidente, el delfín de doña Blanca Nélida Colán, (si, la Fiscal favorita de Montesinos) quien ha dicho: "esos izquierdistas que queríansubirse al carro y exigir más cupos en la lista parlamentaria". Haciendo referencia a Alberto Moreno del Frente Amplio y a Javier Diez Canseco delPartido Socialista.

¿Qué ironía, no? Y pensar que hay gente de izquierda que se ha subido al carro de Ollanta Humala con la esperanza de reorientarlo. No saben que más pronto que tarde entrarán a la nueva categoría de "miserables" apenas los descubran pensando diferente del comandante.

Claro que no debía sorprenderme esto último. Después de todo, siempre ha habido gente en la izquierda que asumen sin duda ni murmuraciones su nueva fe ante el poder autoritario. Son los conversos al militarismo; son los que en su camino a Damasco, se cayeron del caballo y recibieron la buena nueva de que para llegar al comunismo, hay que apoyar al militarismo en el poder.

Esto último le ha pasado a Raúl Wiener[iii], el nuevo converso al "humalismo". Él, que no ha dudado en afirmar que Ollanta tiene un discurso "claro y transparente", ahora sostiene nada menos lo siguiente:

- "No me cabe duda que para poner orden en el despelote de postulantes para el próximo Congreso, Ollanta Humala va a tener que ponerse firme como ya lo ha hecho en otras ocasiones y forzar un mínimo de disciplina entre sus seguidores. Lo que a su vez desatará otra batería de críticas sobre autoritarismo que se la tienen preparada los medios de prensa que más lo estiman".

¿Sorprendente, no? Sobre todo proviniendo de Raúl Wiener que hizo de la discrepancia política en el seno de los diversos partidos políticos de izquierda en las que militó y dividió, su más preciada norma política, ahora se alarma y le pide a su comandante que se ponga firme e imponga disciplina ante cualquier disidencia interna.

Pero hay más. El sabe que Ollanta no va a obtener mayoría parlamentaria (basta ver las proyecciones de las encuestas) y que la lumpenización de su partido es imparable, y por tanto no va a poder hacer lo que promete. Entonces le recomienda que al igual que Fujimori en el 1992, Ollanta no tenga más remedio que cerrar el Congreso.

"En realidad no hay escapatoria - dice-. Las imágenes de Fujimori cerrando el Congreso el 92, donde parte de su bancada se le rebelaba, y de Toledo cediendo ante los desafíos chakaneros, parecen las únicas opciones de manejo para representaciones inorgánicas, construidas sobre la marcha, donde el presidente casi no conoce a los que lo van a acompañar."

Muy precavido Raúl Wiener, vaticina que la derecha y sus partidos (claro no menciona la oposición de izquierda, porque ésta seguramente será sometida a disciplina militar) le va a imponer "una final del continuismo, las posibilidades de sostenerla (supongo su gobierno nacionalista) van a ser muy precarias". Y por eso le recomienda una Revolución por Etapas, copiando la experiencia de Hugo Chávez:

"El humalismo que se ve peleando por su lugar en el Congreso que dicen repudiar, no da muestra ser el material necesario para un cambio profundo en el país. Si a esto se suma que los neoliberales y antinacionalistas (ojo, con esta palabra que ya se le pegó al nuevo converso) van a estar probablemente sobre representados, ¿qué es lo que va a poderse hacer allí? Otras experiencias como la de Venezuela, muestran que el proceso consiste en una serie de etapas en las que arma la nueva correlación y se definen los verdaderos equipos de gobierno".

"¿La tiene clara Ollanta?"

Se pregunta.

Como no se responde, le aconseja que debe ser más radical aún porque con la correlación de fuerzas en el Congreso no es posible convocar a una Constituyente, y que "reorganizar el Estado y el sistema político" no es fácil; por eso le dice: "Para hacer un nuevo país los pasos iniciales tienen que ser dramáticos. O no van a ser en absoluto".

En otras palabras, le está recomendando a Ollanta Humala, preparar un golpe militar constitucional al igual que Hugo Chávez en Venezuela.

Más claro ni el agua.

Pobre Raúl. Ni eso lo salvará del calificativo de miserable con el que fácilmente endilga Ollanta Humala a cualquiera que se infiltre en su partido. Y pronto será presa fácil de las huestes humalistas que van a ver en todo izquierdista un potencial competidor de los puestos del Estado.

Víctor Caballero
Investigador Asociado del Instituto de Estudios Peruanos

domingo, noviembre 27, 2011

¿Para qué sirve?

El ultraizquierdismo no sabe ganar elecciones ni gobernar, entonces ¿para qué sirve?, ¿para hacerle el juego a la derecha?, escribe el exultraizquierdista Luis Favre burlándose de la renuncia de Carlos Tapia y de su referencia al daño que produce su influencia en el actual gobierno.

La idea de un izquierdismo “ultra” es normalmente asociada a la de extremismo o ausencia de flexibilidad política. El propio Favre lo expresa en sus términos: ultraizquierdismo se aplica a la forma, a grupos que proponen iniciativas que sobreestiman el nivel de militancia.. (..) Ultraizquierdismo: grupos que desconocen el tiempo de los acontecimientos o emplean un tono altamente exaltado en su propaganda (comentarios en las redes sociales, citado por Correo)

Si esta es la definición, nada tiene que ver con Tapia o con la izquierda que acompañaba a Ollanta. Y eso de que la izquierda (no la ultraizquierda) no sirve para ganar elecciones es desconocer la historia del país y el propio resultado de Ollanta con banderas radicales en el 2006, que estuvo a un paso de la victoria.

Pero el mensaje principal no es el electoral sino el gubernamental. Así que Favre se propone como el que sabe cómo no hacerle el juego a la derecha y el que está permitiéndole a Ollanta hacer un buen gobierno.

Veamos: a comienzos de esta semana llegó la información que Luis Favre, el asesor argentino-francés-brasileño del presidente Ollanta Humala había sido visto en las oficinas de San Isidro de la Minera Buenaventura, uno de los socios principales de Yanacocha cuando faltaban muy pocos días para el comienzo de la huelga de Cajamarca contra el proyecto Conga.

El siguiente día, otra versión lo ubicaba en altas horas de la noche en los pasillos de la PCM, reunido con el gerente de Yanacocha y el jefe de la Unidad de Conflictos. Cierto que estos tres podían haber estado conversando sobre sus respectivos pasados de izquierda, de cómo cambian los tiempos y lo bien que les está yendo a cada uno en sus respectivos rubros. Pero lo más probable es que estuvieran discutiendo sobre como influir en el gobierno para que no haya retrocesos en las decisiones sobre la inversión minera.

Hay muchas historias sobre que Favre recomendó bajarle el perfil a la megacomisión de investigación sobre Alan García, que tuvo su papel en el nombramiento de los representantes del Ejecutivo ante el directorio del BCR que dan mayoría a Velarde, en los cambios en el reglamento de la ley de consulta, etc.

Es decir la manera de no hacerle el juego a la derecha es actuar directamente como de derecha; este es el evangelio político del asesor que afirma que eso es saber gobernar. ¿Y con qué acredita su sapiencia? Con dos cosas: uno, el gobierno es hoy muy amigo de las empresas y hay muchos inversionistas que quisieran sentarse al lado del presidente como antes lo hacían con Alan García; dos, las encuestas siguen favoreciendo al presidente aunque hayan mermado el entusiasmo original.

Si esto es lo que usted quiere señor presidente: inversiones y encuestas, Favre es su mejor asesor. Pero si usted no quiere Congas, Andahuaylas, retrocesos de apoyo en los sectores C y D, descontento en la militancia nacionalista y alejamiento de sus mejores amigos, entonces revalúe los consejos que ha estado atendiendo últimamente.

27.11.11
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miércoles, noviembre 23, 2011

El asesor

Cuando tuvimos en las manos el resultado de la primera encuesta de Imasen para las elecciones del 2011 los que por entonces éramos parte de los círculos cercanos a la campaña de Ollanta Humala sufrimos una fuerte decepción. El dato indicaba al 30 de enero, que el candidato nacionalista estaba en 12.1%, que era más o menos la cifra de las otras encuestas, lo que confirmaba su estancamiento.

Toledo había subido doce puntos respecto a finales del 2010 y Ollanta estaba en el mismo sitio. Entonces oí voces que reclamaban por el candidato espontáneo y combativo del 2006, frente al empaquetado del 2011, y los que subrayaban la contradicción entre un 30% de encuestados que pedían cambios radicales en la economía que sumados a casi 40% que pedían cambios parciales, daban un amplio espacio para la propuesta de la “gran Transformación”; mientras que el resto de candidatos que planteaban mantener el modelo económico se encontraban frente a una minoría de poco más de 25% que reclamaban no tocar nada, aunque estuvieran representando más del 80% de la intención de votos.

¿Dónde estaba la falla? Entonces escuchamos la opinión del asesor que estaba también en la reunión y que nos miraba como si no entendiera nuestras angustias. Y lo que dijo fue que estaba muy contento con la encuesta y que no había porque extrañarse del resultado si esa era la verdad de los candidatos. Además que en vez de sumar 30 más 40 en lo económico (cambio radical más cambio parcial), lo que había que hacer era sumar 25 más 40 (no cambio y cambio parcial), para ver lo aislado que estaban los radicales.

Nadie quedó satisfecho por cierto, pero el asesor no sintió que tuviera que darnos más explicaciones. Y luego cuando el candidato despegó en marzo y logró milagrosamente repetir el triunfo del 2006 en primera vuelta (se pasó de 30 a 31%) y se entró a la segunda en tono de concertación con todo el proceso que ya conocemos, se consolidó el mito del superasesor que hizo ganar al que no podía ganar y lo levantó del 10-12 en que estaba anclado hasta el 31% de primera vuelta y el 51% de la segunda. Un mago que encontró la manera en que se debía hablar a la gente para vencer las resistencias que había en la sociedad contra el candidato que se le decía antisistema y que en el 2006 llegó con esa imagen hasta el 48% de la votación nacional.

En estos días de Conga, cuando el asesor recomienda llevarse bien con Roque Benavides, me he puesto a pensar sobre lo que no comprendí del todo en el mes de enero. Y es que cuando se decía que el 12.1% era la realidad de Ollanta Humala, lo que en verdad nos estaban asegurando era que el candidato en que creíamos y habíamos ayudado a forjar solo daba para ese exiguo porcentaje; que se requería otro candidato que debía ser fabricado con otra tecnología, traída de fuera, y que no importaba lo que fue Locumba, la elección anterior o el Programa de la Gran Transformación.

También que la mayoría del Perú no era las de las masas populares (los radicales) aliados con los sectores medios y democráticos, porque lo popular no sirve para gobernar y la clase media se inclina por lo conservador y la estabilidad. Así que la victoria consistía en quitarles el miedo al bloque anti-Humala y decirles que Ollanta no era el radical sino algunos que estuvieron detrás de él. Todo esto que fue un esquema de acción electoral ahora es una forma de convencer al presidente que es así cómo se debe gobernar.

23.11.11
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lunes, noviembre 21, 2011

Entre la Conga y los trabajadores

El mismo día en que Ollanta Humala hablaba para la derecha garantizándoles que habrá Conga aunque tenga que construir (¡) nuevas lagunas (ya no reservorios, sino huecos en la tierra) y que no aceptaba ningún ultimátum de las organizaciones, después de haber recibido el de los mineros, ese mismo día, repito, con el encargo del señor presidente el ministro de Trabajo, Rudecindo Vega, se lucía con un discurso amistoso hacia los sindicatos y de clara adhesión a los derechos laborales durante la inauguración del Congreso de la CGTP. Era el mismo gobierno, que no quepa duda.

En minería, Ollanta ha sido llevado en la turbulencia de las huelgas regionales, los titulares de prensa y las presiones directas de los empresarios, a rendir no sólo sus viejos programas sino sus más recientes promesas de garantizar los derechos de las comunidades frente a los proyectos ya aprobados, aunque eso representara una reformulación. Con eso ha demostrado que quiere arbitrar, pero al final se inclina hacia el lado más fuerte.

El esquema de Conga, ciertamente puede no ser sólo minero. De ahí la pregunta que sigue es si los trabajadores que recibieron entusiastas al ministro y a las pocas horas se enfriaron al conocer las declaraciones presidenciales, pueden creer que este gobierno los acompañará seriamente en el esfuerzo por ser tratados de manera diferente por el poder y si el nombramiento de un exsindicalista como viceministro, será una señal de cambio o un mero gesto sin trascendencia.

Son veinte años desde que Fujimori asignó un tratamiento de enemigo al movimiento sindical y lo desapareció en la mayoría de las empresas o lo redujo a su mínima expresión. Con eso, por cierto, cayó la capacidad de negociación colectiva, que se convirtió en una caricatura ya que las organizaciones quedaron mermadas en su capacidad de presión y tenían que someterse a la oferta de sus empleadoras.

El nivel de salarios del país y el sistema de derechos laborales, se deterioraron subsecuentemente. En una etapa de crecimiento imparable de la economía, la parte salarial del ingreso nacional fue decreciendo aceleradamente. Y, en el extremo más trágico, sólo una minoría mantuvo una relación laboral relativamente estable, mientras la enorme mayoría rotaba de una trabajo a otro, o tenía que recorrer la vida en la precariedad laboral, sin derechos, sin seguridad social, sin pensiones, que es como están hoy la mayor parte de los asalariados peruanos.

Las centrales y Ollanta

El 12 de octubre, en una impresionante marcha por las calles de Lima convocada por la CGTP, miles de trabajadores dieron un respaldo a Ollanta Humala y su gobierno para que cumpla sus compromisos con los dirigentes nacionales para sacar adelante una agenda laboral y desbloquear el proceso hacia la aprobación de una nueva ley del trabajo.

La agenda de Ollanta y las centrales contenía puntos como: la negociación colectiva y el derecho de sindicalización; los services; los CAS y los contratos de la administración pública; los regímenes laborales especiales (como el de las exportaciones); el salario mínimo; etc. Todo esto podía resolverse en el marco de la Constitución y de las normas legales vigentes, sin cambiar las reglas que es como le gusta al gobierno.
Pero hasta hoy, a pesar del ministro Vega y la presencia del viceministro Checa, no ha habido ningún cambio real. Y es que frente a los esfuerzos del gobierno por hacer un compromiso con los trabajadores, al otro lado está la CONFIEP que hace tiempo descubrió que su negocio es no permitir que haya cambio en el régimen laboral heredado de Fujimori. Once años del Consejo Nacional del Trabajo demuestran que los empresarios no quieren ninguna ley general de trabajo porque con lo que tiene están ganando y no quieren ceder un milímetro.

Efectivamente, en tiempo de Toledo se consagró el Consejo como una mecedora y ni él, ni su sucesor, tuvieron la menor vergüenza de pasar cada uno cinco años por el poder sin resolver la cuestión laboral pendiente. Los señores de la CONFIEP no querían reconocer que era a ellos a los que les tocaba ceder y no cedieron. Y la cosa se quedó ahí. Por eso, como le pasa a los campesinos en su relación con las minas, los trabajadores también pensaron que Ollanta y el nacionalismo podían ser un camino para diseñar una relación diferente. No una en la que se elimina al otro o se le doblega como siempre se hizo con el mundo rural y el mundo laboral en el país, sino en la que el Estado ayuda al más débil a alcanzar un trato más justo a cuenta de la paz social.

Pero, eso, aunque parezca una tarea elemental, exige un Estado fuerte capaz de imponerse al poderoso. Recuérdese que Alan García anunció que se respetaría escrupulosamente el horario de las ocho horas. Pero no pasó nada. Lo mismo con los contratos tercerizados. E igual con el sistema de Contratos Administrativos de Servicios (CAS) en el Estado, que en varios aspectos resultaron más abusivos que sus predecesores, los llamados servicios no personales. Es decir, si el gobierno ha inclinado toda la balanza para el lado de los que tienen el billete, ¿cómo querer luego ponerlos ante la obligación del buen trato con sus trabajadores y con el pueblo.

Como han dicho varios analistas, el caso Conga va más allá del dato minero y de la capitulación del gobierno ante Yanacocha. Es una opción política que tolediza y alaniza el gobierno y desata justificada preocupación del resto de la base social que decidió la victoria en las elecciones. Los acuerdos del Congreso de la CGTP que se desarrolló en plena crisis y viraje del oficialismo, reflejan las desconfianzas que se han abierto.

20.11.11
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domingo, noviembre 20, 2011

Ollanta amigo vuelve a tu camino

Un lector de mis artículos sobre Conga publicados en mi blog: www.rwiener.blogspot.com, me pregunta si después del discurso en defensa del proyecto minero de Yanacocha, estamos ante “la total derechización de Humala”. Y pienso que no; que los bandazos del gobierno van a continuar. También en julio, muchos proclamaron el fin, que fue cuando Ollanta “tranquilizó a los mercados”, anunciando que Velarde se quedaba en el BCR y Castilla subía de viceministro a ministro de economía, dando a entender, de paso, que sus colaboradores originales y aún los de la segunda vuelta, eran algo así como espanta mercados.

Pero no era la “derechización total”, porque luego vino el discurso de 28 de julio, el gravamen minero y las primeras reformas, que dejaron la sensación de un gobierno que cedía espacios para avanzar en otros. Un débil reformismo que hacía que una parte del país lo viera como que si bien no era lo que habían soñado, la transformación llegaría de todos modos, lentamente y con contradicciones; y que llevaba a la otra parte a la certeza de que no habría fracturas traumáticas; todo lo cual se expresaba en la alta aprobación de los meses iniciales.

Pero este mismo sistema está condenado a pasar por momentos en que no se puede contentar a todos y hay que hacer definiciones. La derecha lo ha entendido claramente y por eso apuró Conga, cuando no tenía ninguna urgencia de hacerlo. El mecanismo para imponerse estaba además ya claramente trazado. En medio del escándalo Alexis se le arrancó la economía, y ahora bajo el fuego del affaire Chehade se ha consagrado a Conga con una declaración presidencial que la liga a la gran transformación y la inclusión, como si para eso sirvieran los proyectos mineros.

Sometido al ultimátum de los gremios empresariales y la prensa de derecha, que fijaron los términos: o Conga y 36 proyectos mineros más ya aprobados, o no habrá inversión ni dinero de las minas para el gobierno; el presidente les salió al frente a los cajamarquinos, andahuaylinos y ancashinos que reclamaban territorios libres de minería y les dijo que no aceptaba “ultimátums de nadie”, es decir que entre la presión en los dos flancos se inclinaba hacia el lado al que se inclinaron todos los últimos gobiernos.

Esta es la verdad, pero aún así creo que no es la “derechización total”, ni el cambio de calidad o la línea del Isla del Gallo. Es el gobierno que Ollanta armó con la asesoría de su amigo argentino-brasileño que vuelve a ceder una posición estratégica a la derecha, y al día siguiente insiste en tender nuevos puentes con el pueblo. Es posible que en este juego político haya quién piense que cada una de estas decisiones desconcierta a la izquierda y la derecha, y fortalece al presidente en su papel de árbitro.

Pero habría que tener cuidado. La herida infringida a Cajamarca es muy profunda, como parece que está siendo la sufrida por los cocaleros sometidos a una erradicación que está fuera del control del gobierno, con un CORAH que ahora sólo reconoce como autoridad a la DEA. Es demasiada derechización para una semana y se viene otra con huelgas y movilizaciones. Ollanta tendrá que optar: o se cree las lisonjas de Romero, Benavides Bedoya y otros que ya lo están incorporando al gremio de los presidentes de las inversiones, o se acuerda de donde viene y porqué es que llegó al gobierno. Para ello los cajamarquinos han inventado la consigna que sirve de título a esta reflexión.

20.11.11
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viernes, noviembre 18, 2011

El país de los mineros

En el Perú ya se está camino a comprometer la quinta parte del territorio nacional con actividades mineras, la mayor parte de las cuales abarcan amplios territorios y el conjunto de recursos naturales conectados a dicha actividad. ¿Quién podría negar que somos un país minero a la luz de esta realidad imponente?

Más aún si se considera que el 60% de las exportaciones, y el grueso de la recaudación fiscal procede de esta fuente. La pregunta es, sin embargo, si eso equivale a progreso o inclusión y que si seguimos avanzando en las concesiones y megaproyectos vamos a salir alguna vez de pobres, con la misma estructura productiva esencialmente extractiva que viene desde la colonia y con la cual el Estado y el país viven del oro y del cobre que se le extrae a algunas regiones.

Claro, la primera duda viene de saber que Cajamarca, que alberga la segunda mina de oro más rica del mundo y que lleva 18 años de gran minería, sigue estando colocado entre los cinco departamentos más pobres del Perú. La cantidad de sus pueblos sin energía eléctrica y agua potable, el déficit educativo y de salud de su multitud de caseríos en el sitio de las minas, demuestra que las ganancias de los empresarios mineros con la onza de oro bordeando los 2 mil dólares, corre paralelo con una persistente miseria cajamarquina.

Eso lo sabe el presidente: pero él cree que está inventando la fórmula para que la minería ya no beneficie solamente a unos pocos, es decir una minería para la “gran transformación”. ¿Y, cuál es? Aunque no lo ha dicho muy claro parece habernos querido explicar que sus programas sociales de campaña han concluido mineralizándose, es decir pasando a depender del dinero que se extrae de esta actividad. No importa ahí que la Conga no vaya a dar frutos durante el actual gobierno, ya que su maduración es de por lo menos cinco años, sino que no sobrevenga una etapa de desinversión que lo ponga en dificultades.

Después del acuerdo por el gravamen minero no encontramos una presidencia más fuerte frente a la minería, como habíamos supuesto, sino una que confiesa estar chantajeada por el poder económico al que dijo que nunca se sometería. No, no es verdad que estemos ante la rebelión de los antimineros que quieren retraernos a la edad de piedra. Todo lo contrario, lo que quieren las comunidades, las regiones y muchísimos peruanos que votaron por Humala, es un país diverso, que intensifica el uso de sus recursos naturales dotándoles de valor agregado y no realizando cada vez más hoyos en la tierra para sacar riqueza para los exportadores. En otras palabras, dejar de ser precisamente un vendedor de piedras metálicas en los mercados del mundo.

Nadie pide que se cierren las minas, sino que se la controle mucho más de lo que se hace, y que se establezcan límites sobre las cosas que la minería no puede arrasar, por ejemplo las lagunas de Bambamarca y Celendín que están sobre el oro de Cionga. El discurso del presidente del último miércoles que los diarios de derecha han definido como su ruptura con la izquierda, es realmente una decepción para quienes ya sabemos que cuando nos recuerdan que este es un país minero, y nada más que eso, en realidad nos están diciendo que es de los mineros. Y que, contra ello, nada puede hacerse.

18.11.11
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miércoles, noviembre 16, 2011

Conga y la Gran Transformación

¿Como fue que la Gran Transformación se transformó en el proyecto Conga? Es seguro que los investigadores del futuro intentarán develar el misterio sobre la manera como el candidato al que los mineros querían detener a cualquier precio para seguir convirtiendo al país en una gran concesión a las empresas trasnacionales, se convenció que la financiación de sus reformas requería mantener la marcha del plan de la SNMP y que los equivocados eran los que gritaron a su lado que las comunidades toman agua y no comen oro el plena segunda vuelta, en mayo del 2011.

Ahora, como presidente quiere que los campesinos acepten que se pueden hacer las dos cosas. Pero el oro de Conga mata al agua irremediablemente. Entonces si hay que escoger. Por eso el otro argumento que el proyecto viene de atrás y ya todo está firmado, y no hay retroceso posible. Ahí Ollanta es muy diferente al de 2006-2010 que decía que el gobierno aprista estaba amarrando las cosas para quitarle margen de acción a su sucesor, como hizo Toledo con el TLC. Por eso la Gran Transformación era una rebelión contra las reglas impuestas, no una administración del pasado.

No se trata de discutir sobre posiciones extremas. ¿O acaso el intento de convertir tres provincias cajamarquinas en enormes tajos mineros no es un extremo de codicia empresarial y de debilidad del Estado? Pero tal vez los más desconcertados no sean los cajamarquinos que probablemente se vayan a la huelga por lo que sienten una traición a los compromisos; sino Roque Benavides que financió la campaña por Keiko y contra Ollanta, para garantizar la mina Conga. Tal vez se habría ahorrado un buen dinero si alguien le decía que en el gobierno nacionalista iba a haber quién les volviera a abrir la puerta de Palacio.

17.11.11
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¡Qué buena Conga!

Se ha dicho que Conga es el punto de quiebre. O sea que si Ollanta no mata las lagunas entonces que se olvide de la inversión y del gravamen minero, y que vaya a buscar de dónde financia sus programas sociales. El gobierno ha respondido que sí, que va la Conga, que se respeta lo avanzado por el proyecto, pero que hay que atender las demandas de las comunidades. Más o menos la fórmula de respetar lo acordado aunque no nos guste sin romper el diálogo. La cuestión es que lo que se cuenta es apenas la tercera parte de la historia. Y no se dice que Conga ha estado en discusión desde hace varios años y que la opinión de la población de las provincias directamente afectadas y de la mayoría de Cajamarca siempre fue la misma: rechazar el secado de las lagunas.

A los agricultores y a la gente les falta agua, a Yanacocha le incomoda, porque las lagunas están sobre el yacimiento. Por eso la fabulosa idea de sustituir las fuentes naturales por reservorios incluso con más agua que las cuatro lagunas, lo que equivale a querer reemplazar una obra de millones de años sobre la que se organizó la vida de la gente, los animales y las plantas, por un depósito de cemento. Era obvio que esto crearía resistencia, que algunos denominan “desconfianza”. Pero veamos: la empresa, el gobierno regional (el anterior, no el de Patria Roja), las autoridades municipales, los dirigentes sociales y las ONG, elaboraron a través de un equipo técnico un Plan de Reordenamiento Territorial, y el conjunto se pronunció por la intangibilidad de las lagunas.

La cosa llegó tan lejos que Yanacocha desconoció a los técnicos que había contratado. Y el gobierno de García decidió dictar normas para que las opiniones del gobierno regional y los alcaldes no fueran tomadas en cuenta para la aprobación del proyecto. Más aún se ordenó al ministerio de Energía y Minas acelerar la aprobación del estudio de impacto ambiental tomando en cuenta exclusivamente el punto de vista de la empresa, que es el mismo que los escribidores pro mineros hoy repiten: que no hay problema con el agua porque habrá reservorios, que el estudio ambiental fue independiente (aunque contratado por la empresa), que el MEM lo aprobó aunque fuera en tiempo récord y a cargo de un ex funcionario de Yanacocha, etc.

Pero, claro, los problemas de Yanacocha y Alan García, tenían que ver más que con los trámites que quemaron etapas e ignoraron la opinión de Cajamarca, con que el 2011 se cambiaban autoridades regionales y nacionales. Y no es necesario recordar aquí en qué compromisos anduvo metida la gran empresa del oro para conseguir que la presidencia regional y el gobierno del Perú fueran a control de políticos pro mineros y pro Conga. Recomiendo darse una vuelta por Cajamarca para preguntar a la gente sobre la “neutralidad” de Yanacocha respecto a los diversos sectores políticos y cómo sintió la elección de Gregorio Santos. O revisar las páginas de LA PRIMERA de abril y mayo para recordar que Roque Benavides fue el financiador y animador del llamado “plan Sabana”, para destruir la candidatura de Ollanta y favorecer a Keiko. Todo pensando en Conga.

Ahora nos quieren decir que aquí todo es normal y mala suerte para las lagunas porque las etapas ya se han cumplido. Pero ese fue el pretexto por el que Toledo no movió nada de Fujimori y García siguió por el mismo camino. La camita siempre llega hecha. Lo que prueba que estamos ante un gobierno nuevo es que sea capaz de marcar la línea en la que empieza el cambio. Es una verdadera Conga que Yanacocha y Benavides quieran chantajear a Ollanta con el proyecto que amarraron con Alan García.

16.11.11
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domingo, noviembre 13, 2011

Concertación y huelgas mineras

Si una tesis se ha repetido hasta el cansancio es que la distancia entre el Ollanta de 2006 y el del 2011, se debe al sentido de la primera vuelta y que la victoria insuficiente de la O, no servía para formar gobierno, por lo que el mandato de las urnas era la concertación. Yo, lo debo decir con toda franqueza, no creo en eso. En realidad el Ollanta II era diferente al Ollanta I desde que comenzó la campaña en diciembre del año pasado y fue por eso que se desembarazó con facilidad del programa de gobierno que le tomó tantos meses al equipo de Félix Jiménez, y permitió que se construyeran leyendas urbanas como que el candidato “había madurado”, que Lula era su padrino, que Cipriani le dio su bendición, etc.

Obviamente estaba preparando al de la segunda vuelta. Pero el problema, que algunos observamos, era que ese candidato ya no tenía la fuerza del de hacía cinco años y la pregunta era si aquellos que casi lo llevaron al triunfo el 2006 iban a mantenerse a su lado con el nuevo empaque. El estancamiento del nacionalista entre 10 y 12% hasta el mes de marzo, parecía dar crédito a estas preocupaciones. Algo así como que no estaba convenciendo al centro, y estaba perdiendo a la izquierda. Pero Ollanta no tenía ninguna duda que al final se reconstruiría el núcleo radical de la vez pasada, aunque fuere porque no tenían otra alternativa. Y eso se confirmó cuando en abril el polo blanco del 2011 logró casi el mismo porcentaje que el rojo del 2006 (de 30 a 31%). O sea que sí tenía en el bolsillo a los duros, pero eso no excluía una gran tensión como se vio en los días finales de la segunda vuelta cuando los huelguistas de Puno amenazaron con sabotear las elecciones (donde se jugaba el 6% de la votación ollantista).

Podría trasladarse el caso además a Cajamarca, Apúrimac, Ancash, Tacna, Arequipa y otras regiones con problemas con la minería, para advertir que sin necesidad de incluir el tema en la hoja de ruta, el juramento y otros compromisos orientados a afirmar y reafirmar la nueva moderación del candidato, la lectura de los movimientos sociales siguió siendo que para ganar a sus enemigos necesitaban de Ollanta Humala. En Puno se escuchó una frase que resumía todo: en realidad el polo rojo debe estar debajo del blanco. Y si uno revisa discursos de Ollanta en las zonas mineras como el de 21 de mayo en Bambamarca (reproducido en estos días), verá cuán consciente era él mismo del pacto implícito que mantenía con los que ahora les llama “radicales”.

Claro que ni en el proyecto nacionalista combativo del 2006 que afirmaba que crecer sin redistribuir y sin control de los recursos naturales, era engañar al pueblo, y en el madurado del 2011 que promete inclusión y diálogo, estuvieron muchos de los que hoy están alrededor del poder con el argumento de la concertación, mientras que otros que se unieron al ahora presidente por convicciones políticas para cambiar el país quedaron fuera o disminuidos, para certificar que había cambiado hasta de amigos. No es por “concertación” que el gobierno actual tiene un marcado sesgo tecnocrático, sino porque está administrando el poder de acuerdo al sentido del viento. Esta semana teníamos a dos ministros en Andahuaylas que no sabían lo que querían ante la masa y que se corrieron de la Asamblea porque creyeron que iban a secuestrarlos, dejando un caos en la ciudad; y yo me preguntaba si para eso ganó Ollanta.

13.11.11
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La UE se impone a los europeos

Imágenes de un continente en crisis

A comienzos de noviembre, las bolsas europeas y detrás de ellas las del resto del mundo, se tambalearon por enésima vez en lo que va del año, motivadas en este caso por el anuncio del hasta ese momento primer ministro griego que había decidido viabilizar un mecanismo de consulta a la población sobre las medidas de ajuste exigidas por la Unión Europea. Como la democracia no sirve para esos casos donde están en juego muchos miles de millones, la burocracia de Bruselas y los gobernantes de Alemania y Francia anunciaron que no “rescatarían” a los helenos, y los valores de las bolsas se derrumbaron al compás de sus palabras. En 48 horas, Papandreu retrocedió en su posición y adelantó su renuncia; entonces las bolsas se reanimaron como si realmente creyeran que poniendo a un lado a los que han estado recibiendo el ajuste continuo desde hace casi un año y a los que gobiernos extranjeros les han prohibido opinar, van a ser tan sumisos como el renunciante primer ministro. En otras palabras, no tienen proyección respecto al curso de los acontecimientos más allá de una valoración de los que ocurrirá en las horas siguientes.

Volvió a ocurrir este lunes. En Italia se informó que el primer ministro, el chibolero y putañero, Silvio Berlusconi había perdido la mayoría en el Congreso y se consideraba inminente su renuncia, en medio del empeoramiento de las cifras de duda y déficit en la bota Mediterránea. Las bolsas europeas y con ellas las de todo el planeta se deslizaron hacia abajo, registrando su incertidumbre ante la debacle de una de las diez economías más grandes, la primera de lo G-8 en entrar en la lista negra. Pero al medio día, el propio Berlusconi desmentía su dimisión y calmaba los mercados aunque sólo fuera por un momento, porque dos días después ya estaba dispuesto que saldría del cargo desde donde protagonizó interminables escándalos sexuales, para ser reemplazado, como en Grecia, por un antiguo alto miembro de las comisiones económicas de la UE, cuyo mérito adicional es no ser miembro oficial de ningún partido. La secuencia anuncio de cambios por la vía democrática, espanto bursátil, frenazo de los cambios, junta de médicos económicos y políticos de UE, intervención de la tecnocracia al recate de los políticos derrotados, parece por ahora una constante del sistema.

Claro que la conclusión es que Europa se está haciendo insostenible, sobre todo en las imágenes que construyó sobre sí misma. Ese paraíso de naciones iguales, grandes y pequeñas, de instituciones sabias que se habían puesto de antemano en todas las situaciones, esa democracia perfecta que creía con el tiempo, etc. Nada de esto vale cuando lo que está de por medio es saber quién paga la cuenta por los errores cometidos. Si la UE aparentaba ser una tecnocracia en vías de democratización, ahora Europa como conjunto es una democracia cada vez más lánguida en medio de una tecnocratización de los países desde la tecnocracia central afincada en la capital de Bélgica que es desde donde se maneja lo que queda de la unidad europea. Que el político Papandreu sea reemplazado por el eurobanquero Lucas Papademos (ex vicepresidente del Banco Europeo) y que el más voceado sustituto de Silvio Berlusconi sea Mario Monti, reputado por haber sido miembro de número de la Comisión Europea (el gobierno de la UE), tiene que significar algo. Y eso es que los países que crearon la UE como instancia supranacional están siendo ahora colonizados desde arriba por los gobernantes de la superinstitución que trata de defender el euro porque no sabe4 que pasará cuando desaparezca.

El resto de Europa

No sólo la débil Grecia ha sido obligada a someterse, sino que la larga mano disciplinadora de Bruselas, Berlín y París, ha llegado a la orgullosa Italia. ¿Y los demás? Bueno todo el continente hace agua y nadie está contento con los gobiernos que pretenden representarlos. El problema es que los reemplazos posibles por la vía electoral son sorprendentemente simétricos de un país a otro y ninguno augura nada de bueno, como dirían con toda razón los indignados, desahuciados y otras especies de la protesta que invade en las calles y ya no cree en las elecciones.

En España es seguro que la derecha del PP desalojará a los socialistas de Rodríguez Zapatero, pero lo único que queda en duda a partir de allí es el tiempo que se tomará el nuevo gobierno en enfrentarse a los movimientos sociales con las medidas de ajuste para pagar la deuda. Todos los españoles saben que el PSOE ha fracasado sin remedio, pero muy pocos podrían negar que al PP le pasará lo mismo. Las medidas que el PP se propone tomar son por lo demás las mismas que el PSOE ha estado dictando con el repudio del pueblo ibérico. Y es que el dogma de la UE no deja espacio para variantes económicas, lo que sólo permite que nos distraigamos con los cambios políticos.

Pero si saltamos Francia donde la estructura financiera está tambaleando por su extremo compromiso con la crisis italiana y en donde las calificaciones internacionales del gobierno Sarkozy se deterioran afectando el orgullo galo que como se sabe es más grande de lo que realmente vale la economía francesa, encontraremos que los derechistas en el poder son los que ya se ven entregando el gobierno la siguiente vez que el pueblo vaya a las urnas. Pero el regreso de los socialistas tampoco promete nada diferente. Y es que no podrían hacerlo fuera de la orientación restrictiva y fiscalista de la UE. El tema en Francia, como en Alemania (donde también se eclipsa la buena estrella de Merkel y empiezan a incrementarse las expectativas de regreso al poder de la socialdemocracia) y en los países todavía sobrevivientes de la UE, es que todos están caminando a conformar gobiernos para administrar la recesión.

Quizás no sea una casualidad el papel de los griegos en la actual crisis, a pesar de su relativa poca envergadura económica. En todo caso hay mucho de simbólico en que la cuna de la democracia esté muy cerca de convertirse en una tumba de los anhelos de someterlo todo a la voluntad del pueblo. También hay un cierto eco de tragedia helénica en todo esto de que los personajes saben que van a morir pero pugnan por tener el mejor lugar en la próxima representación de la gran crisis. En fin, todo esto es lo anecdótico; lo que si es pura verdad es que ya no hay quién pueda creer en aquello del milagro europeo, los valores superiores de occidente, la unidad para la paz social, el neoliberalismo diferente y otras paparruchas en las que se creyó durante tantos años. Finalmente ante lo que estamos es frente a la derrota de la política por la economía, de la democracia por la tecnocracia, de la ciudadanía por la banca. Y todo esto dos años después de la primera crisis, cuando la banca estaba en el suelo y era cuestión de darle un puntillazo, pero los gobiernos decidieron rescatarla a cualquier costo.

Ahora los tecnócratas de Bruselas y los banqueros de la vieja Europa han recuperado el poder. Y lo que sigue presenta el peor pronóstico.

13.11.11
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¿Qué pasó después de 2008?

¿La pregunta flota en el aire: ¿cómo se ha podido repetir el colapso de la economía mundial apenas tres años después de la tremenda crisis financiera que obligó al sistema a reconocer que era vulnerable? Si toda la economía de la riqueza se desplomó como un castillo de naipes porque el valor que creíamos que tenían los bancos, las empresas, los terrenos e inmuebles y los valores que se cotizaban en las bolsas, era una gran mentira que se mantenía adrede para ganancia de los especuladores, ¿cómo fue que no se corrigió este defecto de base cuando los Estados decidieron intervenir con los recursos que fueran necesarios para evitar la depresión económica?




Si los Estados se la jugaban para salvar a la banca, al conjunto del sistema financiero y a las empresas productivas contaminadas, ¿por qué no redefinieron las reglas, establecieron garantías e impusieron los controles que todos habían dicho que debían establecerse? No lo hicieron ciertamente porque no tenían idea de hacia donde llevar la economía. Muchos años de invocar la libertad de los mercados y la no intervención, que en la práctica entregaba el gobierno económico a la banca y la tecnocracia financiera, eliminaron los reflejos económicos de los gobiernos formales. Evidentemente la sola existencia de la UE, era una confesión de esta capitulación de la política ante la economía. Por supuesto que nos hicieron creer que Bruselas era la suma de los gobiernos nacionales que se expresaba en una voluntad de todos los europeos, pero eso era falso ya que lo que ahí se concentraba era el poder de las finanzas básicamente controlada por los alemanes y secundariamente por los franceses.

Así que colocados en esta perspectiva los Estados rescatadores, entendieron finalmente que lo que estaban recatando era el sistema anterior al 15 de septiembre del 2008, o sea la misma cosa que llevó al mundo a la crisis. Para combatir la crisis creada por la especulación se recurrió a las reglas de los mercados especulativos, es decir se les dio dinero para que volvieran a funcionar y a especular, con el resultado que ahora vemos. Sólo que los Estados son hoy día mucho más débiles que hace tres años. Las llamadas instituciones europeas (la estructura de la UE), han quedado convertidas en un conjunto de impotencias, que no ha logrado anticipar ninguna de las crisis en cursos, de los agravamientos y distensiones, mostrando que los títulos universitarios de sus operadores son casi inservibles.

Sin embargo, se les sigue viendo no sólo como los que saben, sino como los que van a encontrar la manera de salvar esta nueva crisis. Y en las calles de Atenas, Madrid, Roma, Londres, París y otras ciudades, donde están saliendo cada vez más indignados (en Estados Unidos también), ya no existe un gramo de fe en ese tipo de respuestas. Es como si una Argentina gigantesca del año 2001 se estuviera levantando en la vieja Europa reclamando que se vayan todos. Todos.

13.11.11
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Dogmatismo antidemocrático

La necia cerrazón dogmática neoliberal de una casta de mandamases europeos cristalizada durante decenios en un ambiente de horror a todo careo democrático con los pueblos, y expuesta, en cambio, también durante decenios, a todo tipo de presiones y cabildeos granempresariales y bancarios, hace inverosímil la esperanza de que pueda poner proa siquiera a la solución del problema de la pésima arquitectura institucional de las finanzas europeas. Ese verdadero pecado original de una Unión Monetaria construida por unas elites tan sesgadas tecnocráticamente como ajenas a la racionalidad macroeconómica más elemental no lo pueden corregir esas mismas elites. Sólo se podría corregir con una verdadera revolución democrática de los pueblos europeos.

La Cumbre del euro, las tribulaciones de la elite político-bancaria y una carcajada pérfida
Antoni Domènech • G. Buster
04.11.2011

viernes, noviembre 11, 2011

Chehade desafía a Ollanta

Como si se tratara de un personaje bíblico, el vicepresidente Chehade ha decidido agravar temerariamente hasta el límite del desastre, la crisis creada por él mismo con su desafortunada invitación a tres generales a degustar los exclusivos platos y vinos de las Brujas de Cachiche. Ahora está directamente enfrentado al presidente que de buenas maneras le sugirió dar un paso al costado para bajar las tensiones políticas y separar al gobierno de sus equivocaciones. Pero Chehade ya da la impresión de no darse cuenta de lo que está viviendo y por eso fue el martes al Congreso para buscar la solidaridad de sus colegas de bancada y hacerse saludar por su santo, como si se tratara de una víctima de un ardid de la derecha, y no de un hombre que falló a poco más de un mes de haber saltado de la nada hacia los primeros lugares del escalafón político.

Declarar la no pertinencia del pedido presidencial va a quedar en los anales de las frases infelices de la política peruana. Y si hay que buscarle una explicación a mí se me ocurre que no es sólo un problema de humos crecidos y de mareo de poder que se ve tan clarito en sus intervenciones de descargo y que sin duda fue el motivo por el que se creyó con la atribución de convocar generales e invitarlos a comer; o que realmente crea que Ollanta se la debe por los juicios que le ayudó a ganar. Pienso que además de esto, hay una comprensión política diferente entre presidente y vicepresidente sobre lo que deben ser las relaciones entre el poder económico y el poder político.

Mientras Ollanta transmite la idea de que los actuales límites en que se mueve son un producto de una relación de fuerzas creada en las elecciones y que la necesidad de pactar con parte de la conducción económica previa, tiene sentido pragmático y no de cambio de ideología, a Chehade parece haberle afectado el síndrome Alan García de imaginar que lo lógico es ganar por la izquierda para gobernar por y con la derecha. La frase nunca desmentida que le atribuye el general Arteta y que sería con la que arrancó la discusión sobre Andahuasi: “vengo de un gobierno amigo de las inversiones”, es la que hizo de santo y seña para la política de los últimos cinco años y que fue la madre de todas las corrupciones.

¿Por qué Chehade que ha desmentido todo lo que no podía desmentir porque era verdad (que sí se habló del desalojo de la azucarera; que su hermano estuvo en el Potao; etc.), no le ha dado importancia a la reiterada insistencia del general sobre este concepto que es casi un programa político? Creo que la dificultad que encuentra el vicepresidente para ubicar cuál es su delito está en este punto. No se da cuenta que la obligación del poder político es mantener su independencia de los grupos económicos, como se comprometió públicamente Ollanta Humala, en su discurso de la victoria la noche del 5 de junio y ha reiterado varias veces desde entonces. Es esto mismo lo que no entendía García y Jorge del Castillo: que las inversiones no deben venir por asuntos de amistad o de gestiones en hoteles o restaurantes, sino a través de mecanismos trasparentes sin interferencias políticas.

10.11.11
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miércoles, noviembre 09, 2011

El fin de la megacomisión

La Primera anunció con algunas horas de anticipación la renuncia del congresista Diez Canseco a la megacomisión que debía investigar los crímenes económicos de Alan García. No fue una adivinanza. Se veía venir, luego que Lescano dijo que podía ganarle la votación en la comisión asociándose con los fujimoristas y el representante de Alianza por el Gran Cambio de PPK, y cuando el congresista Pari que reemplazaba a Chehade en el grupo de trabajo declaró que nada estaba decidido sobre la presidencia.

Estaba claro que cada actor político estaba desarrollando su propio libreto. La oposición apuntaba a hacer perder a Gana Perú y de ser necesario convertir a Lescano, no en un conductor alternativo de un proceso, sino en una pieza intermedia que podía elegir a que lado inclinarse en cada momento. El dirigente de Acción Popular, solitario en la comisión y confinado a una bancada subsidiaria de los aliados del oficialismo, tal vez pensaba agarrar fuerza dentro de su partido y de la alianza con Perú Posible. Mientras el oficialismo evitaba darle alas al más visible izquierdista de su bancada. Pero lo que estaba en juego era otra cosa, nada menos que la lucha contra la corrupción y la obligación de producir un trabajo serio para determinar lo que pasó con los recursos públicos los últimos cinco años.

Destruir este proyecto alrededor de pequeñas rivalidades era la mejor forma de servirle la mesa a Alan García. Pero, como no podía ser de otra manera, la mediocridad del actual Congreso tenía que aflorar aún sobre una tarea de la importancia de la asignada a la famosa megacomisión que lleva tres meses sin poder instalarse. Lo de la presidencia de Javier Diez Canseco no tenía nada que ver con caprichos y pataletas, como dice la prensa de derecha que ya estaba casi celebrando la posibilidad de que fuera derrotado si se forzaba la votación dentro de los miembros integrantes, sino con un asunto de liderazgo para el cumplimiento de una responsabilidad que se suponía comprometía a los que ganaron las elecciones y al propio toledismo.

Diez Canseco era el animador central de las investigaciones y la mejor arma de Gana Perú para lograr un informe final solvente y defendible. Con Chehade fuera del grupo de trabajo, era más evidente que la persona ahí era Javier, por un claro desbalance de experiencia con los otros integrantes. Pero si el gobierno no lo quería en esa posición, por la razón que fuere, debió decirlo abiertamente y proponer un líder sustituto, y eso tenía que hacerse a nivel de pleno. ¿O es que alguien cree que teniendo la mayoría en el Congreso se puede rifar una conducción de estas proporciones a lo que puede ocurrir entre siete personas?

El mismo hecho que los dos oficialistas que todavía integran la comisión no dieran quórum el último lunes a una reunión donde ya estaba Lescano y sus nuevos amigos, y que el joven congresista Tejada haya dicho que renunciará si Lescano consigue elegirse mediante arreglo bajo la mesa, prueba que aquí no estamos ante reacciones subjetivas, sino ante el inminente fracaso de una decisiva investigación. Que Yhony Lescano no descubra que esta haciendo el juego a un almirante del sector de Giampietri, que trabajó con el gobierno del APRA; a un ex funcionario regional y municipal acusado de corrupción; y a un exaprista, exKouri y ahora pepekausa; es un problema que va más allá de una súbita miopía por ambición personal.

Es una prueba que la actual mayoría congresal no sabe exactamente lo que quiere, y que las escaramuzas políticas de corto plazo están ahogando las grandes cuestiones pendientes en el país.

09.11.11
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lunes, noviembre 07, 2011

Dictadura y democracia

Nunca hay que olvidar que para romper con el período previo e imponer su voluntad, Alberto Fujimori dictó el Decreto Ley Nº 25418 que instituía un nuevo gobierno denominado de “emergencia reconstrucción nacional”, y que en su artículo 8, dejaba en suspenso la Constitución Política de 1979, en todo lo que se opusiera al mismo decreto ley, que debía entenderse en sentido general que se refería a todo lo que se opusiera a la voluntad de los golpistas de ahí en adelante.

Irónicamente Fujimori firmaba el decreto del golpe en su condición “presidente constitucional”, mientras avasallaba la Constitución. Una contradicción de concepto que no sería sino el comienzo de una larguísima lista de reinterpretaciones de la legalidad que duran hasta nuestros días. El decreto apuntaba como objetivo del nuevo gobierno y del presidente constitucional sin constitución: “la reforma institucional del país orientada a lograr la auténtica democracia que eleve sustancialmente los niveles de vida de la población…”

O sea, en el Perú no había habido democracia auténtica, lo que aludía por cierto al sistema de partidos al que se enfrentó Fujimori en su camino a dictador, y al que le introdujo no sólo la reelección y el hiperpresidencialismo, sino que le construyó un Congreso disminuido, un sistema de control de las instituciones y los líderes políticos, seudopartidos y seudorepresentantes, etc.

El período dictatorial

Tras el 5 de abril se sucedieron alrededor de 750 decretos leyes en las más diversas materias, siendo algunos de los más importantes:

• Modificación del conjunto de leyes existentes sobre Libertad Sindical, Negociación Colectiva, Derecho de Huelga, (DL 25593), que debilitó las organizaciones de los trabajadores.
• Topes a las pensiones de los jubilados de la ley 19990, impidiendo que los que trabajadores que habían entregado su vida y su esfuerzo para un fondo de retiro pudieran sobrepasar los 650 soles mensuales (DL 25967).
• Creación de la causal de excedencia para el despido de trabajadores públicos, que tuvo un saldo de un millón de personas de la administración pública y las empresas del Estado colocadas en la calle (DL 26093).

A eso se sumaron normas para la privatización de empresas y para las concesiones extractivas; otras de reorganización del Poder Judicial, el Ministerio Público, La Contraloría y otras instituciones, para someterlas al mando dictatorial; otras sobre Servicio de Inteligencia que generaron la “inteligencia operativa” que fue el marco legal para la actuación de los grupos especiales como el Grupo Colina, encargado de asesinatos extrajudiciales.

Lo que los defensores de la Constitución de 1993 nunca dicen es que la Carta de Fujimori, Yoshiyama y Torres Caro no creó el sistema político-económico que hoy tenemos sino que eso ocurrió en la etapa dictatorial, sin Congreso y sin marco constitucional. Lo que se hizo en el CCD de 1993 fue legalizar a medias lo que ya existía. Esta anomalía básica no es puramente formal, sino intensamente política. Está detrás de la relativización del tema constitucional que mucha gente cree de segunda importancia.

06.11.11
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La constitución que nadie firma

El enredo de la Constitución de 1993, no se limita a su carácter golpista y al hecho que la reforma del Estado y la economía que está contenido en su articulado se armó el año anterior en las sesiones del Consejo de Ministros encabezado por Fujimori y con la asesoría y redacción de Vladimiro Montesinos; ni tampoco se constriñe al siempre discutido resultado del referéndum del 31 de octubre de 1993, que fue muy probablemente manipulado y alterado por el fujimilitarismo de la época. Todo eso es el vicio de origen que daba lugar a que cuando el candidato Ollanta Humala se refería a este documento lo calificaba de “delincuencial”.

Pero no sólo fue una Constitución de un sector de la sociedad contra el resto, impuesta por las armas y ratificada con fraude, que ya sería razón suficiente para no tenerle el menor respeto y aplicarle los alcances del artículo 301 de la Constitución de 1979, que obviamente se estableció no por mera retórica (ver recuadro). Fue a su vez un documento vulnerado por los dictatoriales que quisieron forzar una segunda reelección cuando sólo estaba aprobada una, y por los demócratas que se volaron la reelección fuera del procedimiento de enmienda.

Sin duda había un nudo constitucional en la crisis del año 2000, pero la mayoría de partidos no quería meterse en un debate que ponía sobre el tapete la naturaleza espuria del sistema creado en los 90, que muchos apoyaban por lo bajo porque había volteado –aunque fuese a patadas-, al país hacia la derecha, y sobre todo porque una consenso diferente se estaba labrando en el Perú de cambio de siglo y era muy riesgoso para los grandes intereses ir a una nueva constitucionalización.

De ahí el recurso casi simbólico de abolir el reeleccionismo como si eso corrigiera todo el entuerto y los dilemas de Paniagua y Toledo, que hicieron comisiones para proponer vías y contenidos para la nueva Carta. Así se propusieron hasta tres fórmulas: Asamblea Constituyente; encargo de la elaboración de un nuevo texto a juristas renombrados y posterior consulta ciudadana a través de una referéndum; reforma de la Constitución a través de sus propios mecanismos internos, con consulta ciudadana. Y todas estas posibilidades fueron puestas en la mesa del presidente Paniagua, que no decidió por ninguna de ellas y derivó el tema a la presidencia de Toledo.

El líder los Cuatro Suyos hizo a su vez una clara opción al aliarse con PPK para formar gobierno. Ahí la suerte estaba echada porque si el gringo estaba en ese lugar, era en aras de la continuidad económica. Y si no se podía discutir el capítulo económico, la sustancia constitucional seguiría siendo la misma. En diciembre del 2001, el congresista Pease recibió el encargo de encabezar la reforma a través de un consenso con las fuerzas representadas en el Congreso. Este trabajo duró mucho tiempo y varias veces celebró el éxito de haber concordado a medio mundo en temas donde existían discrepancias.

Pero al final la reforma quedó en nada. El gobierno no quiso presentar sus nuevos artículos y muchos menos someterlos a voto, porque lo más probable iba a ser que los electores usaran la consulta para votar contra el propio gobierno y los partidos políticos. Y así murió el intento. Luego vino Alan García y como siempre jugó el primer tiempo en el equipo de la izquierda para pasarse luego a la derecha. El caso aquí fue que el candidato prometió a su partido la restauración de la Constitución de Haya de la Torre, lo que lo diferenciaba de Ollanta (nueva Constitución) y de Lourdes Flores (no tocar la del 93). Claro que una vez con la banda presidencial se zurró en Haya de la Torre y su propio partido y se aferró al mamotreto fujimorista hasta las últimas consecuencias, acabando la discusión sobre el tema.

La firma de la Constitución

Por ley del Congreso 27600, del 15 de diciembre del 2011, bajo la presidencia de Carlos Ferrero, se acuerda la supresión de firma y el simultáneo inicio de un proceso de reforma constitucional. En el artículo Nº 1 de la citada ley se establece: “Suprímase la firma de Alberto Fujimori Fujimori, del texto de la Constitución Política del Estado de 1993, sin perjuicio de mantener su vigencia en aplicación de las Resolución Legislativa Nº 009-2000-CR, que declaró su permanente incapacidad moral y, en consecuencia, la vacancia de la presidencia de la República”. Este fue el último signo de ruptura con el pasado que los políticos peruanos produjeron después de los 10 años de autoritarismo y corrupción.

Dejaron la Constitución vigente pero sin firma, a la espera de la reforma que haría la Comisión Pease que, como ya se ha dicho, fracasó en el intento. Por eso Toledo pudo firmar la Constitución modificada y nos quedamos con la insólita situación de que la supuesta ley de leyes, es la única ley del Perú que no la refrenda ningún presidente, lo que en técnica jurídica podría ser una causal más para invalidarla.

Hay que recordar que la Constitución de 1979, no fue firmada por el dictador Morales Bermúdez cuando se la entregaron concluida para su promulgación, y la Asamblea en acto sobreaño la promulgó por su cuenta. Aun así, el 28 de julio de 1980, apenas juramentado en el cargo de presidente, el arquitecto Fernando Belaúnde, estampó su firma sobre el documento producido por una Asamblea Constituyente a la que Acción Popular se negó a asistir.

A pesar de que en ese caso hubo también una crisis sobre quién se hacía responsable de abrir el nuevo período constitucional, la solución de 1980 fue la mejor de todas, con el presidente democrático poniendo en vigor los nuevos principios y reglas del Estado, la economía y la sociedad peruanas. Eso no ha ocurrido con la Constitución de Fujimori que sigue siendo una especie de apestada, sin padre que la reconozca (porque el verdadero está en la cárcel) y sin voluntad política para hacerle cambios de fondo o sustituirla, como proponía Ollanta Humala cuando iba camino al poder.


6.11.11
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Lo que estaba estipulado en 1979

Artículo 307

¬Esta Constitución no pierde su vigencia ni deja de observarse por acto de fuerza o cuando fuere derogada por cualquier otro medio distinto del que ella misma dispone. En estas eventualidades todo ciudadano investido o no de autoridad tiene el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia.
Son juzgados, según esta misma Constitución y las leyes expedidas en conformidad con ella, los que aparecen responsables de los hechos señalados en la primera parte del párrafo anterior.
Asimismo, los principales funcionarios de los gobiernos que se organicen subsecuentemente si no han contribuido a restablecer el imperio de esta Constitución.
El Congreso puede decretar, mediante acuerdo aprobado por la mayoría absoluta de sus miembros, la incautación de todo o de parte de los bienes de esas mismas personas y de quienes se hayan enriquecido al amparo de la usurpación para resarcir a la República de los perjuicios que se les haya causado.

Los Wong y la influencia política

Si a mí me preguntaran sobre lo que sé del grupo Wong, contestaría que en mi opinión sí está dentro de lo posible que Erasmo y sus hermanos hayan querido utilizar alguna influencia del gobierno para realizar un desalojo en Andahuasi que ya se intentó varias veces, y en el que están en juego los 50 millones de dólares que dicen haber pagado tras una venta ilegal e inconsulta de acciones por parte de algunos dirigentes de la empresa, que también deben haber recibido por traicionar a sus compañeros.

En el 2007 investigué la forma como el Grupo Wong se quedó con varios locales que le fueron alquilados para el funcionamiento de sus cadenas de supermercados y cómo se sirvieron del apoyo de sus contactos con el Estado, empezando con Fujimori y Montesinos, para falsificar ventas inmobiliarias con terceros y lograr aberrantes resoluciones judiciales. Nadie aclaró tampoco de qué manera ocurrió que el antiguo bazar del ejército se convirtiera en una gigantesca tienda Metro en Chorrillos y que ahora esa sea una propiedad chilena enclavada en plena zona militar.

La propia entrada de la famosa familia al negocio del azúcar está llena de historias turbias que van desde la sociedad de Genaro Delgado Parker y Jaime Mur, para tomar el control de Paramonga, hasta su traspaso a los Wong que empezaron a soñar en diputarle el mercado de este producto (en plena alza en el mercado internacional) a los grupos Gloria y Oviedo situados más al norte, lugares en los que igualmente lo que menos ha habido es libre mercado y trasparencia. Pero si violencia, fraude e ilegalidades por montón.

El dato es que si los Wong son capaces de pagar para que se les venda lo que no se tenía atribuciones para vender, de manejar jueces que ordenan desalojos a sangre y fuego que la policía no se atrevió a ejecutar, y de contratar matones para intimidar a los trabajadores, ¿por qué no podrían tantear la posibilidad de que alguien que conocen, que tiene un hermano en el gobierno, les realice contactos policiales para apurar el desalojo, ahora que la suerte les está cambiando en el Poder Judicial?

El general Arteta ha dicho en sus declaraciones que la introducción de Chehade al tema de Andahuasi fue que él forma parte de un gobierno amigo de la inversión. Es decir que la posibilidad de la intervención policial vendría de esa amistad con los que ponen su plata. A mí me hubiera gustado oír dentro de los descargos del vicepresidente Chehade que desmintiera esa simple frase y que nos convenciera que su punto de vista, como parte del actual gobierno es otro: que el respeto a la inversión privada no significa atropellar los derechos de los trabajadores, que los conflictos no se resuelven a tiros sino con diálogo y que los temas de la inversión no son tratados en reuniones privadas con policías.

Pero no. Lo que ha hecho el exprocurador es decir, por si alguien no hubiese entendido, que no estuvo en las Brujas de Cachiche como mero parlamentario del gobierno sino como vicepresidente. Y nadie entiende ahora lo que significa una cena informal para agradecerle a un general sus atenciones de campaña y preguntarle algunas cosas ligeras, y que venga con sus amigos, que yo lo hago con los míos, y la rotunda referencia de autoridad que va de la mano de la idea de que su “error” fue hacer el encuentro en un restaurante. O sea que no era informal, aunque se equivocó de lugar.

En otra parte Chehade le responde Mulder enrostrándola que en 40 años de político no ha llegado ni a presidente del Congreso, en cambio él… Y ahí uno ve lo que le pasa a este pobre hombre. Para gente como los Wong y otros, este es el tipo de político ideal. No el que se mira al espejo para preguntarse si es verdad que es presidente, sino el que cree que la hizo bien en las elecciones al meterse a la lista y ahora a gozar del poder.

06.11.11
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jueves, noviembre 03, 2011

Otro balance

La versión Du Bois de los 100 días de Ollanta es tan simple como resumir que vamos bien en economía, pero con demasiados escándalos en política. Claro que uno puede preguntarse sobre qué es lo que ha cambiado en economía para que se diga que las cosas andan tan bien. Y la verdad es que no ha pasado nada. En otras palabras que lo que ha hecho el nuevo gobierno es dejar las cosas como estaban y ocuparse de otros asuntos, donde están las reformas, los avances y entrampamiento. No moverse es lo que el director de Perú 21, estima que merece una calurosa aprobación. Después de todo, esa política de piloto automático es la que él mismo recomendaba desde la presidencia del gabinete de asesores del ministro Camet, entre 1992 y 1998, cuando se consolidaron las líneas del modelo económico que el otro día el presidente Humala describió en Paraguay como “un país privatizado… (que pasó) de tener un Estado empresario a un Estado débil… (en el que) muchas empresas trasnacionales… son más poderosas que el Estado”.

Du Bois estuvo entre los gestores de este Estado mediocre e impotente que tenemos y de ese poder transnacional que lo ha premiado tan generosamente con treinta cargos remunerados en veinte años como demostramos en una investigación publicada hace algunos días. Pero también es corresponsable del actual ambiente de escándalo continuo con el que se quiere tener al gobierno contra la pared. Decir que lo que negativo de Ollanta está en sus “malas juntas”, es un monumento a la soberbia derechista, ya que lo único que puede querer decir es que el equipo con el que el presidente nacionalista ascendió hacia el poder enfrentando el fuego graneado de los medios y los escándalos más grotescos (como el de la “tía Pocha”, en Arequipa, por el que Du Bois está condenado por difamador) es el de los malos, mientras que los buenos son los que mantuvieron el Estado privatizado y la prepotencia transnacional que se resiste a cumplir con su mínima obligación de pagar impuestos (caso Telefónica).

En 100 días, el único escándalo real no parlamentario es el de Chehade y su intento de hacer gestión de intereses a favor de los Wong, pero revísese los titulares de Perú 21 y otras medios a lo largo de este breve período y se encontrará a Soberón colgado por sus opiniones sobre el tema de la droga que no tenían que coincidir con el punto de vista de los Estados Unidos, que es al que se sujetan algunos medios; a Mocha García Naranjo acribillada a partir de la imagen del baile, con la que se construyó el cuento de la “insensibilidad”; a Roncagliolo, petardeado por el caso de la ginecóloga embajadora (porque sin conocer a la persona se puede saber que las ginecólogas no sirven para esa función); a Eguiguren, por lo que recomienda la CIDH, respecto al caso Chavín de Huántar, que no es tampoco lo que dicen los periódicos. Y ahora a Marisol Espinoza por le tomógrafo de Essalud que se fue a Piura, como si ella lo hubiera movilizado.

Nadie, por supuesto, indaga sobre la vida personal, los negocios y las relaciones de los ministros neoliberales. No señor, aquí siempre ha sido de lo más natural pasar del Estado a los directorios privados y viceversa, y en ciertas ocasiones hasta dupletear a los dos lados del mostrador. O tener consultoras con amigos y parientes, encargadas de facilitarles llegada el Estado a las grandes empresas y buena prensa, mientras el de la familia que está en el poder redacta las resoluciones. Eso no es un escándalo. Es buena economía nada más.

02.11.11
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