jueves, diciembre 28, 2006

Telefónica y García

I
Imaginemos por un momento que la nota de prensa del gobierno dijera lo siguiente:

Como resultado de las negociaciones sostenidas entre los representantes del gobierno y la empresa Telefónica del Perú, se ha acordado adelantar los ajustes de de tarifa por factor de productividad para el siguiente año y aplicarlo a la disminución de la renta básica, lo que sumado a otras cifras balanceadas en otros servicios y programas permite anunciar que la renta básica que se cobrará desde enero será de 39 soles.

¿Cómo habrían sido los titulares de prensa? Podían haber dicho por ejemplo:

Ajustón a la Renta Básica (La República)
Telefónica rebaja tarifas (Correo)
Al fin baja la Renta Básica (La Razón)
Bajan costo de llamadas (La Primera)
Renta básica bajará para un millón y medio de usuarios (El Comercio)

Evidentemente no habrían traducido el sentido de fondo de la noticia.

Pero todos dieron cuenta de una negociación que había logrado una directa rebaja, como si Zavala y la Telefónica hubieran estado conversando para ver cómo es, cuánto te rebajas o te meto la ley de la eliminación de la renta básica, te suelto a Lescano o cualquier otra opción de fuerza.

Pero no. Lo que estuvo tratando la ministra es como iba quedando la renta de la gran empresa por cada sol que le íbamos retirando a la dichosa renta básica. Ese sol lo podemos recuperar de aquí y ese otro lo traemos de la rebaja programada y así sucesivamente. O sea, en estricta aplicación del Contrato de 1994, elaborado con la colaboración de los mejores amigos de Verónica, lo que los reguladores y funcionarios del Estado que meten sus narices pueden hacer como máximo es re-balancear en toda la maraña de servicios, planes y menús específicos, de donde derivan los ingresos de la empresa y subir en algún lado para poder bajar en otro, manteniendo invariable la tasa de rentabilidad.

Eso, frente a la decisión del Congreso (con voto aprista), de eliminar la mamadera básica, por ser un concepto fuera del contrato y corresponder a un cobro arbitrario, no ofrece el menor punto de comparación. Y es una perfecta tontería, es decir una frase propia de Del Castillo, sostener que esta es una opción mejor porque no nos hace pelear con el inversionista y asegura que seguirán los planes de expansión que llevarán líneas a los que aún no tienen.

Lo que ha pasado, dicho en los términos más simples, es que el gobierno y Telefónica se han sacado de encima la norma del Congreso, que reflejaba a su vez la presión de la opinión pública, y han engañado al país presentando un reordenamiento de ingresos dentro del presupuesto de la empresa, como si fuera un sacrificio a favor de los usuarios.

Si decir esto con la mayor claridad posible se califica de demagogia y calentura de cabeza, habrá que aceptarlo. Peor es la eterna cobardía ante el poder económico, el sí o sí de los que no hacen valer los derechos nacionales.

II

García emprendió viaje el 2001 desde París para salvarnos de Telefónica y de sus tarifas abusivas, incluido el super abuso de la “renta básica” que se paga sin recibir ningún servicio. No pudo hacerse elegir pero pasó los siguientes años hablando de servicios públicos, porque como todos sabemos el APRA oficialmente aplaude la inversión, pero propone un Estado antiimperialista que la controle y la obligue a someterse a las leyes nacionales. Por lo menos eso es lo que dicen los libros que se supone ha estudiado el actual presidente.

En el 2003, García tuvo a Toledo a tiro de piedra cuando el Congreso votó una ley para eliminar la renta básica y el presidente de entonces la vetó y la convirtió en una negociación que terminó vergonzosamente en una rebaja del monto de este concepto, que la compañía compensaba aplicando aumentos a otros de sus servicios y programas con la anuencia del gobierno y el regulador que habían estudiado matemáticamente la fórmula de que la renta no bajara un solo centavo.

Del García que a fines del 2005 volvió a convertirse en candidato podían decirse muchas cosas: que encabezó el peor gobierno de nuestra historia, que desató la hiperinflación y se le escapó de las manos la violencia política, que hizo prescribir sus juicios por corrupción, que maniobró para eludir las denuncias sobre violación de derechos humanos, etc., pero había una cantidad de gente que le creía que tenía sensibilidad social, especialmente en el tema de las tarifas de servicios públicos que reducen la capacidad de consumo de las mayorías nacionales.

En febrero del 2006, en el óvalo de Breña en Lima, el candidato García se comprometió a eliminar la renta básica. Esta consignado en los diarios que reseñan los puntos principales de su discurso por el llamado “día de la Fraternidad”. O sea que este era un tema importante. Y lo era porque había una situación de abuso, de esas que deben pelearse para que no continúen, así el abusador amenace con irse, que siempre lo hará para mantener sus privilegios.

Nadie podía imaginar que “eliminar” podía ser reemplazo por “rebajar”, y que para acabar con un cobro abusivo, había que jalarle ingresos a la empresa para que con abuso rebajado pudiera seguir ganando lo mismo. Pero ese es el Estado “antiimperialista” que acaba de consagrarse con la negociación Zavala-Telefónica, que es además el mismo que se patentiza en la negociación con las mineras para el “aporte voluntario”. Un Estado sin ninguna energía, que se somete al poderoso y le dice la oído dame algo porque si no se me rebela la gente. Sin ninguna dignidad.

III

El Congreso ha sido zarandeado dos veces durante los últimos años, mostrándose totalmente incapaz de contrarrestar el entreguismo anidado en el Poder Ejecutivo, que para el caso ha sido igual con Fujimori, Toledo y García.

La experiencia del 2003 se ha repetido casi como una gota de agua en el 2006. Y en ambos casos los votos del APRA parlamentaria se han dirigido a eliminar la renta básica y han sido derrotados por el veto de la presidencia. Sólo que en el último caso, la presidencia la ejerce el principal dirigente de su partido.

¿Qué quiere decir todo esto? En primer lugar que el Poder Legislativo no sirve para nada y que García está en condiciones de dejarlo a un lado o de servirse de él para mostrar los dientes del tigre y luego pasarles una lima y convertirlo en un minino inofensivo. La segunda lección es que la opinión nacional tiene razón cuando los califica como la peor de las instituciones del Estado, porque no tiene poder real. Hay una simetría entre gobierno que no quiere confrontar con las trasnacionales y Congreso que no quiere hacerlo con el Ejecutivo. Al final quién gana son las grandes empresas.

La tercera lección es que, aunque se puedan contar con los dedos, hay congresistas que se las juegan y mantienen una posición de fiscalización y son los que la ciudadanía reconoce. El vilipendiado Lescano es uno de ellos.

IV

El cuento de los contratos ley, que no nacieron de ninguna ley y no fueron discutidos por el Congreso y ni siquiera por el gabinete de ministros, y fueron obra de la tecnocracia privatizadora (de la que forma parte la ministra Verónica Zavala, ex jefe de FONAFE, directora en la COPRI –Comisión de Privatización-, secretaria de la Presidencia del Consejo de Ministros, funcionaria de cuatro gobiernos desde 1995), respaldados en la Constitución de 1993, es la camisa de fuerza que se ponen los gobiernos para que aquí nada se mueva.

Más aún, Toledo y García han repetido el esquema de dejar a los tecnócratas negociar sobre las demandas de opinión pública sobre los efectos de las privatizaciones, concesiones y contratos, que ellos mismos inspiraron. O sea, a los inventores de la renta básica y del contrato del 94, les piden buscar un acuerdo para corregir los excesos. El resultado es el que tenemos.

Y seguimos creyendo que los herederos de Boloña, Camet, Silva Rute y Kuczynski, son la economía y la única manera como se pueden hacer las cosas. Y que las empresas están en el país porque son buenas y se les trata con guantes de seda, y no porque logran excepcionales ganancias, aprovechan nuestros recursos naturales y controlan las facturas que obligatoriamente tenemos que pagar cada mes.

¿Dejarían todo eso porque el Estado levanta la voz en la mesa de negociaciones?

Que cada uno se de su propia respuesta.

28.12.06

http://rwiener.blogspot.com/

1 comentario:

Sal ají chicha y vinagre dijo...

Nuestros padres de la patria finalmente "descubrieron" que en el contrato firmado entre la empresa española TELEFONICA y el Estado peruano (1994) el cobro mensual obligatorio (use o no use el servicio) que realiza arbitrariamente la empresa NO EXISTIA en ninguna de sus clausulas...

¿Cómo reaccionaron..?

Por los medios de comunicación tránsfugas y sinverguenza de variado pelaje aparecieron.

Juraban que en la próxima legislatura, a la vuelta de la esquina, mañana mismo, esta "aberración" erradicarían.

Porque la incólume voluntad de nuestro noble pueblo, los sagrados intereses de la patria, la tradición, la hipotenusa y bla, bla, bla...

Los limeños, despreocupados por entonces, observábamos la puesta de sol en la costa verde.

Las turbias y encrespadas olas que interminables no detienen su marcha hacia la costa, aquella tarde del verano del 2001, insistían en su cometido.

En el pico de una de ellas, con ademanes y vestido de encendidos colores, vimos que un diestro y temerario tablista hacía piruetas con su pequeña embarcación:

Bajaba la ola, la volvía a subir; corría, de atrás para delante y viceversa. Traía algo en sus manos y lo exhibía a los gritos.

Los aplausos no tardaron.

Desde Paris, -dijo luego- venía a salvarnos de las injusticias y de aquella "aberración" jurídica que colegas suyos habían descubierto en aquel contrato con Telefónica.

Por injusto y abusivo dicho entuerto había que eliminarlo, juró en Cuatro Picos aún untado de yuyos, malaguas y desperdicios.

Ahora nos enteramos que el temerario tablista no era tal:

No sabe nadar, nunca ha osado subirse a un surfing board y lo del del 2001 y el "cutback" suicida se trató de un helicóptero que desde lo alto, con una soga, paseó al nivel de las olas a un fantoche que movía las manos y decía disparates.