miércoles, abril 04, 2007

Bombardear, arrasar, exterminar

Bombardee ministro, ametralle, arrase el campo, no deje cocalero con cabeza. Use los A- 37, los MIG 21, los Mirage contra los aeropuertos y las pozas, y, porqué no, los tanques para tomar las zonas liberadas, la armada para destruir las bolicheras que llevan droga como si fuera harina, los exocet y las bombas de racimo contra los refugios en la selva. Y si han decidido ceder al chantaje, aquí está mi puesto que no me sirve.

Este es nuestro presidente, ¿qué les parece?

Una descocada parecida les costó la vida a 300 presos en 1986.

Y, por cierto, ahora, como entonces, el diagnóstico del problema y las medidas para resolverlo estaban totalmente equivocados. Y el viraje desde el presidente que quería evitar excesos de represión y abrir vías democráticas, al represor brutal que se lleva de encuentro todo lo que tiene por delante, es casi exactamente el mismo.

En lo que estábamos hasta hace unos días era en un acta firmada con los dirigentes cocaleros para proceder a un nuevo empadronamiento general de productores de hoja de coca y en la suspensión de la erradicación forzada que ha resultado absolutamente inútil como política antidrogas, lo que apuntaba a incorporar a los productores organizados al diálogo y la búsqueda de la solución.

La derecha estaba histérica, sobre todo porque el ministro de Agricultura había justificado su participación en el acta en dos verdades contundentes: no hay política nacional para el tratamiento de los cultivos de coca y lo que se hace aquí en antinarcóticos es lo que dicta y paga Estados Unidos.

Pero el presidente, el primer ministro, el ministro del Interior, apoyaron al de Agricultura.

Pero como tampoco sabían adónde llevar la cosa inventaron lo del “plazo”, que no estaba en el acuerdo y que carecía de sentido porque no permitía el diseño de una política alternativa, ni el empadronamiento, ni nada.

Y es de ese plazo arbitrario, en que el gobierno no se movió un centímetro, la derecha y sus medios chillaron como si se estuvieran pasando millones de toneladas de droga para envenenar a todos los pueblos, Aldo M. se lavó las manos otra vez con eso de que Friedman propuso legalizar las drogas, y los cocaleros fueron de aquí a allá esperando que se inicie el diálogo, que insurge el nuevo Alan, el bombardero de Barranco, el loco ametralladora, el A-37 de la política nacional.

¿Y qué dice el “chiquitín” Salazar? Que todos están de acuerdo, que esto es lo que estaba en el Acta y que por añadidura sigue siendo verdad todo lo que venía diciendo: que no hay política antidrogas, que Estados Unidos decide y paga todo, y que se persigue cocaleros pobres y no narcotraficantes, que es el contenido del discurso del presidente.

¿Quién los entiende?

Claro, como que el asunto es directamente con ellos, ha hablado también el mismo día del plan de bombardeos y arrasamiento, el Virrey de Lima, el embajador de Estados Unidos y ha dicho que el reinicio de las erradicaciones es coherente con el plan antidrogas.

O sea que se recuperó la coherencia de la manera más incoherente. Y el plan antidrogas es otra vez el que ellos han venido sosteniendo y que los que creen que ha fracasado es porque no se han dado una vuelta para ver las familias que han cambiado de cultivo. Y la erradicación forzada sigue siendo el centro de la política, porque para ello dan su dinero (“La República”, 03.04.07)

Todo ha vuelto a cómo estaba antes piensa el embajador. Aunque García nos quiera hacer creer que hay algo nuevo en su fuga hacia delante. Puede haberlo en el sentido de víctimas de su histeria. Pero reducción de cocales y del movimiento de droga, rescate de los campesinos de la pobreza y apertura de oportunidades para las familias de la selva; cero sobre cero.

Bombardeamos y asunto resuelto.

04.04.07

http://www.rwiener.blogspot.com/

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