Miles de cajamarquinos, la mayor parte de ellos campesinos,
ya se encuentran apostados alrededor de la laguna del Perol en las alturas del
departamento decididos a impedir que se consume la maniobra maestra de la
empresa Yanacocha de rellenar el reservorio que han venido construyendo, como
un supuesto cumplimiento del principio declarado por el presidente Ollanta que
primero se resolverá lo del agua antes de empezar a sacar el oro.
Ahora se sabe que esta solución consiste en seguir adelante
con la destrucción de las lagunas, pero previamente llevándose el agua para la
reserva artificial. O sea el Perol muere y en su reemplazo habrá una gran tina
de cemento sin conexiones con el sistema de ríos y lagunas, y sin filtraciones
subterráneas que generan la base climática y las fuentes de vida en la zona. No
son reservorios adicionales a las lagunas, sino de reemplazo de las mismas.
Los términos de la nueva batalla de la guerra de Conga están
planteados, y la voz de combate la dio el indescriptible ministro de Energía y
Minas, Jorge Merino (al que le están llevando el gas doméstico encima de lo 40
soles, el que mintió sobre la recuperación de las reservas embargadas de
Camisea, el que ha paralizado la publicación de la base de datos para la ejecución
de la ley de consulta, el que ha trabado la construcción del oleoducto del sur
y el que está preparando ampliar gratuitamente el plazo de explotación de los
campos petroleros de la costa y la selva en perjuicio de las posibilidades de
desarrollo de Petroperú).
Un tipo que ha sido el principal responsable de la
distorsión del discurso original del nacionalismo sobre la minería y la
energía, ha dicho otra vez que Conga va, la voz de orden con la que el gobierno
inició un ciclo de enfrentamiento con los sectores que fueron su base social
original. Y automáticamente ha conseguido que Cajamarca vuelva a movilizarse a
un año de los más duros enfrentamientos.
En un contexto en que la derecha le pide definiciones a
Humala y que siga dando pasos fuertes hacia ellos, la mira debe estar puesta en
quebrar el precario equilibrio en que quedó congelado el conflicto cajamarquino
desde julio del año pasado cuando el premier Valdés se retiró a sus negocios
mineros. El Perol se está volviendo un símbolo sobre lo que pueden ser los tres
años finales del gobierno de Humala.
Pensando esto debe ser que el Congreso ha preparado la ley
que exceptúa de responsabilidad penal y administrativa a los efectivos
policiales que causan muertes y heridos en los conflictos sociales. Es como
contestar que en el Perol, las dos partes, se van a jugar el todo por el todo.
¿Humala volverá a mancharse de sangre por el oro de los mineros? Ojalá
comprenda a tiempo adonde lo están empujando.
19.06.13
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