La famosa fórmula de Ollanta con la que
aseguraba no ser ni de izquierda ni de derecha sino de abajo, podía ser tomada
amistosamente como una manera de no ideologizar su propuesta y sin embargo
dejar sentado su compromiso con los pobres y postergados, lo que sin duda lo
vinculaba a un espacio hacia la izquierda del escenario político aunque sin pertenencia
a las tradiciones partidarias izquierdistas.
Ya en el poder, Ollanta redefinió su
propuesta en el sentido de que nunca fue ni de izquierda ni de derecha, sino
pragmático, que en buena cuenta quería decir que hacía alianzas con la
izquierda organizada cuando le convenía (como para las elecciones), y con la
derecha para mantenerse en el poder. Esta ha sido una lección áspera en los
partidos que pactaron con el comandante para ayudarlo a llegar al poder y que
fueron dejados de lado un vez conseguido el objetivo.
Actualmente, sin embargo, enfrentado con
la izquierda en puntos como Conga, las leyes de represión de las protestas, la
norma sobre servidores públicos, las crecientes concesiones en materia
energética, etc., el gobierno de Humala no termina de pasarse íntegramente a la
derecha a pesar de la presión de su voceros que le dicen que ya es la hora de
las definiciones. En los tres últimos meses algunos medios de derecha han sido
insólitamente duros con el presidente como si se tratara de alguien que está
tramando algún plan contra ellos y que tiene además la fuerza para ejecutarlo.
Por supuesto que saben que no es así,
pero lo que si es verdad es que no le tienen confianza y que en la hora en que
esté en juego la continuidad o recambio en el poder van a crecer las
diferencias. Si se observa bien, la pareja presidencial está calculando que en
la siguiente batalla electoral no van a tener ningún futuro en una zona donde
el fujimorismo, el APRA de García, el PPC, el castañedismo y otros vienen a ser
la misma cosa.
Todo el juego hacia el 2016 consistiría,
en la lógica señalada, en no irse tan al extremo que se pierda el electorado
del cambio que quedaría suelto para quién pueda llevárselo, pero sin provocar
un enfrentamiento frontal con los medios y los empresarios que ha sido la pauta
invariable de los dos últimos años. En otras palabras conformar desde ahora un
“mal menor” ante la vieja política derechista sin enfrentarse realmente con
ella.
Los partidos que el día de hoy van a
proclamar un frente amplio y que están haciendo renacer antiguas ilusiones,
tienen que armar una estrategia política que, más allá de la proclama unitaria,
los ubique con un perfil propio en la juego de acercamientos y contradicciones
entre Humala y las variantes de la derecha. Esto, para llegar a representar una
alternativa para el país.
21.06.13
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