Alan García se resiste a aceptar la idea de que se le termina la mamadera. Eso se ve en los discursos, inauguraciones y decretos de los últimos días. Pero a pesar de todo esto, ya está caminando la maquinaria para colocarlo como cabeza de oposición el 29 de julio, con apoyo del fujimorismo.
Fuentes del interior del partido aprista explicaron a este diario que Alan García está preparando una gran movilización de despedida que debería opacar los actos de celebración del nuevo gobierno. La orden recibida en Alfonso Ugarte es la de asegurar una concentración de por lo menos 50 mil personas, que irían a reclamar que el voluminoso ex presidente regrese lo más pronto posible al poder.
Nuestros informantes advierten que en muchos comités del partido de la estrella hay fuerte resistencia a la orden de movilizarse como si fueran los vencedores de las últimas elecciones, lo que los dirigentes nacionales ha tomado como una indisciplina. Indican además que se están desarrollando coordinaciones paralelas para sumar fuerzas con los fujimoristas para el éxito de la despedida en “olor de multitud”.
La capacidad del partido naranja para mover una importante portátil basada principalmente en mujeres de los barrios populares, fue comprobada hace pocos días cuando García inauguró la estatua del Cristo del Pacífico, en Chorrillos, y el grueso de la asistencia lo proporcionó la organización naranja que coreaba en favor del indulto a su líder.
En opinión de militantes apristas descontentos, lo del indulto está caminando rápidamente y el juego del gobierno es hacer aparecer al presidente electo como condescendiente y dispuesto a sacar ventajas de una medida de este tipo, de modo que García no tenga que pagar todo el costo de una decisión tan controvertida.
La idea de un Ollanta Humala pragmático que canjea su silencio ante el indulto a Fujimori, esperando recibir una cierta tregua en los primeros meses de gobierno, ha sido calculado como un golpe mortal a la credibilidad del nuevo gobernante. El punto en el que se dirigirán los más importantes ataques del siguiente período.
Esta estrategia se amarraría además a una disputa por las masas, cuyo primer eslabón serían los actos de fin de gobierno que tendrían como escenario la avenida Alfonso Ugarte. Se estima que ese mismo día habrá una concentración popular de recibimiento al nuevo gobierno, lo que sería opacado por una movilización opositora que enviaría el mensaje de que el país sigue polarizado, y que el líder del antioficialismo sería, a partir del 29 de julio, el mismísimo Alan García, que por estas días nos satura de inauguraciones, discursos y nuevos faenones.
03.06.11
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