domingo, septiembre 23, 2007

Fujimorismo de ayer y hoy

Un día del año 1997 me tocó entrevistar al gerente de un banco para una revista de temas económicos de la que era editor. Al finalizar, el entrevistado me lanzó una pregunta fuera de tema.

- ¿Qué opina usted de la decisión del Congreso de destituir a los miembros del Tribunal Constitucional que votaron contra la re-reelección.

Un poco intimidado por el exceso de confianza, respondí:

- No creo que haya sido correcto

A lo que el tipo afirmó de inmediato:

- Yo sí estoy de acuerdo, ¿porque quiénes son tres viejitos para decidir por nosotros el que debe gobernar el país?

Aquella vez comprendí, por versión directa, que el “nosotros” de un gerente, no incluía a todos los que pudieran sentirse implicados, sino a un selecto grupo de personas que sentían que sus intereses eran cautelados con la mano dura, las redes de inteligencia, las operaciones encubiertas, el populismo rampante de Alberto Fujimori.

Recuerdo esta anécdota mientras escucho el interminable relato del viaje final del extraditado desde Chile hacia su prisión en el Perú y de las personas que se han movilizado para recibirlo y llorar por él.

Son, por cierto, los militantes visibles como Luz Salgado, Chiroque, los actuales congresistas y gente de origen popular. Pero nadie ha visto al gerente que menciono más arriba, ni a Dionisio Romero que con todo el peso del Banco de Crédito convocó a apoyar la segunda reelección, porque ninguna otra persona estaba en condiciones de gobernar el Perú. Por supuesto deberían cargar su pancarta, los Wiese que llegaron al segundo lugar del ranking financiero por actuar como caja de la dictadura, antes de destrozar su banco.

Habrían muchísimos más: Favre, para empezar; Chimpler, que alcanzó el rango de ministro; Graña Miró Quesada que ganó casi todas las licitaciones de construcción; Roque Benavides que, junto con la Newmont, fue favorecido para quedarse con Yanacocha; Erasmo Wong, que multiplicó el número de sus tiendas con locales militares; etc.

Habría sido un acto de sinceramiento que estas personas le agradecieran tantos favores al chino y repitieran “contigo hasta la muerte”.

22.00.07

www.rwiener.blogspot.com

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