A mediados del 2005 firmé una carta por un juicio justo para Víctor Polay que hacía correr la señora Otilia, su madre, invariable militante del partido aprista desde muy joven, pero por sobre todo una madre que dará hasta lo último por abrirle el camino para la recuperación de derechos y de la condición humana para su hijo. En enero del 2006, cuando arrancaba la campaña electoral y yo me recuperaba de un cáncer como el que acaba de matar a Miky Rospigliosi, me encontré mencionado en las páginas de un diario de vocación macartista que decía que los firmantes lo que queríamos era ignorar a los miles de muertos de la violencia y dejar sin sanción a los terroristas. O sea que reclamar justicia para ciertas personas, que habían pasado quince o veinte años, en la cárcel, sometidos a un régimen inhumano de aislamiento e incomunicación, y procesados en juicios irregulares que fueron descalificados internacionalmente, era olvidar muertos y propugnar la impunidad ante la violencia.
Obviamente, nadie había olvidado a las víctimas y a los responsables. Pero lo que pasa en el país es que sólo se quiere ver una parte de la verdad histórica y cuando se entreabren otras miradas, como la que propuso la CVR, en un intento de hacer aceptar al Estado y las fuerzas represivas su parte de responsabilidad, se armó el escándalo y la persecución política que dura hasta hoy día. Así que en el Perú si uno dice que un subversivo es un ser humano puede ser acusado de apología y si viaja al lado de uno que ya purgó su pena y se supone que se ha reintegrado a la sociedad, puede terminar preso a su lado. O le puede ocurrir lo que le pasó a Aprodeh, de terminar acusada de terrorista por decir la simple verdad que el MRTA ya no opera militarmente hace un lago número de años. A mí también me pasó que fui a una reunión de solidaridad y reclamo por la libertad de Roque Gonzáles cuando aún estaba en Castro Castro, y me convertí en material de un programa de televisión que no sólo me implicaba como un contacto de las FARC sino alcanzaba al medio el que trabajo.
En noviembre del año pasado, la Unidad de Investigación de LA PRIMERA destapó un plan de represión contra la izquierda que llegaba hasta el líder nacionalista Ollanta Humala, con el cuento de la computadora de las FARC, y por la osadía de hacer esta denuncia el suscrito terminó siendo uno de los investigados, como si la computadora siguiera aumentando implicados después de muerto Raúl Reyes. El primitivismo en el análisis, la mentira deliberada y la falta total de respeto a las personas, explica la estridencia con la que se abordan ciertos problemas, con la deliberada intención de tocar fibras sensibles de la gente y alimentar el miedo. El incidente sobre Patria Libre en el Congreso, donde no hubo ninguna apología, es uno más de una larga lista. No será el último.
26.07.09
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