Primeros elementos de balance de la segunda vuelta del 2011
El más grande perdedor mediático de la jornada electoral del domingo, se ha excusado presentándose como un fracasado de seis campañas. Casi como diciendo que, de alguna manera, todos sus esfuerzos por hacer ganar a alguien lo hacen perder y viceversa. Evidentemente Bayly se ha probado como un amuleto de mala suerte para la Fujimori, pero no porque no pueda tener un éxito electoral, que lo tuvo con Susana Villarán, hace muy pocos meses, sino exactamente al revés porque creyó que lo que acababa de hacer en Lima lo podía transferir a nivel nacional.
Y que el apoyo a una candidatura fresca y renovadora como la de la actual alcaldesa de Lima, lo podía canjear por un endose a la hija del dictador, condenado por delitos de corrupción y violación de derechos humanos, con el fácil expediente de decir que los hijos no heredan los delitos de los padres, aunque hayan heredado el partido, el entorno y el proyecto político que Alberto Fujimori encarnó en los 90.
Bayly ahora se hace el fracasado incorregible, para ocultar que se creía un ganador imbatible y que a ese título se vendió a los del grupo “El Comercio”, y se inscribió en un plan de demolición de Humala, al que imaginó como su nueva Lourdes Flores. Pero ni se dio cuenta que a Lourdes la deshizo con la ironía de la contradicción: querer ser la encarnación de la lucha contra la corrupción y recibir fuertes sumas de dinero de un procesado por narcotráfico, en los meses siguientes de haber anunciado su retiro de la presidencia de la empresa aérea del señor Cataño.
Y haberle sacado un audio profundamente revelador de su personalidad: estaba a total disgusto en su papel de candidata municipal y sentía que las encuestadoras y los medios que deberían “ayudarla” estaban abandonándola. Ese fue su éxito del 2010, que nada tiene que ver con el papel de asesino mediático que aplicó contra Humala por directo encargo de sus contratantes, donde se le acabó la gracia y los adjetivos: hampón para abajo, sustituyeron las ironías finas.
¿Cómo no iba a ayudar a la derrota de su candidata con un programa de odio, donde el comunicador fue reemplazado por el calumniador? Recuérdese que el Bayly que batió a la Flores, la consideraba una gran tipa, pero muy soberbia y con demasiados errores. Mientras que el Bayly de la segunda vuelta del 2011, no encontraba un solo mérito en Ollanta Humala, ni se detenía a pensar por un momento sobre el motivo por el que tanta gente le dio su voto varias veces a lo largo de cinco años.
Esta vez el soberbio fue él, al creer que podía afectar una candidatura popular en ascenso echándole toda la basura del mundo. Y fracasó. No porque esté condenado a hacerlo, ya que estuvo en el lado de los ganadores de la segunda vuelta del 2006, junto a Aldo M., Chichi, Althaus, Rosa María y otros, y en el de Villarán y la izquierda en el 2011. Así que también podría haber escrito hasta abril, una nota sobre lo imbatible que puede ser algunas veces.
Sólo que en uno y otro caso, no ha llegado a entender que no es la campaña de prensa la que determina la victoria. No somos los de LA PRIMERA, los que hemos elegido a Susana Villarán en octubre, y a Ollanta Humala en abril y junio, sino un pueblo que está buscando una vía de cambio para dejar atrás a los políticos que los han gobernado desde hace más de treinta años y no han resueltos sus problemas.
Uno puede, como Bayly, enganchar con los miedos del 2006 y las primeras esperanzas del 2011, y creer que maneja la voluntad popular y estrellarse brutalmente como lo acaba de hacer el ex francotirador. Todo depende al servicio de qué causa se coloca cada vez. Y en esta oportunidad le tocaba perder a los que siempre habían ganado. Y Bayly, perdió la oportunidad de mantenerse fuera, dedicado simplemente a cuidar a Zoe, en vez de tratar de envenenar el ambiente para detener a Humala. Le hubiera ido mucho mejor y tal vez le estarían muy pronto proponiéndole un nuevo empleo para la tele.
Ahora tendrá que esperar bastantes años.
06.06.11
www.rwiener.blogspot.com
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