lunes, febrero 23, 2015

Nacionalismo e izquierda

En estos días la izquierda ha estado tratando de superar las confusiones que se creó ella misma, al llamar “amplio”, a lo que no era sino una coordinadora de pequeños partidos, creándose un obstáculo para actuar con mayor amplitud real, y al entregar a uno de sus miembros, el único con inscripción legal, el encargo de adoptar el nombre de “el frente”, que al explotar durante las regionales y municipales terminó por enredar las cosas, ya que el Frente Amplio se convirtió en el nuevo nombre de Tierra y Libertad, en su actuación por su cuenta.

Pues bien, el calendario electoral empieza a apretar y los militantes entienden que se acaba el tiempo para decidir un política ante una elección en la que la ultraderecha (fujimorismo, aprismo, PPK) apuesta claramente a copar el poder. ¿Puede hacer algo la izquierda para cambiar este destino? Sin que nadie se haya encargado de sistematizarlo, hay por lo menos tres tácticas que se vislumbran como actitudes ante el actual escenario político:

(a) La que entiende la disputa del 2016, como un escenario de “acumulación de fuerzas”, para una izquierda cuya hora puede estar llegando entre el 2021 y 2026, o después. Esta posición se expresa en fórmulas como hay que tener paciencia para construir a la izquierda, lo que interesa es sacar un perfil izquierdista, no hay que desesperarse por unas elecciones más, etc.

(b) La que busca un candidato de izquierda o cercano a ella que realmente compita en las elecciones y pueda sacar alguna posición honrosa, acompañado de un paquete de puestos parlamentarios. Su manera de ver las cosas es que deberíamos jugarnos a reconstruir la izquierda que echamos a perder en las elecciones del 2014, y abrirnos lo más posible, que es lo que siempre va a atraer controversias, sobre con quién sí y con quién no.

(c) La que considera que la elección no puede ser ganable sin una alianza del centro (partidos neoliberales, que no entran en el trío de extrema derecha) con la izquierda. Es la idea de que frente a la amenaza de restauración fujimorista, aprista y pepekausista, sólo cabe apuntar a un candidato que les pueda cerrar el paso efectivamente. Los cortejos alrededor de Gastón Acurio que hace como que va o no va, reflejan este proyecto. Pero no sería el único sobre la mesa.

Hasta ahora el camino no se define. El fin de semana anterior una parte de la izquierda se reunió y mandó el mensaje de que todo volvía a su cauce y que si no se regresaba al camino unitario todo estaría perdido. Sectores que se mueven entre la táctica (a) y la (b) debatieron la situación del país y como otras veces volvieron a hablar de mecanismos democráticos internos (un militante un voto) y se pusieron de acuerdo en un programa básico de dos puntos: defensa de los recursos naturales y cambio de Constitución, que no se puede decir que sean fáciles de traducir al lenguaje de la agitación de masas. Al decir de los que participaron de la experiencia, los que no estaban ahí andaban buscando alianzas por fuera de la izquierda y por eso se habían autoexcluidos.

Nacionalismo

Mientras la izquierda trata de superar sus contradicciones, y busca conexiones con el movimiento juvenil antipulpín, que en su mayoría no está convencido que su lucha lo emparenta con los discursos de la izquierda, y con otras manifestaciones de masas, el partido de gobierno se desgrana cada día más y surgen agrupamientos postnacionalistas que también se proponen lograr mayor vigencia política.

La ruptura más importante ha sido la Sergio Tejada expresidente de la Megacomisión que investigó a Alan García y titular de las principales acusaciones que recaen sobre el ego colosal. Más aún, con un pie afuera, pero sin decidir su destino, la vicepresidente Marisol Espinoza, es perfectamente consciente que su camino se bifurca del de Ollanta y Nadine aún antes del recambio de gobierno del 2016. Pero todo esto que pasa y que la derecha trata de aprovechar al máximo para lograr mayorías circunstanciales que pongan en aprietos al gobierno, parece no existir en las tácticas y los debates de la izquierda.

Para algunos, no son sino una expresión de descomposición y fracaso, que nada tiene que ver con nosotros que nunca nos creímos a Humala (allá 8 millones de tontonazos); para un sector es algo que ocurre en “otro partido”, con el que pudimos estar aliados, pero eso ya acabó, y su crisis no tiene que ver con nosotros; finalmente están los que ven al nacionalismo, como otro de los factores de centro que podría formar parte de un bloque contra la ultraderecha, sin nada en particular. Estas miradas reproducen un viejo dilema en las relaciones entre la izquierda y el nacionalismo.

Lo que muchas veces se pierde de vista es que el nacionalismo y el izquierdismo tenemos una raíz común en la idea que la situación existente es intolerable para las mayorías y que se requiere una fuerza de cambio, que represente a los que niegan el actual sistema. Nacionalismo e izquierda son competitivos. Uno más emocional en sus propuestas y otro más racional-programático. Uno casi instantáneo en sus éxitos y fracasos políticos, y otro siempre preparándose para una futura victoria. La izquierda quiso cerrarle el paso a Humala en el 2006 y se ligó como un mero mecanismo electoral en el 2011. Pero nunca quiso ser parte del fenómeno de masas que encarnaba Humala, y tampoco tratar de orientar el desencanto de las bases que se sintieron traicionadas por el comandante que usaba polo rojo y lo cambió a blanco.

Una corriente que reunía el 31% de la votación nacional y que en segunda vuelta arrastró a un 20% adicional y ganó la elección, se congeló y diluyó por la traición de Humala, pero no sólo por esto, sino porque nadie quiso acerca cargo de ellos. La izquierda siguió pensando que el tema era de un programa inteligente para mover gente que no tenía mayor historia. Y hoy que el nacionalismo de Humala se extingue, y se reagrupa su ala antineoliberal y democrático, tampoco se ve una invitación al diálogo y a crear es primer eslabón hacia una amplitud verdadera que sería forjar un bloque nacional popular (nacionalismo-izquierda) que renueve las esperanzas de cambio que existían hasta el 2011.  Con ese núcleo se pueden hacer nuevas aperturas para detener a los candidatos de las encuestas.

Lo que es claro es que la táctica del perfil no va a llevar sino a crisis e insatisfacciones, cuando produzca su resultado de facilitarle el camino a los peores enemigos; la del buen candidato electo por los izquierdistas, nos pondrá de todos modos bien lejos de los ganadores, como una fuerza menor que no amenaza el orden actual; y la de izquierda-centro, le dará ventaja a estos últimos si no hacemos que lo nacional-popular tenga el mayor peso posible. Mi idea es que hay que cerrar el período de los cálculos y las confusiones, y armar un núcleo izquierdista-nacionalista y apuntar desde ahí a la mayor amplitud posible de todos los que no queremos volver al peor pasado.  
       
23.02.15
Publicado en Hildebrandt en su Trece

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Nada de “anónimo”, Soy Ambrosio

La premisa de que los peruanos creen, como cree don Raúl, que existe “una raíz común en la idea que la situación existente es intolerable para las mayorías y que se requiere una fuerza de cambio” es falsa. Los peruanos no quieren un gobierno de izquierdas, nacionalizador, cuya plataforma sea el casposo velaquismo, en el que la “defensa de los recursos naturales y cambio de Constitución” será el lema que mueva los corazones y las aspiraciones de los peruanos.

¿En qué mundo paralelo, alejado de seres humanos, vives, Raúl?

Los peruanos no queremos ser “agitados” por Sergio Tejada o Marisol Espinoza. Los peruanos quieren seguridad ciudadana, buenos colegios, buenos salarios en puestos de trabajos estables, vacaciones, viajes en familia, carros, buenas casas, el Perú como Estados Unidos y no como Venezuela.

¿En qué mundo paralelo, alejado de seres humanos, vives, Raúl?

Por último, la idea que le puedan los tíos de la izquierda meter el dedo a los Humala-Heredia nuevamente es delirante. No se dejarán. Allí está viviendo Daniel Urresti, un cachaco que, según Aldo Mariátegui y otros comentaristas lúcidos, es lo más parecido a Manuel A. Odría (populista, machote, más obras públicas que Belaunde; Aldo recuerda que Odría creó la “creó la participación obrera en las utilidades (que pocos países del mundo tienen)”.

El propio Urresti lo dijo durante el fin de semana: él será el candidato oficialista, olvídate de manipular a los Heredia-Humala para poner a otro.

Anónimo dijo...

Mira javicho Bedoya de vivanco y bien Vivanco, no seas huevon, nunca te metas con alguien mas fuerte que tu, vas a terminar con un ojo negro y llorando como una nena, que eso de decir que urresti no se de de virginal y capullo en política.
Y cuando dices que urresti origina burlas parece que te has olvidado del chinguenguenchon de tu padre al cual le decía tucán y su estilo socarron y cachaciento provocaba mas de una risa.
Y tu y la pendejita de la tía Chacón cha cometen un craso error cuando tildan de folclórico a urresti, porque cuando le gane a la gorda keiko y al anónimo candidato del PPC, como van a quedar esos sinverguenzas, como una zapatilla, al salir derrotados por un payaso folclórico.
Entonces no sea picón anda no ma' a poner orden en tu partido donde el burbujito alberto beto beingolea quiere apropiarse de la presidencia y ser nombrado el candidato para el 2016 , y para eso cuenta naturalmente con el apoyo de yola polastri y sus burbujitas. La gallina turuleca ha puesto un huevo..., ha puesto dos..., ha puesto tres.

Anónimo dijo...

Sigue la churreta infinita de los choros de la derecha neoliberal, de la mafia empresarial y de los medios de la gran prensa concentrada.
Jamás imaginaron que en menos de una semana su tinglado matrero para las elecciones del 2016 se le iba venir por los suelos y la irrupción de urresti les ha producido un reblandecimiento del esfínter y están que se deshidratan debido al derrame cacal convulsivo que esto les ha producido.
Ahora nos salen con el cuento que urresti estaría impedido de postular debido al juicio que tiene por el asesinato de bustios, olvidando que hace muy poco, estos mismos pendejos que ahora lo critican, debido a las interdicciones contra los pequeños mineros lo alababan y el tal juicio ya no existía para ellos.
Que tales forajidos, cuando trabajas en mi favor eres buenito, cuando trabajas en mi contra eres una m.
Pero ya no hay nada que hacer se jodio la derecha oligarca, se jodieron los entreguistas y vendepatria, a llorar al río.
Voy a tener que hacer una fiesta.

Héctor Mejía dijo...

Creo que laen este caso hay que darle la vuelta a su comentario y ponerse en el lugar de un partido de centro y preguntarse ¿Qué ganaria aliándome con la izquierda? ¿Cuánto me aportaria políticamente esa Alianza? ¿Cuántos votos ganaria?
Si primero la izquierda no se fortalece y se cohesiona internamente nadie va a querer aliarse con ella y la va a pasar lo mismo que a Susana Villarán el 2006 cuando la chotearon del Frente de Centro de Valentín Paniagua.