viernes, septiembre 26, 2008

Ahora, duro con los médicos

El APRA se inauguró en el gobierno declarando que los maestros peruanos no podían ser más burros porque ya no había una nota más baja para sus evaluaciones. Todos los reclamos económicos, las quejas por la postergación, los dos o tres empleos que cada profesor debe realizar para completar un ingreso de subsistencia para su familia, y que no hacen posible la mínima actualización de conocimientos, los discursos y promesas incumplidas de Toledo, no contaban, porque primero había que merecer el título y el empleo, y después hablar de salarios. Y así llevamos dos años con maestros congelados, desprestigiados, amargados. Y, lo peor, los niños y niñas que ya no saben si creer en la imagen de la persona en la que se ha depositado la responsabilidad de su enseñanza.

Con los médicos han querido hacer lo mismo. No es que tienen la salud (como la educación), al abandono, sin presupuesto, sin equipos y medicinas, con profesionales pésimamente pagados y en condiciones de trabajo y sanidad de riesgo para su propia salud. Nada que ver. Con la llegada del APRA y Alan García se hace la luz y ahora vemos gracias a los reflectores de televisión a cirujanos durmiendo en horas de guardia, reponiéndose después de haber hecho dos operaciones, en vez de estar parados en la puerta a la espera de nuevos pacientes o de algún ministro en visita de inspección. Pero no sólo eso, los hospitales del Estado tienen clínica de paga dentro de sus instalaciones, en las que los médicos cobran tarifas comerciales por sus servicios. ¡Qué tal descubrimiento! Pero nada de decir que estas fueron estrategias neoliberales para financiar las muchas carencias de las unidades del MINSA y que el trabajo remunerado de los médicos es legítimo si se realiza fuera de sus horarios regulares.

Curiosamente el promotor de una de las más importantes clínicas dentro de un hospital del Estado, que es la que cobra los más altos precios, es el director del Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN), el ex ministro de García, el Dr. Carlos Vallejo, también propietario de una aseguradora contra el cáncer que amarra a sus clientes con la clínica, pero el gobierno nunca se escandalizó de lo que sí es un claro acto de corrupción con servicios públicos. Pero a García y a Garrido, como antes a Chang, lo que les ocupa es colocar a la población contra los profesionales que trabajan para el Estado y reclaman por sus derechos. Si el maestro debe ser alguien de respeto, para que la sociedad se respete a sí misma; el médico debe ser alguien al que le tengamos confianza, para que creamos que podemos ser un pueblo sano. Este gobierno es un obstáculo para ambas cosas.

28.09.08
www.rwiener.blogspot.com

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