La mercantilización del neoliberalismo

Se suponía que con la liberalización de mercados, desregulación, abolición de controles, Estado que no interviene, privatización de actividades y demás pociones de la receta neoliberal nuestro país escaparía finalmente del asedio de los empresarios mercantilistas que andan buscando ventajas del poder y no son capaces de competir en una economía abierta. Mueran los mercantilistas, se ha repetido con insistencia desde 1990, y no pocos hemos terminado preguntándonos sobre quienes habían sido estos malditos personajes, si todos los empresarios con algo que decir habían expresado que ellos nunca, ¿privilegios?, never in the life, tratos con el poder: sólo para hablar del clima y de cultura general, como se hacía con Montesinos. En el Perú todos abrazaban la competencia, en igualdad de condiciones.

Claro que el TLC era un tanto discordante con estos principios, porque suponía escoger exportadores e importadores, sobre productores del mercado interno; agroexportación versus arroz, maíz, trigo, papa y otros productos. También las privatizaciones y concesiones a un solo postor eran sospechosas de ventajas. Así como las licitaciones públicas, las adjudicaciones, los contratos de emergencia y otras variedades del ventajismo con contacto en oficina estatal. Pero oficialmente en el Perú hay una competencia perfecta. Hasta hay una oficina que la administra. Y los organismos que supervisan a los servicios públicos en manos privadas, hacen simulaciones para ver si las tarifas de los monopolios como los de la electricidad, los teléfonos, los peajes, los derechos aeroportuarios y otros, son “competitivos”. Y siempre sale que las empresas tienen la razón.

Pero ahora, el gobierno aprista ha decidido ser aún más audaz. En un descuido se ha tirado abajo una amplia parida de aranceles. Es decir luego que los representantes del Estado negociaron largos años en la OMC, el ALCA y el TLC, cuánto podíamos ganar de mercado ajeno entregando el propio, decidimos entregarnos al mundo en casi todos los rubros. En casi todos. Esa es la clave. Porque, por ejemplo, a primera vista nadie entendería porqué se ha ido a cero la importación de productos de acero forjado y se mantiene la protección del acero fundido, favoreciendo a Aceros Arequipa, de propiedad de capitales chilenos. O el que hizo las listas tiene algún defecto visual para distinguir los productos o alguna llamada le hizo ver que algunas defensas debían quedarse.

Otros analistas advierten que la lista de liberalizaciones parece hecha por Saga-Fallabela y Ripley, ya que han logrado abaratar todas sus importaciones (que ya estaban beneficiadas por la baja del dólar), en vísperas de la campaña navideña. Pero aquí seguimos condenando el mercantilismo. Los mineros también dan la impresión de haber pasado su lista de insumos, máquinas y otros gastos que realizan para que todos estos productos dejen de pagar aranceles. Y como tampoco pagan IGV y tampoco se les puede mover la tasa del impuesto a la renta, su felicidad debe ser tan profunda como esos socavones que van multiplicándose sobre suelo peruano.

¿Ustedes creían que el neoliberalismo era un sistema de libre competencia? En el Perú tienen la prueba de que no es así. Por eso Romero, Benavides, Favre y otros eran tan amigos de Fujimori y Montesinos, y ahora lo son de Alan García y Del Castillo. Es que aquí los negocios y el poder se abrazan todos los días.

26.10.07
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