Pucha con esto de que Ollanta se está juntando con los radicales. Y que “El Comercio” sea capaz de titular en primera página que la salida de Mekler es algo así como una ruptura del nacionalismo a consecuencia de la radicalidad, y que este suceso es poco menos que una desgracia nacional.
El problema es que esto no calza con la impresionante campaña que se hizo en el 2006 sobre que Ollanta era el radical de los radicales, el chavista, el comunista en uniforme de soldado, el caballo de Troya del estatismo, el populismo y demás plagas de Egipto.
Y hace poco nomás, y pensando en las siguientes elecciones, el presidente García afirmó que lo que ocurriría aquí iba a ser una nueva “guerra fría”, para evitar que el antisistema de la vez anterior pudiese levantar cabeza y poner en riesgo todos esos logros gigantescos que nos han colocado al borde del primer mundo y que son siempre celebrados en el local de la Confiep, entre banqueros, mineros y funcionarios de empresas trasnacionales.
O sea que no se entiende en qué exactamente consiste el “giro” de Humala. Salvo que “El Comercio”, “Correo” u otros, estuvieran esperando que las alianzas del comandante fueran hacia los radicales de derecha, entre ellos los partidos que hace algunos años lograron olvidar todas sus diferencias, para unirse en santa cruzada contra el enemigo principal de la democracia y la modernidad, que era el propio Humala.
¿O no es verdad que el frente “todos contra Ollanta”, cabían Alan García (oficialmente el peor presidente de nuestra historia), Fujimori (el gobernante más corrupto y autoritario), Lourdes Flores (la candidata de los ricos) y otros partidos menores, todos transformados en salvadores del sistema y que tamaña coalición sigue vigente?
Entonces ¿dónde puede estar el problema en que una candidatura que tiene su base en otros sectores de la sociedad que no se identifican con el modelo económico y la conducción del poder, busque aliados en este campo?, ¿en qué galaxia circulaba Mekler que recién se dio cuenta que el partido nacionalista coordinada con los partidos de izquierda?, ¿nunca se enteró de la existencia de la Coordinadora Político Sindical (CPS) o del Frente de Defensa de la Vida?, ¿cómo se alinearon las fuerzas en el país en relación al conflicto amazónico?, ¿no tiene eso nada que ver con las siguientes elecciones?
Lo que es verdad es que Ollanta Humala suscita mucho más odio y temor que los partidos de izquierda, y eso por la sencilla razón de que podría eventualmente ganar el gobierno con una base social totalmente distinta a la que ha venidos sosteniendo el poder en los últimos veinte años, con el agregado de que no genera el nivel de resistencia que normalmente tiene la izquierda entre los militares y que cuenta con influencia en sectores empresariales.
Lo de la izquierda y la radicalidad de sus envejecidos partidos es una anécdota política, que la prensa de derecha ya descubrió que genera confusión en la opinión pública y hace que algunos parlamentarios despistados caigan en la trampa de las aclaraciones. Y otros un poco más avezados inicien el reacomodo, porque ya sabían que estaban perdiendo sitio.
04.10.09
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