miércoles, junio 29, 2011

Echan a Rosa María Palacios de Canal 4 por caso BTR

García habría ordenado cerrar el programa para que no salga informe sobre el chuponeo que ordenó a actriz hija de alto funcionario petrolero del Estado, que condujo a descubrir la sociedad del gobierno con la empresa Discovery de Noruega.

La primera víctima de la cadena de destapes que está trayendo el informe oral del caso BTR resultó siendo contra todo pronóstico la periodista y abogada Rosa María Palacios, cuyo programa fue clausurado abruptamente luego que se supo que el hilo que condujo a descubrir las maniobras de la empresa noruega Discovery Petroleum no fue un supuesto chuponeo pagado por la estadounidense Petrotech, sino románticas conversaciones grabadas entre el presidente García y su amiga la actriz Vanessa Saba, en las que se filtró información dirigida a su padre, presidente de Perupetro, la empresa pública que debía asignar las licitaciones petroleras y gasíferas.

Como se sabe, Palacios está casada con el gerente legal de Petrotech, Alberto Varillas, señalado por diversos elementos del gobierno como el probable misterioso financiador de los chuponeos. Y en no pocas ocasiones usó su espacio en la pantalla para defender a su familiar de estas acusaciones. El día de ayer se preparaba a valerse de las declaraciones de Ponce Feijoó y de los trascendidos de prensa para evidenciar el complot del APRA para trasladar la responsabilidad del espionaje telefónico a contratistas privados, cuando se trataba de una filtración de las propias operaciones de escucha y control del gobierno que salieron a la calle.

Los directivos de América Televisión encabezados por Luis Miró Quesada Valega y Martha Meir Miró Quesada habrían recibido la presión directa de Alan García para que el programa saliera del aire. Miró Quesada Valega quiso explicar la extraña decisión como una opción de la empresa por el entretenimiento y el deporte. Argumentó a su vez que el contrato con la periodista se vencía 30 de junio. Sin embargo, esto no explica que la cancelación llegase de manera tan brutal e inesperada. Hasta el día lunes, Palacios desarrolló su programa con informes y entrevistas con toda normalidad. Pero hoy, en medio de las informaciones cruzadas sobre el caso BTR que confirmaban que García y Ponce se dividieron el trabajo para la campaña del 2006 (tu te ocupas del comandante y yo de la gorda), y que ponían en evidencia que el presidente hacía encargos de seguimiento, incluso para asuntos personales, para BTR, se le apagó la señal con increíbles justificaciones.

Giro en las investigaciones

Muchos se han preguntado por la resistencia de Daniel Saba en la presidencia de Perupetro tras la crisis de los petroaudios, si era uno de los implicados principales. El motivo habría estado vinculado a la relación que lo unía a Alan García a través del constante acoso que el presidente realizaba sobre su hija, la bella actriz Vanessa Saba. En otras palabras, Saba no podía caer sin arrastrar a García. Por eso se fueron Gutiérrez, Del Castillo, Garrido Lecca y Valdivia, pero no el hombre que otorgó las concesiones.

Algo más, los nuevos datos están dando a entender que lo que realmente habían estado buscando el gobierno y su nueva amiga Discovery de Noruega, representada por Rómulo León y Bieto Químper, era no sólo quedarse con un buen número de lotes en la costa y en la selva, sino lograr el retiro de la norteamericana del país, con el propósito de transferir sus campos a los recién llegados. De esta manera se hace claro el motivo por el cual el gobierno estableció de pronto que el problema no era lo que conversaban León Químper, Canaán, en los audios grabados, sino la intención de alguien que pagó a los chuponeadores para enterarse de secretos del gobierno.

La pregunta clave era, según García: ¿quién pagó a los chuponeadores?

Ahora ya se sabe quién era. El propio García, convertido en un Dios todopoderoso controlando con métodos de dictadura hasta a las mujeres que le interesaban. Y que cuando se dio cuenta que había actuado como aprendiz de brujo, desatando fuerzas que escapaban a su manejo, armó todo el tinglado de la intervención de Hidalgo y los fiscales y jueces digitados, la desaparición y manipulación de pruebas, y el asilamiento y silenciamiento de los jefes de BTR.

Pero al final todo se sabe. Y como se comprueba, eso significa también una amenaza para la libertad de prensa. Nuestra solidaridad con la periodista Palacios, con la que hemos tenido muchas diferencias, pero que en estos momentos es víctima de la arbitrariedad.

29.06.11
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Toledo

Toledo está tratando de agarrar el mayor número de ministerios, mientras reconoce que mantiene “dudas y sospechas” sobre el futuro gobierno, que sólo se despejarán cuando Ollanta las despeje (sic)…

Hace algunas semanas Toledo, después de sus propias dudas y contradicciones, se decidió a votar por Ollanta Humala para salvar la democracia de la amenaza fujimorista que venía tras de Keiko, pero ahora quiere salvarla del propio Ollanta.

Dice que “el pueblo” le está pidiendo a gritos que lo cuide del nuevo presidente, y cuando le piden identificar a ese pueblo que no voto por él pero ahora lo necesita, apunta que se trata de empresarios que cuidaron sus bolsillos…

¿Se quedará el guardián de la democracia en su país natal para “monitorear” al gobierno del que aún sospecha, pero al que le está pidiendo puestos en el Estado para sus partidarios? Nada que ver. Toledo es un cholo gitano que no puede permanecer en un sólo sitio, y si aquí no le dieron la presidencia se irá a otro lado los próximos cinco años para cuidarnos desde lejos.

No olvidar que el 28 de julio del 2000, cuando Lima ardía en medio de la batalla de los Cuatro Suyos, el líder de la jornada andaba con su pasaje aéreo en el bolsillo y en esa misma tarde partió al extranjero, para no volver hasta octubre cuando la dictadura ya era agónica.

Así que no hay nada nuevo en la idea de la heroicidad de Alejandro Toledo.

Sin duda fue un rapto de lucidez lo que llevó al Cholo de Harvard a concluir que el 10 de abril (primera vuelta) el Perú había mostrado su enojo, sancionando a todos los partidos que representaban el poder de los años 2000: APRA, PPC, Perú Posible, Solidaridad Nacional.

Sólo que después ha vuelto a extraviarse en explicaciones toledianas, como que a él le tocaba ganar pero García le colocó a Castañeda y PPK para que perdiera. O sea, enojo, nada.

Pero el enojo existe y existía durante el año 2000 cuando muchísima gente lo creyó un líder capaz de comandar la lucha contra la dictadura y desmontar el régimen instaurado por el golpe de Estado. La rebelión electoral de la primera vuelta de ese año y los cuatro suyos, fueron enojo puro que siguió en las marchas cívicas, las banderas lavadas, hasta llegar al levantamiento de Locumba.

¿Qué hizo con ese dato clave el presidente del año 2001? Nada. Creyó que había sido elegido por un designio divino, o por el color de su piel, o como un premio por haberse “fajado” el año anterior, sin entender que mientras más altas eran las expectativas por el cambio, más profunda sería la caída y la desilusión porque todo se mantuvo básicamente igual.

Toledo da la impresión de intuir el camino en ciertos instantes históricos, pero sólo para terminar dándoles una interpretación arbitraria que apuntala su supuesta excepcionalidad política. Es verdad que se necesita ser excepcional para perder una elección que ya tenía ganada, como ocurrió este año. Pero eses es otro problema.

Aquí lo que cuenta es recordar lo que representa un político inconsecuente. Hoy que estamos comenzando un nuevo gobierno al que el toledismo merodea para infiltrarlo, hay que decir que el gran reto de Ollanta es hacer exactamente lo contrario que hace diez años. Escuchar la voz del pueblo y no tener miedo a los cambios.

29.06.11
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domingo, junio 26, 2011

Masacres a fecha fija

Alan García tiene una cierta especialidad para matar en fecha simbólica.

La vez anterior fue la masacre de Bagua en el día mundial del medio ambiente, originada en la decisión de desalojar con toda la fuerza disponible la carretera Jorge Basadre, en la llamada curva del diablo, dando origen a un sangriento enfrentamiento.

Ahora escogió el día del campesino (antiguo día del indio) para martirizar a Puno, con un saldo de seis muertos que además no sirvió ni siquiera para impedir la toma del aeropuerto que terminó de todas maneras en manos de los manifestantes y derivó en el apedreamiento y quema de varias comisarías.

¿Qué le pasa a nuestro todavía presidente?

En los 80 un García con menos años y kilos en el cuerpo, pero con ínfulas parecidas a las actuales le dio a Sendero Luminoso la ocasión para instaurar el día de la heroicidad en el que se conmemoraba la eliminación de 300 presos por la orden desbocada de un gobernante que quiso salvar un Congreso Internacional que se estaba instalando en Lima y lo hizo volar en mil pedazos.

Veintitrés años después una determinación casi idéntica llevó la muerte a Bagua y dos años después a Puno y Huancavelica, con el agravante de que en ambos casos el presidente apostó a alargar el problema como si los que bloqueaban las vías pudieran seguir eternamente ahí o como si creyese que por cansancio podía hacer aceptar condiciones que pareciera que en algún sentido había también ganado en la puja o no había perdido tanto.

Al final, por supuesto, el gobierno concluyó derogando las normas pro grandes inversiones que defendió contra la razón política y social y llegó a la última etapa del conflicto bañado en sangre, acusado por todos los sectores y derrotado en sus propósitos originales. ¿Cómo explicar que esta haya sido la línea de actuación de todos los conflictos a lo largo de este gobierno y que se acentúe hacia el final como si se quisiera hacer que transferencia desemboque en un total caos?

Ayer, García dijo que: “el primer objetivo es garantizar una transición pacífica y el inicio sin problemas del presidente Humala, y es por eso que hemos transigido en algunas normas, ya publicadas, que dan solución cabal a todos los reclamos que se habían planteado”

Pero entonces la pregunta es ¿por qué no lo hizo antes, en vez de tener que esperar casi una decena de muertos en muy pocos días? Y respecto a la interpretación de los hechos que imputa a “oscuros intereses políticos”, habría que interrogarlo a qué oscuridad se refiere, porque precisamente el caso de Puno es el de la disputa entre la agricultura permanente, el agua limpia y el sol brillante, contra la minería sombría y que dura lo que el mineral bajo la tierra.

Por no entender que el problemas del agro y las comunidades realmente existe, o por imaginar que se resuelve imponiendo la concesión minera, el país del crecimiento da la apariencia en ciertos momentos de ser un campo de batalla donde las masas se alzan contra el Estado insensible y sordo, que usa sus armas contra el pueblo.

La esperanza es que esto termina el próximo 28 de julio.

26.06.11
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Nueve muertos en una semana

Transferencia sangrienta

A Toledo le costó una elección darse cuenta del enojo de los peruanos que no compartían sus entusiasmos por lo que fue su gobierno de comienzos de los 2000; a García, también enamorado de sí mismo, y del crecimiento económico y las inversiones, le está tomando ocho muertos en una sola semana llegar a la misma conclusión, cuando se preparaba más bien para una despedida plena de inauguraciones, cristos sorpresivos y trenes de Odebrecht.

Nueve muertos es una cifra escalofriante. Un promedio de más de un muerto diario, para un país que todavía está viviendo la fiesta de la victoria del 5 de junio y en el que a cada paso nos tropezamos con las esperanzas que se han activado en la gente. Es algo muy siniestro que a alguien se le haya ocurrido dejar crecer los conflictos y disparar sobre los protestantes, que no por casualidad proceden de pueblos en los que la votación por Ollanta Humala anduvo cerca del 80%.

¿No será que García se ha lanzado a provocar a estas poblaciones que se sienten ganadoras y con derechos fortalecidos y está metiendo una brecha de sangre entre el Estado y las poblaciones más pobres del país, antes de entregar las riendas del Estado? ¿Por qué tienen que morir pobladores para que se imponga restricciones y regulaciones a la actividad minera o para que dos provincias llenas de carencias se pongan de acuerdo sobre si debe haber una universidad provinciana frente a la de la capital del departamento, cuando los recursos públicos existentes no son suficientes para el funcionamiento de una sola de ellas?

Lo más sorprendente es que García ni se conmueve con el rastro de sangre que está dejando en las últimas semanas en el poder. No es que no haya habido decenas de muertos, en estos años, como atestiguan Bagua, Chala, Madre de Dios, Ayacucho. Pero que la violencia represiva se extreme por un gobierno a poquísimas semanas de salir de escena es algo fuera de lo normal, que fácilmente encaja en un plan maquiavélico.

A algunos les parece que la explicación de lo que está pasando está en los líderes de la lucha y en su intransigencia para lograr soluciones duraderas. ¿No será que Aduviri, o los estudiantes de Huancavelica y Tayacaja, están siendo manipulados por otros intereses que buscan desestabilizar la transferencia? Tremendo error. En primer lugar porque los problemas existen y son relativamente antiguos, y el gobierno los ignoró hasta que se volvieron incontrolables. García estuvo dispuesto a frustrar las elecciones en Puno antes que ceder a derogar el decreto de concesión minera en la zona de frontera que los aymaras rechazaban. Y cuando le anunciaron que el paro continuaría después de la elección hizo como que no escuchaba y siguió dejando correr la bola hasta que se impuso la intransigencia.

Si el gobierno permite que la protesta se haga dura e inflexible, no puede acusar de cerrazón a los dirigentes y a las bases que ahora sólo aceptan soluciones de largo plazo. Ya no sólo que se suspenda o se vaya la minera canadiense, sino que se prohíban nuevas concesiones en su territorio. No sólo que no se recorte los fondos de la universidad, sino que los problemas múltiples de este departamento postergado, incluidos los de la educación, empiecen a ser atendidos por el gobierno central.

El efecto 5 de junio

La victoria de Ollanta Humala en 19 departamentos y en cerca del 80% de las provincias y distritos del interior del país, es aunque se diga lo contrario, una revolución en las relaciones de poder existentes en el país. Significa que por primera vez en la historia el voto significa algo más que un elemento reproductor y convalidador del orden establecido y para dejar las cosas como han estado siempre. Los efectos de esta conmoción están todavía muy lejos de hacerse evidentes. Por eso hay personas que repiten ¿y qué hacen los aymaras en San Borja?, ¿o que hacían los huancavelicanos en la Plaza Dos de Mayo?

No hemos entendido que estas poblaciones están como cualquier ganador de las elecciones exigiendo un nuevo trato con el poder. Sólo que las comunidades y los sectores populares, no caminan por el lado de las reuniones privadas con el nuevo presidente, sin o que se apoderan de la calle para que sus mensajes sean recepcionados con toda claridad. Todo indica que Ollanta sí está entendiendo este sentimiento y por eso insiste tanto en que no habrá grupo económico que pueda imponerle la agenda de Estado.

La cuestión es que tenemos todavía por delante treinta días de un García dispuesto a hacer trampa cada vez que la ocasión se lo permita. Y en ese lapso lo que estamos viendo es que el gobierno vencido y repudiado sigue actuando como si las urnas le hubieran dado la razón y hubieran respaldado el delirio presidencial de creerse dueño de la verdad y de la historia. Acuérdense las varias veces en que García ha dicho que la policía debería disparar antes de pensar. Y no ha aprendido nada de Bagua, donde inventó la historia de los nativos atacando policías, cuando la orden de desalojo violento la dio personalmente, por lo que hasta hoy ninguno de sus ex ministros comprometidos quiere asumir su responsabilidad.

La teoría del caos

Si es cierto que García se crece al borde del abismo, aquí lo tenemos creando sus propio caos de fin de gobierno para trasladarlo a su sucesor y reaparecer más adelante como alternativa de orden. No olvidemos al García de los petroaudios y los chuponeos, de la crisis internacional y del terremoto, convertido en moralizador y perseguidor de corruptos, mientras eliminaba las huellas que lo incriminaban directamente, en economista global y reconstructor privatizante. Esta capacidad mimética lo convierte en un factor permanente de la política que se resiste al retiro.

Hoy la señal que nos está enviando es que no pudo impedir que el que no quería fuera presidente, pero que si puede hacerle lo más difícil una transferencia ordenada y pacífica que permita al nuevo presidente enfocarse en los puntos clave de su propuesta y en un proyecto de cien días que galvanice al país.

Para conseguir el caos basta dejar que crezcan los conflictos latentes hasta hacerse incontrolables y luego disparar sobre ellos. El poder de Lima contra las provincias, las comunidades y los pobres, como en las elecciones.

26.06.11
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miércoles, junio 22, 2011

El caso de Puno

Puno y Huancavelica nos están diciendo algo de lo que se viene.

El nuevo presidente debiera leer muy claramente el mensaje. Las provincias que también han ganado las elecciones y que han puesto a quién consideran su presidente en Palacio de Gobierno en Lima, ya no se van a quedar en sus lugares esperando la llegada de las comisiones llamadas de “alto nivel” para que vengan a discutir sobre sus problemas.

Ahora ellos empiezan a moverse hacia la capital donde está el viejo poder al que acaban de doblegar con sus votos y están diciendo que esta podría ser la dinámica de los siguientes meses y años. Pero la esencia de este proceso es que se trata de un dato anunciado.

Si el gobierno de Ollanta se inaugura presentando un proyecto para la aprobación de la ley de consulta de acuerdo al Convenio 169 de la OIT y estableciendo una moratoria de medio año o del tiempo que sea necesario para replantear una relación más equilibrada y mutuamente respetuosa entre las mineras y las comunidades, se estará abriendo un momento distinto.

Las famosas cifras de la Defensoría del Pueblo sobre conflictos ambientales caerían verticalmente y las clases medias limeñas que hoy se sienten intimidadas por las movilizaciones que ocupan sus calles sentirían que un gobierno de diálogo y concertación es mejor que uno de represión y subordinación a los intereses trasnacionales, como el actual, que no ha hecho sino escalar los enfrentamientos.

Lo mismo puede decirse de otros problemas.

El caso de la Universidad de Tayacaja que está enfrentando a provincias hermanas del departamento más pobre del país no es sino uno más de los engendros de García capaz de sembrar el caos en los lugares menos pensados.

¿Cómo actuará el nuevo gobierno ante la demanda de los pueblos por una mayor oferta educativa y por recursos para sus Universidades? Es verdad que no podemos tener una universidad por cada provincia y mantener invariable el presupuesto de educación superior por departamento, con lo que se condena a los centros de estudios existentes y a los recién creados a languidecer.

Pero tampoco se puede enfrentar a una provincia olvidada que ha encontrado en la ley que crea su Universidad un gesto inesperado del poder hacia ellos. Es decir ya no hay vuelta para atrás. Pero si hay la opción de que el 28 de julio se anuncie el aumento de emergencia del presupuesto de educación en todos los niveles y se cree una partida especial para la nueva universidad, sin afectar la de Huancavelica.

El punto central de todo esto es que se ponga punto final a la mirada centralista, racista y excluyente, que observa las demandas y movilizaciones como algo ajeno e incomprensible, movido por intereses oscuros y cuyo único aspecto resaltable serían los métodos violentos de algunos de sus actores. El nuevo presidente elegido por puneños, aymaras y quechuas, huancavelicanos de Tayacaja y Huancavelica, y de muchos otros pueblos pobres y postergados del país, tiene una extraordinaria oportunidad de cambiar el orden de las cosas.

Pero hay que estar claros: esto ocurre cuando la situación está más que madura para el desborde social. Lo estamos viendo. Por tanto, se puede concluir que el 28 de julio empieza el cambio, sí o sí, no hay vuelta que darle.

22.06.11
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domingo, junio 19, 2011

Tienen mi palabra

Cuentan que cuando los asesores brasileños de Ollanta Humala estudiaron los resultados de los focus group que habían contratado para investigar los lados débiles y fuertes de la candidatura, encontraron que el valor que más se mencionaba era la honestidad y sinceridad del aspirante a la presidencia. Por algún motivo: su condición de militar, su trayectoria, su perseverancia, la gente tendía creer que lo que decía era cierto y que su actitud de lucha contra la corrupción era legítima. Por ello recomendaron la fórmula: “honestidad para hacer la diferencia”, que el mismo Ollanta transformó en: “tienen mi palabra” con la que rubricó sus declaraciones de segunda vuelta.

Es claro ahora que el desafío del nuevo presidente va ir precisamente por el lado de que su mayor valor de campaña, es decir su credibilidad y ninguna concesión a la corrupción, no se deteriores. Tendrá que recordar, para esto, la velocidad con la que Alejandro Toledo liquidó las enormes expectativas que había levantado cuando empezó a ser visto como un mentiroso y un apañador de muchas pequeñas corrupciones de tipos relacionados con el gobierno que vendían los accesos al poder y de infiltrados procedentes del viejo régimen y de antiguas corrupciones que se colaban en el gobierno.

Hasta hoy Ollanta no ha soltado prensa sobre el inicio del nuevo poder que deberá cambiar el país y las relaciones entre pobres y ricos, entre las provincias y la capital, entre el Perú y el mundo. Pero todos sabemos que gran parte del futuro se estará jugando en que los primeros días de la nueva administración se empiece la ejecución las principales reformas anunciadas (credibilidad), venciendo cualquier resistencia; y de que el nuevo equipo político en la dirección del país no cargue una mácula de duda sobre su pasado en la política y la gestión del Estado.

Hay un problema, por cierto, en el lado de los llamados aliados de la segunda vuelta y de la presión mediática, que quisieran tener capacidad de decisión en los puestos claves para poner candados adicionales a los existentes para detener el cambio. Esa es la discusión sobre el premier, el ministro de economía y el presidente del Banco Central de Reserva. Pero hay otro problema en los técnicos de última hora, que siempre están en la primera hora de los nuevos gobiernos, y que cargan con diversos pasivos de sus anteriores participaciones en el poder.

La idea de que el gobierno da una imagen de confianza porque cuenta con ex ministros, ex viceministros y ex altos funcionarios de otros gobiernos, puede ser equívoca, sobre todo si queremos que la honestidad sea la diferencia. Después de todo a Ollanta Humala siempre le escuchamos decir que se había alzado contra un pasado de vergüenza y que estaba decidido a recurrir a las fuerzas nuevas del país, asumiendo los riesgos de tener que aprender, que son mucho menos peligrosos que la dejar alguna pequeña ventana abierta a la corrupción.

Como muchísimos peruanos hemos tomado la palabra de la esperanza que encarna el nuevo presidente. Esto quiere decir que confiamos que el 28 de julio se instalará un gobierno honesto que iniciará el cambio profundo de la sociedad peruana.

19.06.11
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Una lectura analítica de los resultados de la segunda vuelta

Esta semana se conocieron los resultados finales de la segunda vuelta del año 2011, que dieron 51.45% para Ollanta Humala de Gana Perú y 48.55% para Keiko Fujimori de Fuerza 2011. Una diferencia de 2.95%, que se compara con el 5.25% que separó a Alan García de Humala hace cinco años.

En el 2006, Ollanta Humala obtuvo 6 millones 270 mil 80 votos en segunda vuelta y en el 2011 llegó a 7 millones 937 mil 704 votos. Esto significa un incremento de un millón 667 mil 624 votos de una elección a otra. Es también la cifra más alta de votos lograda por un postulante a la presidencia:

• 2001 Presidente Elegido Alejandro Toledo M. Votos: 5,548,565
• 2006 Presidente Elegido Alan García P. Votos: 6,965,017
• 2011 Presidente Elegido Ollanta Humala T.: 7.937.704

La diferencia de votos entre Humala y Fujimori en la segunda vuelta del 2011, asciende en cifras numéricas a 447 mil 57 votos. En el 2006 la brecha entre García y Humala llegó a 694 mil 937 votos.

Votación total

Las cifras de la ONPE indican que en la segunda vuelta del 2011, acudieron a las urnas 16 millones 466 mil 397 votantes, y de una vuelta a otra la asistencia se redujo en 1.3% (233 mil 337 votantes menos).

En la elección de 2006, los votantes de segunda vuelta ascendieron a 14 millones 468 mil 278 que eran 163 mil 725 menos (1.1%) que los participantes en la primera vuelta.

Es interesante marcar esta tendencia a un ligero descenso del número de electores entre primera y segunda vuelta que se repite en los dos procesos y que contradice la idea de que el interés se acrecienta en la ronda definitoria haciendo votar a los que no lo hicieron.

Otro dato importante se refiere a la evolución de los votos “no válidos”, en blanco y viciados. En las elecciones en segunda vuelta del 2011 los votos blancos fueron solamente un 0.7% del total de votos emitidos, que en cifras equivale a 116 mil 335 papeletas. En este mismo proceso los votos viciados representaron el 5.6%, que en número es igual a 921 mil 711. Sumados estos dos valores dan un millón 38 mil 46 votos o 6.3% de todos los votos emitidos.

En la primera vuelta los votos en blanco fueron un millón 447 mil 696, representando el 8.84% de los votos emitidos, mientras los nulos ascendieron a 574 mil 875, que equivalían al 3.44%. Esto quiere decir que los votos en blanco decrecieron de una vuelta a otra nada menos que en un millón 331 mil 361 votos, retrocediendo más de 98%. Mientras los viciados crecieron 346 mil 836 votos, más o menos 2.8%.

El resultado es que la suma de votos no válidos (blancos más viciados), en primera vuelta supera ampliamente a los de la segunda, a pesar de todos los anticipos de que esta franja de votación agruparía a los que no se habían polarizado entre los dos candidatos y se consideraban componentes de una postura propia más o menos extendida.

Una observación a lo que pasó en el 2006 con estos votos, es reveladora: en la primera vuelta los votos blancos llegaron nada menos que al 11.87% del total, con un valor numérico de un millón 737 mil 45 votos (más que en el 2011). Los viciados en esa ocasión llegaron a 619 mi 573 votos, que representaban 4.23% (también superior a la primera vuelta de este año).

Al llegar a segunda vuelta, los votos blancos bajan dramáticamente a 157 mil 863, que correspondía al 1.09%, mientras los votos nulos crecían hasta un millón 75 mil 318 que venía a ser un 7.43% de los votos emitidos. Los votos no válidos pasaron en resumen del 16.1% en primera vuelta, al 8.52% en segunda vuelta.



Distribución territorial

Estos números son más interesantes cuando se les aprecia a nivel de circunscripciones electorales (24 departamentos, Callao y extranjero). En el 2006, el ganador García Pérez, se impuso en 11 lugares, y su contendor Ollanta Humala en 15.


En la segunda vuelta del 2011, Ollanta Humala venció en 19 circunscripciones, dentro de las cuales están las mismas 15 de hace cinco años y seis adicionales. Keiko Fujimori logró el primer lugar en 7 circunscripciones y perdió cuatro de las que hicieron ganar a García Pérez.

Algunos datos adicionales son sin embargo claves para entender la dinámica de la derrota:

• Keiko Fujimori registró cinco puntos menos de votación en Lima que Alan García en el 2006: mientras el aprista le saca una ventaja de un millón 103 mil 667 a su adversario en Lima, para terminar ganando por 694 mil 937; Keiko Fujimori sólo aventaja en 813 mil 808 (300 mil menos), para perder por 447 mil 57 votos.

• Keiko Fujimori no logra grandes resultados, encima del 60%, que García obtuvo en La Libertad, Extranjero, Lima, Callao e Ica. Keiko sólo logra un resultado equivalente en Extranjero (70.38%) En el caso de La Libertad, Alan García obtuvo 72.54% el 2006, mientras que Keiko ganó mucho más apretadamente 56.66%, lo que implica un cambio en la tradición de este departamento de votar en masa de acuerdo a las órdenes del APRA.

En el caso de Ollanta se verifica numerosas constantes, y algunas variaciones limitadas: Ayacucho era el departamento más votado del 2006 con 83.42% de los votos, y descendió al puesto cuatro con 72.10%. Puno era la sexta circunscripción en votación y subió a ser la primera, pasando de 69.6% a 77.9%.



Algunos mitos rebatidos por la realidad

La segunda vuelta del 2011 ha dejado algunas conclusiones:

1) Que el voto peruano no es lo voluble e imprescindible que se decía. No puede decirlo a la luz de elecciones que repiten numerosas características y cuyas proporciones y distribución territorial se ajustan sorprendentemente.

2) Que estas elecciones no eran tan distintas a las anteriores como se afirmó insistentemente, arguyendo la reducción de la pobreza y la ampliación de la clase media, así como el cambio de paradigmas: crecimiento, estabilidad, etc. Es muy difícil pensar que los que votaron hace cinco años por el Ollanta radical se hayan vuelto “centristas” y promercado, o que se haya producido un viraje dramático en estratos sociales acomodados. Los datos no dicen nada de eso. Más bien puede entenderse que el Ollanta de la camisa azul y del discurso moderado, haya sido visto como más cercano a la presidencia que el de la anterior elección y en esa medida ha sido aceptado como una necesidad de adaptación a las reglas de la lucha dentro del sistema.

3) Que no es verdad que basta Lima y las ciudades del norte para ganar las elecciones. Los estrategas de Keiko Fujimori apuntaron a repetir el plato de García Pérez el 2006 y fallaron, porque no consiguieron el margen de ventaja suficiente en la capital (error en las encuestas), ni la amplitud aprista en las plazas norteñas.

4) Que tampoco fue cierto que las clases medias decidirían la elección. Mirando los datos distritales de Lima, donde se ubica el grueso de A, B y C, se comprueba que en todos ellos ganó ampliamente la candidata naranja y perdió la elección. En distritos como San Isidro, Miraflores, San Borja, Surco y otros, los porcentajes de Fuerza 2011 superan el 70 y 80%, sin que hayan podido incidir en la decisión final.

5) Que, siguiendo lo anterior, también fue falsa la información de las encuestadoras que decía que Humala había conquistado B y C, o por lo menos había equiparado fuerzas con su adversaria. Si hubiera sido así, la suma de sus votos habría sido abrumador dada su clara hegemonía en los votos de sectores populares y pobres, y votos provincianos.

6) Que también resultó una ilusión la idea de un tercer sector, distinto a los dos candidatos de la segunda vuelta, que se proyectara a romper la polarización. El “voto no válido” (blanco más viciado) disminuyó en segunda vuelta. Los blancos se redujeron drásticamente y los viciados crecieron pero en una proporción que no compensaba la disminución de los blancos. Los líderes y partidos que no se definieron en la elección, han quedado mal parados frente al resultado y a los nuevos retos planteados.

7) Finalmente, que se desmintió la noción de que el ausentismo podría impactar en el resultado final. No hubo más abstencionismo que hace cinco años y en ninguno de los dos casos, los votos que no se emitieron al pasar de primera a segunda vuelta, tuvieron el peso para alterar el resultado final.


miércoles, junio 15, 2011

Aeroperú y la Línea de Bandera

Los opositores a la propuesta nacionalista de recuperar para el país el derecho a tener una línea de bandera que surque los cielos nacionales y nos conecte con el mundo, han empezado a sacar argumentos que forman parte de los más gruesos y falaces lugares comunes de los últimos veinte años:

- Para qué interesarse en intervenir sobre una actividad económica en la que ya está participando el sector privado, aunque este sea mayoritariamente extranjero.

- Las empresas públicas son ineficientes y corruptas, mientras las privadas serían todo lo contrario.

Pero no es verdad que en el Perú se está brindando un servicio como el que existe en otras partes del mundo: conectividad a todos los puntos del interior (hay sobreoferta en algunas rutas y abandono de otras menos rentables), ni aprovechamiento de rutas internacionales con beneficio para el usuario peruano (nos integramos a circuitos de empresas extranjeras que no nos permite bajar tarifas como se hace en otros casos por mecanismos de compensación), nos sometemos a abusos monopólicos, etc.

Tampoco es cierto que la aviación comercial peruana haya sido deficiente como actividad empresarial pública y exitosa como privada, como pretende la mitología neoliberal. Aeroperú fue una buena empresa, a la que la maltrataron varios gobiernos (especialmente el primero de Alan García que la hizo trabajar por debajo de sus costos), pero su fracaso y colapso sobrevino del proceso de privatización corrupto que se ejecutó durante el gobierno de Fujimori (la más corrupta de las privatizaciones, según Alejandro Toledo).

Eso de “Aeropeor” es un cuento que justificó el regalo de activos y derechos de todos los peruanos a intereses mexicanos, asociados con grupos peruanos (Graña y Montero y otros) y a funcionarios corrutos como el ex ministro Camet y su superasesor Roberto Abusada que era a la vez presidente de Aeroperú privatizada, mientras cobraba sueldo en el MEF, y es todavía la tapadera del robo que se produjo con la falsa liquidación que convirtió a los accionistas mayoritarios (Aeroméxico) en supuestos acreedores y rematar terrenos, locales, aviones y repuestos, a favor de ellos mismos, y en perjuicio del Estado como accionista y recaudador de impuestos, y de los trabajadores.

Precisamente los que hacen gestos como que eso de la aviación comercial es una bagatela de la que no deberíamos estar discutiendo se mueven entre los que tienen miedo que se remueva el pasado y salgan las evidencias de la corrupción, y los que actúan directamente en asociación con los intereses de la empresa chilena que controla el 70% del mercado aerocomercial peruano. El hecho es que la nueva gestión gubernamental debe ser consciente de que este es un tema que no aguanta la mantención de la vergonzosa y dañina situación actual, en la que inversionistas extranjeros explotan un servicio en el que los Estados tienen derechos mundialmente reconocidos, y en el que gente corrupta se mantiene impune bajo el pretexto de que nos liberaron de las pecaminosas empresas públicas.

Legalmente el Perú tiene una línea de bandera que es Aeroperú, con un patrimonio, mermado pero reconstituible, y que podría volver a operar como una asociación público-privada como esas que ahora están tan de moda. Es cosa de tener el coraje para imponer una decisión soberana y recuperar el sentido de país.

15.06.11
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domingo, junio 12, 2011

El misterio de las encuestas y las encuestadoras

Después del debate del domingo 29 de mayo, todos sabíamos que el fujimorismo no había logrado contener la tendencia ascendente de Ollanta Humala de la semana previa, y que su esperanza en un mal desempeño del nacionalista (la anterior vez leyó todas sus intervenciones) y su insistencia en los cuatro planes de gobierno de Gana Perú versus el único de los naranjas, no había dado resultado.

En cambio había perdido la ocasión de llevar los temas de Bayly, Aldo M y Dubois: chavismo, Locumba, Madre Mía, Andahuaylas, al centro del debate, demostrando que no eran lo que se decía de ellos; como si lo logró hacer Humala respecto a la herencia fujimorista y a asuntos picantes como las esterilizaciones forzadas y los vínculos con el narcotráfico.

La mayoría de las encuestas del domingo anterior a las elecciones (último día para publicarlas), mostraban a la Fujimori adelante (salvo Imasen que daba a Ollanta en un estrecho primer puesto), pero los responsables de las encuestadoras decían que se trataba de un empate técnico en el que todo podía pasar. Más aún, IPSOS Apoyo advertía que la diferencia de un solo punto que detectaba su sondeo, implicaba un pequeño avance del nacionalista y un retroceso de la fujimorista.

El jueves 2 de junio, durante la sesión usual de las encuestadoras con los corresponsales de la prensa extranjera, IPSOS Apoyo presentó un nuevo resultado que ampliaba la ventaja de Fujimori en más de dos puntos, pero desviviéndose en explicaciones sobre voto escondido, voto rural y márgenes de error, como para insistir que no estaba muy convencido de lo que estaba diciendo.

Esa encuesta estaba contratada por 14 grandes empresas, entre ellas las mineras y los bancos más importantes, todos los cuales estaban pendientes de que ganara la candidata pro-mercado. Debido a esto, el efecto inmediato fue un repunte espectacular de las bolsas que se habían venido debilitando los días anteriores y una tendencia a la venta de una mayor cantidad de dólares en los bancos y el mercado paralelo.

La empresa Datum, que se pasó la segunda vuelta regalándole titulares a Perú 21, que por un momento hicieron pensar en un triunfo seguro de la candidata naranja, llegó a ese jueves con su candidata adelante pero perdiendo terreno rápidamente, lo que casi sonaba a ir corrigiendo las falacias de sus anteriores registros. Pero en la noche de ese mismo día, CPI dio a Humala adelante con una estrecha ventaja, y al día siguiente la Universidad Católica liquidó las dudas, mostrando a Ollanta con dos puntos adelante y una tendencia en ascenso.

El sábado 4 de junio, todas las encuestadoras daban ganador a Humala, aunque todas repetían que no se había superado el margen de error. Las bocas de urna del día 5 a las 4 de la tarde, anunciaron que la ventaja del comandante era inobjetable y que su contendora no podría revertir los números. Una vez más, los datos finales de las elecciones no se parecían a los que fueron mostrados como posibles a lo largo de la campaña.

Peor aún, los cambios de la última semana parecían venir del aire. ¿Por qué creció la supuesta ventaja fujimorista de domingo a jueves y se volteó para el sábado? Eso nunca se sabrá. ¿Por qué Datum llegó a darle ocho puntos a la K en mayo, para después rendirse ante la O en junio? ¿Cómo se puede ir por delante en todas las encuestas aunque sea con margen de error y concluir perdiendo en todas las del último día?, ¿qué significa en ese caso “margen de error”? ¿Hay una relación entre las necesidades de la campaña política y las mediciones que se ofrecen como ciertas? ¿Le habían pedido las 14 empresas a IPSOS Apoyo un resultado amigable, aunque el propio Alfredo Torres no creyera plenamente en sus números?

¿Quiénes son los volubles?

Los continuos fallos de las encuestas, han sido explicados con el recurso de que los votantes peruanos son muy volubles. Es decir que cambian sus opciones sin ton ni son. Ese es un argumento sumamente discutible (a más de ofensivo), sobre todo en un escenario de alta polarización, donde las adhesiones y rechazos a los candidatos eran tremendamente fuertes y es muy difícil imaginar a los enconados adversarios de Ollanta cambiando su voto en la última semana y viceversa. Más bien habría que decir que si algo captaron las encuestadoras que era cierto, era el final ajustado de la votación, lo que justamente favorecía la manipulación, a partir de pequeños ajustes en los pesos ponderados por regiones y grupos sociales, y jugando con el margen de error.

Después de todo, las encuestadoras también tienen posición política, como ocurre con los medios de comunicación, y tienen, sobre todo, empresas que los contratan esperando no sólo saber lo que está pasando sino enviar mensajes sobre lo que debe pasar a la opinión pública. En esta elección hemos vito que bancos extranjeros contratan encuestadoras peruanas y luego dan a conocer sus resultados a la población peruana.

Igual que las 14 empresas que compraron un resultado que no se correspondía con la realidad.

12.06.11
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El nuevo período político poselectoral

Un análisis de la nueva situación y el inminente gobierno de Ollanta Humala.


En su discurso de victoria en la Plaza Dos de Mayo, Ollanta Humala dijo para todo el que pudiera escucharlo:

- Mi compromiso es con los sectores populares y si no pudiera cumplirlo no estaría en la política;

- No tengo ningún vínculo ni dependencia de los grupos de poder político y económico.

Palabras que no se habían escuchado a otros ganadores y que advierten cuáles serán los puntos desde los cuales deberán juzgarse lo que haga y deje de hacer el gobierno que comienza el próximo 28 de julio.

Compárese con la entrada de los gobiernos de Toledo y de García tratando de trasmitir la idea de gobiernos de las inversiones, que vía el crecimiento privado generarían beneficios derivados para el resto.

Ciertamente hay una serie de desconfianzas populares, paralelas a las del capital, respecto a la situación que se abre. Y es que los pobres y postergados de este país han sido traicionados tantas veces que es difícil creer que se está tan cerca y conectado al nuevo presidente.

Ver para creer, dicen muchos. Y es justo que cada quién trate de preservarse.

El punto, sin embargo, es que dependiendo de cómo entendamos la victoria del 5 de junio, es que se podrá saber cuál es la política que se deberá seguir en adelante.

¿Quiénes pueden reclamar como propia la victoria del domingo pasado?

Aquí ofrecemos algunas respuestas.

¿Qué es lo nuevo en la situación peruana a partir del 5 de junio?

Está en camino de instalarse un nuevo gobierno elegido por tres tipos de votos que en su suma reunieron una nueva mayoría nacional:

- Un voto popular masivo de los llamados sectores D y E, pobres y muy pobres, que exigen una política económica y social que los saque de su actual condición.

- Un abrumador voto provinciano que abarca 19 departamentos sobre 25, y que expresa una exigencia perentoria de cambio en las relaciones de poder, en el que las regiones se proponen para dirigir el país.

- Un significativo voto democrático, que atraviesa las diversas clases sociales, especialmente de B y C, abarca la intelectualidad nacional, la profesionalidad, el mundo del arte, desencadenado por el rechazo al fujimorismo y que está planteando una nueva oportunidad para reinstitucionalizar y sanear el país, que se perdió en la fallida transición del año 2000.

Ollanta se debe a estos votos y tiene que armar un proyecto de gobierno que los incluya o estaría exponiéndose a desatar el descontento en su propio campo, en un contexto en que le sobran enemigos en el campo contrario.

Los rasgos que se pueden anticipar del gobierno Gana Perú a la luz de lo señalado, son evidentes: (a) un gobierno de base popular, abierto al diálogo y a la canalización demandas populares, que nunca hemos tenido, y que sería todo lo contrario a la experiencia de los últimos veinte años; (b) un gobierno colocado ante fuertes exigencias sociales y regionales, especialmente las centradas en el tema de los proyectos extractivos y de infraestructura que afectan a las poblaciones, lo que redefinirá el trato con el pueblo y las trasnacionales; (c) un nuevo discurso oficial sobre los límites del mercado y las inversiones, para generar desarrollo e inclusión social, que conduce a una intervención mucho más activa del Estado para orientar el proceso económico; (d) un gobierno honesto, que desmantele las estructuras de corrupción del Estado e impulse la investigación y sanción de los actos corruptos más importantes de los últimos 25 años; (e) un gobierno de nuevos actores: líderes regionales, dirigentes indígenas, mujeres, jóvenes, etc.

¿Por qué se puede decir que el 5 de junio ha sido una victoria popular?

Las ilusiones que desata el triunfo de Ollanta Humala en segunda vuelta, evocan en varios sentidos las esperanzas que se abrieron en el país durante las jornadas del año 2000, que concluyeron en la fuga de Alberto Fujimori y el inicio de la llamada “transición democrática”.

Hace 11 años los peruanos y peruanas imaginamos que echando abajo la costra dictatorial y corrupta del régimen fujimorista, se abría un ancho espacio democrático en el que las demandas populares, que eran principalmente de restitución (que les devuelvan los derechos conculcados o recortados) serían escuchadas.

Asimismo que los grupos de poder que habían sostenido al viejo régimen y se habían beneficiado de él, perderían influencia y privilegios, y que se sancionaría no sólo a los corruptos del Estado sino a los que pagaron la corrupción para beneficiarse de ella.

Nada de eso ocurrió. La democracia resultó estrecha para las mayorías. Muchos que lucharon en las calles para que se vaya Fujimori, siguieron luchando para que los gobierno siguientes escuchen sus exigencias. Todos los ganadores de los 90, volvieron a ser ganadores en los 2000. Y en nombre de no afectar “el crecimiento”, se mantuvieron sin variaciones las instituciones y muchos de los métodos de gobierno del período anterior.

El 10 de abril, durante la primera vuelta, el pueblo votó claramente para desalojar del poder a los gobernantes de los últimos 10 años. Los que se consideraban la personificación de la democracia y los inevitables elegidos de la segunda vuelta, se quedaron en la primera. No sólo por ambiciosos, que es la explicación más socorrida, sino porque eran inconscientes de que habían perdido el apoyo del país que alguna vez tuvieron.

Por eso la definición del 5 de junio, fue entre una propuesta popular de cambio que venía de la crítica a la democracia fallida, y una opción de no cambio que postulaba el regreso al que se llamó “el mejor gobierno de nuestra historia”, es decir a la dictadura fujimorista, fiel guardián de los intereses de los poderosos y gran promotor del asistencialismo y clientelización de los más pobres del país.

En las dos disputas, lo popular organizado acompañó a Ollanta Humala a la victoria. Cada provincia o región protagonista de las principales luchas durante los gobiernos de Toledo y García, recogió una votación excepcional para el nacionalista. Y ese es un resultado que se acredita como una victoria popular legítima, sobre la cual se plantea el derecho de reclamar al nuevo gobierno como propio.

Nunca más gobiernos de la CONFIEP y los bancos, montándose sobre los votos populares. Es el gran desafío.

¿Qué mérito se le debe reconocer al liderazgo de Ollanta Humala?

Hay que tener absolutamente claro que la victoria electoral del 2011, no podía haber sido posible sin Ollanta Humala. Esto tiene que ver con muchas incomprensiones que existieron hasta que se impuso la conclusión de que ningún otro dirigente popular o de izquierda estaba en condiciones de derrotar a toda la clase dominante y sus partidos en el escenario electoral.

De hecho el liderazgo comandante nacionalista ha estado varios pasos delante de todo lo organizado en el campo popular, la izquierda y su propio partido. La verdad es que recién empieza la recuperación de los sindicatos, los gremios y los núcleos de base, fuertemente afectados por el neoliberalismo y la represión de los últimos 20 años.

Y lo mismo se puede decir de la oportunidad que se le abre a la izquierda para forjar nuevos partidos y reubicarse sobre el escenario peruano. Y al nacionalismo, por cierto, también la de conformarse con una fuerza estructurada nacionalmente y organismos reconocidos por los militantes y simpatizantes.

Pero antes de todo esto, hay que tener en cuenta que Ollanta ha sido un fenómeno político, capaz de resistir cinco años de guerra sucia sin tregua, rematada con la virulencia del Plan Sábana, sin dejarse destruir los nervios o perder el rumbo. Ha tenido una extraordinaria cintura política para ganarle a la derecha en su propio terreno y no caer en sus múltiples provocaciones.
Ha nacido un líder. Por lo menos así lo ven ocho millones de peruanos. Y, los que lo despreciaban, con las peores desvalorizaciones, tendrán que reconocer que fue más inteligente y pugnaz que todos ellos. Por supuesto, esa capacidad única del nuevo presidente, también lo hace proclive al caudillismo y a la decisión individual, con los riesgos que eso representa. Por ahora sólo se puede anotar el problema.

¿De qué magnitud es la derrota de la derecha?

Sin duda es la peor debacle de su historia. En un país dominado desde siempre por una oligarquía limeña enfeudada al exterior, ha ocurrido un terremoto. Ahora lo que falta saber es si la derecha se moderniza y se adapta a los nuevos tiempos o insiste en negar la realidad y se estrella contra el gobierno popular que está naciendo ante nuestros ojos.

La derecha dizque democrática de los 2000, ha dejado de existir en estas elecciones. La división en segunda vuelta ha quebrado el mito de que todos los actores de la década anterior caminaban por la misma acera y valoraban de la misma manera el pasado fujimorista del que procedían.

La derecha dura debe caracterizar hoy como los peores traidores a los liberales que se sumaron a Humala para impedir la restauración dictatorial. El problema que tiene este sector es sin embargo que ellos son los derrotados y los que tendrán que procesar sus propias crisis, la decadencia de sus partidos (APRA, PPC), la relación futura con el fujimorismo, el rol de los medios de comunicación, etc.

Puede apostarse que este sector hará una guerrilla constante contra Humala hasta que pueda encontrar la forma de armar una oposición coherente sobre temas realmente importantes. Algunos analistas estiman que apuntarán a la inflación y la desestabilización económica, para culpar al nuevo gobierno. Otros que recurrirán a la violencia en diversas formas.

Otro sector del sistema afirma que hay que aceptar el gobierno y ganarlo desde dentro. Va desde los sectores empresariales que reclaman ministros amigos y gestos de “confianza” que equivalen a garantías para ellos y sectores políticos que se ofrecen para un “cogobierno” en el que tengan la voz de mando. Pero, también aquí hay división. Básicamente desde que una parte de estos está dispuesto efectivamente a ser parte del gobierno de Ollanta como su ala moderada y enlazada al capital, y otros quieren hacer que el comandante reniegue a sus propias propuestas, como lo hicieron Fujimori, Toledo y García.

Todo indica que Ollanta va a ser un hueso duro de roer y no va a ocurrir fácilmente lo que pasó en otros gobiernos. Aquí sin embargo el papel central le toca a las organizaciones populares movilizadas para impedir que su victoria sea secuestrada o distorsionada por los perdedores.

¿Cuáles deben ser los objetivos del primer período del nuevo gobierno?

o Mantener el curso popular del gobierno: diálogo para la solución de conflictos, atención a las demandas, aunque sea a paso pausado, pero seguro, de tal manera que la gente sienta que hay realmente una situación diferente y un nuevo trato hacia ellos.

o Desmontar las presiones de los poderes fácticos: gremios empresariales, medios de comunicación, iglesia, militares, etc., aislar a la derecha extrema para reducir su peligrosidad política que podría derivar a física (violencia y peligro de golpe).

o Avanzar hacia las decisiones de fondo en el momento indicado, as partir del desarrollo de las contradicciones del proceso y la generación de amplios consensos: cambios constitucionales, trato con empresas trasnacionales, revisión de contratos, sanción a los gobernantes corruptos, etc.

El Perú ha cambiado en un solo día. Es fundamental que entendamos lo que ha pasado para entender lo que corresponde hacer de aquí en adelante.

12.06.11
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Las dos mitades del Perú


Si algo realmente me ha llenado de orgullo como tal es haber colaborado decisivamente a parar a Humala” (Aldo Mariátegui, Correo, 2 de octubre de 2006)
"Un momentito: ustedes han ganado con las justas" (Aldo Mariátegui, Correo 7 de junio de 2011)


En el 2006, el director de Correo estaba orgulloso de su victoria de 52.6% a 47.4% (alrededor de 600 mil votos), corriendo con el caballo de Alan García sobre Ollanta Humala. Pero el 2011, el mismo tipo levanta la mano y dice que se detengan las máquinas que aquí casi hubo empate: 51.5% versus 48.5% (alrededor de 500 mil votos), como si hace cinco años la estrechez de votación hubiera tenido algún significado real y hubiera sido tomado en cuenta por los que tomaron el gobierno.

En el 2006, el Perú era una mitad volviendo a elegir al que había sido señalado como “el peor presidente de nuestra historia”, para cerrarle el paso a la otra mitad cuyo candidato recibió el mote de antisistema, y cuyos electores provenientes de los sectores populares y de las provincias del interior del país fueron motejados de ignorantes, descontentos, amargados y con ganas de joder, cuyos votos no valían nada y terminaron embolsados en la fórmula del perro del hortelano. García explicó que el mandato que había recibido sólo se debía al 20% derechista que le ayudó a triunfar en segunda vuelta, con lo que quería anunciar que el inmenso aparato que se armó tras la fallida candidatura de Lourdes Flores sería cooptado para su gobierno.

Hoy, el periodista favorito de García, se esconde tras un asunto de números, para indicar que el aparato está por fuera del gobierno: los bancos y las grandes empresas, los principales medios de comunicación, la tecnocracia y el militarismo, los partidos de derecha y las embajadas amigas, empezando por la que todos visitan, están ubicados en el campo de los perdedores. Así que casi la mitad con todo este poder es bastante más, que casi la mitad con Ollanta Humala el 2006. Entender esto es apreciar la magnitud de lo que ha ocurrido el 5 de junio y tomar conciencia de cómo será la pelea de los siguientes años para realizar el programa de cambios.

En el balance del gobierno que acaba se suele decir que no escuchó la voz de los pueblos que se había hecho sentir en las anteriores elecciones. Increíblemente el escenario que permitió al inmovilismo ganar con las justas el 2006, se repitió en el 2011, pero con el resultado inverso. Esto puede parecer la obra de un perfecto pelmazo; pero si se ve bien, la indiferencia hacia la presión social y la repetición de baguazos, chalazos, Islayazos, espinarazos, cuscazos y puneñazos, iba de la mano con la apertura sin condiciones a las inversiones, que se arreglaban de espaldas al resto del país, como si los gobernantes pudieran disponer del país libremente.

El voto de junio ha censurado ese orden de prioridades y ha marcado la ruta que debe seguir el país. Lo ha hecho de manera democrática. Y si fuéramos coherentes habría que decir caballero, ustedes ganaron, nosotros nos preparamos para la siguiente vez. Pero nada acredita a creer que los derrotados de esta vez actúen como los de otras veces. Los primeros editoriales de la prensa de la guerra sucia lo preanuncian.

12.06.11
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Papá está de moda

GABRIELA WIENER

No estoy acostumbrada a ver ganar a papá. Desde que tengo memoria, Papá siempre ha estado del lado de los perdedores y ya sabemos que los perdedores en el Perú siempre han sido los mismos, los que menos tienen. En mis 35 años de vida, la izquierda en la que militó mi padre jamás ha sido gobierno, y estoy hablando de los años en los que a mi país le ha pasado de todo; será por eso que he oído muchas veces que la izquierda peruana o no tiene la culpa de nada o tiene la culpa de todo.

En todo este tiempo en que la izquierda no estuvo, mi padre ha enarbolado su propia bandera, le ha plantado cara al poder ¬-mientras muchos de sus ex compañeros se enrolaban en causas que traicionaban sus ideales primordiales-, y ha sido, sobre todo, una presencia incómoda para los que lo han ejercido: escribiendo libros, formando grupos de discusión, dando charlas a los jóvenes, fundando periódicos, firmando columnas combativas, señalando con el dedo a los cretinos y a los vendidos.

Todos los presidentes del Perú han sido sus archienemigos y algunos de sus decenas de libros llevan títulos como Bandido Fujimori o El presidente mentiroso o La soledad política de Alan García. Yo siempre he estado especialmente orgullosa de su consecuencia en política y ni en mis épocas más apolíticas, cuando más cínica y postmoderna me sentía, cuando más escéptica me mostré ante sus ideas y mis amigos hablaban de “el termocéfalo de tu padre”, dejé de pedirle que me explicara el Perú, que me lo contara a su manera.

A Papá siempre lo ha movido la crítica y el descontento por las profundas desigualdades que subsisten en este país, aunque las cifras macroeconómicas tengan felices a unos cuantos que han vendido el país en peso. Y ha sido, antes que nada, un incansable perseguidor de Ratas. Y, como se sabe, los cazadores nunca bajan la guardia, ni sonríen cuando disparan. Por eso es extraño verlo, en esas horas previas, tan eufórico y confiado. Ver a mi padre tan ilusionado, él que nunca ha ganado una elección, me hace temer lo peor, y lo peor para mí es que gane Keiko Fujimori, la hija del hombre que está preso por violaciones de los derechos humanos y por atentar contra nuestra dignidad como seres humanos. Mi padre nunca ha ganado, ¿por qué ganaría ahora que milita al lado de la causa de Ollanta Humala y ante un rival acostumbrado a ganar gracias a un repugnante historial de clientelismo y fraude que es el fujimorismo reeleccionista y su dinastía de la impunidad? Temo en primer lugar que, si mi padre pierde, perderemos todos, pero como es mi padre, me preocupa aún más que se venga abajo, que vea frustrados sus enormes esfuerzos detrás de un pequeño periódico como La Primera, que ha sido clave en esta lucha y al que hasta Vargas Llosa ha terminado citando en su Piedra de Toque. Temo en suma que rompan sus ilusiones, las mismas que yo comparto, después de recibir desde mi relajada vida en Barcelona, correos, cartas, youtubes y reflexiones suyas sobre una de las campañas electorales más sucias que se recuerden contra un candidato (Ollanta fue atacado por la suma de los empresarios, el prelado de la iglesia católica, los grandes medios de comunicación y hasta del presidente Alan García) y en la que evolucioné del miedo a la duda, y después a la convicción de que un ex militar metamorfoseado en líder como Ollanta tenía que ser presidente. Así lo quería esa parte del país marginada de ésta y de todas las bonanzas.

Conforme se iba configurando el panorama de la segunda vuelta, Ollanta se convirtió en el único candidato capaz de proponer un gobierno de concertación nacional, que reuniera a fuerzas políticas diversas pero unidas en su idea de frenar el avance del fujimorismo autoritario y ladrón, y que creyeran en el cambio necesario hacia una economía con inclusión social, aunque le pese a la Bolsa de valores.

Me temo lo peor, decía, pero de pronto, he visto a Papá, que decidió su voto por Ollanta en el 2006 -cuando ese mismo candidato perdió ante Alan García, absolutamente seguro de que ese hombre que ha ofrecido una esperanza a los grandes ninguneados de la historia, ganará. No lo duda ni un segundo, no tiene ninguno de mis comprensibles temores.

La relación padre-hija ha sido una de las constantes de estas elecciones peruanas. Lo ha sido en el caso de Keiko Fujimori, que asumió la tarea devolver a su padre al poder, haciéndose acompañar torpemente por los mismos tipos viles que fueron gobierno junto a su progenitor. También la figura del padre ha estado presente como un halo en el horizonte del candidato Ollanta, cuyo padre es un autodenominado etnocacerista que irrumpió en la política al mismo tiempo que su hijo, con un discurso nacionalista incendiario, militarista, rabiosamente racista y homófobo. Ambos, de distintas maneras, y en el caso de Keiko más tarde que pronto, han procurado distanciarse del discurso del Padre para aspirar a la presidencia. Alguien bromeó diciendo que si tuviera que elegir entre ser hijo de uno u otro de los padres de los candidatos, no dudaría en declararse huérfano. Ninguno de los candidatos, sin embargo, negó a su padre. Un padre es un padre. Mientras Ollanta afirmaba querer mucho al patriarca Humala sin estar de acuerdo con él, Keiko apuró un dudoso deslinde de Alberto Fujimori conforme se acercaba la gran final, pero fue imposible creerle a una hija que sólo hace un año había vitoreado la inocencia de su padre y asegurado que de llegar al poder indultaría sin pensarlo dos veces a alguien ya condenado por crímenes de lesa humanidad.

Ya no con la inocencia de mis 6 años, cuando lo seguía a las manifestaciones con mi bandera roja de la-izquierda-unida-jamás-será-vencida, sin saber exactamente cuál era el significado de nuestras proclamas, pero sí con exacta devoción, he seguido a Papá desde mi llegada de España un día antes de las elecciones del último domingo, haciendo de copiloto en su viejo Toyota, pegándome a sus espaldas como un chicle, siguiéndolo como una biógrafa espontánea, acompañándolo a La Primera, al local de Ollanta, a la radio. Y al final de la larga jornada, he visto asomar su cabeza en el estrado al lado de los ganadores de las elecciones, junto a muchos de sus ex compañeros de militancia izquierdista en los 70 y 80s, junto a otros de posiciones de centro-derecha y hasta de la derecha liberal, todos ante la masa anónima que celebraba anhelante el triunfo de Ollanta a última hora del domingo en la plaza Dos de Mayo, sólo para confirmar que “Papá está de moda”.

Me he apropiado semejante eslogan de la campaña publicitaria que está haciendo un importante centro comercial (de esos que últimamente están boyantes de créditos de consumo en Lima) por el próximo Día del Padre. Papá está de moda en mi vida, sí, pero en realidad Papá siempre es un must en mi vida, aunque no esté acostumbrada a verlo ganar. Hoy, que muchos de los que apostaron a última hora por Ollanta y le entregaron su “voto vigilante” -grupo en el que me incluyo-, en lugar de celebrar recuerdan sus compromisos al nuevo presidente, yo, siendo absolutamente sincera, tampoco celebro el triunfo de Ollanta: celebro el triunfo de Papá, que suelta esta frase al volante, conmigo aún de copiloto: “Yo jamás les hubiera pedido a ustedes que sacaran la cara por mí, como hizo Fujimori con la pobre Keiko”. Y yo me río y miro hacia adelante.


Publicado en 07 junio 2011

miércoles, junio 08, 2011

La crisis de las bolsas

Bruscamente el eje de la decisión electoral pasó de las unas y el conteo de la ONPE, a la Bolsa de Valores de Lima. Como si ahí se jugara la tercera vuelta, el Perú del día posterior a la inobjetable victoria de Ollanta Humala, resultó bombardeado de noticias alarmistas sobre ventas masivas de acciones, cierre de mercados y bancos que no devolvían la plata. La solución: nombrar un primer ministro y ministro de economía que sean aceptados por los mercados, y ratificar al presidente del BCR. Y todos contentos.

Que fácil, ¿no? En el 90, tras el primer triunfo de Fujimori, las calles de los barrios acomodados y medios gritaban golpe de Estado y los mercados en crisis anunciaban mayor crisis. Hasta que el electo capituló, mandó volar a su equipo económico de campaña y nombró a Hurtado Miller con la anuencia de Hernando de Soto, Carlos Boloña y el FMI, para la ejecución del shock. En el 2000, Toledo hizo casi lo mismo y puso al mando de la economía a PPK, con lo que concluyó la transición posfujimorista para todo efecto práctico. Y en el 2006, Alan García se autoimpuso a Carranza, que era el hombre de confianza de la banca local, para decir que no gobernaría con el programa del APRA sino con el de la derecha, y que no le daría espacio al 47% de los derrotados de ese año, que ahora son los vencedores. Entonces, en base a la experiencia, ya que perdió Keiko, lo que hay que pensar es que es lo que hacemos con el comandante.

Pero, vamos, lo que se movió el lunes fue poco más del 1% de la bolsa limeña, en una operación que comienza a primera hora con los grandes mineros vendiendo sus acciones y haciendo caer los precios, hasta empujar a los pequeños accionistas a soltar lo suyo, para que los mismos grandes vendedores de primera hora terminaran comprándoles. Un esquema que no podía ir muy lejos. Pero que era suficiente para que las animosas cifras bursátiles del viernes que se apoyaban en las encuestas que todavía daban a la candidata naranja peleando el primer lugar de los sondeos, se cayeran estrepitosamente forzando el cierre de de las operaciones. Claro los medios keikistas no han explicado nada de lo que realmente pasó, y se han olvidado convenientemente que el mercado es efectivamente invisible, es decir no está en ninguna parte, y que lo que existe son los mercaderes que son los que arriesgan un poco de dinero, para armar el desorden político y los que al final de la jornada todavía se permiten comprarles a los verdaderos asustados.

Pero, ¿hasta dónde van a poder ir con sus presiones? No muy lejos. En realidad nada lejos, como que al segundo día ya se recuperaron gran parte de las pérdidas y es evidente que nadie va a querer seguir malbaratando sus pequeñas inversiones, para que los sabidos de toda la vida se los coman. Hay como una alegoría en toda esta historia. Igual que en las elecciones, si aguantas a pie firme las embestidas iniciales vas a ver que el lobo es menos fiero de lo que lo pintan. Así fue en las elecciones. Y así debe ser ahora en la etapa de preparación del nuevo gobierno y después cuando haya que enfrentar las inevitables tormentas del proceso del cambio. Y todos sabíamos que esto no iba a ser fácil. Y recién comenzamos.

08.06.11
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lunes, junio 06, 2011

Bayly, la peor inversión mediática en muchos años

Primeros elementos de balance de la segunda vuelta del 2011


El más grande perdedor mediático de la jornada electoral del domingo, se ha excusado presentándose como un fracasado de seis campañas. Casi como diciendo que, de alguna manera, todos sus esfuerzos por hacer ganar a alguien lo hacen perder y viceversa. Evidentemente Bayly se ha probado como un amuleto de mala suerte para la Fujimori, pero no porque no pueda tener un éxito electoral, que lo tuvo con Susana Villarán, hace muy pocos meses, sino exactamente al revés porque creyó que lo que acababa de hacer en Lima lo podía transferir a nivel nacional.

Y que el apoyo a una candidatura fresca y renovadora como la de la actual alcaldesa de Lima, lo podía canjear por un endose a la hija del dictador, condenado por delitos de corrupción y violación de derechos humanos, con el fácil expediente de decir que los hijos no heredan los delitos de los padres, aunque hayan heredado el partido, el entorno y el proyecto político que Alberto Fujimori encarnó en los 90.

Bayly ahora se hace el fracasado incorregible, para ocultar que se creía un ganador imbatible y que a ese título se vendió a los del grupo “El Comercio”, y se inscribió en un plan de demolición de Humala, al que imaginó como su nueva Lourdes Flores. Pero ni se dio cuenta que a Lourdes la deshizo con la ironía de la contradicción: querer ser la encarnación de la lucha contra la corrupción y recibir fuertes sumas de dinero de un procesado por narcotráfico, en los meses siguientes de haber anunciado su retiro de la presidencia de la empresa aérea del señor Cataño.

Y haberle sacado un audio profundamente revelador de su personalidad: estaba a total disgusto en su papel de candidata municipal y sentía que las encuestadoras y los medios que deberían “ayudarla” estaban abandonándola. Ese fue su éxito del 2010, que nada tiene que ver con el papel de asesino mediático que aplicó contra Humala por directo encargo de sus contratantes, donde se le acabó la gracia y los adjetivos: hampón para abajo, sustituyeron las ironías finas.

¿Cómo no iba a ayudar a la derrota de su candidata con un programa de odio, donde el comunicador fue reemplazado por el calumniador? Recuérdese que el Bayly que batió a la Flores, la consideraba una gran tipa, pero muy soberbia y con demasiados errores. Mientras que el Bayly de la segunda vuelta del 2011, no encontraba un solo mérito en Ollanta Humala, ni se detenía a pensar por un momento sobre el motivo por el que tanta gente le dio su voto varias veces a lo largo de cinco años.

Esta vez el soberbio fue él, al creer que podía afectar una candidatura popular en ascenso echándole toda la basura del mundo. Y fracasó. No porque esté condenado a hacerlo, ya que estuvo en el lado de los ganadores de la segunda vuelta del 2006, junto a Aldo M., Chichi, Althaus, Rosa María y otros, y en el de Villarán y la izquierda en el 2011. Así que también podría haber escrito hasta abril, una nota sobre lo imbatible que puede ser algunas veces.

Sólo que en uno y otro caso, no ha llegado a entender que no es la campaña de prensa la que determina la victoria. No somos los de LA PRIMERA, los que hemos elegido a Susana Villarán en octubre, y a Ollanta Humala en abril y junio, sino un pueblo que está buscando una vía de cambio para dejar atrás a los políticos que los han gobernado desde hace más de treinta años y no han resueltos sus problemas.

Uno puede, como Bayly, enganchar con los miedos del 2006 y las primeras esperanzas del 2011, y creer que maneja la voluntad popular y estrellarse brutalmente como lo acaba de hacer el ex francotirador. Todo depende al servicio de qué causa se coloca cada vez. Y en esta oportunidad le tocaba perder a los que siempre habían ganado. Y Bayly, perdió la oportunidad de mantenerse fuera, dedicado simplemente a cuidar a Zoe, en vez de tratar de envenenar el ambiente para detener a Humala. Le hubiera ido mucho mejor y tal vez le estarían muy pronto proponiéndole un nuevo empleo para la tele.

Ahora tendrá que esperar bastantes años.

06.06.11
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sábado, junio 04, 2011

Un voto con convicción

Yo decidí mi voto hace cinco años.

Fue cuando visité al perdedor de la segunda vuelta del 2006, para darle mi solidaridad y felicitarlo por haberle abierto una esperanza a los ninguneados, alcanzando con ellos el 47% de los votos, contra los que siempre han gobernado y hecho lo que han querido con este país.

Yo tenía además un motivo más cercano: durante muchos años había investigado las privatizaciones y los contratos corruptos de la época de Fujimori, en particular los casos de Petroperú, Aeroperú y LAP, y durante la campaña de 2006, me encontré por primera vez con un valiente que había hablado en voz alta sobre la posibilidad que el Estado revisara los actos entreguistas e inmorales que se realizaron contra el interés nacional.

Llegué a Ollanta Humala en el preciso momento en que otros lo abandonaban, sabiendo que era perdedor y llevando bajo el brazo las credenciales de congresistas que nunca hubieran conseguido si no se asociaban al comandante nacionalista. Se fueron tirando la puerta y anunciando que la carrera política de Ollanta acababa con esas elecciones.

Pocas veces se vio a tanto traidor instantáneo, que se habían embarcado en un tren en plena marcha y que se habían servido de la ilusión del pueblo para sus objetivos personales. Pero lo que yo vi en el tipo al que fui a darle la mano ese día era a un luchador que no se iba a doblegar por una derrota y por cien compañeros de viaje que lo abandonaban para cambiarlo de bando.

Y he visto en esta campaña del 2011, confirmarse mi apreciación del personaje: pocos, muy pocos, tienen la fortaleza suficiente para soportar el ataque sistemático del que ha sido víctima Ollanta Humala en estos meses y no doblegarse. Pocos, muy pocos, podrían sostener el tren de viajar a todo el país, a todas las provincias, a los pueblos más apartados, y comunicarse cara a cara con el último de sus compatriotas.

¿Cuántos podrían manejar las complejidades de ir sumando fuerzas políticas distintas y armando un frente diverso y complejo, que permita ganar las elecciones y un lugar en el poder para muchísimos peruanos que nunca quisieron ser escuchados por los que han dirigido el Perú hasta la fecha?

En esta elección hemos escuchado a muchos que reprochan al pueblo elector haberlos colocado en la disyuntiva de decidir entre opciones que no les gustan. Lo que lleva a preguntarse si alguno de los que fueron eliminados representaba algo mejor para el pueblo mayoritario de este país, no en cuanto a títulos universitarios o discutibles ejecutorias de gobierno, sino en lo que la gente de la calle, los peruanos de trabajo que la sufren cada día, ve en los candidatos que más buscaron interpretarlos a todo lo largo de la campaña.

Entre el populismo de derecha de Fujimori, que asegura el modelo económico de los últimos veinte años, el asistencialismo masivo y la mano dura para contener las protestas. Y el izquierdismo popular de Ollanta, convertido por mandato de la historia en barrera democrática contra la restauración del autoritarismo y la corrupción, está definiéndose el destino del Perú para los siguientes años.

Yo voto por convicción, porque creo que empieza un Perú nuevo.

05.06.11
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Derecha USA sale en ayuda de Keiko en denuncia sin pruebas

El “destape final” del plan Sábana consistía en un parto de los montes: un ex funcionario del gobierno de Busch, conspicuo miembro de la extrema derecha gringa, implicado en la organización de golpes de Estado, declarando sobre supuestos financiamientos electorales vía terceros países procedentes de Venezuela, con pruebas “que no se pueden mostrar por seguridad. Un fiasco que hace recordar una denuncia del año 2000, sobre financiamiento narco del fujimorismo que nunca ha sido aclarada.

Por supuesto que el director del diario “Correo” ya se adelantó a poner el parche al advertir que quienes van a responder a la denuncia de Roger Noriega sobre financiamiento chavista de la actual campaña electoral nacionalista vía terceros países, van a recordar quién es este personaje, y hacer notar que no hay ninguna prueba de lo que dice. ¿Y cómo algo que no tiene pruebas puede ser “denunciado” en las vísperas de una elección presidencial por un funcionario extranjero interfiriendo groseramente en la política nacional?

Ahí está el detalle: lo único que hace noticia de lo dicho por este personaje es que haya sido subsecretario de Estado de George W. Bush. Es decir la “noticia” vale por el que la emite y no por lo que demuestra. Entonces, ¿cómo no vamos a tomar nota que se trata de uno de los organizadores del golpe de Estado en Honduras del año 2009, que derrocó al presidente Zelaya?, ¿o qué se trata de un conspirador permanente en contra de Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador y otros países?

En el 2002 Noriega estaba a cargo de representación de los Estados Unidos en la OEA cuando un sector militar empresarial intentó un golpe de Estado e impuso al presidente de FEDECÁMARAS (Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela) Pedro Carmona, inmediatamente apoyado por Washington y Roger Noriega, y que se derrumbó en tres días.

Un golpista e intervencionista impresentable, que hace una denuncia que “Correo” titula como “gravísima”, y cuyo nivel de credibilidad no es superior a los dichos de Gustavo Espinoza Soto o de Álvaro Gutiérrez. Más aún, decir que el periodista que presenta el caso es el mismo que realizó la investigación sobre os delitos de evasión tributaria del padre de Mark Villanella, el esposo de la hija de Fujimori, no es sino un sofisma, porque un cosa es buscar pruebas que acreditan un hecho concreto, como fue el pasado delictivo de los suegros de la candidata que tan bien emparejan con los de su padre y sus tíos, y otra trasmitir un mensaje político de la un representante de derecha estadounidense que no quiere que gane Humala.

Financiamiento narco

Pero este “gran destape final” de la campaña naranja tal vez sea útil para traer a colación otras denuncias más fulminantes contra la familia Fujimori, aparecidas en el año 2000. Recurriendo a un viejo archivo de noviembre de ese año, cuando estábamos en el muere del régimen dictatorial, nos encontramos con dos lapidarios titulares sobre la denuncia del hermano del capo colombiano Pablo Escobar sobre el dinero que entregaron a Fujimori y Montesinos para convertir al primero de los nombrados en presidente y asegurarse que el segundo lograse la condición de asesor en la sombra, con todos los poderes transferidos por el presidente.

- Narcorepública, narcopresidente y narcocampaña (Liberación, 12 de noviembre de 2000)
- “Osito” ratifica denuncia contra Fujimori (Liberación, 13 de noviembre de 2000)

Liberación, dirigido por César Hildebrandt habla de “Escándalo Mundial” y se refiere a una denuncia de la revista Cambio de Colombia. Roberto Escobar “Osito” es el hermano del fallecido jefe del Cartel de Medellín, Pablo Escobar, para el que Montesinos trabajó en los años 80, en la defensa de uno de sus lugartenientes Evaristo Porras Ardiles, detenido en el Perú, al que el futuro asesor presidencial ayudó a escapar.

Mirando la evidencia: ¿alguien tendría duda de lo que significa el gobierno de la familia Fujimori?, ¿y le daría usted crédito a Roger Noriega?

04.06.11
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jueves, junio 02, 2011

Tesis para un balance de las elecciones del 2011

Primera Tesis
El nuevo período que comienza el 6 de junio
El 10 de abril del 2011, no sólo concluyó la primera vuelta de la elección presidencial del presente año, sino que se cerró una etapa de la historia nacional, el período post fujimorista, pomposamente denominado de “transición democrática”, que se hundió en el descrédito por sus incumplimientos e inconsecuencias, y se extravió en la vanidad de sus líderes que se sentían autorizados a ofrecer más de lo mismo y fueron rechazados por un pueblo urgido de cambios.

Un ex presidente, un ex primer ministro y un ex alcalde metropolitano fueron derrotados en las urnas por el insurrecto de Locumba, al que se había querido descalificar como luchador democrático y retachar como supuesta amenaza al “sistema”; y por la hija del dictador, que con un quinto de los votos de la sociedad sin memoria se metió en segunda vuelta y se convirtió en la candidata de todo lo que resiste a ser cambiado. Frente a esta polaridad extrema de la política peruana, se hizo evidente que el “centro” de la elección había sido batido contra todos los pronósticos de los medios y que la definición se daría entre los dos extremos.

Al final del período, el país ha mandado al retiro a su administradores más recientes que representaban el fracaso del compromiso del año 2000, que implicaba la más rápida y radical “desfujimorización” del Estado y la sociedad: reconstitucionalizar, sobre la base de un nuevo consenso; democratizar, traspasando poder a los excluidos por el autoritarismo (regiones, movimientos sociales, comunidades, etc.); moralizar, en el sentido de devolver confianza al país que sus instituciones no están infestadas de ladrones; atender demandas sociales, demostrando que hay un Estado que escucha a los más pobres, etc.

La segunda vuelta ha sido el terreno para deslindar que es lo que viene después del fin del primer post fujimorismo: o la opción de un gobierno nuevo que reavive las ilusiones del fin de la dictadura y acaudille la emergencia social contenida durante todos estos diez años, o el retroceso al pasado, en busca de la “seguridad del esclavo”, que trata de evitarse cualquier riesgo, a cambio de su libertad. A mediano y largo plazo, es decir a partir del 6 de junio, el Perú vivirá un nuevo período estratégico, en el que no habrá acabado seguramente la disputa entre ganadores y perdedores y nuevas y agudas contradicciones tendrán que resolverse para que se consolide un nuevo poder nacional. .

Segunda Tesis
De la rebelión en las calles a la de las urnas
La caída del fujimorismo hace casi once años fue un producto de una rebelión social, que no ha querido ser reconocida claramente como tal, salvo en lo que toca a la vanidad de Toledo (nosotros nos fajamos en las calles) y otros. Desde 1997, con la juventud movilizada y los trabajadores sumándose a la lucha, la dictadura empezó a morir. Con el rechazo activo al resultado de la primera vuelta el 10 de junio del 2000; los Cuatro Suyos y la resistencia del pueblo de Lima el 28 de julio a la juramentación del re-reeleccionista; las movilizaciones cívicas exigiendo el fin del régimen que se aceleran con la aparición de los vladivideos; el levantamiento de Locumba de Ollanta Humala del 29 de Octubre que rompe la unanimidad militar con el gobierno; se hizo evidente que el régimen autoritario ha sido desbordado y que ya no tenías futuro.

Que en ese contexto preciso, salieran a luz los secretos más cuidados del poder, en forma de filmaciones filtradas de la corrupción, aparición de cuentas cifradas en el exterior, revelaciones sobre el caso de contrabando de armas, etc., sólo prueba la descomposición final de un sistema que había manejado con extrema eficacia la relación entre la cara visible y la clandestina del mismo poder. En el año 2000, el fujimorismo fue derrotado por la democracia callejera y popular, pero fue reemplazado por la democracia parlamentaria, en combinación con la OEA y el gobierno de los Estados Unidos. Esa fue la esencia de una tragedia que se prolongó durante diez años, en la que personajes que fueron parte de la dictadura o que hicieron negocios con ella, volvieron a ser poderosos en la “transición”, poniéndose el terno democrático.

Del gobierno mafioso y autoritario, y la vez tecnocrático y asistencialista, de Fujimori, pasamos a una democracia que negociaba con la mafia y reclutaba a sus actores menos quemados con el cuento de que “todos no eran corruptos”; que mantenía los métodos fujimoristas si les eran eficaces para sus objetivos (como se ve en estas elecciones); conservó a la tecnocracia del viejo régimen; y le restó recursos al asistencialismo porque ya no tenía la plata de las privatizaciones que disponía Fujimori. Las diferencias entre la conducción política de los 90 y la de los 2000, tuvo demasiados puntos de cruce, como para hablar de una verdadera ruptura. Como que el discurso económico oficial consiste siempre en referirse a los “éxitos” de los últimos veinte años.

Tres factores fueron claves para que las cosas no se movieran como lo esperaba la gente que puso el pecho para recuperar la democracia: (a) el compromiso con los mismos grupos de poder (trasnacionales de la privatización y las concesiones, y gran capital nacional) que medraron del viejo régimen y siguieron haciéndolo en el nuevo; (b) temor a las masas movilizadas y a sus exigencias; (c) adaptación a las instituciones y practicas dictatoriales, empezando por el marco constitucional de los 90. Así, la llamada “transición” quedó pasmada en buenas intenciones y consensos documentales que no significaron mayor avance real, al punto que con el correr del tiempo se fue perdiendo la idea de “transición” y del fujimorismo como una perversión del poder, para concluir con el APRA reconociéndole status de “partido democrático” que es como llegaron a la elección del 2011, donde buena parte de la cúpula del poder de los 2000 votará por la representante del poder los 90.

Tercera Tesis
Ollanta encarna el espíritu insurgente del 2000

La gran sorpresa de la primera vuelta fue que los dos candidatos que tenían mayores lazos con los sectores populares pasaron a la segunda vuelta. Algo así, como que los pobres eligieron a los finalistas y son la base social principal de la alternativa de izquierda y la de derecha. Este es un dato social fundamental porque expresa una disputa en el propio seno del pueblo entre la propuesta de cambiar las políticas, las instituciones y las relaciones sociales, para que los sectores populares se conviertan en parte de un nuevo esquema de poder en el país; y la opción de mantener las políticas vigentes, con un acento en lo asistencial-clientelista, es decir la oferta de una alianza con los pobres con la promesa de ayudarlos con regalos del poder.

Ollanta Humala está significando en dos elecciones un brote de esperanza popular, regional, étnica, de lograr que el Estado también sea para ellos. Es la voz de los postergados, excluidos y ninguneados. Pero como se ha visto, esta voz logra reunir a alrededor de un tercio del país, y no logra ser más porque un quinto del país que también es de los pobres permanece atado al populismo de derecha de los Fujimori. Por eso la elección se ha hecho más compleja, porque dos alternativas a las que las clases medias y altas miran con desconfianza clasista, deben armar un frente más amplio que ellos mismos si quieren ganar y gobernar el Perú.

Esto ha hecho que la polarización electoral del 2011, sea mucho más interesante que la del 2006, en la que se opuso un García de los partidos tradicionales y del fujimorismo, con todas las clases altas e intermedias a sus lados con un saldo de 52-48%. Ahora lo que tenemos es un escenario que atraviesa a los sectores acomodados e intermedios haciéndolos optar no sólo de acuerdo a su bolsillo sino influidos por otros elementos.

El Perú está asistiendo en segunda vuelta a la superposición de otros conceptos a los de la ronda inicial. Así se diputa:

• Entre democracia ampliada o dictadura atenuada (autoritarismo)

• Entre honestidad y moralidad o condescendencia y complicidad con la corrupción

• Entre cultura y libertad o temores económicos

• Entre reforma de lo existente o más de lo mismo

En el Ollanta Humala del 2006, seguramente no estaba tan claro, que él era el que iba a reconstruir muchos de los sueños renovadores del fin del régimen de los 90. Eso es lo que hace coincidir a gente diferente alrededor de su propuesta y lo que la obliga a irse adaptando y generando nuevos consensos. Y lo que lo tiene a la puerta del poder.

Cuarta Tesis
Keiko es la reacción total que amenaza regresar
El fujimorismo de los 90 fue, ante todo, un régimen de excepción, explicable por el fracaso de los administradores normales del sistema, que se hizo elegir por el pueblo, pero una vez en el poder amarró a sus espaldas con los militares, el FMI y los grupos económicos dominantes que habían apoyado a su contendor. En ese amarre tramposo está la clave de su estabilidad. Fujimori traicionó a sus votantes, pero también a su “partido”, formado para las elecciones, Cambio 90, a los evangélicos y microempresarios, que le entregaron su apoyo.

Desde su primera elección Fujimori ha formado por lo menos siete “partidos” parecidos: Cambio 90, Nueva Mayoría, Vamos Vecinos, Sí Cumple, Perú al 2000, Alianza para el Futuro, Fuerza 2011, uno por cada elección, lo que no ha hecho sino evidenciar su desprecio por la actividad política organizada, los programas y las ideologías. Todos estos membretes han sido funcionales a las necesidades del caudillo, que como se encuentra preso, ha delegado su papel en su hija, para que lo represente.

El fujimorismo está hecho para que Fujimori gobierne, y eso es lo que esperan sus adeptos. Y si en 1990, eso significaba enfrentar en simultáneo al desboque de los precios y el aislamiento económico, para lo que se aplicó el fujishock (el ajuste de precios más brutal de la historia universal), las privatizaciones y los contratos entreguistas para trasnacionales; el desafío subversivo, para lo que se atropellaron los derechos de todos, se promovieron leyes antiterroristas draconianas, se alimentaron grupos paramilitares y un ambiente de militarización (que derivó en la corrupción de las Fuerzas Armadas); y el malestar social, encarado con represión y asistencialismo; en el 2011, el fujimorismo es el muro contra lo que encarna Ollanta Humala y Gana Perú, como riesgo al sistema implantado en los 90 y los movimientos sociales que se desarrollan en todo el país.

Keiko Fujimori es un mero instrumento de ese proyecto.

Quinta tesis
Movimientos populares como actores electorales
Algunos analistas imaginan que el 6 de junio podemos amanecer con lo más parecido a un gobierno popular sin movimiento popular que lo sustente y con múltiples intereses corporativos, grupales e individuales, disputándose a Ollanta Humala y la victoria en las urnas para inclinarla en su beneficio. Si bien la segunda parte de la hipótesis es casi una obviedad y ha pasado en todos los procesos que concluyen en victoria de fuerzas políticas que llegan por primera vez al poder, la premisa inicial no debe ser tomada a la letra.

Lo de Puno indica con suma nitidez por donde van las cosas. El pueblo que vota por Ollanta ha aceptado la apertura, las concesiones y la reubicación de segunda vuelta, pero ha afirmado su autonomía y la fuerza de su movilización. Ollanta les ha ofrecido diálogo y es eso lo que se proyecta para el nuevo período: un gobierno de bases popular y nacionalista, y múltiples conflictos que exigen negociación y cuidado en el tratamiento de sus exigencias. Por tanto no es verdad que los únicos que tienen algo que decir sean la Confiep, los grandes medios y las embajadas influyentes.

03.06.11
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miércoles, junio 01, 2011

Keikadas

La mejor de la noche fue: “Milagros Maraví y Alejandro Aguinaga no tienen condenas o procesos judiciales, son personas intachables como la gran mayoría de las personas que trabajan a mi lado”, que en buena cuenta quiere decir que por lo menos una minoría no lo es. Un reconocimiento trascendental, para alguien que formó parte de un gobierno que tiene más de 200 presos, y mucho más fugados y procesados, que no están por ahora en el lado visible de la candidata. Descontando a todos ellos quedan otros que no son intachables… pero que ella los mantiene allí.

Preguntada para que dijera porqué promovió el indulto de las hermanas Martínez ante su padre, cuando éstas se encontraban procesadas por narcotráfico, y luego recibió una ayuda de 10 mil dólares de parte de ellas para su campaña del 2006, la chica K contesta: “Me enfrenté a Montesinos, que las extorsionaba y tomé esta decisión por sugerencia de Monseñor Cipriani, Monseñor Bambarén y el abogado de mucho prestigio José Ugaz”. Pero eran procesadas por narcotráfico, y probablemente Montesinos las extorsionaba porque eran culpables. Y que haya habido las recomendaciones que señala no justifica que saliera, sin ningún conocimiento de los expedientes del caso (si los hubiera conocido sería peor) a defender a las olluquitas y lograra que las indulten.

Yo podría hablar aquí de lo que conozco de las aventuras del abogado de “mucho prestigio”, que utiliza ese prestigio para defender las peores causas con los más repudiables métodos. En este caso mismo, Ugaz era el abogado de la familia de Hayduck, y en vez de probar la inocencia de sus defendidas, fue a la primera dama para que influyera al presidente para sacarles un indulto a las hijas del dueño de la empresa y principal acusado de sacar droga en sus embarcaciones. Y ahora trata de sacar a un hermano de otra acusación más grave, por el mismo delito, recurriendo a maniobras judiciales. De los monseñores mejor no hablar, pero habría que preguntarles de cuántos prisioneros y acusados injustamente se han preocupado a lo largo de su vida.

El hecho es que la chica K recibió, años después de haber contribuido decididamente al indulto de las hijas de Eudocio Martínez, una donación de campaña de 10 mil dólares, según propia confesión. Lo que en términos prácticos es una retribución al favor judicial recibido. Eso es corrupción y colaboración con el narcotráfico, que se agrava cuando la señora Fujimori dice que no va a devolver ese dinero. Eso le preguntaron a la candidata y ella contestó lo que está escrito más arriba: que si las indultó porque Montesinos quería sacarles dinero, y ella les sacó dinero años después. ¡Qué bonita familia!

Otra redonda: “a los alumnos les volveremos a dar su calzado escolar, los buzos escolares y el combo escolar, desayuno y almuerzo gratis...” ¿cómo este no era un nuevo gobierno, y que sobre el anterior hay que ir a preguntar a la DIROES?, ¿cómo es eso que le “volveremos a dar”? O sea que el 28 de julio, equivale al 14 de noviembre del 2000, el día después de la salida del avión con Fujimori huyendo al Asia con las pruebas de sus delitos, en el que la familia imperial regresa a Palacio y vuelve a llenar de regalos a los pobres para avasallarlos. ¿Y cuántas cosas más?

01.06.11
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