domingo, octubre 16, 2011

Redondo, PRONAA y ministra de izquierda

En el tiempo que permanezca como ministra, la Mocha García Naranjo tendrá que pensar dos veces cada vez que la inviten a bailar. Esos pasos fatales al lado del Puma Carranza mellaron 40 años de recta trayectoria política y de intenso compromiso social, y desdibujaron su excepcional performance como vocera de la campaña de Ollanta Humala y una de las claves de la victoria del 10 de junio.

Insensible le dijeron apenas juntaron el cuadro del baile con el del velorio de los niños de Cajamarca envenenados al ingerir un almuerzo preparado por sus madres y profesores con alimentos donados por el PRONAA utilizando utensilios que como se ha probado después estaban contaminados.

Mocha estaba en el INABIF porque era su obligación como ministra y porque allí también estaban los niños y niñas pobres del Perú que ajenos a la tragedia celebraban un convenio deportivo que les mejorará la vida. Pero las reglas de la vida cotidiana en las que lloramos y reímos en un mismo día, no rigen en la política, donde la forma es muchas veces más poderosa que el fondo.

Aquí, el fondo, era el paquidermo blanco del Programa de Alimentos creado por el fujimorismo para alimentar a los pobres mientras se enriquecía a los ricos. La entrega diaria de alimentos a dos millones 800 mil niños en todo el país es una verdadero monstruo que se presta a múltiples corrupciones (reventa de alimentos), pérdidas económicas y eventuales errores en el manipuleo.

Increíblemente los antiestatistas que privatizaron y casi regalaron el aparato productivo, financiero y de servicios del sector público, construyeron a su vez un conjunto de grandes aparatos para impulsar un mega-asistencialismo estatal. Y, por supuesto, el toledismo y el aprismo los mantuvieron casi intactos porque les servían para contener la presión social y al mismo tiempo les brindaban una enorme bolsa de puestos de trabajo.

Este PRONAA debía reubicarse en el plan nacionalista como parte de los instrumentos de desarrollo social, pero eso suponía cambios muy profundos en el enfoque de las políticas de lucha contra la pobreza, entre otras cosas mayor apoyo al agro en vez de enviar alimentos urbanos a zonas rurales, mayor descentralización de los programas y desburocratización, incluida la desapristización de este y otros organismos.

La tragedia de Redondo ha puesto bajo amenaza este proceso. La derecha entendió muy rápido lo que estaba en juego: el sistema que ellos habían creado y mantenido durante 20 años, con una cadena de errores e ineficiencias, pero que atendía necesidades masivas, había entrado en el ojo de la tormenta. Y si bien lo que había pasado había sido aclarado desde las primeras horas con el respaldo de informes médicos: el envenenamiento se produjo por contaminación con plaguicidas; el PRONAA no utiliza estos elementos químicos y sus alimentos fueron entregados en buen estado; lo más probable era un error en el proceso de la preparación, tal vez por el uso de recipientes infectados; la imagen de la bailarina y las madres llorosas de Cajamarca se podía manipular hasta convertirla en la idea de que la ministra se había lavado las manos y seguía como si nada.

Lo demás es, por cierto, odio político y poder de prensa.

Y, cuidado, el peso de una imagen puede ser tan poderoso como para que a casi un mes de la tragedia se siga afirmando como si fuera un balance de los ocurrido: la ministra acusó a las madres de Redondo para evadir sus responsabilidades, se fue a bailar y luego se demoró en viajar a Cajabamba a conversar con las víctimas. Basta que los informes técnicos que aclaran que lo que dijo la ministra desde la primera hora era totalmente cierto (el agente contaminador estaba en una tasa de aluminio que se usó para servir el arroz), para que nadie lo destaque o haga una reflexión sobre ello y los fujimoristas y apristas del Congreso, sigan perorando la misma cosas como si la Policía, el Ministerio de Salud y la Fiscalía no tuvieran nada que decir en este caso.

Igual pasa con el asunto de las disculpas por el inoportuno baile, que se plantearon de inmediato y por escrito, pero se reclamaron como si no existieran; se reiteraron en el Congreso y luego se dijo que lo único que se había querido oír de la ministra era una pedido de perdón. Y hasta hoy se repite que la soberbia García Naranjo no se ha disculpado. O, como escribe otra periodista que parecía respetable, pero que la pasen de conductora de programa a lectora de noticias, qué importa ya que haya ido de viaje a la zona de los hechos y afrontado los problemas de incomunicación que se crearon con las madres, lo único que interesa es que renuncie nomás.

Y eso, que sobre viajes habría mucho más que rebanar, porque nadie dice que el congresista Segundo Tapia, presidente de la Comisión de Salud y cabeza de la ofensiva fujimorista contra la ministra de la Mujer, representante por Cajamarca, que hizo su campaña con fondos del Hospital Loayza que lo nombró supervisor en el departamento en el que estaba postulando a una curul, no se ha movido del centro de Lima a pesar de su insistencia de sensibilidad hacia los intoxicados. ¿Por qué a este señor, a Cecilia Chacón y otros no se les reclama una presencia en el lugar donde su pueblo sufre? Bueno, lo evidente es que la batalla política es en Lima y no a ocho horas de la ciudad de Cajamarca. Eso cansa.

Todos contra Mocha

Un mar de hipocresía se ha descargado en estos días, en los que los fujimoristas pontifican de sensibilidad, cuando la única que tuvieron durante diez años estuvo dirigida hacia las trasnacionales y sus propios bolsillos; los contumaces como Cecilia Chacón reclaman que la ministra se presente a la Justicia y Aguinaga se vale de las denuncias de Caso Lay para perseguir después de casi 20 años a los antiguos opositores de la dictadura; y Luciana León se atreve a hablar de la corrupción que debe investigarse. El mundo al revés. Tanto que Lourdes Flores y sus enanitos del PPC ya están reclamando las banderas de la “inclusión social”, que la izquierda le habría arrebatado al que siempre fue el partido de los abogados de las principales empresas.

Pero como se muestra en el debate de la censura, la oposición parlamentaria es casi nada. El fujimorismo es chavismo puro (el de Martha Chávez) y aún sin la bruja mayor, todo el grupo no pasa de una barra brava que no tiene el menor criterio del momento. Por eso se inmolaron en un voto perdido y dividido, con un APRA aprendiendo a ser furgón de cola de sus aliados menores del período anterior. El PPC y Solidaridad Nacional, calculando no caerse con los otros, y recibiendo disparos desde la derecha por tibios y oportunistas. Y así…

Lo fuerte no está en la plaza Bolívar sino en los medios de comunicación, lo que ya le han unido a la versión manipulada sobre que pasó en Redondo y a la foto reiterada del baile, una catarata de denuncias desde las regionales del PRONAA en distintas partes del país, como si de pronto a los alimentos comprados por el APRA y almacenados para la distribución, se les hubiera ocurrido deteriorarse y los roedores eliminados por la desratización mostrarse en público. También aparecen colegios en los que las bolsas del PRONAA han sido guardadas en condiciones anti higiénicas, y el periodista que informa anota que el PRONAA afirma que no es su culpa sino de los encargados de los colegios, pero por el tono en que se resume la nota todos entienden que de nuevo los empleados bajo la jurisdicción del MIMDES eluden su responsabilidad y acusan a las APAFAs y los maestros.

La lluvia de denuncias contra el PRONAA, que funciona con la misma gente y sistemas que lo hacía hace tres meses, va por cierto, como fondo de otros temas: ¿cree usted que ministerio de la Mujer debe seguir si se transfiere sus programas sociales al nuevo ministerio de la Inclusión Social. Y, bingo, una mayoría piensa que el ministerio que visibilizó la necesidad de las mujeres de cambiar las relaciones de poder entre los géneros, es más bien un distribuidor de alimentos que si se pasan a otro lado, entonces se debe cerrar. O sea o se va Mocha, o se va el ministerio.

Y siguen, porque de inmediato vino eso de “Procesada”, como si haber sido procesado o perseguido por la Contraloría de Caso Lay, el Ministerio Público de Banca Colán o el Poder Judicial de Rodríguez Medrano, fuese un demérito, mientras el “Condenado” director del diario que infló la noticia, está con libertad condicional y reglas de conducta tras haber calificado de proxeneta a una madre de familia y profesional arequipeña, con la finalidad de perjudicar la campaña de su sobrina, entonces candidata al Congreso por Gana Perú.

Una denuncia absolutamente política que incluye a la ministra por haber sido regidora de Lima, hasta un año antes de la materia del proceso, y que se levanta 17 años después no contra los implicados principales (el ex alcalde de Lima y sus principales funcionarios), sino contra la persona que en estos momentos ocupa el lugar político más relevante y a la que se quiere tumbar como objetivo político. Pero es así. No importa un juicio estúpido, decía alguna vez Aldo Mariátegui, lo importante es que tiene juicio. No importa que te enjuicien con un informe de Caso Lay, y que el propio excontralor esté prófugo por 11 años, por no haber fiscalizado los fondos del SIN de Montesinos.

Así es la política, según algunos.

Ahora se habla de que atacarán a Mocha en temas más personales. Como para que se sepa que la derecha no perdona que la izquierda le haya quitado momentáneamente el control total del gobierno. Y para que a Mocha no le queden ganas de bailar por mucho tiempo.

16.10.11
www.rwiener.blogspot.com


RUC sensible

Algunos de los acusadores de la ministra en su propio currículo político

Alejandro Aguinaga Recuenco
Viceministro de Salud de Fujimori 1994-1999, ministro de Salud 1999-2000. Responsable del programa de esterilizaciones no consentidas de mujeres de condición humilde durante el gobierno de Fujimori. Encargado del sector Salud cuando se produjo la tragedia de Tauccamarca y la muerte de 24 niños por envenenamiento. Presentó al Congreso la denuncia de que la ministra de la Mujer, se encontraba procesada por una denuncia proveniente de la época de Fujimori.

Cecilia Chacón de Vettori
Congresista fujimorista del grupo denominado “minero”, cuya campaña fue financiada por una ONG pagada por las empresas de ese sector. Ligada por múltiples lazos a la minera Yanacocha, que explota el oro en Cajamarca. Se encuentra procesada por enriquecimiento ilícito en relación a acusaciones de corrupción que recaían sobre su padre, se ha negado sistemáticamente a asistir ante la Justicia, mediante el mecanismo de apelar a su inmunidad parlamentaria, de manera muy similar a lo que hacía Carlos Raffo, por lo que ha sido declarada reo contumaz. En el debate exigió a Mocha que se ponga a derecho.

Fritz Du Bois
Ha recibido el encargo de su jefa y protectora en el directorio de “El Comercio”, de mantener la presión sobre la ministra de la Mujer hasta obligar a Ollanta Humala a tomar la decisión de retirarla del gabinete. Coordina medios y recursos para esta campaña. Se encuentra con condena de dos años de prisión condicional, dictada por un tribunal de Arequipa por publicar un falso titular contra la familia de la actual congresista Ana María Solórzano, cuando era candidata de Gana Perú por esa región. Sin ningún empacho calificó de conductora de un burdel a una tía y le colgó la chapa de “tía Pocha”, sin aportar ninguna prueba, y luego editorializó sobre los vínculos de Humala con la prostitución. Ahora es defendido por sus amigos como paladín de la libertad de expresión. Siendo un condenado por la Justicia, se permitió titular que García Naranjo era una “Procesada”, como si lo que hubiera no fuera más que una acusación a ser probada en los tribunales.

No hay comentarios.: