domingo, marzo 10, 2013

El peor y el mejor momento



Algunos dicen, quizás con razón, que Chávez se fue en el peor momento, cuando se están madurando condiciones para oponer un Pacífico neoliberal a un Atlántico progresista en América Latina y Estados Unidos ha iniciado la batalla para asegurarse una alianza propia que divida al subcontinente.

Puede ser.

Pero  también podría decirse y tal vez con mayor certeza que Chávez llegó en una circunstancia mucho peor, cuando rodos los gobiernos al sur del Río Grande se habían alineado a un solo liderazgo fijado en Washington y a una sola política de mercados abiertos y sometimiento a las reglas de protección del norte desarrollado. 

América Latina y Sudamérica no eran entidades reales y el sueño de Bolívar parecía más utópico que nunca.  Por entonces Venezuela era un campo de experimentación neoliberal en plena riqueza petrolera. Los partidos se habían desfondado al no expresar alternativas y haberse corrompido profundamente.  En los análisis se decía cómo puede ser que un gigantesco exportador de petróleo no pudiese asegurar mínimas condiciones de vida para toda su gente.

Entonces Chávez ganó las elecciones y desde donde menos lo esperaban, los Estados Unidos empezaron a oír una voz que les salía al frente. Cuba dejó de ser la isla apestada y embargada en medio del Caribe y los países de América Latina y Suramérica empezaron a encontrarse cada vez más en espacios propios y no alrededor de los representantes del imperio del Norte, como se hace en la OEA o del Rey de España (como en las cumbres iberoamericanas).

Chávez tiene que ver decisivamente con los pasos gigantescos que se han dado hacia la integración la parte de América que antes llamaban “patio trasero” de los Estados Unidos. Contribuyó cuando sembró un nuevo espíritu de autonomía, cuando apoyó a los gobiernos progresistas que fueron brotando después del suyo y cuando con sagacidad y pericia diplomática logró arrastrar hacia la UNASUR, el CELAC y otros espacios a los gobiernos más dependientes del norte.  

Al interior de su país, Chávez llevó adelante una indiscutible revolución social trasfiriendo una gran parte del excedente petrolero hacia los trabajadores y los pobres, estableciendo una sólida alianza entre el Estado bolivariano y el grueso de la población. Dicen que era asistencialismo. Pero lo que se puede ver son escuelas, universidades, centros médicos, viviendas y grandes misiones sociales contra el analfabetismo y diversas enfermedades.

Nada de pequeñas propinas repartidas en medio de aplausos, sino cambios profundos en la vida de las personas. Que todo eso ha traído deuda fiscal e inflación de dos dígitos, es cierto. Per es imposible pensar en una revolución sin trastornos y más aún sin errores.

El tema es que Hugo Chávez enfermó en el momento en que ya había creado realidades irreversibles. Es verdad que ahora se requiere de su fuerza para seguir adelante y habrá que buscarla de alguna parte. Pero ,si es consuelo, el comandante se ha ido cuando más se le quería y nadie dudaba de la legitimidad de su mandato. Eso lo registrará la historia.

10.03.13

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