El viernes 14 de noviembre, en la ciudad de Andahuaylas, la
ciudadana peruana Lucrecia Janqui Guzmán, fue detenida por cuatro agentes de la
Dircote (res hombres y una mujer), llegados desde Lima especialmente para esta
operación, aparentemente de gran impacto político. Ella se dirigía a atender un
negocio familiar cuando una camioneta policial le cerró el paso al mototaxi en
el que se desplazaba. Los titulares inmediatos de la prensa informaron al país
de la captura de la que podría ser la última “terrorista” del grupo del MRTA
que escapó con Víctor Polay, por un túnel del Penal Castro Castro, en julio de
1990.
La noticia sonaba a bomba. Urresti ya no sólo apresaba a un
libanés dispuesto a jugárselas sólo para continuar la guerra con Israel a miles
y miles de kilómetros de la zona en conflicto, sino que era capaz de encontrar
a una prófuga de 24 años, que se había estado haciendo pasar por persona
ilustre de su provincia, homenajeada en públicos por autoridades y jefes de la
Policía y del Ejército por su contribución al progreso de su ciudad natal.
Las informaciones decían más: que la mujer había engañado a
todo el mundo, y habría podido viajar muchas veces entre Madrid (donde reside
regularmente) y Lima, usando pasaporte con su nombre y apellidos, y hasta votar
en las recientes elecciones regionales-municipales, con su respectivo DNI. Esto
se consignaba por supuesto de acuerdo a la versión policial, sin verificar
realmente la condición legal de la señora y especulando sobre la cantidad de
años que tendría que cumplir en prisión a partir de ahora.
Durante tres días Lucrecia Janqui fue tema de los “diarios
serios” como La República y El Comercio,
así como de RPP y los programas políticos de la televisión. Eso hasta el
domingo 16. Porque al día siguiente, la “peligrosa terrorista”, desapareció del
mapa, es decir del foco de los medios que no volvieron a hablar del asunto.
¿Qué había pasado? Al trasladar el caso de la policía
especializada en terrorismo (Dircote) al área de requisitorias, donde figuran
las listas de personas con orden de captura judicial o policial, se encontró de
pronto que no había ninguna causa o investigación sobre Lucrecia Janqui Guzmán.
Y así la entregaron a la Sala que había visto el caso que concluyó otorgándole
la libertad a falta de acusaciones serias.
El 18 de noviembre, fue puesta en libertad, en medio de un
férreo silencio. Y de ahí, doña Lucrecia regresó a Andahuaylas, se reunió con
sus amigos y familiares y les comunicó que se regresaba para España. Los
diarios, la radio y la televisión no dijeron nada del desinflamiento de la
noticia y dejaron que la opinión pública siguiera creyendo en el éxito de la
captura de la antigua “terrorista”. Un papelón que sólo se remedia dejando de
hablar sobre el punto.
Cómo la propia afectada indica, ningún medio la ha querido
entrevistar dentro del Perú, y la información sobre su libertad sólo se conoce
a través de la prensa extranjera. Tampoco la Policía o el Poder Judicial han
podido explicar su caso. Por lo visto, en el Perú, la Dircote sigue peleando
contra fantasmas a falta de causas reales. Y los medios que pretenden encarnar
la libertad de expresión atropellan a otros y luego ni siquiera se rectifican.
El caso
Efectivamente, Lucrecia Janqui Guzmán fue detenida a comienzos de 1990, acusada de
tener guardados en su casa, panfletos del MRTA y armamento. Eran los días de
mayor violencia y represión. Janqui Guzmán afirma que los cargos son
fraudulentos, pero rápidamente es recluida en el Penal Castro Castro, en el
distrito de San Juan de Lurigancho. Aparentemente se trataba de una situación
de cuasi homonimia porque la policía buscaba a Lucrecia Janqui Huamán, que
hasta hoy no es habida.
En la prisión, Lucrecia fue colocada en el pabellón de
mujeres del MRTA. Pasó cuatro meses tras las rejas y ahí se encontró con la
sorpresa de la gran fuga, a la que se sumó, no teniendo otra alternativa que
acompañar a sus compañeras de celdas. Una vez libre, viaja nuevamente a
Andahuaylas y espera los resultados del proceso abierto en contra. Los jueces,
por su parte, no encontraron sentido en juzgar a Janqui Guzmán, con el atestado
que estaba a nombre de Janqui Huamán. Así que muchos años después de abierto el
caso, en el año 2006, la acusada y prófuga que por entonces vivía en Madrid,
fue declarada inocente y recuperó todos sus derechos y el uso pleno de sus
documentos.
En España Lucrecia fue presidenta Asociación de Mujeres
Latinoamericanas, y en esa condición empieza a hacer viajes entre su país de
nacimiento y el adopción. Lo hace con su nombre verdadero y mientras está en
país hace una vida completamente legal. No hace mucho tomó la decisión de
volver al Perú con su familia (es casada con un español) y en esas estaba
cuando la Dircote llegó a Andahuaylas con su nombre.
Absurdo
Si la policía hubiera estado tras sus pasos, habría
comprobado que la “peligrosa terrorista” no existía, y que 24 años de trabajo
social en España y el Perú, habían logrado importantes reconocimientos para
ella. La Dircote debería explicar entonces por qué si la quería atrapar como
prófuga, no pudo establecer su paradero durante tanto tiempo. O si es que la
operación de movilizar oficiales y suboficiales de la Policía hasta
Andahuaylas, fue determinada por algún “genio” que mirando archivos dijo: con
esta, la hacemos. El hecho es que una policía casi sin trabajo, como la Dircote
puede producir serios atentados contra los derechos humanos.
Lucrecia ha exigido, a través de su abogado, revisar el
expediente y los documentos relacionados a su caso, para establecer de dónde
vino la orden de captura y la decisión de acusarla por todo lo alto ante los
medios de comunicación y, según dice, querellará a los responsables. A su vez
invoca a la prensa a no tomarse como ciertas las versiones policiales que
suelen ser distintas a los hechos reales. Si la Policía reconoce que sabía la
dirección de Lucrecia y sus actividades, ¿por qué no se dirigió a ese lugar
para hacerle llegar una citación para aclarar el caso? Todo indica que había interés
en armar un tinglado para anotar un nuevo triunfo del ministro y del gobierno
en el espinoso tema de lidiar contra las secuelas de la guerra interna.
Con amargura, Lucrecia recuerda que cuando la Policía llegó
a su hogar en 1990, lo que se llevaron fue una colección de música que
calificaron de subversiva y libros de diversos autores, entre ellos de
escritores izquierdistas. Esa fue la “panfletería” y el “armamento”, que le
imputaron. Los jueces que vieron el caso no tuvieron más remedio que absolverla.
17.12.14
Publicado en Hildebrandt en sus Trece
3 comentarios:
Nada de “anónimo”, soy Ambrosio
Don Raúl nos tiene acostumbrados a estos tangos. Si la historia no es un miembro del grupo terrorista Hamás, pues es una señora falsamente acusada de ser terrorista y demás. En el momento incongruente de historia, que por cierto se lee muy bien, Wiener encuentra venial que a doña Lucrecia Janqui Guzmán, heroína del culebrón fuese “detenida a comienzos de 1990, acusada de tener guardados en su casa, panfletos del MRTA y armamento”. ¿Qué cosa, Raúl? ¿Todos los peruanos teníamos “de casualidad” “panfletos del MRTA y armamento” en esa época? ¿Tenías tú armas en tu casa del MRTA sin que te percatases?
No tiene remedio. Siempre hay la duda de lo que don Raúl considera “inocente” o “exento de toda culpabilidad”. Él vive en otro mundo, no es un demócrata, sus valores son los de un totalitario. Para él Fidel y Raúl Castro son unos santos. Leon Trotsky, José Stalin, Vladimir Lenin angelitos demócratas maravillosos. En cambio la justicia peruana, la Dircote, la CONFIEP, los medios El Comercio, RPP y (hoy) La República unos malvados.
En lugar de alegrarse de que doña Lucrecia Janqui Guzmán esté libre, con su familia, en España, reincorporada a sus actividades comunitarias gracias a la actuación del Poder Judicial peruano, don Raúl usa el incidente morbosamente para presentar al Perú como una mierda.
Don Raúl no es positivo ni constructivo. Como él es perfecto no entiende que el resto de los mortales somos imperfectos. Lo que me recuerda al juez inglés William Blackstone (1723-1780), quien estableció lo que en derecho penal se llama “la fórmula de Blackstone”, sustentado por Blacksotone en la Biblia, los escritos de Maimónides (judío español, 1138-1204), recogido posteriormente por Benjamín Franklin, conocida asimismo como la “Blackstone’s ratio”, concepto que establece que: "es mejor que diez personas culpables escapen a que un inocente sufra".
A raíz de la marcha de este viernes, también ya comenzarán a aplicarlo a los jóvenes que de seguro los estarán relacionando a la prepo con el movadef como supuesto "brazo de sendero".
Que bien que Ambrosio esté tan bien informado de lo que se encontró o no se encontró en los 90 en casa de Lucrecia Janqui.
Recuerdo bien esas épocas. Estudiaba sociales en el Pedagógico de Monterrico. (Más rosa no podía ser). Solo por estudiar sociales éramos sospechosas. La profesora del curso de historia nos envió a leer el libro de Martha Hannecker, básico para entender el materialismo histórico. Recuerdo que también nos aconsejó que lo forráramos con papel periódico o que tengamos cuidado cuando lo lleváramos en nuestras mochilas, porque podrían ser confundidos con propaganda terrorista.
Que pena que vivimos en esa época reprimidos en las ideas, donde hasta los cds de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés eran considerados panfletería subversiva.
En los libros de Historia de secundaria, se obviaba toda la historia latinoamericana. Se enseñaba la recatafila de presidentes, ministros peruanos y la historia occidental (llámese europea y por ahí algo de la EE.UU)...
qué pena que hasta el día de hoy no nos curemos de las lobotomías que nos hizo el sistema represivo de aquella época, con unos jóvenes que crecimos adultos de generación zanahoria y que no fuimos capaces de salir a las calles como los indignados de ahora.
Por que manifestarse en esa época, Ambrosio, era ser subversivo.
Estar empoderado, ejercer ciudadanía, era subversivo.
Por menos mataron a los de la Cantuta y a los de Uchuraccai. Esos eran sospechosos solo porque tenían las caras de sospechosos (¿Y quién no la tiene si te apuntan con un arma?)
¿Cómo nos consta que los cds y libros que encontraron a Lucrecia Janqui en su casa en los 90 equivalían a todo lo que mencionas?
Yo perdí a un tío policía de 8 balazos porque fue sinchi 8 años antes de su muerte.
Todos perdimos con esa guerra.
Todos tenemos algo que decir, pero que sea constructiva, pues.
NO podemos tener esa actitud juzgadora, Ambrosio, así de repetir bobaliconamente todo lo que dicen los periódicos sin que te conste nada.
Hay que curar las heridas, recuperar la reputación del país, tener una actitud constructiva y dejar vivir en paz a la gente.
Que si fue o que si no fue ... ¿qué más te da? ¿Qué más nos da? ¿Así fue TODA su vida?
¿Por qué tener opinión es igual a pensar igualitito que Stalin que Trotsky que Castro, que Chávez?.
Yo si me alegro, Ambrosio que Lucrecia esté libre y que tenga la oportunidad de continuar con su labor comunitaria hecha con su propio bolsillo, su propio esfuerzo y su propia voluntad.
Y si, Ambrosio. Perú no es una mierda, pero hay que reconocer que el poder judicial y sobre todo las fuerzas del orden son unos improvisados.
Y los Periódicos Ambrosio, los periodistas de ahora, son bien vagos. NO investigan. Solo replican noticias y repiten irresponsablemente la nota. No es constructiva.
Bueno.
Me voy a ver "Esto es guerra". Creo que Pavón regresará con Sheyla Rojas :)
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