El gobierno amnésico

Mirko Lauer debe ser el único que acató la orientación del premier Del Castillo de ir a preguntar a Giampietri por los avatares de Pandolfi dentro del actual gobierno aprista. Eso lo lleva –en su columna de jueves santo- a dar diversas vueltas sobre los argumentos del almirante: desconocimiento de la inhabilitación, capacidad técnica para el cargo, persecución política, etc. Y concluye con que el vicepresidente estaría actuando por su cuenta, ante la indiferencia de García, para impulsar una proximidad indeseable con los representantes del gobierno de los 90.

Pero las preguntas del país apuntan al primer ministro al que Lauer ni siquiera menciona. Es Del Castillo y no Giampietri el que lo nombró para formar curiosamente una nueva OPD (Organismo Público Descentralizado), en plena poda de instituciones autónomas, para organizar acciones de prevención a largo y mediano plazo frente a la eventualidad de un nuevo Fenómeno de El Niño. Y el que a falta de una explicación coherente se declaró en Alzheimer preventivo:

- No recuerdo quién es Pandolfi;
- No sabía que había sido inhabilitado;
- Me olvidé que yo mismo lo inhabilité;
- Cuando lo vi en la PCM pensé que había venido a galantear a las secretarias;
- El último Niño fue en el año noventitantos.
- Yo fui luchador contra la dictadura;

Resumen: fue un error político, responsabilidad de Giampietri, que sus razones tendrá para haberlo sugerido, y si el almirante dice que el fujimorista ya estaba en el gobierno hace cinco meses, debe haber sido porque se reunían en su casa, porque nunca tuvo responsabilidad de gobierno o coordinación con la PCM.

Pero entonces ha aparecido una carta del Banco Mundial del mes de enero, dirigida a Jorge Del Castillo Gálvez, Presidente del Consejo de Ministros, informándole de las visitas de la misión preliminar de negociación de créditos sobre el Fenómeno de El Niño, integrada por Giampietri, Garrido Lecca y Pandolfi, este último como “coordinador del lado peruano”; y una serie de fotos de campo en las que el ex premier de la dictadura aparece rodeado de ministros y funcionarios del gobierno (Wagner, Zavala, Salazar, Carrasco, Trelles), en plan de jefe de grupo.

La ministra de Trabajo, por su lado, ha admitido que el personaje en cuestión ha estado presente en sesiones del Consejo de Ministros, o sea que ya estaba bien adentro del gobierno. Y Alan García ha comparado el caso con de un encuentro con un anónimo con el que uno conversa sin saber si tiene deudas y requisitorias. ¿Tan ausente ha podido estar del país de los 90, para no saber que estaba ante un individuo que fue dos veces premier, cuatro veces ministro, en los peores momentos del régimen, y para no tener presente que la actuación fujimorista ante el Fenómeno El Niño de 1997-1998, fue un desastre adicional, al que sufrieron millones de peruanos, que las lluvias y desbordes se produjeron en los departamentos en que no se hizo prevención: Ica, la selva, y que las zonas afectadas tardaron muchos años en recuperarse?

El nombramiento con resolución suprema de Alberto Pandolfi para el PREVEN efectivamente sólo oficializaba una encargatura que se estaba ejerciendo en múltiples gestiones, para que pudiera establecerse un interlocutor, ante el pedido de la embajada japonesa para remitir una donación por 230 mil dólares. Fue con la publicación en “El Peruano” que estalló el escándalo, por alguien que recordó el estado de inhabilitación en que andaba el ex primer ministro. Hasta ahí nadie se había dado cuenta de hasta donde había llegado el personaje. Los periodistas que tomaron las fotos, las autoridades regionales y municipales que lo vieron llegar a sus localidades, y, por supuesto, los ministros que se habrán planteado varias veces la pregunta: ¿y a éste, de dónde lo conozco?

Que para Giampietri sea normal el regreso de los pesos pesados fujimoristas tan injustamente cuestionados por un poco de corrupción y violaciones de derechos humanos, necesaria para salvar el sistema, no debiera sorprender en lo más mínimo. El problema es entender porqué este hombre ahora tan influyente ha llegado al puesto desde el cual le impone cosas al gobierno, y adónde estaba apuntando García cuando todavía era candidato y lo escogió para acompañarlo. La necesidad de Del Castillo de mentir tan alevosamente muestra que él es parte de un secreto profundo en las relaciones con el núcleo duro de Fujimori, cuyo papel de bisagra más que en el almirante, parece estar en manos del presidente del gobierno regional del Callao.

En ese punto ya no importa el supuesto mérito de Coquito como integrante del Foro Democrático y participante de las movilizaciones finales contra el fujimorismo. Nadie puede ignorar que esto ocurrió en paralelo a un Mantilla que negociaba con Montesinos a nombre del partido, su participación electoral. Nunca se ha esclarecido el significado de ese doble discurso, que reaparece ahora en medio del descubrimiento de cada vez mayores indicios de que los vínculos con el fujimorismo van más allá de las necesidades tácticas.

Que el nombramiento de Pandolfi es un error político, dice el gobierno. Lo que hay que preguntarse es si todo lo que está ocurriendo no es un gigantesco error. Y Mirko todavía quiere salvar una esperanza del partido social demócrata y de un Del Castillo dialogante, que sólo existen en su imaginación .

Lo que el país está viendo es otra cosa.

06.04.07
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