Alan García ha planteado que las razones por las que la
megacomisión de Sergio Tejada lo está
investigando se deben a que lo quieren poner fuera del proceso electoral del
2016 para dar paso a la “reelección conyugal”. La fórmula es vieja y le ha
permitido desde hace muchos tiempo evitar explicaciones embarazosas o dar
respuestas tan convincentes como que recibía el consejo de Dios para dictar los
indultos a los narcos y pagaba las casas con el dinero de conferencias
internacionales.
Ciertamente se podría formular la idea al revés: García usa
su eventual candidatura y el supuesto miedo de Nadine a verse con él ante las
urnas, para evadir responder sobre cuestiones muy concretas que están saltando
a la vista a pesar de las visibles limitaciones de la investigación en marcha,
sistemáticamente boicoteada por los fujimoristas y el pepekausa Enrique
Wong. Como siempre, el expresidente
quiere que asumamos que la política es cómo la describe, dónde hacer obras es
pasarse por encima los sistemas de control, convocar a sus amigos constructores
y variar tanto las cifras que al final no pueda descubrirse cómo se pagó a cada
quién.
O, por qué en más cinco mil indultos se escogió a algunos
peces gordos, bajo el pretexto de reducir los excesos de población carcelaria.
O cuál era su relación real con los chuponeos de BTR y cómo se manipuló la
información que estuvo en manos de la policía y los fiscales para encubrir a
los responsables. Eso nada tiene que ver con que García quiera volver a ser
presidente, sino con la más elemental sanidad pública. Que ya es tiempo que
Humala diga al Perú lo que hará con el indulto a Fujimori y si insiste en
postular a su esposa, es una cosa, y otra muy diferentes los cargos que tocan a
García Pérez y que dieron vida la megacomisión.
Claro que al principio había otra vez frases sobre no hay
problema de que me investiguen, quién no la debe no la teme, responderemos a lo
que se nos diga, y otras. Pero ahora no. Lo que se ha visto es desesperación
por acabar con el trabajo investigativo y un eco inmediato de los alfiles
parlamentarios del expresidente y de los amigos de la prensa que ya empezaron a
decir que no hay ninguna prueba para seguir molestando al pre-lanzado
candidato. En el Perú la impunidad es la regla más preciada de la política.
Los que están en el bolo son intocables como García o
Castañeda, y de Fujimori lo que hoy se dice es que tuvo cosas buenas y malas y,
para algunos, que prevalecen las primeras, lo que quiere decir que se justifica
el indulto así no esté enfermo. Quieren acostumbrarnos a una condición en la que la vigencia política sea suficiente
carta para hacer lo que le da la gana..
07.04.13
1 comentario:
Raúl ,porque nadie se interesa por conocer la opinion de la embajadora de los EEUU en el Perú o del Zar Antidrogas sobre la conmutación de penas e indultos a narcotraficantes de alto vuelo?...EEUU invierte en la lucha antidrogas y este tipo de acciones debe de generar una investigación por parte de ellos también.
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