Yo decidí mi voto hace cinco años.
Fue cuando visité al perdedor de la segunda vuelta del 2006, para darle mi solidaridad y felicitarlo por haberle abierto una esperanza a los ninguneados, alcanzando con ellos el 47% de los votos, contra los que siempre han gobernado y hecho lo que han querido con este país.
Yo tenía además un motivo más cercano: durante muchos años había investigado las privatizaciones y los contratos corruptos de la época de Fujimori, en particular los casos de Petroperú, Aeroperú y LAP, y durante la campaña de 2006, me encontré por primera vez con un valiente que había hablado en voz alta sobre la posibilidad que el Estado revisara los actos entreguistas e inmorales que se realizaron contra el interés nacional.
Llegué a Ollanta Humala en el preciso momento en que otros lo abandonaban, sabiendo que era perdedor y llevando bajo el brazo las credenciales de congresistas que nunca hubieran conseguido si no se asociaban al comandante nacionalista. Se fueron tirando la puerta y anunciando que la carrera política de Ollanta acababa con esas elecciones.
Pocas veces se vio a tanto traidor instantáneo, que se habían embarcado en un tren en plena marcha y que se habían servido de la ilusión del pueblo para sus objetivos personales. Pero lo que yo vi en el tipo al que fui a darle la mano ese día era a un luchador que no se iba a doblegar por una derrota y por cien compañeros de viaje que lo abandonaban para cambiarlo de bando.
Y he visto en esta campaña del 2011, confirmarse mi apreciación del personaje: pocos, muy pocos, tienen la fortaleza suficiente para soportar el ataque sistemático del que ha sido víctima Ollanta Humala en estos meses y no doblegarse. Pocos, muy pocos, podrían sostener el tren de viajar a todo el país, a todas las provincias, a los pueblos más apartados, y comunicarse cara a cara con el último de sus compatriotas.
¿Cuántos podrían manejar las complejidades de ir sumando fuerzas políticas distintas y armando un frente diverso y complejo, que permita ganar las elecciones y un lugar en el poder para muchísimos peruanos que nunca quisieron ser escuchados por los que han dirigido el Perú hasta la fecha?
En esta elección hemos escuchado a muchos que reprochan al pueblo elector haberlos colocado en la disyuntiva de decidir entre opciones que no les gustan. Lo que lleva a preguntarse si alguno de los que fueron eliminados representaba algo mejor para el pueblo mayoritario de este país, no en cuanto a títulos universitarios o discutibles ejecutorias de gobierno, sino en lo que la gente de la calle, los peruanos de trabajo que la sufren cada día, ve en los candidatos que más buscaron interpretarlos a todo lo largo de la campaña.
Entre el populismo de derecha de Fujimori, que asegura el modelo económico de los últimos veinte años, el asistencialismo masivo y la mano dura para contener las protestas. Y el izquierdismo popular de Ollanta, convertido por mandato de la historia en barrera democrática contra la restauración del autoritarismo y la corrupción, está definiéndose el destino del Perú para los siguientes años.
Yo voto por convicción, porque creo que empieza un Perú nuevo.
05.06.11
www.rwiener.blogspot.com
1 comentario:
Sr Wiener:
Creo necesario se investigue lo ocurrido en las provincias serranas de La Libertad (Otuzco,Santiago de Chuco, Gran Chimu, Julcan, Sanchez Carrion, Bolivar y Pataz) pues mientras que en todo el Perú, se mantiene una constante de la 1A vuelta Humala+Toledo vs KF+PKK+SN, sólo en estas provincias Fujimori recibe un incremento desproporcionado, superior a la suma correspondiente.
Omar Chehade denunció que se tramaba un fraude en esta zona y estas cifras parecen confirmarlo.
Pueden no sumar muchos votos pero la intención estuvo clara.
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