Se confirmó el viraje hacia la derecha del electorado
peruano. Si las elecciones regionales y municipales de octubre, habían dejado
la duda, por el pase a segunda vuelta, de por lo menos tres candidatos que
venían de los movimientos regionales radicalizados (una izquierda informal, se
puede decir), la votación del domingo
selló el fracaso de este sector, casi tan contundente como el que protagonizó
la izquierda institucionalizada hace poco más de dos meses, del que sólo se
salva el significativo caso de Cajamarca, que ahora sí, realmente, que queda
como una excepción a la regla.
En las elecciones intermedias de 2006-2011, los
regionalismos radicales, aunque desconectados unos de otros, lograron dominar
una parte importante de los resultados, desatando temores ancestrales en la
derecha y sus grandes medios por las consecuencias que estas victorias podrían
tener en las inversiones y la movilización social, y por la posibilidad de que
desde los espacios regionales de ampliara el respaldo a los candidatos nacionales
“más peligrosos”. En realidad, todo esto era parte del fenómeno Humala, que
polarizaba al país reproducía una pugna entre la derecha e izquierdistas sin
partido que ganaban elecciones.
El rasgo característico de los radicalismos regionales, era
su autonomía. Votaron por el nacionalismo como una especie de gran frente
nacional-social, pero no aceptaron que el comandante dijera algo sobre su
manejo regional. En el 2006, Humala quiso tener lista propia para municipales y
regionales, pero patinó cuando nacionalmente era su mejor momento. En el 2014,
estas corrientes ratificaron su negativa a ser parte de una fuerza mayor y no
coordinaron ni entre ellos (dentro y fuera de cada región), ni con la
izquierda, ni con nadie, seguros que sabían hacerla. Pero fallaron, en lo que
podría ser el fin de un ciclo político.
El 7 de diciembre, 14 regiones decidieron su nuevo
presidente, con lo cual se completó el mapa de los gobiernos intermedios del
país. Y entre los elegidos están corruptos que se jactan de serlo, personas sin
trayectoria, y un núcleo de tres fujimoristas que le han dado al partido
keikista una superioridad sobre el resto de organizaciones nacionales, y lo
proyecta en mejores condiciones para el 2016. Todo junto proyecta imagen de
derechización en los electores, aunque a mí no se me ocurra decirles
“electarados” a aquellos que no votan como yo lo haría.
¿Cómo se llegó a esto? Es evidente que lo que ha pasado en
las elecciones es que la gente ha dejado de ver un proyecto sobre la izquierda
que represente sus ansias de cambio. Pesa aquí decisivamente el volteretazo de
Humala cuando llegó al poder, el abandono de su programa y su alianza con
sectores de la derecha empresarial y tecnocrática. Después de ello, nadie cree
en la sinceridad de los políticos y su voluntad de asumir riesgos. Ollanta ha
debilitado el discurso de izquierda al usarlo como trampolín del poder.
10.12.14
3 comentarios:
Nada de “anónimo”, soy Ambrosio
En el último párrafo, respecto a lo que él califica como el “viraje hacia la derecha del electorado peruano”, don Raúl se pregunta perturbado: “¿Cómo se llegó a esto?”
Su respuesta es (1) “la gente ha dejado de ver un proyecto sobre la izquierda que represente sus ansias de cambio” y (2), “Ollanta ha debilitado el discurso de izquierda al usarlo como trampolín del poder”.
Ciertamente algo de eso hay sin lograr responder su buena pregunta. Las anteojeras marxistas leninistas trotskistas no le dejan ver el gran paisaje a Raúl. Los peruanos han progresado desde los noventa del siglo pasado, hay una clase media que antes no existía; luego de ver a Susana Villarán en el Municipio, ser testigo de la elección del gánster niño Goyito Santos en Cajamarca, “la gente” toma nota que la izquierda es “pura boca”, unos incapaces gestionando, mucho más hipócritas y con ansias de enriqueciese que los “neoliberales”, peor de ladrones por ser unos muertos de hambre sin experiencia alguna empresarial. Y peor: tienen un proyecto país desfasado de los que ellos desean. “La gente” desea un Perú más parecido a Holanda o Estados Unidos; mientras ellos, la Izquierda, pretenden que el Perú se parezca a Cuba o Venezuela.
Es una lástima. Los peruanos necesitamos una izquierda que sea una opción de gobierno; como la chilena o la estadounidense, por ejemplo. Nuestra izquierda no es demócrata ni peruanista: es entreguista, desprecia a los peruanos y se le nota. Son una mancha de resentidos con hambre del poder absoluto, sin estudios ni ideas propias; deseando zamparnos en una “revolución” que nadie quiere.
Vamos a decirlo claramente. “La gente”, los peruanos, no quiere una “revolución” ni por asomo. Sabe que la idea de la revolución fracasó todas las veces que se implementó, lo que fue a la fuerza, por cierto. Así que, mientras los tíos de la izquierda no renuncien a la “revolución”, estudien economía, aprendan a trabajar en la economía de mercado, y sean peruanistas seguirán siendo relegados en las elecciones.
Me jode leer al mierda del Ambrosio. Me jode sus argumentos. Me jode el sermón que lanza a la única fuerza política del Perú del cambio. Me jode que Wiener y Ambrosio, guardando las distancias, parecen coincidir.
¿A dónde vamos? ¿Quiénes son los líderes? ¿Cuál es nuestro programa? ¿Gregorio Santos el único líder?
No puede ser.
Saludos desde Bruselas
En la las próximas elecciones en Francia las opciones pueden ser entre Sarkosy y Martin Le Pen. En el Reino Unido los Tory siguen imparables. En Alemania Angela reina. En Bélgica más complicado pero igual. No hay espacios para la izquierda en el norte de Europa porque al llegar al poder no funcionaron.
En cambio en España desintegrándose y Grecia al borde de la quiebra, las opciones "chavistas" de Podemos, en España, y la izquierda se enfrenta al Amanecer Dorado, un partido cerca del nazi hasta en la insignia. Los chavistas griegos y españoles (Podemos), solo podrán aplicar sus recetas si se salen de la zona euro. ¿Es eso bueno? No lo creo. Es como decir que Puno o Cajamarca, para aplicar un programa de izquierda deben dejar la república del Perú.
Más importante que ganar elecciones es, una vez en el poder, gobernar impecablemente. No ocurrió con Villrán. Lo de Cajamarca no se presenta bien.
Saludos Raúl. Cada día tus columnas me acercan a mi patria e ideales. Gracias.
CJ
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