miércoles, abril 08, 2009

Nuevo escenario

El lunes, el presidente García admitió que podía haber similitudes entre hechos de su primer gobierno que afectaron los derechos humanos y los que se suscitaron durante el de Fujimori, anotando sin embargo que la diferencia central entre uno y otro era que en su período no se interrumpió el orden constitucional. Es una declaración extraña, porque lo que ha llevado a la condena del ex dictador no se refiere directamente a su decisión del 5 de abril de 1992, que en todo caso profundizó una tendencia que ya venía de los primeros veinte meses de Fujimori, sino a actos específicos de asesinato, lesiones graves y secuestro, que el Tribunal ha sabido distinguir del contexto en que se produjeron.

Además García no había hablado de Fujimori desde que aterrizó en Santiago de Chile, y ya coordinaba con su hija el voto en segundo vuelta y las alianzas en el Congreso. A eso le llamaron neutralidad del Estado, evitar politizar el caso y no interferir en la tarea de los jueces. Obviamente era también una manera de usar un principio equivalente al de las “cuerdas separadas”, que permitía que se pudiera llevar adelante un juicio contra un ex presidente por los peores delitos, mientras sus seguidores cumplían el papel de aliados principales del régimen a cuyo interior se estaba desarrollando el proceso contra su líder.

¿Por qué es que de pronto García decide politizar el debate e inmiscuirse, respondiendo al alegato final de la autodefensa, para poner el acento en su condición de demócrata frente a quién rompió las reglas de la legalidad? ¿Qué puede indicar esto? Veo varias posibilidades: la primera, es que García ya estaba al tanto de la sentencia, por lo menos en su línea básica, y quería marcar la idea de que la razón por la cual él está en el poder y Fujimori condenado a 25 años de prisión, a pesar de que los dos violaron derechos humanos, tiene que ver con el golpismo, y que es eso lo que se ha buscado castigar, en medio de casi 800 folios y millones de palabras, y que el seguirá indemne porque es un violador democrático.

Hay una segunda hipótesis: que García está reconstruyendo o ampliando su sistema de alianzas, como se ve en el acercamiento a Vargas Llosa y la composición de la comisión para el Museo de la Memoria, y está tratando de reducir el protagonismo fujimorista, que se ha visto estimulado por las recientes encuestas, que han llevado a Keiko y compañía a reclamar prácticamente la sucesión de García. Es evidente que la valentía de la Sala del juez San Martín ha alterado radicalmente el escenario político nacional. El actual presidente necesita ahora de otras compañías, antes que empiece una onda en el sentido de Fujimori ya pagó, ahora le toca a Alan García.

07.04.09

www.rwiener.blogspot.com

3 comentarios:

Luis Enrique Alvizuri dijo...

Señor Wiener:

Creo que estamos subestimando al señor García. Mientras nosotros somos entes pasivos, meros espectadores de su teatro, el señor Alan García está especulando con todas las piezas que tiene al frente.

Para él el escenario pinta de lo mejor. Si antes tenía el problema de cómo acomodarse para el 2011 por falta de un elemento clave ahora ya lo tiene: Keiko.

¿Cuál es la importancia de ello? Pues que eso le asegura, según él, una alianza no escrita y aparentemente no existente para continuar en el poder en la sombra, con sus congresistas, y jugar nuevamente al "chinito", como lo hizo en el 90. El fujimorismo es la mano ganadora que le permitirá la impunidad, la sociedad mafiosa y la seguridad del retorno al poder porque "en su segundo gobierno lo hizo muy bien".

Para que todo ello resulte sabe que la estrategia es poner en la segunda vuelta al señor Humala (quien, según él, produce más miedo que el recuerdo del primer Fujimori). Así que, con el 18 por ciento duro del fujimorismo y su fiel 20 por ciento aprista prácticamente será presidenta Keiko.

Ponerla frente a un Toledo o a un Castañeda (nunca frente a Flores) no le conviene porque ellos sí atraerían el voto de la decisiva clase media limeña.

¿Qué otra opción hay, señor Wiener? Ni usted ni yo la conocemos todavía. Apelar a esos hermosos discursos de la madurez y la Democracia sabemos que no funcionan; eso no es el Perú.

Nuestra nación, nuestro electorado, y usted lo sabe bien, no es racional sino emocional y caudillista, y para el 2011 no va a cambiar así escribamos miles de artículos llamando a la reflexión o hagamos jornadas en la plaza Francia. El peruano no es lector y la plaza Francia no es el Perú.

Así que no queda otra cosa que irnos preparando para el terrible enfrentamiento entre dos posiciones pasionales y extremas: el fujimorismo y el antisistema, que desde ya están empezando a prepararse.

Es la historia que nos alcanza y que ningún intelectual de la Católica u ONG es capaz de vislumbrar, tan embebidos como están en sus nubes de libros y teorías occidentales.

Muchas gracias.

Anónimo dijo...

No estoy de acuerdo con la tesis de Luis Enrique porque me parece demasiado mecánica y no tiene al frente a ciertos vectores y variables ... por ej. la sentencia contra Alberto Fujimori tan contudente y tan categórica de hecho ya le quitó pátina al fujimorismo ante la opinión pública. El Perú ya no quiere correr el riesgo de tener al fujimorismo en el poder. Muy al contrario, Alan García sabe que su candidato ya no será Keiko porque ahora están a merced de Alan y eso lo dije en un análisis anterior. Ahora Alan jugará con otro candidato menos peligroso y que no ponga en riesgo su regreso a Palacio. Lo dejo ahí.

Juan A. Cavero G. dijo...

En 1966 hubo elecciones municipales. Como era de esperarse, en aquella época, salió elegido un aprista como alcalde de Trujillo. Pero el dato que más llamó la atención de los comentaristas políticos fueron los 30 mil votos en blanco emitidos en esa misma ciudad (cifra enorme para su población de entonces). La explicación fue que se trataba de los votos emitidos por apristas asqueados de la alianza política contra-natura entre el Apra y el odriismo, la grotesca "coalición del pueblo". De manera que, se incurre en gran error al sumar simplemente los votos del fujimorismo, el núcleo duro del Apra, y el resto de la derecha, para llevar a la presidencia en segunda vuelta a cualquier candidato que se oponga a la llamada candidatura anti-sistema. ¿Estarán dispuestos todos los apristas a votar por la hija del delincuente? ¿Y los que votan habitualmente por otras opciones? ¿Elegirán a Fujimori, sabiendo que eso llevaría al poder a la delincuencia organizada?
La historia demuestra que en la política, las sumas aritméticas no funcionan necesariamente, máxime si se trata de unir a sectores sociales que pueden tener intereses contrapuestos, acentuados en una época de crisis financiera.