Como para ir preparando el terreno para su reunión con el escritor Vargas Llosa y empezar a ponerse de acuerdo sobre el carácter “plural” y “sin sesgos”, que reclama para el futuro “lugar de la Memoria” (nuevo nombre del Museo), el jefe del Ejército, Otto Guibovich Arteaga no tuvo mejor idea que ir a visitar a los angelitos militares procesados por las masacres de Cayara, Accomarca, Huancavelica y Monzón.
No fue el general a comunicar su sensibilidad hacia los soldados que han quedado lisiados o postrados por su participación en acciones de guerra, hacia las viudas o los hijos de los que murieron en servicio, ni siquiera ante algún militar que hubiera sido injustamente acusado de lo que no hizo; no señor, tan importante autoridad con uniforme, escogió a algunos a los que la justicia ha definido como culpables de acciones atroces contra la población civil, sin consideración por la leyes de la guerra.
La “pluralidad” y el “no sesgo” del general, impresiona precisamente por su parcialidad y sesgo. Pero igual se puede apostar que don Mario se va a encontrar con él y van a descubrir temas en los que coincidir para una buena declaración. Claro, después decimos que esta es una sociedad en la que todavía hay mucha hipocresía. La pregunta que por supuesto uno siempre tiene en la punta de la legua en estos casos es si aquella vieja idea de que los ejércitos se hacen fuertes si castigan a sus miembros que delinquen y abusan, le será recordada en su presencia al general Guibovich por Vargas Llosa y Salomón Lerner, y qué significado podrá tener que este la escuche, asienta con la cabeza y siga haciendo visitas de solidaridad a los violadores de derechos humanos.
Es como García, con la masacre de los penales a cuestas y con las manos ensangrentadas por muchas de sus decisiones como presidente, invitando a construir un Museo que no podría ser honesto si no señala sus responsabilidades. Hay quienes, efectivamente, como diría la Defensora del Pueblo, lo que verdaderamente deben estar buscando es un Museo de la Amnesia. El problema es cuando las palabras se confunden para hacer creer al país que estamos hablando de otra cosa.
Un país que no pasa por una profunda revisión de conciencia colectiva, en el que vencidos y vencedores tomen la dimensión de los errores que nos llevaron a unos terribles niveles de violencia, no puede reconciliarse y recuperar la paz interior que es la base de una pacificación duradera. Cuando Guibovich no mantiene su distancia con los procesados de la guerra sucia, nos está advirtiendo que para él la guerra continúa y como buen militar se cuadra al lado de los suyos, aunque las víctimas de sus disparos hayan sido en estos casos una mayoría de niños, ancianos y mujeres que estaban en medio de la guerra.
El lugar o museo de la memoria no tiene sentido como el terreno de la siguiente batalla, luego que se eliminaron los beneficios carcelarios y se decretó la persecución de los libros escritos por los presos. Imagínense qué va a ser eso si su contenido va a ser negociado con un general que saca la cara por los asesinos de Cayara, Accomarca, Huancavelica y el Monzón.
03.02.10
www.rwiener.blogspot.com
2 comentarios:
Publicar un comentario