viernes, noviembre 11, 2011

Chehade desafía a Ollanta

Como si se tratara de un personaje bíblico, el vicepresidente Chehade ha decidido agravar temerariamente hasta el límite del desastre, la crisis creada por él mismo con su desafortunada invitación a tres generales a degustar los exclusivos platos y vinos de las Brujas de Cachiche. Ahora está directamente enfrentado al presidente que de buenas maneras le sugirió dar un paso al costado para bajar las tensiones políticas y separar al gobierno de sus equivocaciones. Pero Chehade ya da la impresión de no darse cuenta de lo que está viviendo y por eso fue el martes al Congreso para buscar la solidaridad de sus colegas de bancada y hacerse saludar por su santo, como si se tratara de una víctima de un ardid de la derecha, y no de un hombre que falló a poco más de un mes de haber saltado de la nada hacia los primeros lugares del escalafón político.

Declarar la no pertinencia del pedido presidencial va a quedar en los anales de las frases infelices de la política peruana. Y si hay que buscarle una explicación a mí se me ocurre que no es sólo un problema de humos crecidos y de mareo de poder que se ve tan clarito en sus intervenciones de descargo y que sin duda fue el motivo por el que se creyó con la atribución de convocar generales e invitarlos a comer; o que realmente crea que Ollanta se la debe por los juicios que le ayudó a ganar. Pienso que además de esto, hay una comprensión política diferente entre presidente y vicepresidente sobre lo que deben ser las relaciones entre el poder económico y el poder político.

Mientras Ollanta transmite la idea de que los actuales límites en que se mueve son un producto de una relación de fuerzas creada en las elecciones y que la necesidad de pactar con parte de la conducción económica previa, tiene sentido pragmático y no de cambio de ideología, a Chehade parece haberle afectado el síndrome Alan García de imaginar que lo lógico es ganar por la izquierda para gobernar por y con la derecha. La frase nunca desmentida que le atribuye el general Arteta y que sería con la que arrancó la discusión sobre Andahuasi: “vengo de un gobierno amigo de las inversiones”, es la que hizo de santo y seña para la política de los últimos cinco años y que fue la madre de todas las corrupciones.

¿Por qué Chehade que ha desmentido todo lo que no podía desmentir porque era verdad (que sí se habló del desalojo de la azucarera; que su hermano estuvo en el Potao; etc.), no le ha dado importancia a la reiterada insistencia del general sobre este concepto que es casi un programa político? Creo que la dificultad que encuentra el vicepresidente para ubicar cuál es su delito está en este punto. No se da cuenta que la obligación del poder político es mantener su independencia de los grupos económicos, como se comprometió públicamente Ollanta Humala, en su discurso de la victoria la noche del 5 de junio y ha reiterado varias veces desde entonces. Es esto mismo lo que no entendía García y Jorge del Castillo: que las inversiones no deben venir por asuntos de amistad o de gestiones en hoteles o restaurantes, sino a través de mecanismos trasparentes sin interferencias políticas.

10.11.11
www.rwiener.blogspot.com

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