Vargas Llosa levantó en 1990 la promesa de llevar a García a la cárcel si los votos del país lo colocaban en Palacio. Ya se sabe que García uso ese poder que tienen los presidentes en ejercicio, y varguitas se quedó con los crespos hechos y nunca llegó a ponerse la banda presidencial, y quién lo hizo en su reemplazo fue Fujimori. Por ese motivo el escritor vivió por lo menos una década atravesado por el odio a dos grandes enemigos. Y el 2001 no dudó que Toledo era su indudable candidato frente al mal mayor que representaba Alan García. Pero la historia tiene sus emboscadas, y en la segunda vuelta del 2006, don Mario se encontró en la disyuntiva del mismo García al que quería encarcelar por corrupto e irresponsable, frente a un Humala que representaba grosso modo la nueva corriente de izquierda en América Latina y de alguna manera los lazos con el chavismo, y que en cualquier escenario encarnaría el “mal mayor”
Hasta la primera vuelta esta situación de espanto era descrita como una decisión entre el cáncer y el sida. Pero el día mismo de la votación que descartó a Lourdes Flores, ya estaba resuelto que no había un gramo de duda en el voto por García. Toda la derecha unida habló de mal menor, narices tapadas, y Aldo M matizó la sensación de suicidio con la fórmula no se trata de un cáncer sino de una diabetes, con la que se puede vivir. Y así surgió, del peor escenario para todos nosotros, el mejor gobierno que podíamos haber esperado para nuestros intereses. Tanto que Alditus se mudó a Palacio para sus tertulias nocturnas y el escribidor hizo las paces públicas con su ex enemigo y no lo criticó tampoco cuando se jactó de sus poderes de manipular elecciones, y como compensación recibió la presidencia de la Comisión para un Museo de la Memoria.
Ahora Vargas Llosa ha sido encarado por una nueva hipótesis indeseable: ¿Y si la segunda vuelta es entre Keiko y Ollanta? Noooo… ha contestado Mario, no puede ser, los peruanos no pueden darnos el disgusto de tener que votar entre el cáncer terminal y el sida, entre la “peor corrupción de nuestra historia” y el chavismo. Y Aldo M, que algo por fin aprendió ha puesto el parche antes del chupo. Si bien Castañeda, Lourdes y Toledo, son un “mal menor” frente a la gordita y el comandante; que funcionen va a depender que sepan vender obras, apropiarse del centro y aprendan “algo de demagogia” (prometer lo que no se va a dar como Alan García, en vez de hablar de Popper en una plaza puneña, como hizo Vargas Llosa). Pero, si no pueden, las fichas cambian de sitio y entonces Keiko será el mal menor ante el nacionalista radical que no controlamos. Fácil.
Es la traducción política de la doctrina “seré liberal pero no cojudo” (ahora que gaste el Estado para salvar a los privados) y convertida en “seré de la derecha ilustrada pero no cojuda”, y si hay que volver a irnos con la familia Fujimori no dudaremos un minuto. El tema es cuánto demorará varguitas para abrazarse con su segundo enemigo y declarar a la prensa que lo que dijo antes son esas pasiones que se vierten en las elecciones.
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