lunes, agosto 14, 2006

Es un genio...

Parece que voy a tener que darle la razón a Valle Riestra, cuando dice que lo de García es pura estrategia.

Y yo imputándole una desubicación contumaz en el tiempo que lo hacía promover el Estado austero en épocas de economía en crecimiento y sobreganancias, después de haber impulsado el Estado expansivo cuando había recesión en el Perú y el mundo.

La misma contradicción que veía entre su discurso populista y nacionalista del 85 frente a una América Latina que se alineaba con el neoliberalismo y los Estados Unidos, y su actual postura conservadora y pro-imperialista en un escenario de cada vez mayor autonomía e izquierdización de los gobiernos del subcontinente.

Pero no.

Esa es la apariencia.

Para ir al fondo de las cosas hay que vislumbrar la intención que está detrás de los dos grandes actos de la nueva etapa de gobierno:

Primero. Cuando el nuevo presidente se rebajaba el sueldo, y al mejor estilo Fujimori lo mochaba a los demás, estaba en realidad esperando el momento en que el primer otorongo (otoronga), dijese que a ella nadie le toca la cartera y quién es García para meterse con el Congreso.

Con eso quedaban puestos los más altos reflectores sobre los peores enemigos de la patria: ¿para qué existe el parlamento? Para ganar más dinero, a costa de todas las obras sociales para pobres que Alan enumeró el 28 de julio que se pueden hacer con estos vitales ahorros.

El camino para la segunda disolución del Congreso está señalado. Y los apristas de Plaza Bolívar callan. Porque alguna vergüenza sentirán ellos que nunca hicieron ascos a sus sueldos y gollerías de los tiempos de Fujimori y Toledo; y porque no deben haber olvidado que si bien el Congreso del 92 se liquidó con el mismo pretexto, el que le siguió lo que hizo fue aumentar los sueldos y los beneficios, cuando ya la prensa no enfocaba en el problema.
Segundo. El debate sobre la pena de muerte. Que significa que después de los congresistas angurrientos, el mayor peligro social son los violadores. Tómese nota, no los asesinos de niños y niñas, y de cualquier otro ser humano indefenso (anciano, discapacitado, embarazadas, etc.), sino el que satisface su morbo enfermizo y degenerado en los más pequeños.

El alférez Telmo Hurtado aniquilaba en 1985 a niños de menos de un año, con el argumento que de mayores serían terroristas (no les ven la piel cobriza y los ojos duros), pero ese señor ha seguido ascendiendo en el activo militar gracias a García, Fujimori y Toledo, porque ni él, ni sus soldados, violaban a los más pequeños que iban a matar, aunque sí a sus madres y hermanas.

Las encuestas dicen que la mayoría de la población, principalmente en Lima y otras grandes ciudades, sienten amenazadas sus familias por esta clase de delitos atroces. Y que opinan que la solución es eliminar al agente maligno. Como dice Martha Chávez, mientras menos violadores, menos violaciones. Simple aritmética.

Pero ahora viene lo genial. Varios ministros han sentido que la propuesta afecta sus principios y han dicho que no creen o no están de acuerdo con la pena de muerte. Valle Riestra se ha opuesto abiertamente en medio de un millón de argumentos. Lo que da lugar a dos opciones estratégicas en la que AGP siempre gana:
(a) se abre la crisis y el presidente pasa por encima incluso de algunos de sus ministros y parlamentarios, para imponer lo que el pueblo quiere, con lo que termina con más poder que el que tenía en el 85 y no para hasta llevarse de encuentro de la Corte Internacional de Derechos Humanos y todo lo que encuentra a su paso, salvándonos de los violadores y transformándose en una dictadura;

(b) se declara un presidente con las mejores intenciones, pero bloqueado por las instituciones cobardes, lo que lleva a la conclusión que el presidente quiere pero no puede, hasta que nuevos violadores permitan demostrar que AGP tenía la razón y reabrir un debate que se puede llevar los cinco años. Esta variante además puede presentarse en cualquiera de las etapas: gabinete, Congreso, Poder Judicial, Tribunal Constitucional, CIDH, etc., enfrentando al presidente a la cabeza de su pueblo con cada una de estas instancias.

García, Chávez, Nores, Alcorta, Giampietri, son ahora los representantes del Perú unido para la pena de muerte a los violadores. Un frente que de veras es la muerte, porque reúne lo más autoritario de los partidos más autoritarios del Perú actual.

¿No les parece genial todo esto?

Y pensar que García todavía tiene para inventarse otros enemigos de ocasión para los siguientes días y meses: algún rebrote terrorista de esos que llegan oportunamente que le haga recordar la promesa electoral de restituir los jueces sin rostro; alguna provocación a Hugo Chávez, que éste siempre contesta, para terminar de romper las relaciones con Venezuela en defensa de nuestra soberanía, que no cuidamos cuando se trata del TLC y otros abusos de la dominación externa; alguna cuenta de la Karp, la CVR, de alguna ONG de las que trabajaban cerca del anterior gobierno, para que se sepa que en corrupción todos tienen su viga propia, etc.

Y éstos eran todos los problemas que el Perú debía absolver con el cambio de gobierno. Bastaba una buena dosis de enemigos a los cuales disolver, fusilar, eliminar, denunciar, y habrá tema de titulares para bastante rato. Los medios venderán, el Estado retribuirá con publicidad pagada, la gente aprobará a García en las encuestas que siempre preguntarán cosas como: ¿está de acuerdo en que los sueldos públicos sean rebajados para hacer obras sociales en Chumbivilcas o para ponerle agua al Lomo de Corvina?, o ¿está de acuerdo en aplicar la pena de muerte a los violadores que amenazan a sus hijos, como propone el presidente?

Y después de todo, el Perú quedará como siempre. Las trasnacionales exportando capitales y la pobreza ahogando a uno de cada dos peruanos. Pero el descontento se habrá postergado para más adelante.

¿Habrá descubierto Javier Valle Riestra la clave del nuevo quinquenio aprista que nadie estaba viendo?
14.08.06



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