En el año 2003, Osmán Morote Barrionuevo, el primer
dirigente del Comité Central de Sendero Luminoso en ser tomado preso, cumplió
los quince años de carcelería a los que había sido condenado de acuerdo a la
legislación que regía en los años 80, pero no salió en libertad porque el
gobierno de Fujimori lo denunció como cabecilla de la revuelta de prisioneros
senderistas en el penal de Castro Castro del año 1992, que concluyó en la
muerte de más de 50 reclusos, hombres y mujeres, la mayoría de ellos fusilados
por órdenes del más alto nivel, asunto que dio origen a un proceso ante la
Corte Interamericana en la que el Estado peruano como en otros casos salió por
la pata de los caballos.
Precisamente en aquella ocasión a Morote no lo ejecutaron
por decisión de Fujimori para que quedara por lo menos vivo uno de los
dirigentes en prisión, pero lo marcaron con un tiro en la nalga que era como
una sangrienta burla sobre el vencido. El nuevo juicio, superpuesto al original
le extendió la pena al considerado como el 2do hombre de Sendero hasta los 25
años, que se cumplieron hace algunos días. Pero Morote tampoco ha salido en
libertad, a pesar de que no se trata de extenderle ningún beneficio carcelario,
sino de un caso casi excepcional de cumplimiento de todo el plazo de dos penas
sucesivas.
Para explicar esta arbitrariedad se arguye que hay otro
juicio pendiente que acaba de iniciarse sobre un caso anterior a su detención,
cuando era integrante del Comité Central y participaba de sus decisiones principales.
El tema es que los promotores de este procedimiento son perfectamente
conscientes de que lo que están haciendo es una maniobra jurídica que busca
satisfacer a un sector de la opinión pública y los medios que consideran que el
dirigente senderista sigue siendo un peligro público con sus 68 años a cuestas
y sus 25 acumulados en la cárcel. La congresista Marisol Pérez Tello lo explicó
varias veces como la “gran solución” a este caso, que se había elaborado en la
Comisión de Justicia y que se le había entregado a los jueces.
La “solución” por cierto que viola las mínimas garantías
procesales y finalmente va a ser indefendible en cualquier escenario
internacional de derechos humanos, pero lo más grave es que revive el concepto
fujimorista de que la ley puede ser aplicada de manera diferenciada según las
personas y las ideas políticas que profesen, y no por la naturaleza de los
delitos claramente establecidos en las leyes. Alguien dirá: pero se trata de
senderistas, o sea de un peligro para la convivencia democrática del resto.
Pero el abuso de derecho sobre cualquiera, es siempre una amenaza para la
sociedad en su conjunto Mientras más tiempo nos demoremos en entenderlo, mayor
será el costo.
17.06.13
3 comentarios:
muy bien dicho Sr. Wiener, debemos de recordar el poema de Bertold Brecthd, cuando habla de la indiferencia ante las atrocidades que comete el estado, hasta que no choquen con ellos ni se inmutan, ese juicio soras es nefasto pues va abrir negro precedente para ser aplicado a todos los presos políticos y al pueblo en el futuro, desgraciadamente lo veremos si no se para ahora.
Totalmente de acuerdo, el Estado una vez más viola la mismisima Constitución Política,detalla el Sr. Wiener,la forma como se ha buscado impedir la libertad de Osmán Morote, hoy utilizando el caso Soras.
Terrorista muere terrorista.
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