Durante veinte años el señor Julio Velarde encarnó el tipo de orientación económica que se definía por estar en las antípodas de lo que hizo Alan García durante la década de los 80. Su doctrina era irrebatible: (a) el papel del gobierno es no intervenir la economía y dejar que el mercado fije los principales precios, entre ellos el tipo de cambio y la tasa de interés; (b) a García se le disparó la inflación por quererse financiar con emisión monetaria.
En agosto de 2006, el señor Velarde fue propuesto por el propio Alan García para hacerse cargo de la presidencia del Banco Central de Reserva con la obvia intención de que ponga en juego sus recetas y asegure el milagro de un gobierno aprista sin inflación y con moneda estable. Era la realización de un viejo sueño que todo neoliberal profundo lleva en el alma: ocupar un alto puesto en el Estado –con una excepcional paga-, para realizar sus teorías del antiestatismo económico.
Velarde estaba seguro de hacerlo mucho mejor que sus antecesores semi-heterodoxos del período de Toledo y por eso uno de sus primeros anuncios fue que haría flotar el dólar libremente sin intervenciones del Banco, lo que conduciría a un precio real y a una situación estable. También indicó que no cedería a presiones políticas y que no habría emisiones.
Pues bien, ya tenemos un año de esta medicina y estamos empezando a ver los resultados: (a) el dólar se está cayendo todos los días, generando inestabilidad, incertidumbre, pérdidas y ganancias que no responden a las fuerzas del mercado, y la flotación pura ha sido abandonada hace buena cantidad de meses cuando se vio que había estimulado una sobreventa que inició la ruta a la baja; (b) los precios de los productos críticos de la canasta familiar están subiendo en cadena, a pesar que en el BCR nos dicen que la inflación está controlada porque ellos no están emitiendo moneda.
Sin duda, la combinación de dólar en el piso y precios acelerados es la más perniciosa que se puede uno imaginar. Sobretodo teniendo en cuenta que uno de los “instrumentos” que se ha estado usando para des-inflacionar ha sido el tipo de cambio. ¿Qué se puede hacer para conseguir estabilidad de la divisa en algún punto que sea claro y al mismo tiempo no apuntalar la subida del trigo, los pollos y otros productos que tienen relación con el dólar?
La respuesta del gobierno, su ministro de Economía y el presidente del BCR, es que se debe hacer cualquier cosa, menos interferir el mercado, o sea lo que se debe hacer es nada. Hasta que la crisis se vuelva un globo grande, como el que ahora está reventando en Estados Unidos y otros países, que es cuando toda ortodoxia se acaba. Entretanto podemos distraernos con las aventuras sexuales de Toledo. Son tan importantes para el futuro de todos los peruanos.
06.10.07
www.rwiener.blogspot.com
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