La pregunta de la semana era: ¿usted cree que el segundo varguitas del APRA, y la única Cabanillas que podía soportar la política peruana, actuaron solos y no consultaron con Palacio para enfrentarse con la prensa?, que también podría frasearse: ¿usted opina que alguna iniciativa de importancia puede salir del Congreso sin autorización de Alan García?
Y, claro, la respuesta obvia era que no, que nadie creía que las cosas podían funcionar con autonomía, ni en el partido ni en el gobierno, así que cuando Velásquez Quesquén declaraba que el proyecto de las rectificaciones era inoportuno e innecesario, García que él como gobernante era un paradigma de la libertad de prensa y Vargas afirmaba que a pesar de todo insistiría en su propuesta, todo estaba coordinado.
Al final la iniciativa murió en medio de las puyas, y por supuesto Aldo M aplaudió al Ejecutivo y ametralló hacia el Congreso y la oposición, que es lo más fácil, mientras Perú 21 se preguntaba si no habría estado funcionando la escopeta de dos cañones. Mi opinión es un poco distinta: el APRA no quiere y no puede enfrentarse realmente a la gran prensa, porque depende de ella y porque realmente no necesita hacer nada para disciplinarla en los momentos en los que realmente importa.
¿Alguien cree que la intención de la ley de las rectificaciones era llenar las páginas y titulares de los periódicos y los programas políticos de la televisión y la radio, de rectificaciones, por supuestas inexactitudes o injurias contenidas en las informaciones, o que lo que se quería era incluir a los Miró Quesada, Ivcher o Agois, en las demandas para hacerles pagar los deslices de sus periodistas? El APRA, la verdad, no da para esto. Pero si requería voltear el debate que desde el caso Bagua, los temas de Collique, Paita y muchos otros le han sido desfavorables, y mostrar que todavía puede amenazar a los medios.
En realidad la prensa independiente está siendo agredida continuamente como se ve en el cierre de radio La Voz de Bagua y otras en las provincias en conflicto, las amenazas gubernamentales de usar la SUNAT contra las críticas, y la sucesión de demandas contra medios opositores como LA PRIMERA planteadas por personajes del gobierno (Alan Simon García Nores, Álvaro Gutiérrez, el Almirante Boyle y otros). Pero el gobierno siente que se debe discutir un tratamiento especial para acentuar el control de la prensa díscola antes de las elecciones.
Acaba de lanzar un globo de ensayo y lo ha dejado caer cuando se ha dado cuenta que había querido ir demasiado lejos con una espada de Damocles sobre toda la prensa. Pero, como dice Vargas, a pesar de ello el derecho debe limitarse aún más. No porque esté pensando en el honor de ciudadanos de la calle, sino porque quiere acallar la discrepancia y la investigación que los desnuda frente a la gente. Y así como la mayoría de la prensa criolla se adaptó a la invasión de Panamericana, al cierre de radios de provincias y demoró horrores para reaccionar cuando la DIRCOTE me incluyó en la denuncia que estaba armando contra dirigentes de izquierda por hacer pública sus pretensiones, me es difícil creer que la solidaridad de la protesta que se logró frente a la ley mordaza vaya más allá cuando el gobierno vuelva a agredir a los que están fuera del círculo de la gran prensa peruana.
23.08.09
www.rwiener.blogspot.com
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