A Alan García, los campesinos puneños lo
bautizaron, como el “presidente mentiroso”, por la manera como los engañó con
el asunto del reparto de las tierras de las enormes e improductivas SAIS y CAP
(Sociedades Agrícolas de Interés Social y Cooperativas Agrarias de Producción),
que cubrían el altiplano y que eran reclamadas por la comunidades que quedaron
relegadas por la reforma agraria de los 70. Este mote político lo recogí en un
pequeño libro denominado el Llulla-presidente (1987), que era la forma quechua
de expresarlo, lo que además me permitió recordar otros cuentos de la época:
Jauja como nueva capital del Perú; sólo 10% de las exportaciones para la deuda
externa; fin de los contratos petroleros;
la banca se usará para impulsar el desarrollo; etc.
Alberto Fujimori, por supuesto, dijo que
todos los políticos anteriores a él habían sido mentirosos y fue el primero en
hablar de que la honestidad era una de sus diferencias. Eso se comprobó a los
diez días de juramentado cuando convirtió su promesa de no-shock en el más
colosal shock de precios de la historia universal (400% de aumento promedio en
un solo día), y siguió con las privatizaciones que había dicho que no haría, con
la militarización del país que también había condenado. Y eso añadido a que
Montesinos era asesor del SIN ad-honoren (luego lo “indemnizó con 15 millones
de dólares), que respetaría la Constitución (y preparaba un golpe de Estado),
que negociaría hasta el final para sacar a los rehenes de la casa del embajador
japonés (mientras cavaba el túnel), etc.
Toledo, a su vez, mintió en lo de Zaraí, en
lo del Melody, en lo del Whisky y en una cantidad de cosas menudas (hasta en lo
de la muerte de su madre), al punto que muchos de sus partidarios asumieron que
lo suyo era una mitomanía inofensiva y tendieron a bajarle la importancia a
otras mentiras mayores como la de que él ingresó a la política para recuperar
la democracia, cuando había conseguido una inscripción con firmas falsificadas
lo que significaba algún tipo de arreglo con el gobierno reeleccionista; o como
la distancia que se estableció entre las promesas democráticas y moralizadoras
del Cuatro Suyos y el populista que prometía de todo en las elecciones de un
año después y finalmente el gobernante que puso a Kuczynski a dirigir la
economía. Tres en una misma persona, como la divina trinidad.
Luego vino el segundo García del cambio
responsable y de si ustedes me creen es porque son ingenuos; y finalmente
Humala que predicó seis años contra la vieja política, las promesas que no se
cumplen, el entreguismo de nuestros gobernantes, la corrupción en el Estado, la defensa de los
derechos humanos, etc., y está haciendo el gobierno que todos vemos. Fácil
entender por qué hay tanta frustración en el ambiente.
14.06.13
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