jueves, marzo 05, 2015

Reforma electoral o del sistema político

El llamado “diálogo” ha acordado en Palacio hace unos días, impulsar la reforma que se supone promueven los organismos electorales y la presidenta del Congreso ha dicho que el tema tendrá prioridad en la agenda de inicio de la nueva legislatura. Claro, que cada quién agarra la reforma del lado que le interesa.

A Humala le entusiasman los castigos que se aplicarían a los tránsfugas que abandonan los partidos, y que en el caso del nacionalismo representan casi el 30% de la nómina inicial. Habla de lealtad, pero se refiere en verdad a incondicionalidad ante los volteretazos que ha impuesto a los miembros de su organización y que son la causa de múltiples crisis.

A otros les parece que lo crucial está en prohibir la reelección de presidentes regionales y alcaldes, sin que interese explicar porque esa regla no se aplicaría a los miembros del Congreso. Y hay algunos que hacen el énfasis en que los candidatos deben carecer de antecedentes penales en diversos delitos.

En lo que no hay consenso, por cierto, es en la anulación del voto preferencial, que para unos es una desgracia (destruye los partidos) y para otros una maravilla (porque les permitió llegar a la cima). En fin, la reforma que se viene va a ser, como ya ha pasado, una suma de parches y una negociación de intereses, donde a los congresistas que la votarán lo que más les interesa es conservar su puesto.

En realidad, la idea que el actual Congreso se auto-reforme con su propios votos, y abra el juego político para que las elecciones no sean la permanente decepción que vivimos los peruanos cada cierto tiempo, se asemeja mucho a la cuadratura del círculo. Los partidos que ya tienen inscripción y dentro de ellos los congresistas que se creen dueños de sus curules, van a batallar siempre porque cualquier reforma no los afecte.

Cada uno de los consensos y no consensos que se expresan en estos días refleja que mientras el diagnóstico advierte de una profunda crisis del sistema político, que implica a partidos, instituciones y procedimientos, lo que se va a obtener es un acomodo de algunas normas de lo que se hablará algún tiempo antes de que nos olvidemos del tema por no haber cambios reales y profundos.

La verdad de las cosas es que sólo un órgano que aparezca ajeno a la crisis y los actuales compromisos, puede ser creíble para la gente de que será capaz de tomar las medidas que sean necesarias, le afecte a quién le afecte. Varias veces he escrito que el sistema de partidos está podrido y no puede ofrecernos otra cosa que podredumbre. ¿O es que Alan García quiere una reforma contra el caudillismo y la corrupción del poder? La salida va por otro lado, pero no hay aún suficientes fuerzas para abrir la vía a una Asamblea Constituyente   

05.03.15

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Nada de “anónimo”, soy Ambrosio

En el octavo párrafo de una columna razonable, melancólica y lúcida, don Raúl, que cree que una talla de ropa le queda bien a todos, diagnostica que (A) Estamos en una “una profunda crisis del sistema político, que implica a partidos, instituciones y procedimientos”, y luego nos receta la maravilla curativa marxista leninista de toda la vida: (B) sólo saldremos de ella con “cambios reales y profundos”.

Lo de siempre. Como decía mi abuelo, cuando se es martillo todo lo ve uno clavo.

Por supuesto que don Raúl no define qué entiende por “cambios reales y profundos”. Los que lo leemos sabemos que “cambios reales y profundos”, para él, significa (a) nacionalización de los “bienes de producción” para que sean gestionados por sus amigos. (b) Eliminación de la libertad de prensa: los medios estarán realmente “concentrados” en el pensamiento único, que será el que don Raúl diga cuál es. (c) supresión de las libertades individuales, el Estado (gestionado por sus amigos) por encima de todos.

De la misma manera que un cirujano no puede operar “corazón abierto” a sí mismo, es casi imposible que los actuales políticos peruanos mediocres puedan tener -en un acto de clarividencia, patriotismo y epifanía- una solución que acerque sus decisiones a los ideales democráticos del estado de derecho y Gobierno, y que proteja las libertades individuales. En todo caso, históricamente, únicamente el Reino Unido, los países escandinavos y Estados Unidos lo han logrado en sus parlamentos, luego de fallar mil veces, reparando hasta llegar a un estadio mejor. As democracias maduras necesitan tiempo, madurez, legalidad; no “cambios reales y profundos”.

Anónimo dijo...

Todo seguirá corrupto mientras continúe el modelo neoliberal. Si no podemos con votos debemos conciderar otras opciones

Héctor Mejía dijo...

Tras el Congreso de Toledo, el de Garcia y éste. seria ingenuo pensar que los congresistas van a hacer alguna reforma que afecte sus intereses.
La salida seria una Asamblea Constituyente, pero para que sea efectiva y no se convierta en una colección de impresentables similar al Congreso que tenemos, deberia idearse un mecanismo para que la conformen expertos en derecho de avanzada edad (por la experiencia que hayan acumulado) y que por esa razón ya no tengan la aspiración política de ir al Congreso, porque si se hace una Asamblea Constituyente con el único requisito de ser peruano mayor de 35 años ahí si estariamos jodidos.
Por supuesto que los neoliberales se opondrian rotundamente a una Asamblea Constituyente porque como la Costitución fujimontesinista les da todos los privilegios a sus amos los del gran capital, no quieren que se cambie ni una coma.

Juan A. Cavero G. dijo...

El Perú debe ser uno de los pocos lugares en el mundo, sino el único, donde el país está regido por una constitución y leyes elaboradas por el gobierno de un delincuente condenado por delitos de lesa humanidad y peculado. Es evidente que la única forma de renovar, democráticamente, el putrefacto sistema político, es mediante la convocatoria a una Asamblea Constituyente

Anónimo dijo...

Asamblea Constituyendo ahora; pero con personas probas elegidas por el pueblo desde las bases y no a dedo, como con el cuento dle voto preferencial.