jueves, septiembre 11, 2014

El lobby como parte del sistema político

Tiene razón Ollanta Humala cuando le recuerda a los apristas que los ministros de su gobierno acudían a reunirse con empresarios privados en la suite de un hotel de lujo. Sí, pero eso no tiene por qué servir de justificación para que ministros suyos se valgan de cuentas privadas de Internet o cualquier otro medio electrónico para la misma cosa, recibir pedidos de intermediarios de grandes empresas para decisiones gubernamentales que los favorezcan.

Más aún, si se observa las intervenciones del ministro Eleodoro Mayorga ante el de Medio Ambiente, que están contenidas en los cornejoleaks, se verá que en su caso el gestor de intereses privados, o más crudamente el lobista de la petroleras, es el mismísimo hombre del fajín, al que Humala defiende y protege, a pesar de su todavía precaria permanencia en el gabinete (podría ser censurado), casi le cuesta la no confianza a la premier Ana Jara.

Varios han convenido que el problema de Mayorga es que no distingue el interés público del privado. Pienso que es peor: cree que son lo mismo. Por eso dice que quién va a saber sobre materia ambiental más que las petroleras como Karoon que hace exploraciones de petróleo y gas y detecta reservas para venderlas a otras empresas. Y cuando Pulgar Vidal se queja ante Cornejo que el reglamento de protección ambiental en hidrocarburos lo haya hecho la petrolera australiana, contesta con pasmosa frialdad que en realidad no son las empresas las que hacen los documentos técnicos, sino que contratan a terceros.

Casi lo mismo es con el tema de Interoil, en el que el ministro asegura que la consultoría que hizo para la petrolera que opera en la costa norte, para conseguir que el Estado le amplíe el término de vencimiento de su contrato, fue hecha pensando en los intereses del país, al margen de lo que cobró por ella, lo que quiere decir coherentemente que como ministro no iba a hacer lo contrario de lo que venía haciendo. De ahí que Interoil consiguiera la prórroga de su contrato.

“La decisión se tomó antes que fuera ministro, y para eso se tomaron en cuenta varias explicaciones, entre ellas la mía”, afirma Mayorga, que cuando se ciñó el fajín firmó a los pocos días los documentos que convalidaban lo que había gestionado a nombre de la empresa y de la consultora privada que representaba. “Si otro hubiera sido el ministro, el resultado hubiera sido el mismo”, concluye, sugiriendo que Perupetro y el gobierno ya habían cocinado el asunto y que tal vez por ello fue que lo convocaron.   

El contrato con Interoil se extendió entre 1993 y 2013 (veinte años) y para no cumplir con devolver los campos, los noruegos asesorados por Eleodoro Mayorga, invocaron una cláusula que advertía que en caso de fenómeno del Niño se podían modificar los plazos. Esto había sido desestimado en marzo por la Corte Internacional de Arbitraje, que no lo encontró como motivo suficiente para exigir un tiempo adicional, pero como se sabe, la idea del interés nacional coincidente con el de los inversionistas con que llegó el ministro, hizo que se impusiera una prórroga prácticamente sin sustento.

Nada demasiado nuevo


El día en que Humala decidió contentar a la CONFIEP y enviar un rotundo mensaje de paz a los grupos económicos a los que había criticado durante años, que fue cuando decidió que Miguel Castilla, viceministro de Alan García, asumiría la conducción del MEF, y Julio Velarde se quedaría al frente del BCR, estableció la pauta de la que se vale Mayorga actualmente. Si el gobierno depende de mantener un índice de crecimiento, que deriva a su vez de los niveles de inversión que puedan realizar muy pocas empresas (alrededor de 200), y el Estado está paralizado para intervenir económicamente por la Constitución, los gremios privados y los grandes medios de comunicación, el resultado va a ser una inexorable subordinación del poder político al económico y una pérdida de fronteras entre uno y otro.

Humala está preso de esta concepción que bloquea cualquier posibilidad de hacer intervenir otras variables e intereses, en las decisiones de Estado. En el discurso de 28 de julio, el presidente quiso disfrazarse con su cara más amable, hablando de prioridad de las educación y la salud, pero aún en ese espacio la clave de sus palabras estaba en ofrecer un mayor gasto estatal, para declararlo inmediatamente insuficiente, y apostar por las asociaciones con el sector privado como “solución”. Pero fue en la presentación de Ana Jara donde estas ideas se hicieron mucho más explícita. De Cornejo se había dicho que era el gabinete de las “inversiones” , por el reforzado papel de la tecnocracia. Pero aún así la notaria iqueña amiga de la primera dama, se ha empeñado en ser más amiga de las inversiones que los amigos de la inversiones.

¿Hay lobby bueno?


Humala debe querer decir que cuando convocó a Mayorga ya sabía que venía como representante de las petroleras y que como en el caso Urresti no vio nada en su currículum que pudiera alarmarle. ¿Qué puede desencajar en un gobierno que ha estado buscando desesperadamente la “confianza” de la gran inversión que sus ministros sean consultores de las mismas? Por ello debe ser que los cornejoleaks no han tenido ningún efecto en el gobierno, salvo en la preocupación porque estas cosas se conozcan. Que Blume, Teullet, Mayorga, Castilla, Cornejo, aparezcan tan asociados en defensa de intereses particulares no hace reaccionar al presidente como alguien a quién le estarían sacando la vuelta en sus narices, y eso debe ser porque Humala no encuentra por donde está el problema, con tal que sus ministros no vayan a hoteles, que se ve pésimo.

Un hecho interesante a considerar es que mientras la población se ha sentido remecida de conocer las promiscuidades entre el poder político y el económico, y en general se ha desatado un rechazo de plano a estas prácticas que favorecen la corrupción, los columnistas de la constelación de El Comercio han salido a explicar nuevamente que el lobby en sí no es malo, que lo que falta es regularlo y ejercerlo de la manera más transparente. Esto querría decir que se requiere algún tipo de norma y de registro de los que realizan la tarea de influir a las autoridades a responder a los intereses de las empresas.

Pero el Perú cuenta desde el año 2003 con una ley (28024) que regula la llamada “gestión de intereses” y un listado en los Registros Públicos para anotarse para cumplir estas funciones. Once años después, apenas un puñado de personas tiene oficialmente esta condición (menos de 50), pero en el camino ha habido petroaudios, cornejoleaks y otras expresiones de intervenciones de personas que aprovechando sus relaciones con el poder han buscado influir sistemáticamente en sus decisiones.

Porque este es el problema, que el sistema lobista del poder está construido en base a relaciones personales que algunos tienen con los que toman las decisiones públicas. Esto convierte en una reverenda farsa la idea de que el modelo económico trabaja sobre la competencia y la neutralidad estatal Los cornejoleaks son una cruda expresión de cómo se arreglan las cosas. Que es además como se diseñaron los recientes paquetes de medidas para “reactivar la economía”, que no son sino ventajas sacadas en negociación directa por los propios beneficiarios.

Este modelo tiene más de dos décadas vigencia, y ha pasado por el autoritarismo fujimorista, que mantenía la ilusión de dirigirlo todo cuando estaba infiltrado de intereses empresariales; el histrionismo de Toledo, que creía ser amigo de todo el mundo; le lobismo directo de García que según propia confesión recibió 4 mil empresarios en cinco años de gobierno generando una asociación entre su persona y muchos de ellos que le ha dado buenos resultados económicos; y llega hasta el gobierno de Humala, copado de tecnócratas lobistas asociados con extecnócratas también lobistas que trabajan para las empresas, con un presidente pintado en la pared que cree que es fuerte cuando sostiene a Mayorga y Castilla, que le vinieron impuestos por las empresas.

11.09.14
Publicado en Hildebrandt en sus Trece



8 comentarios:

Anónimo dijo...

Nada de “anónimo”, soy Ambrosio
Le recuerdo a don Raúl que, para mí, él no es un comentarista político sino un político más, un lobbista de la izquierda troglodita. Wiener hace lobby por Goyo Santos y Susana Villarán, el gobierno cubano, argentino y venezolano, los presos de MRTA.
Le recuerdo a don Raúl que la CGTP hace lobby, lo mismo las más de cien ONG medioambientalistas del Perú; MOVADEF es lobbista; hacen lobby los club departamentales, las asociaciones de propietarios, las juntas de vecinos, el Colegio de Abogados, el Colegio de Periodistas del Perú.
Le recuerdo a don Raúl que hacer lobby es una actividad democrática legítima. Ya es hora que deje de usar el término “lobista” como un adjetivo sinónimo de “violadores de menores y ladrones”.

La CONFIEP, la organización que agrupa a los mayores contribuyentes y empleadores del Perú, no es despreciable sino todo lo contrario. La CONFIEP tiene todo el derecho y obligación de defender sus intereses, y llevar sus contenciosos al Gobierno, y el Presidente debe escucharlos. La CONIFIEP no odia al Perú como Goyo Santos o Abimael Guzmán; ellos invierten sus ahorros en el país, no lo quieren hacer pedazos para usarlos de conejillos de indias de sus delirios ideológicos.

Por supuesto que el Presidente se debe al país, y debe, como sus ministros, actuar horadamente y en transparencia, sin recibir comisiones (como Humala en Francia). Los intercambios entre el sector privado los ministros y el presidente deben ser transparentes.

Y por supuesto la Izquierda debe dejar de hacer lobby por Cuba, Venezuela y Argentina. Cada vez que lo hace traiciona los intereses del país, como lo hicieron en la Guerra Fría cuando defendían –en contra del Perú- pagados por la Unión Soviética

Héctor Mejía dijo...

Desde el fujimorismo el Estado peruano funciona así:
Los grandes grupos de poder económico se valen de lobistas que son tecnócratas neoliberales que trabajan para ellos y que son amigos, parientes o compinches de los tecnócratas neoliberales que trabajan para el Estado; los lobistas hablan con sus amigos que trabajan para el Estado y consiguen los decretos, normas o leyes que necesitan sus jefes, los grandes grupos económicos.
Posteriormente los tecnócratas neoliberales cambian de puesto y los que trabajaban en el sector privado pasan a trabajar en el Estado y los que trabajaban en el Estado pasan a trabajar en el sector privado al que antes tenian que controlar o regular.
Este es el sistema que impera en el Perú en el que los grandes grupos de poder económico se benefician aún a costa del bien común, un sistema que el candidato de "la inclusión social" (que mas parece un zombi que un Presidente) iba a cambiar, pero que solo ha mantenido y que por la incapacidad de Humala no ha podido ocultar.

Anónimo dijo...

Martha dijo:

Dándole el beneficio de la duda, es posible que Humala haya tratado de explicar la existencia de lobbies “buenos” y otros malos. Esperemos que por impericia política (y no deformación ideológica) Humala haya dado a entender que los intereses “particulares” se oponen a los “nacionales”, cuando las más de las veces son justamente fuente de la prosperidad del país. Y que esa impericia lo haya llevado a no percatarse de que actos aparentemente inocentes como “ayudar a un amigo en aduanas” –tal como lo hizo su ministro Milton von Hesse con un maderero– es sacar provecho del cargo; lo mismo que es opaco despilfarrar millones –como la ministra de “Cultura”, Diana Álvarez-Calderón–, para contentar y entretener al garante Vargas Llosa y a sus amigos en la Feria del Libro de Bogotá; y cuestionable que el ministro de Energía y Minas, Eleodoro Mayorga, favoreciera a empresas con las que está o estuvo vinculado (muestra de que los representantes del Ejecutivo pueden convertirse en autolobbistas).

Anónimo dijo...

Hay lobbies y lobbies, como siempre a nosotros nos ha tocado el peor de todos, el lobbie criollo-liberal-mercantilista que privilegia la rapiña llamada inversión privada a cualquier costa, que negocia en secreto los bienes del Estado, los recursos naturales y el destino de millones de peruanos, que apoya la dictadura del capital por encima del trabajo, que repudia los sindicatos y flexibiliza las leyes laborales al extremo de convertir al trabajador en una simple pieza de recambio, de bajo costo y prescindible. Los lobbies nacionales, como siempre más papistas que el Papa, se han infiltrado en el gobierno y ya no necesitan presionar a los políticos para lograr sus protervos fines, ellos son la autoridad política y por eso a diario vemos como estos desgraciados logran leyes que solo favorecen a los intereses de unos cuantos y van en contra del interés de las grandes mayorías (Trabajadores, medio ambiente, comunidades nativas, consumidores, recursos naturales, etc. Etc.).
Ahora eso de que todos los que estamos a favor de algo o alguien somos lobbistas no se los cree nadie, los verdaderos lobbistas son aquellos grupos de presión que dinero en mano pululan por todo el aparato estatal ya sea personalmente o a través de la internet ofreciendo “honorarios del éxito” a tutilimundi para lograr sus favores, es decir, es esa mafia derechista y neoliberal que con la espuria constitución del 93 en ristre y fieles seguidores de la mortífera dupla Fujimori-montesinos han convertido el Palacio de Gobierno en una salita del SIN, donde todo tiene su precio y los sobres repletos de dólares cambian de manos a la velocidad del rayo.
Ese es el legado que nos han dejado casi treinta años de sucesivos gobiernos neoliberales y derechistas, una corrupción galopante, un entreguismo sin límites, unos pocos ricos cada vez más ricos y muchos pobres cada vez más indigentes, un país cada vez más ajeno y una sociedad apática y llena de desánimo. “A que purificarte, engrandecerte, ser el varón incorruptible y fuerte si buenos y malos dormirán un día en la igualdad infame de la muerte”.

Anónimo dijo...

Miren lo que dice el impresentable gusano de Jaimito de althaus “Los partidos no pueden limitarse a exigir que el Ejecutivo promulgue la ley que elimina el aporte obligatorio de los independientes”.
En primer lugar no sé si cuando dice “partidos” se refiere a esos clubcitos capitalinos de timberos que no representan a nadie y que solo se reúnen cada cierto tiempo para participar en el main event, también conocido como elecciones y en segundo lugar no sé qué importancia puedan tener sus exigencias si su agonía representativa los tiene a punto de desaparecer. Aquí los únicos que van a conseguir, con su poder y su lucha, que se promulgue esa ley contra el ambicioso y loco afán de las AFP chilenas de echarle mano a los ingresos de los independientes son ellos mismos y nadie más. Quien no sabe que las AFPs chilenas cobran comisiones altísimas y gastos por administrar mal el dinero de los trabajadores peruanos, quien no conoce la abusiva práctica de las AFPs de no responder por las pérdidas pero si ganar aunque esto ocurra, lo que las convierte en instituciones inmorales, ya que su enriquecimiento es totalmente ilegítimo. Lo que tenemos que hacer los dependientes y los independientes es iniciar una campaña para acabar con el millonario lucro que obtienen estos desgraciados con nuestros fondos de pensiones. Hay que poner fin a las AFP e instaurar un sistema de seguridad social solidario y de reparto que garantice pensiones dignas para todos los trabajadores.
Jamás debemos olvidar que las AFP, desde su creación, fueron un negocio fácil y sumamente lucrativo para los grupos empresariales, y lo que es peor de todo es que estos no tuvieron que arriesgar ni un solo sol de sus bolsillos en el negocio. Para echar a andar el negociado tuvieron a su disposición el dinero que durante años habíamos ahorrado los trabajadores para nuestra jubilación. Obviamente nunca fuimos consultados si estábamos o no de acuerdo con que un grupo de empresarios "rotos" lucrara con nuestros ahorros, asignándose los accionistas, los gerentes y directores de las AFP millonarios sueldos mientras nosotros recibimos pensiones miserables. Los dizque empresarios de las AFP invierten en diferentes negocios y especulan en la bolsa con dinero ajeno, logrando millonarias ganancias cuyos beneficios jamás llegan a las arcas de los verdaderos dueños del capital; es decir, los trabajadores peruanos. Y no contentos con eso quieren echar mano a los ingresos de los trabajadores independientes, claro la codicia y la ambición del “empresario privado” o mejor dicho del gangster de cuello y corbata no tiene límites. Y ni siquiera reconocen nuestro esfuerzo, ni siquiera agradecen que gracias a nosotros la economía se mueve y nos llaman informales, pues bien si quieren que dejemos de serlo, QUE DUPLIQUEN EL SUELDO MINIMO, que desaparezcan las Services y la tercerización, que eliminen los contratos de trabajo, que todos los trabajadores, desde el inicio, estén en Planillas, que potencien la ONP y que retorne la Cedula ViVA.

Anónimo dijo...

La cojudez de la semana:
"La CONFIEP tiene todo el derecho y obligación de defender sus intereses, y llevar sus contenciosos al Gobierno, y el Presidente debe escucharlos".

O sea, gracias Mayorga, Cornejo, Camet, Boloña, PPK, Blume, Teullet, Cayetana, Fritz, Conterno, que mientras fungen de estar en cargos de alta dirección y asesoría de alto nivel gubernamental, aprovechan para imponer los intereses de los empresarios cuando entran como lobistas al estado en eso que se llama "puertas giratorias". Total, eso de conflicto de intereses, es una exquisitez para los moralistas de la cosa pública.

Y los más risible es cuando el cojudo termina así: "Los intercambios entre el sector privado los ministros y el presidente deben ser transparentes". Espero que sus siguientes post no se la agarre con Wiener tildándolo de "lobbista del comunismo" y sí denunciando el lobismo (de lobo) de Del Castillo, Garrido Lecca y todos los que se inmolan por el Padrino Alan García, quien no supo, no vio, ni olió todas las corruptelas de su segundo gobierno.

Anónimo dijo...

Hya cada solapa que se cuelga en este foro que para dorar la pildora manifestan que hacer lobie, es decir negociar bajo la mesa es de lo más normal, justo ayer ví por la tarde en una entidad bancaria al inefable abusada saliendo de las oficinas de la alta dirección, a que habría ido dicho angelito, que estará buscando el que liquido y dejo destrozado a la única línea de bandera peruana que existía el siglo pasado.

Anónimo dijo...

Para comprobar una vez más como la DBA y su prensa mediática y concentrada tienen copado todo el aparato del estado, es sólo una muestra:



Delinquen Cecilia Blume y ministros dadivosos!

por Guillermo Olivera Díaz; godgod_1@hotmail.com

http://www.voltairenet.org/article185338.html?var_mode=recalcul



20-9-2014



La tozuda corrupción, enquistada en el área penal de fiscalías, juzgados, salas superiores y supremas, ministerios y otros entes de la administración pública, utiliza los crípticos conceptos de delito y de prueba como chicle o goma de mascar, a su antojo. Los estiran a discreción, hacia y hasta donde quieren favorecer, si acaso están Julio Gagó, Alejandro Toledo o Alan García, u otros de la misma laya, al frente. Lo hacen de tal manera confusionista, nombrándola como lobby, para salir bien librados, con la prensa venal de aliada.



Se trata de conceptos, delito y prueba, preñados de subjetivismo. Por eso los emails dirigidos por la abogada Cecilia Blume, desde la comodidad de su computadora en casa, a sus amigos ministros en funciones, nunca serán vistos como eficaces medios comisivos del delito de tráfico de influencias (Artículo 400º, Código Penal), pese a que los comedidos ministros no tenían ante sí el caso administrativo en cuestión, ni conocían el forro del expediente. Una normal gestión abogadil se hace ante la autoridad encargada del asunto y no ante su jefe, pues una llamada telefónica de éste o el reenvío del correo recibido pasa a ser vista por el subalterno como una “influencia real”, para otorgar “cualquier ventaja”, pues su estabilidad, ventura o desgracia en el cargo depende de aquél. Además, fue buscado para “servir” y “servirse”.



Para la citada abogada Blume, ejercer su profesión a través de correos electrónicos, sin la molestia de tomar el taxi e ir al ministerio concernido, se convierte en una práctica habitual. Ni siquiera tiene que dirigirse al juez de la causa, verle la cara y sus gestos, conocerlo y tratar de persuadirlo, porque la razón le asiste, pues según ella puede ir directamente al presidente de la Corte Suprema, vía correo electrónico, o por teléfono, para que él gestione por ella. Hace lo mismo si utiliza al dadivoso ministro, ya que sabe que los dóciles subalternos doblegan fácilmente su cerviz.



Pensando de semejante modo jamás se configuraría el delito de tráfico de influencias ni los correos electrónicos descubiertos serían indicio probatorio alguno. Nada saldría del eufemismo conocido como lobby.



Ahora sabemos, que Cecilia Blume ejerce la abogacía no ante los funcionarios que tienen su caso y el expediente sino, ante los ministros mismos, como René Cornejo, Luis Castilla y Milton von Hesse, para favorecer a sus clientes-empresa. Veamos un email suyo:



“Milton, en ANA no expide aún el permiso de aprovechamiento hídrico de agua de “mar” de Fénix. Se ha hecho todo lo que mandada [sic] la ley, incluso el monitoreo participativo. Por favor, tenemos que entrar en operación. ¿Puedes darme una mano? Si requieren algo más sobre temas legales me avisas” (30-1-2013).



Von Hesse, como ujier de Blume, escribió, al día siguiente, al secretario general del ANA, Francisco Dumler: “Ayúdame con esto, por favor”. No pasaron 2 días y Dumler contestó a su ministro-jefe: “Listo ministro, emitimos la resolución. Un abrazo, buen fin de semana”. El servido von Hesse tributó su agradecimiento en otro correo: “Muchas gracias, doctor”. Otra muestra de la influencia real, sobre el mismo subalterno, que ejerció el ministro en cuestión: “Ya me llamó el Ministro (Von Hesse) y Cecilia Blume. Cuándo fueron atendidos?”, reza un correo de Dumler a Humberto Cruz, técnico encargado de allanar el camino a la empresa que patrocinaba Cecilia Blume.



¡Qué interesante modo de ejercer la abogacía, como supuesto lobby, por todo lo “alto” de la corrupción, que los ministerios, fiscalías y juzgados, de cualquier jerarquía, la reputan como un modo habitual de servir a los compadres, a quienes se tuvo en la rociada francachela o el convite de la noche anterior miraflorina o sanisidrina!