A diferencia de Arbizu, a su sucesor Christian Salas, no le
interesaba armar un mapa de la corrupción en el Perú y actuar con iniciativa en
el tema. Sus reflejos eran más bien parecidos a los de los congresistas que se
la pasan corriendo de un lado para otro de acuerdo a las denuncias
periodísticas que alcanzan mayor revuelo. Así entró fácilmente a la lógica de
la gran prensa, empezando con las denuncias de los programas dominicales de
televisión y su rebote los día siguientes en los diarios y televisoras de la
gran concentración, y de sus medios y periodistas aliados.
Salas creía que gritando su voluntad de “investigar” cumplía con la función de su institución, cuando en realidad respondía a lo que le estaban colocando, en las narices, el grupo El Comercio, experto
en inflar algunos escándalos y tapar otros. Pero el procurador parecía feliz en
su papel y medía su éxito en las veces en que aparecía en la prensa. De ahí ese
final casi sonso en el que los medios empiezan alentando la idea de que Martín
Belaúnde se convierta en colaborador eficaz, lo que supuestamente asustaría a
la pareja presidencial ante lo que pudiera informar, y terminan explicando que al buen Salas, lo sacaron porque se habría opuesto a esa calificación que lo favorecería.
Visiblemente, lo que estaba diciendo el procurador era que la
intención del Ministerio Público era sacarlo del caso y eso por supuesto lo
eliminaba de la noticia. Pero nada acreditaba que el personaje fuese a
desarrollar una política independiente, con criterio propio, en este caso o en
otros, donde el consenso de culpabilidad se impuso desde el primer día. En
otras palabras, Salas no ha dicho nada nuevo sobre el caso Belaúnde, ni
siquiera como lo intentó en el Ancash donde hizo algunos organigramas para explicar desde su punto de vista lo que había pasado.
Los procuradores se convirtieron en personajes mediáticos,
cuando Fujimori nombró a José Ugaz para perseguir a Montesinos. Luego. Paniagua
lo ratificó ampliando su mandato a denunciar al exdictador refugiado en el
Japón. Sobre esta experiencia hay bastantes mitos, tantos que “en mérito” a esa
labor, Ugaz es ahora el presidente de Trasparencia Internacional. Lo que sin
embargo habría que marcarle al exprocurador es que nunca hubo un informe integral
de la corrupción fujimorista, una interpretación de los flujos entre un sector
del gobierno y otros, protegiendo nítidamente a los actores del sector Economía
y a las empresas que se beneficiaron con las privatizaciones, las concesiones y
las operaciones sobre la deuda.
Habría que revisar el listado de clientes del Estudio Ugaz,
para ver como muchas de las empresas acusadas por corrupción fueron defendidas
por el exprocurador, hasta el día de hoy, y cuánto les favoreció que el hombre
anticorrupción, que decía “caiga quién caiga”, tuviera este tipo de abogados.
Desde ahí la historia es que cada procurador ha hecho su propia fama. Pero
afectar a los corrutos y corruptores, muy pocos.
05.12.14
4 comentarios:
Nada de “anónimo”, soy Ambrosio
Don Raúl acusa de sensacionalistas a los medios envidiados (él los llama “los diarios y televisoras de la gran concentración”), sin mirar a su Diario Uno, quien hoy tiene en titulares “El Congreso debe acusar a García”, “Fujimorista Díaz arma escándalo”, “Mayorga otra vez contra las cuerdas”. La portada de Diario Uno, que ha renunciado a toda pretensión de hacer periodismo ético hasta la medula, es oficialista sin complejos, parece dictada por Palacio, sigue la tradición de los diario “chicha” del fujimorismo protegiendo al presidente sembrado discordia e intrigando.
Es opinable que El Comercio es “experto en inflar algunos escándalos y tapar otros”. Lo que no hay duda es que Raúl Wiener infla algunos escándalos y tapar todos los días viendo únicamente corrupción a la derecha, protegiendo a Goyo Santos, Martín Belaunde, Susana Villarán y al presidente Humala.
Alucinante que don Raúl, el dictador, quiera “revisar el listado de clientes del Estudio Ugaz”.
Para que hasta Hildebrandt diga que esto es un mega escándalo del régimen que ayudó a instalarse en Palacio, es porque la cloaca ya apesta demasiado.
La portada de "Hildebrandt en sus trece" no tiene desperdicio. El titular el "Pánico en Palacio", sobre tres personajes: Martín Belaunde (de Drácula), debajo Ollanta con los dedos en la boca. Nadine aterrada.
Deberías leer "Hildebrandt en sus trece", Raúl Wiener
Cortados por las mismas tijeras, al final todos forman parte de la tortilla. Eso paso, pasa y pasará mientras no se cambie el estado de cosas que es el que "premia" a los sátrapas y saltinbamquis aupados en los poderes facticos.
realmente como este blog. para mí es uno de los mejores
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