viernes, noviembre 16, 2007

La mentira y el poder

En una entrevista reciente con César Hildebrandt, el ex ministro Alfredo Ferrero explicaba que él sabía, por lo que había conversado con el candidato, aún antes de la primera vuelta, que Alan García apoyaría el TLC. Esta sería una revelación bomba en cualquier parte del mundo: el tipo que amenazó con retirar la firma presidencial del Tratado si Toledo se atrevía a ponerlo al voto del Congreso saliente (y que luego ordenó a sus partidarios votar en el último día de sesiones de ese Congreso), que afirmó que revisaría línea a línea el documento y que prometió a algodoneros, arroceros y otros sectores agrarios que no permitiría un acuerdo comercial que los afecte, estaba comprometido a seguir adelante con el TLC, cuando hacía esos alardes públicos. Pero en el Perú esa no es noticia. Estamos tan hechos a la idea que nos gobierna un sistema basado en la mentira, que no nos sorprende saber que, también en este punto, García meció a medio mundo.

Si las elecciones sirvieran para definirse frente a propuestas nadie dudaría en decir que los partidos que defendieron abiertamente el TLC fueron los derrotados: Unidad Nacional, Perú Posible; y que los que hicieron la primera mayoría parlamentaria (UPP-PNP) y el que alcanzó el poder, estaban obligados cuando menos a abrir un nuevo tiempo de reflexión y enmienda sobre lo que venía del anterior gobierno, que en realidad resultaba de la imposición de la administración Bush. Pero no. Como dice ahora García, hay que ser muy acomplejado para dudar de lo que él dudó públicamente en las elecciones. O sea, que él manipuló groseramente eso que llama “complejos” de una parte de la población peruana para embolsicarse sus votos y luego convertirse al credo de los derrotados. Y a eso le llamamos democracia porque nos permite salvarnos de peligros mayores como Humala y Chávez, que es lo que dicen algunos comentando el balance de desgracias de este gobierno que hice el último domingo.

Lourdes Flores, que suele ser mucho más sincera que García, o que Toledo, y que por eso no gana elecciones (como Vargas Llosa), decía en el 2001 que el de la Chakana debía reconocer que había mentido y, con eso, santo y bueno, hacer lo contrario de lo ofrecido en la campaña. Hoy vuelve sobre el asunto. Anuncia el regreso a la política indicando que su rol de oposición no excluye su apoyo al TLC y la política pro inversiones de García, en otras palabras una oposición que nunca se opone, porque la política que hacen los gobiernos: Belaúnde, Fujimori, Toledo, García, es la que su partido proclama en las elecciones y con la que pierde. Y los otros hacen lo contrario a lo que ofrecieron electoralmente y que es lo que ofrecían Flores, el PPC y Unidad Nacional. Y después preguntan ¿por qué no hay oposición?

14.11.07

www.rwiener.blogspot.com

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