En el Perú el presidente ha convencido a sus funcionarios, a los líderes empresariales y a los principales medios de prensa, de lo que sin duda puede ser una formidable contribución a la ciencia económica: la crisis es un problema de actitud, que también puede traducirse en que si creemos que no estamos en crisis, entonces nunca la habrá.
Uno puede preguntarse de inmediato: ¿y dónde está el ministro de Economía para discutir y aclarar esta tremenda afirmación que viene influyendo las decisiones del Perú desde que sonaron las alarmas internacionales hace ya casi un año? Es que buena parte del problema es que el señor Carranza, que ha ocupado dos veces el cargo en este gobierno, ha pasado de su condición original de supuesto garante de que el presidente García no repita sus viejos errores económicos, a fanático de la teoría de la “actitud hacia la crisis”, es decir que si lo crees no hay crisis.
En el medio hubo, por cierto, un interinato antiinflación del señor Valdivieso al que le estalló la burbuja internacional y no se dio cuenta. Por eso volvió Carranza, ya no para asesorar a García sino para darle apariencia de seriedad a su voluntarismo. No en vano fue este personaje el que dijo a fines del 2007 que se venían por lo menos 15 años de crecimiento continuado en el mundo; y en el primer semestre del 2008 negó que se podía hacer algo sobre la inflación por ser “externa”; el que aseguró a comienzos del 2009 que creceríamos 5%; y que en julio anunció que el Perú ya había salido de la crisis, es decir que éramos la excepción del mundo.
Por tanto no hay una economía Carranza separada de la economía García. A ambos les corresponden los méritos sobre lo que está pasando este año clave, en el que acaban de anunciarse las cifras finales del primer semestre, donde al decir de un conocido economista se ha cumplido el milagro invertido de pasar de un crecimiento como 10 a casi cero. Pero lo importante es que la actitud promovida por el presidente y el ministro ha evitado que nos dejemos ganar por la sensación de derrumbe, en otras palabras que no nos demos cuenta que la cosa se iba deteriorando, lo que puede significar también que cuando hagamos conciencia quizás sea demasiado tarde.
El crecimiento
Los dos primeros años de Alan García fueron los de un espectacular crecimiento de la economía: 8.8% en el 2007 y 9.8% en el 2008; cifras que eran convergentes con una etapa de auge del comercio global, que favoreció a los países exportadores de materias primas como el Perú. Pero para nuestro presidente esta etapa debe haber sido la primera prueba para su método de la actitud, entendido como ese don que Dios le dio para convencer a la gente, empezando por inversionistas visitantes del Palacio de Gobierno. Ya sabemos que esto ha traído otro tipo de problemas, registrados en el contenido de los petroaudios, que emparentó crecimiento con corrupción.
El punto es que a partir de octubre del año pasado la economía varía su curva e inicia un descenso que los últimos meses se ha hecho cada vez más profundo, haciendo que hasta el imperturbable Luis Carranza empiece a dudar de sus propios números. Sólo el presidente sigue considerando una hazaña que andemos por una tasa de 0.34% en el primer semestre de 2009, cuando México cerró en menos nueve y Chile y Brasil dieron cifras negativas. Parece que otra vez vamos a tener que regresar a eso del vaso medio lleno o medio vacío, que en este caso equivale a saber si es más grave desacelerarse 10 puntos o descender a rojo bajando cuatro o cinco puntos.
En realidad lo que debería asumirse es que uno y otro son parte de una misma tendencia, más allá de actitudes y discursos de gobernantes, y que las especulaciones sobre excepciones, blindajes, Dios es peruano, y otras, son meras palabras que no resisten el paso del tiempo. Ubicado por debajo del 1%, el desempeño del primer semestre, no promete terminar el año muy por encima de uno, y si se toma la curva sectorial no se ve por donde va empezar la recuperación. El cuadro sector por sector indica que las actividades vinculadas al mercado exterior se han desplomado completamente, lo que confirma que nuestra mayor articulación con el exterior ha sido tan importante para crecer como para el posterior decrecimiento. La clave es que no hay una recuperación por el lado del mercado interno y que lo que ha podido hacer el gobierno para sostener la actividad con inversiones propias y subsidios no ha podido compensar la pérdida porque el Estado peruano no es el de Estados Unidos, ni lo que se puede hacer con obra pública por más forzada que resulte no puede compararse a la baja de la inversión privada que había crecido 25% en el 2008 y lo está haciendo a 1% en el 2009.
El optimismo
En noviembre de 2008, durante la cita de APEC en Lima, el presidente García logró la máxima inspiración en su mirada a la crisis. Ahí fue donde llegó a decir que: “En el G-20 no ha habido un consenso para comprender que esta ha sido una crisis de crecimiento. Es un relanzamiento del mercado. Es una crisis de riqueza mundial... Creo que el G-20 en Washington, y a pesar de todos los grandes pensadores, no ha logrado entender eso. El tema es de administrar una crisis de crecimiento” Con esto se colocaba por encima de gobernantes y pensadores, y ensayaba una conclusión lapidaria: nadie entiende, salvo su gobierno, que esta es una crisis especial que va a seleccionar a los ganadores, a los más persistentes en el modelo, a los que tengan la actitud más erguida para resistir los proteccionismos, los defensismos y las vueltas para atrás.
Esto era en noviembre, pero luego los empresarios empezaron a dudar y advirtieron que todos los países tenían un plan frente a la crisis, menos el Perú. Entonces el presidente ordenó al ministro Valdivieso un plan, que este armó en tres días, exclusivamente para que las cosas siguieran igual y el MEF siguiera amarrando la inversión pública cuando más se precipitaba la privada. En enero teníamos sin embargo nuevo ministro, mejor dicho regresaba el que se había ido por no poder bajar la inflación interna. Y con su reingreso Carranza aclaró que lo que se necesitaba no era una receta anticrisis (¿cuál crisis?), sino un plan de estímulo, algo mucho más acorde con la lógica del cambio de actitud.
Y de ahí entramos a la fase actual, en la que la economía va cayendo a cada vez mayor velocidad, todos los indicadores se deterioran: PBI, balanza de pagos, exportaciones, reservas, recaudación, inversión, demanda, etc., pero los medios y buena parte del país está más preocupado por saber cuál de los hermanos Bracamonte contrató al sicario para matar a su madre, y en entender si los celos de Abencia Meza pueden desatar una matanza. Obviamente la crisis no ha ganado el primer plano de la atención pública por una combinación de factores: (a) porque el país ha mantenido reservas monetarias, fiscales y financieras para sobrevivir un cierto número de meses sin extraordinarios trastornos, lo que es un efecto neto del ajuste continuado de la economía y los candados que se pudieron para obligarnos a ahorrar, y a la expansión del crédito para dar movimiento al dinero; (b) porque la fase que estamos viviendo hasta ahora es la dejar de crecer, sin llegar aún a decrecer, esto significa que se están volatilizando las sobre utilidades y perdiéndose empleos nuevos, pero todavía no hay un efecto general; (c) porque el gobierno y la prensa han vendido todo tipo de calmantes y pócimas como si se tratara de un chaparrón momentáneo.
No hace muchos días el ministro Carranza ha reconocido que el estímulo fiscal que ofreció el gobierno no está dando resultados. La explicación iría por el lado de que no están estimulando realmente nada porque las empresas no reaccionan ante la falta de mercados y porque jamás de los jamases el Estado puede sustituir de un día para otro a los privados, mucho más en un esquema económico y jurídico como el que rige en el país actualmente. Sin decirlo en voz alta, el ministro ha negado que todo el problema se reduzca a ver quién es el que puede gastar y escapar a los controles e ineficiencias burocráticas, que es el discurso reiterado del presidente García. Puede repartir plata entre los núcleos ejecutores o en proyectos sin licitaciones y estudios suficientes, y lo que conseguirá es mayor corrupción y cifras que seguirán en caída libre. La cuestión es que el tiempo de la negación de la crisis, de la actitud positiva, del tener fe y nada más que eso, de la inacción para producir correcciones se va acabando. Carranza debe haberlo sentido cuando hizo sus últimas declaraciones.
23.08.09
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1 comentario:
EL OTRO SENDERO - HACIA EL 2011
Es la que siguen pintando en letras de molde, los plumíferos de la rancia derecha, que no dudan en falsear y fantasear los hechos y conductas, de sus bellacos lideres, que pretenden retornar al poder, con burdas y torpes armas oligarcas ,de mentir, mentir que algo queda, sea contagioso, y hasta PERU 21, agota su caratula, auspiciando el terror, como si volar el centro de Gamarra, tuviera un sentido político, solo sirve para que los peruanos, olvidemos en estos momentos el deber de Solidaridad con los comuneros de PUTIS que hoy tienen los restos óseos de sus familiares ,hoy exigen del Ministerio de Defensa informe sobre los Oficiales y soldados que estuvieron asignados en dicho lugar y son responsables del asesinato en masa de mujeres, niños, ancianos, que reclaman JUSTICIA, porque este gobierno y los anteriores se cubren de sangre del pueblo, por guardar silencio cómplice, para garantizar la impunidad de estos criminales, precisamente como lo hace el Presidente Uribe de Colombia .
Y nos referimos a la disyuntiva, que presenta EL CORREO si el estado no les hace caso, y esta vez no designan un General glorioso, para que extermine los rezagos terroristas y narcos del VRAE es porque se trata de un Estado narco, es decir que les teme, defiende o protege, entonces se requiere de un régimen duro, como el de Fujimori que promete la hija Ke-iii-ko para el 2011 o la del Almirante Vice-presidente que anuncia golpe, ante el AVANCE de la Oposición. Trata de hacernos olvidar, que precisamente durante el régimen del chino, se promovió y protegió los negocios del TID no solo en el VRAE, sino en toda la SELVA, puertos, aeropuertos, fletando cargamento de droga de la buena, en naves y vehículos oficiales, de donde sino el SIN poseía ladrillos de dólares para comprar voluntades de políticos, congresistas, curas, militares, periodistas, y jueces. Si eso no era un estado narco, que otro nombre merece, de que evolución o mutación pueden hablarnos viejos plumíferos mentirosos, la culpa ajena quiere imputar a los vecinos, a los de enfrente, a quienes formamos la oposición. Como es que con su cinismo, podemos avanzar, ellos no quieren eso, añoran lo pasado, la dictadura, para no dar cuenta a nadie de sus tropelías , de sus ganancias brutas, por carecer de memoria e inteligencia, porque hasta para robar hay que ser ingeniosos, tener marcas, asumir riesgos, padecerla, para no repetir los errores , modalidades y estilos..............
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